Notas

Comentario breve al tercer gran fragmento de “Corintios A” (11,2-34), carta reconstruida (III) (3-10-18)

Redactado por Antonio Piñero el Lunes, 23 de Noviembre 2009 a las 07:19

Hoy escribe Antonio Piñero


• 1 Cor 11,2-16 La posición de la mujer respecto al varón en la creación

A) “Os alabo porque en todas las cosas os acordáis de mí y conserváis las tradiciones tal como os las he transmitido. 3 Sin embargo, quiero que sepáis que la cabeza de todo hombre es Cristo; y la cabeza de la mujer es el hombre; y la cabeza de Cristo es Dios. 4 Todo hombre que ora o profetiza con la cabeza cubierta, afrenta a su cabeza. 5 Y toda mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta, afrenta a su cabeza; es como si estuviera rapada. 6 Por tanto, si una mujer no se cubre la cabeza, que se corte el pelo. Y si es afrentoso para una mujer cortarse el pelo o raparse, ¡que se cubra! 7 El hombre no debe cubrirse la cabeza, pues es imagen y reflejo de Dios; pero la mujer es reflejo del hombre.

8 En efecto, no procede el hombre de la mujer, sino la mujer del hombre. 9 Ni fue creado el hombre por razón de la mujer, sino la mujer por razón del hombre. 10 He ahí por qué debe llevar la mujer sobre la cabeza una señal de sujeción por razón de los ángeles. 11 Por lo demás, ni la mujer sin el hombre, ni el hombre sin la mujer, en el Señor. 12 Porque si la mujer procede del hombre, el hombre, a su vez, nace mediante la mujer. Y todo proviene de Dios. 13 Juzgad por vosotros mismos. ¿Está bien que la mujer ore a Dios con la cabeza descubierta? 14 ¿No os enseña la misma naturaleza que es una afrenta para el hombre la cabellera, 15 mientras es una gloria para la mujer la cabellera? En efecto, la cabellera le ha sido dada a modo de velo. 16 De todos modos, si alguien quiere discutir, no es ésa nuestra costumbre ni la de las Iglesias de Dios.


Comportamiento que debe corregirse en la cena común que precede a la rememoración de la Cena del Señor (1 Cor 11,17-22)

B) 17 Y al dar estas disposiciones, no os alabo, porque vuestras reuniones son más para mal que para bien. 18 Pues, ante todo, oigo que, al reuniros en la asamblea, hay entre vosotros divisiones, y lo creo en parte. 19 Desde luego, tiene que haber entre vosotros también disensiones, para que se ponga de manifiesto quiénes son de probada virtud entre vosotros. 20 Cuando os reunís, pues, en común, eso ya no es comer la Cena del Señor; 21 porque cada uno come primero su propia cena, y mientras uno pasa hambre, otro se embriaga. 22 ¿No tenéis casas para comer y beber? ¿O es que despreciáis a la Iglesia de Dios y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué voy a deciros? ¿Alabaros? ¡En eso no los alabo!


Estamos ante un pasaje importantísimo de Cor A, que trata de la institución de la eucaristía. Adelanto que opino que este pasaje –en el que Pablo interpreta cómo fue la Última Cena- es la fuente a su vez de la interpretación de este acontecimiento en los evangelios sinópticos, Marco, Mateo y Lucas, que se escriben decenas de años después de esta carta, “Cor A”, y que –en mi opinión- se ven muy influidos por ella y por la doctrina de Pablo en general.

Antes de relatar cómo fue la institución propiamente tal, que era el centro de la reunión de los cristianos los domingos, Pablo aborda dos problemas conexos con esas reuniones o asambleas litúrgicas, que eran complejas. Tales reuniones se componían:

1. De una cena más o menos normal, pero festiva, de confraternidad de todos los miembros de la comunidad (pensemos que quizá no eran más de 50, pues cabían todos en el salón de la casa de uno de los cristianos ricos).

2. Antes, o después o en medio de esa cena, había una bendición especial de pan y vino (denominada genéricamente la “fracción del pan”) que era propiamente el memorial de la Última Cena.

3. De actos litúrgicos diversos: himnos y cánticos espirituales, homilías y exhortaciones comunitarias por algún maestro o por el que presidía la comunidad, generalmente un “anciano”, alguna lectura de salmos o de fragmentos de la Biblia (la única que tenían los primeros cristianos, el Antiguo Testamento de hoy) y participación espontánea de los fieles. Confesión de pecados, alabanzas a Dios, profecías espontáneas, etc.

A Pablo le han llegado noticias orales de diversos informantes (1 Cor 1,1 y 16,15-18) de que no todo marchaba como debiera entre los corintios en las reuniones dominicales, es decir, que había defectos en la celebración. Éstos reflejaban probablemente costumbres o hábitos de los actuales cristianos cuando eran paganos. La idea general de las prescripciones y consejos paulinos en esta gran sección es: las reuniones en la que está inserta la conmemoración de la Última Cena son asambleas litúrgicas de una comunidad mesiánica, que espera la pronta venida del Señor; como tales deben ser inmaculadas.

La argumentación de Pablo –con diversos rodeos y subargumentos- respecto a la participación de la mujder es un tanto curiosa para una mentalidad de hoy: es propio y gloria de la mujer llevar pelo largo y la cabeza cubierta mientras se asiste a un acto litúrgico, porque supone una cierta sujeción ínsita a su condición de fémina; mientras que, por el contrario, es propio y conveniente del varón llevar pelo corto y la cabeza descubierta en esos mismos actos. Se afirma con elloa una cierta superioridad del varón sobre la mujer, por naturaleza.

¿Qué actos litúrgicos eran éstos? Algo de lo que más arriba hemos indicado: oraciones, entonación de himnos o salmos, cánticos espirituales, exhortaciones y profecías. Todo ello creaba un ambiente un tanto exaltado, a tenor de lo que describe Pablo tanto aquí como en otros sitios, con manifestaciones extáticas del Espíritu, arrebatos y trances, que vistas desde fuera era como si los cristianos estuvieran un tanto fuera de sí.

En ese ambiente, comenta S. Vidal (Pablo. De Tarso a Roma, p. 155):

"Probablemente la comunidad corintia aplicaba a la celebración cristiana unos gestos religiosos frecuentes en el mundo helenista para señalar el contacto directo con el ámbito divino. Así, al intervenir en la oración o en la profecía, que representaban los momentos álgidos de la inspiración y del contacto con el misterioso mundo divino, las mujeres desvelaban su cabeza, demostrando así su posesión del Espíritu, mientras que los varones se la cubrían con el manto, mostrando así su ingreso en un ámbito misterioso. De ese modo, la comunidad corintia equiparaba su celebración con otras celebraciones religiosas de su medio ambiente pagano, especialmente por aquellas dominados por el entusiasmo y la experiencia extática del espíritu".

La argumentación de Pablo es diversa. En primer lugar se basa en un “orden natural” de la creación, cuya fuente es el relato del Génesis entendido, como es normal para la época, al pie de la letra. Ese orden natural implica la prelacía del varón sobre la mujer por dos razones:

a) porque fue creado cronológicamente primero el varón.

b) porque la mujer fue creada para el varón y no a la inversa (la mujer creada para ofrecer compañía y apoyo al varón, que existía ya sólo y se aburría (Gn 2,20)

Pablo dice de algún modo también por qué de ese orden “natural” implica “naturalmente” el que las mujeres lleven el pelo largo: porque cubrirse la cabeza es señal de sujeción. Los varones, no sujetos a las mujeres, deben portar el pelo corto.

Lo que no queda nada claro es el porqué -según Pablo- este orden deba traspasarse al ámbito litúrgico y espiritual: aquí también las mujeres, al orar o profetizar deben cubrirse la cabeza y los varones, en las mismas acciones, descubrírsela. QUizás, porque el orden de la creación rija en todos los ámbitos.


Seguiremos el próximo día con el examen de más argumentos paulinos.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com

………………….

En el otro blog, “El blog de Antonio Piñero”, el tema tratado es:

“Literatura apócrifa y los apóstoles”

De nuevo saludos.




Lunes, 23 de Noviembre 2009
| Comentarios