Hoy escribe Gonzalo del Cerro
Contenido de los Hechos de los santos Nereo y Aquiles
Como veremos más adelante, los denominados Hechos de Nereo y Aquiles abarcan acontecimientos en los que su presencia es apenas un liviano recuerdo. Quizá sea más apropiado hablar de “Hechos de Domitila”, puesto que su presencia es más constante que la de sus dos servidores. En el capítulo segundo de estos Hechos aparece ya la santa, con la que sus dos esclavos o camareros, Nereo y Aquiles, mantienen un largo debate sobre el valor categórico de la virginidad.
El último de los capítulos de la obra cuenta de su glorioso final en la ciudad de Terracina, población situada al sur de la región del Lacio, sobre la Vía Apia. Entre estos dos acontecimientos puntuales, el texto recoge sucesos que ocupan un espacio importante en la trama de la narración. Nereo y Aquiles se dirigen a san Clemente, pariente del procónsul, pidiéndole que consagre como virgen a Domitila. San Clemente cumplió el deseo de los fieles servidores de Domitila, impuso a la noble dama el velo o vestido de virgen y recibió sus votos.
El encuentro de Domitila y sus dos servidores con dos discípulos de Simón Mago en la isla Poncia movió a Nereo y a Aquiles a pedir a Marcelo datos sobre Simón Mago y sus relaciones con el apóstol Pedro (c. 11). Querían poseer argumentos para combatir la beligerancia de los discípulos del Mago, que tenían soliviantados a los habitantes de la isla. Marcelo les dio cumplida información mediante una larga carta que respondía a todos sus interrogantes. Les recordaba que había sido discípulo de Simón, pero que lo había abandonado para seguir a Pedro. Contaba sucesos que ya conocemos por los HchPe, como el debate mantenido por Pedro y Simón sobre un joven muerto. Pedro desenmascaró los engaños del Mago, resucitó al joven y logró incluso rescatar a Simón de las iras del pueblo enfurecido. El Mago tuvo que huir y se asoció con el emperador Nerón, “lleno como él de demonios”.
Nereo y Aquiles querían conocer también la suerte de Petronila, hija del apóstol Pedro. Marcelo cuenta que la parálisis de la joven, en opinión de su padre, era la circunstancia más conveniente para su salvación. La demostración hecha por Pedro de sus poderes, escena conocida también por los HchPe (Papiro de Berlín 8502, 4), va seguida aquí por el intento de Flaco, confidente (kómēs) del príncipe, que la pretendía como esposa. Pedro curó a su hija para demostrar que no era cuestión de incapacidad el lograr su curación. Pero, realizado el milagro de su curación hizo que regresara a su situación anterior de parálisis.
Muerta Petronila de forma inesperada, su pretendiente abordó entonces a la virgen Felícula, amiga de Petronila. Rechazado también por ella, la entregó al tormento y a la muerte (c. 16). El presbítero Nicomedes recogió el cuerpo de Felícula y lo enterró en su propio panteón. El gesto, conocido por Flaco, granjeó también a Nicomedes la gloria del martirio (c. 17). Con esto termina la relación epistolar de Marcelo.
Pero este Marcelo sigue siendo protagonista del relato, que ofrece la carta que escriben a Marcelo tres amigos de Domitila, llamados Eutiquio, Victorino y Marón. Comunican la noticia del martirio de los dos titulares de estos Hechos. Aureliano intentó corromperlos con regalos para que hicieran cambiar a Domitila de actitud. Al contrario, animaron a su ama para que perseverara en su propósito de vida virginal. Aureliano los entregó al procónsul Memmio Rufo que los hizo decapitar (c. 18).
El hermano de Marcelo, de nombre Marcos, contó a su hermano los acontecimientos ocurridos tras la muerte de Nereo y Aquiles. Según el informe de Marcos, Aureliano quiso doblegar la resistencia de Domitila por la intercesión de tres amigos de la doncella. Se trataba de Eutiquio, Victorino y Marón, los autores de la respuesta a la carta de Marcelo. Sin hacer caso de los prodigios realizados por los amigos de Domitila, Aureliano los separó y los hizo perecer con diferentes suplicios (cc. 19-20).
Aureliano recurrió a los magistrados Sulpicio y Serviliano, pretendientes a su vez de dos nobles mujeres, Eufrosine y Teodora, hermanas de leche de Domitila. La noble Domitila operó sendos milagros en un hermano de Teodora y en la hija de la nodriza de Eufrosine. Los magistrados Sulpicio y Serviliano, testigos de esos prodigios, abrazaron la fe cristiana. Aureliano tuvo la pretensión de celebrar las tres bodas en un solo día. Se entregó a una celebración desenfrenada, pero murió de extenuación en el intento. Su hermano Luxurio entregó los magistrados al prefecto que los hizo decapitar. Luego hizo morir a las tres doncellas, víctimas del fuego.
(Cuadro de santa Domitila)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro
Contenido de los Hechos de los santos Nereo y Aquiles
Como veremos más adelante, los denominados Hechos de Nereo y Aquiles abarcan acontecimientos en los que su presencia es apenas un liviano recuerdo. Quizá sea más apropiado hablar de “Hechos de Domitila”, puesto que su presencia es más constante que la de sus dos servidores. En el capítulo segundo de estos Hechos aparece ya la santa, con la que sus dos esclavos o camareros, Nereo y Aquiles, mantienen un largo debate sobre el valor categórico de la virginidad.
El último de los capítulos de la obra cuenta de su glorioso final en la ciudad de Terracina, población situada al sur de la región del Lacio, sobre la Vía Apia. Entre estos dos acontecimientos puntuales, el texto recoge sucesos que ocupan un espacio importante en la trama de la narración. Nereo y Aquiles se dirigen a san Clemente, pariente del procónsul, pidiéndole que consagre como virgen a Domitila. San Clemente cumplió el deseo de los fieles servidores de Domitila, impuso a la noble dama el velo o vestido de virgen y recibió sus votos.
El encuentro de Domitila y sus dos servidores con dos discípulos de Simón Mago en la isla Poncia movió a Nereo y a Aquiles a pedir a Marcelo datos sobre Simón Mago y sus relaciones con el apóstol Pedro (c. 11). Querían poseer argumentos para combatir la beligerancia de los discípulos del Mago, que tenían soliviantados a los habitantes de la isla. Marcelo les dio cumplida información mediante una larga carta que respondía a todos sus interrogantes. Les recordaba que había sido discípulo de Simón, pero que lo había abandonado para seguir a Pedro. Contaba sucesos que ya conocemos por los HchPe, como el debate mantenido por Pedro y Simón sobre un joven muerto. Pedro desenmascaró los engaños del Mago, resucitó al joven y logró incluso rescatar a Simón de las iras del pueblo enfurecido. El Mago tuvo que huir y se asoció con el emperador Nerón, “lleno como él de demonios”.
Nereo y Aquiles querían conocer también la suerte de Petronila, hija del apóstol Pedro. Marcelo cuenta que la parálisis de la joven, en opinión de su padre, era la circunstancia más conveniente para su salvación. La demostración hecha por Pedro de sus poderes, escena conocida también por los HchPe (Papiro de Berlín 8502, 4), va seguida aquí por el intento de Flaco, confidente (kómēs) del príncipe, que la pretendía como esposa. Pedro curó a su hija para demostrar que no era cuestión de incapacidad el lograr su curación. Pero, realizado el milagro de su curación hizo que regresara a su situación anterior de parálisis.
Muerta Petronila de forma inesperada, su pretendiente abordó entonces a la virgen Felícula, amiga de Petronila. Rechazado también por ella, la entregó al tormento y a la muerte (c. 16). El presbítero Nicomedes recogió el cuerpo de Felícula y lo enterró en su propio panteón. El gesto, conocido por Flaco, granjeó también a Nicomedes la gloria del martirio (c. 17). Con esto termina la relación epistolar de Marcelo.
Pero este Marcelo sigue siendo protagonista del relato, que ofrece la carta que escriben a Marcelo tres amigos de Domitila, llamados Eutiquio, Victorino y Marón. Comunican la noticia del martirio de los dos titulares de estos Hechos. Aureliano intentó corromperlos con regalos para que hicieran cambiar a Domitila de actitud. Al contrario, animaron a su ama para que perseverara en su propósito de vida virginal. Aureliano los entregó al procónsul Memmio Rufo que los hizo decapitar (c. 18).
El hermano de Marcelo, de nombre Marcos, contó a su hermano los acontecimientos ocurridos tras la muerte de Nereo y Aquiles. Según el informe de Marcos, Aureliano quiso doblegar la resistencia de Domitila por la intercesión de tres amigos de la doncella. Se trataba de Eutiquio, Victorino y Marón, los autores de la respuesta a la carta de Marcelo. Sin hacer caso de los prodigios realizados por los amigos de Domitila, Aureliano los separó y los hizo perecer con diferentes suplicios (cc. 19-20).
Aureliano recurrió a los magistrados Sulpicio y Serviliano, pretendientes a su vez de dos nobles mujeres, Eufrosine y Teodora, hermanas de leche de Domitila. La noble Domitila operó sendos milagros en un hermano de Teodora y en la hija de la nodriza de Eufrosine. Los magistrados Sulpicio y Serviliano, testigos de esos prodigios, abrazaron la fe cristiana. Aureliano tuvo la pretensión de celebrar las tres bodas en un solo día. Se entregó a una celebración desenfrenada, pero murió de extenuación en el intento. Su hermano Luxurio entregó los magistrados al prefecto que los hizo decapitar. Luego hizo morir a las tres doncellas, víctimas del fuego.
(Cuadro de santa Domitila)
Saludos cordiales. Gonzalo del Cerro