Notas

Comentario breve al segundo gran fragmento de “Corintios A” (10,1-22), carta reconstruida (I) (3-10-16)

Redactado por Antonio Piñero el Miércoles, 18 de Noviembre 2009 a las 06:57



Hoy escribe Antonio Piñero

El segundo gran fragmento de la Primera Carta a los corintios, reconstruida (= Cor A) es 1 Cor 10,1-22. Recordemos el texto:


A. El bautismo y la eucaristía


1 No quiero que ignoréis, hermanos, que nuestros padres estuvieron todos bajo la nube y todos atravesaron el mar; 2 y todos fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar; 3 y todos comieron el mismo alimento espiritual; 4 y todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo. 5 Pero la mayoría de ellos no fueron del agrado de Dios, pues sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. 6 Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos lo malo como ellos lo codiciaron. 7 No os hagáis idólatras al igual de algunos de ellos, como dice la Escritura: «Sentóse el pueblo a comer y a beber y se levantó a divertirse.»


B. La necesidad de huir de la murmuración, de la fornicación = idolatría. No nos creamos perfectos

8 Ni forniquemos como algunos de ellos fornicaron y cayeron muertos 23.000 en un solo día. 9 Ni tentemos al Señor como algunos de ellos le tentaron y perecieron víctimas de las serpientes. 10 Ni murmuréis como algunos de ellos murmuraron y perecieron bajo el Exterminador. 11 Todo esto les acontecía en figura, y fue escrito para aviso de los que hemos llegado a la plenitud de los tiempos.

12 Así pues, el que crea estar en pie, mire no caiga. 13 No habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no permitirá seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la tentación os dará modo de poderla resistir con éxito. 14 Por eso, queridos, huid de la idolatría. 15 Os hablo como a prudentes. Juzgad vosotros lo que digo.

C. La Cena del Señor

16 La copa de bendición que bendecimos ¿no es acaso comunión con la sangre de Cristo? Y el pan que partimos ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo? 17 Porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos de un solo pan. 18 Fijaos en el Israel según la carne. Los que comen de las víctimas ¿no están acaso en comunión con el altar? 19 ¿Qué digo, pues? ¿Que lo inmolado a los ídolos es algo? O ¿que los ídolos son algo? 20 Pero si lo que inmolan los gentiles, ¡lo inmolan a los demonios y no a Dios! Y yo no quiero que entréis en comunión con los demonios. 21 No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios. 22 ¿O es que queremos provocar los celos del Señor? ¿Somos acaso más fuertes que él?”.

Como se ve tiene cinco o seis temas, sólo aparentemente disconexos. Según S. Vidal (Pablo. De Tarso a Roma, p. 161) el lazo de unión de los cuatro son reflexiones de Pablo sobre el comportamiento de la comunidad mesiánica de Corinto, dentro de la vida urbana de la ciudad, comunidad que debe tener siempre ante sus ojos la “exclusividad del acontecimiento mesiánico”. El pueblo mesiánico del final, el verdadero Israel -las comunidades cristianas, sobre todo las paulinas, que tienen sus ritos de ingreso (bautismo) y de afianzamiento en la permanencia por la unión con la divinidad (eucaristía)- debe conservarse incontaminado de las prácticas impuras de su entorno.

Debe tomarse como ejemplo lo que le ocurrió a Israel –pueblo elegido- en el pasado: aunque tuvieron una suerte de bautismo espiritual (10,2.4: “fueron bautizados en Moisés, por la nube y el mar” / “todos bebieron la misma bebida espiritual, pues bebían de la roca espiritual que les seguía; y la roca era Cristo”),sin embargo, embargo cayeron en el pecado: no todos fueron del agrado de Dios y perecieron en el desierto.

Del mismo modo: los israelitas tuvieron una “eucaristía” prefigurada en el desierto (“todos comieron el mismo alimento espiritual” : 10,2); sin embargo, fueron infieles a Dios y murieron: “sus cuerpos quedaron tendidos en el desierto. Estas cosas sucedieron en figura para nosotros para que no codiciemos lo malo como ellos lo codiciaron” (10, 5-6)

La celebración de la Cena del Señor es un rito mesiánico. Lo actúa la comunidad mesiánica con el mesías “presente” (vino y pan; presencia simbólica o real, no lo sabemos para esos momentos) y ello excluye en principio la participación en banquetes paganos, ya que éstos equivalen a estar en comunión con los dioses/ídolos, que Pablo identifica con los demonios (“No podéis beber de la copa del Señor y de la copa de los demonios. No podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios”).

Con otras palabras: los dioses existen, sin duda, pero no son más que simples ángeles caídos, al servicio de Satanás, ese poder maligno permitido misteriosamente por Dios , que controla el universo, pero que al final será derrotado. Por el momento –y a falta de una ulterior determinación, como veremos en la explicación de Cor B, más adelante- quede claro que la comunidad mesiánica no puede tener el más mínimo contacto, o reverencia, con y hacia los demonios.

La “necesidad de huir de la murmuración” es uno de los tópicos a evitar en una comunidad que debe permanecer unida. El sentido judío de Pablo se claro aquí. Para un judío piadoso del siglo I el que se salva es naturalmente el individuo, pero le será mucho más fácil si se mantiene unido dentro de la comunidad. Con otras palabras prima la “personalidad corporativa”: se salva el pueblo elegido -comunidad mesiánica- y dentro de él el individuo. Andar con murmuraciones no contribuye a la cohesión de la comunidad. El tema de las murmuraciones se lo sugiere Pablo la historia del pueblo elegido en la travesía del desierto.

Huir de la fornicación
: el tema será tratado más ampliamente en Corintios B. Por ahora baste con decir que Pablo insiste en un tema muy sabido: la fornicación es símbolo de la idolatría. Quien fornica (Pablo piensa en los varones) se une de hecho a mujeres pecadoras, unidas a la veneración de ídolos, cuyo influjo puede arrastrar a apartarse del Dios verdadero. El tema es muy común en el Antiguo Testamento desde el profeta Oseas y el sonoro caso del rey Salomón: sus muchas mujeres paganas lo partan de la adoración del Dios verdadero.

Continuaremos con algunos otros comentarios de detalle en la próxima nota.

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com


………………….

En el otro blog, “El blog de Antonio Piñero”, el tema tratado es:

“Andrés de Betsaida en la literatura apócrifa”

De nuevo saludos.


Miércoles, 18 de Noviembre 2009
| Comentarios