Hoy escribe Antonio Piñero
Seguimos con la síntesis del pensamiento de Pablo de Tarso según J. Mosterín:
• Circuncisión y caducidad de la Torá
“El miedo y el rechazo que producía entre los gentiles la exigencia de la circuncisión mantenía a los temerosos de Dios en la periferia de la sinagoga; no se animaban a circuncidarse y adoptar toda la Ley judía, con su pesada casuística, convirtiéndose así en prosélitos.
Apostilla:
La no necesidad de la circuncisión hizo que las damas se “convirtieran” más fácilmente que los varones. Pero aceptar la ley ritual y alimentaria era también una pesada carga
Sigue Mosterín:
“El sentido del marketing de Pablo le hizo comprender desde el principio que la expansión exitosa del cristianismo en el ancho mundo helenístico-romano pasaba por facilitar la entrada a los gentiles, eximiéndoles de la obligación de circuncidarse y de los otros preceptos de la Ley.
“El gran problema de la expansiva y misionera secta judeocristiana durante el primer siglo de su existencia se planteaba así: ¿cómo se podía admitir a paganos en una secta judía sin obligarlos a aceptar todo el “yugo de la Torá”: la circuncisión, el shabbat estricto, las reglas minuciosas de pureza ritual y de alimentación kosher?
“Los “pilares” de la comunidad jesusita de Jerusalén (como Jacobo, el hermano del Señor, o Simón Kefas, alias Pedro) eran judíos piadosos, y consideraban obvio que los paganos y temerosos de Dios que se convirtieran a la secta judeocristiana debían aceptar todo el peso de la Torá. Pablo pensaba lo contrario: los gentiles podían ser admitidos en la secta cristiana con tal de que aceptasen el mensaje paulino de la mesianidad divina de Cristo, sin necesidad de tener que someterse al yugo de la Ley. Esta posición resultaba chocante para judíos y jesusitas, por lo que la actividad de Pablo dio lugar a agrias controversias.
« Es que he recibido informes, hermanos míos, por la gente de Cloe, de que hay discordias entre vosotros. Me refiero a eso que cada uno por vuestro lado andáis diciendo: “Yo estoy con Pablo, yo con Apolo, yo con Kefas, yo con Cristo” (1 Corintios 1, 11-12). »
“Pablo ofrecía a los gentiles temerosos de Dios, que merodeaban en torno a las sinagogas, la entrada a precio reducido en la secta judeocristiana, sin necesidad de circuncidarse:
« Esos que intentan forzaros a la circuncisión son ni más ni menos los que desean quedar bien en lo exterior; su única preocupación es que no los persigan por causa de la cruz del Cristo, porque la Ley no la observan ni los mismos circuncisos; pretenden que os circuncidéis para gloriarse de que os habéis sometido a ese rito (Gálatas 6, 12-13). »
“La Torá o Ley (sobre todo el trauma de la circuncisión de los prosélitos adultos y la casuística arcaica de las leyes alimentarias) estorbaba a la conversión de los temerosos de Dios, que se sentían atraídos por el mensaje monoteísta judío y la promesa cristiana de resurrección, pero vacilaban en pagar el alto coste de entrada en la sinagoga. Pablo quería abrirles las puertas de par en par, rebajando el precio de entrada. En realidad el precio ya lo había pagado Jesús por todos. Sin embargo, las sinagogas no aceptaron la interpretación alegórica propuesta por Filón, ni aceptaron la política de rebajas de Pablo.
“Aunque la mayor parte de los ciudadanos romanos eran personas sensatas, realistas y con los pies en el suelo, otros se dejaban embaucar por las múltiples ofertas de las religiones mistéricas y los cultos de moda de Isis, Deméter, Mitra, Serapis y otras divinidades orientales, en cuyos trances, muerte y resurrección participaba el adepto mediante ritos misteriosos celebrados en lejanos santuarios.
“Esta participación salía cara en tiempo y en dinero, pues con frecuencia implicaba largos viajes y dispendios, aunque al final se prometía nada menos que la inmortalidad. Estos cultos mistéricos también atraían a los temerosos de Dios que merodeaban en torno a la sinagoga y que constituían la clientela de Pablo.
“Pablo se presenta ante los paganos como el mercader de una doctrina de salvación que es más fácil y más barata (de hecho, gratuita) que las de la concurrencia (las religiones mistéricas).
La predicación de Pablo para los paganos [...] contenía todavía en su manga un as de grandísimo valor [...]: la salvación y la inmortalidad que ofertaban las religiones de misterios del mundo helénico las otorgaba el cristianismo exactamente igual, más fácil y barato: bastaba la fe en el sacrificio de Cristo; luego las ceremonias del bautismo [...] y de la eucaristía [...] hacían exactamente las mismas funciones salvíficas que los costosos ritos de iniciación de las religiones de misterios. Ahora, gracias a la revelación del plan divino del que era mensajero Pablo, todo era sencillo, fácil ... y además gratis. A la larga el éxito entre los “temerosos de Dios” y los paganos en general estaba asegurado.
“Para fundamentar su postura de prescindir de la circuncisión, Pablo presentó la Ley judía como caduca y superada por el Cristo Jesús. Sin embargo, y como ya vimos, esa doctrina paulina de la caducidad de la Ley judía no tenía nada que ver con la postura de Jesús, recogida por el evangelio de Mateo (desde luego, posterior a Pablo, y que este no tenía por qué conocer): “¡No penséis que he venido a derogar la Ley o los Profetas! No he venido a derogarla, sino a darle cumplimiento!” (Mateo 5, 17-18).
Apostilla:
Creo que en líneas generales la interpretación de este apartado del pensamiento paulino es correcta y está de acuerdo con lo que he expresado en la Guía para entender el Nuevo Testamento. Sólo añadiría que habría que fundamentar el por qué de esa “política de rebajas” para la salvación. Hay que precisar expresamente.
• Esa política estaba decidida por Dios según Pablo; no era un efecto de su idea de vender un producto teológico nuevo. Esta decisión divina iba contenida en la revelación inicial del “Evangelio” a Pablo, o se desarrolló a partir de ese núcleo muy pronto.
• El impulso psicológico paulino para tanta celeridad en la necesidad de conversión de un cierto número de gentiles (al principio) y luego de cuantos más mejor era una mentalidad apocalíptica-escatológica doble:
a) para la restauración del verdadero Israel (ahora los seguidores de Cristo ) era preciso un cierto número de paganos (E. P. Sanders, en Jesús y el judaísmo, caps. 2 y 3, pp. 125ss; 143ss; Trotta, Madrid, 2004).
b) Pablo sigue aquí una idea marcana, que a su vez parece un recuerdo histórico de Jesús: éste pensó que le fin del mundo presenta y el alumbramiento del mundo futuro = reino de Dios, no tendría lugar hasta que se predicara la “buena nueva” del advenimiento del Reino en todos los rincones de Israel (Mt 10, 23).
Pablo expandió este pensamiento: El fin del mundo no vendrá hasta que se haya predicado en evangelio a todos los gentiles. La comprensión de este “todos” es para nosotros un enigma.
Escribe Joel Marcus comentando Mc 13, 7: “7 Mas cuando oyereis de guerras y de rumores de guerras no os turbéis, porque conviene hacerse así ; mas aún no será el fin” y Mc 13,10: “Y es necesario que a todos los gentiles el evangelio sea predicado antes (de que llegue el fin) ”:
“El versículo redaccional 13, 10 sitúa en un contexto escatológico la predicación de cristianos ”a todas las naciones”: es una de las cosas claves que deben pasar antes de que pueda llegar el final (cf. nota a ”primero” en 13, 10). Esta idea puede representar una ampliación de la perspectiva del Jesús histórico, que pudo haber pensado que su mensaje tenía que llegar a todos sus connacionales judíos, o al menos aquellos que estaban en Tierra Santa, antes de que pudiera llegar el fin (cf. 10, 23). Cuando la mayor parte de los correligionarios de Jesús rechazaron el mensaje cristiano, sus seguidores postpascuales se orientaron cada vez más a los gentiles, cuya evangelización quedó imbuida de una urgencia escatológica similar (cf. Rom 11, 25-27; Ap 14, 6-7). Como miembro de la misión paulina, Marcos pensaba probablemente que este requisito previo escatológico de la evangelización mundial estaba casi completo (cf. Rom 15, 23-24; Col 1, 23), por lo que el final era inminente. Así pues, al igual que el versículo redaccional 7, 27, el versículo redaccional 13, 10 utiliza un proton adverbial para delinear la cronología marcana de la salvación: la buena nueva ha ido a los judíos (7, 27; cf. Rom 1, 16), luego a los gentiles (13, 10)…, y ahora cuando eso ha ocurrido, el final vendrá rápidamente” (Mark 8-16. A new Translation with Introduction and Commentary [The Anchor Yale Library], Yale University Press, 2009, p. 886).
Seguiremos.
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
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