Hoy escribe Fernando Bermejo
La celebración del cumpleaños fue una práctica usual en Grecia y Roma, pero –como muestra la Biblia por su silencio sobre el asunto– no lo era en el antiguo Israel. Uno se pregunta si esto cambió cuando los judíos se encontraron con el mundo grecorromano, si este fue uno de esos aspectos en los que la aculturación se manifestó.
El dossier de testimonios relevantes al respecto no es precisamente abundante. Uno de los escasos elementos disponibles es un texto del historiador Flavio Josefo. En Antiquitates 19, 321 Josefo cuenta que el rey Agripa I (el “Herodes” de Hch 12, nieto de Herodes "el Grande") estaba de tan buen humor en un banquete en el que celebraba su cumpleaños que perdonó al comandante en jefe de su ejército, a quien había exiliado con anterioridad.
Esto, en principio, resulta razonable. Herodes había sido educado en Roma (según nos cuenta también Josefo en Antiquitates 18). Y no olvidemos que en otra fuente (Mt 14, 6; Mc 6, 21) se dice que otro Herodes, Antipas, el tío de Agripa, celebró también su natalicio (aunque se ha conjeturado también que el término griego correspondiente podría referirse al aniversario de su coronación), y que en esa ocasión hubo danza y jolgorio.
No obstante, antes de añadir Antiquitates 19, 321 al fichero que recoge los casos de aculturación judía en la Antigüedad, deberíamos recordar que el relato de Josefo recuerda extrañamente a Génesis 40, 20, donde, en plena historia de José, se lee que el faraón, mientras celebraba su natalicio, restituyó en su oficio al jefe de sus escanciadores, que volvió a servirle.
Por supuesto, esta semejanza entre los pasajes quizás no signifique mucho (hay también algunas diferencias). Pero si nos tomamos la molestia de leer la información sobre Agripa en los libros 18 y 19 de Josefo, resulta que nos encontramos con otros varios ecos de la historia bíblica de José.
Así, por ejemplo, en Ant 18, 237, cuando Tiberio muere y su sucesor, Gayo Calígula, libera a Agripa de la presión, Josefo cuenta que al ser liberado, pero antes de aparecer ante Calígula, Agripa se hizo cortar el pelo y cambió su vestimenta. Cosas tan mundanas parecen tener que ser asumidas aun si Josefo no las contase –lo cual es una razón ulterior para conjeturar que Josefo las escribió porque están en Gen 41, 14: cuando José es liberado de la prisión “se afeitó y cambió sus vestidos y se presentó ante el faraón”. Y en el mismo pasaje (Ant 18, 237) se cuenta que Calígula dio a Agripa una cadena de oro cuando este fue liberado de su prisión; en Gen 41, 42, el faraón da a José un collar de oro. Otras similitudes son perceptibles (confróntese, por ejemplo, Ant 18, 195-201 y Gen 40, 16-19).
Si ahora volvemos a Ant 19, 321 y nos preguntamos si aceptarlo como prueba de que Agripa celebró su cumpleaños, probablemente nos lo pensaremos dos veces. Quizás nos las veamos aquí con un topos literario: Josefo podría haber estado interesado en aplicar una historia bíblica que se centra en un joven y talentoso judío alcanzando la grandeza en una capital imperial, cuando cuenta e interpreta la carrera de otra figura semejante de su propia época. Así pues, tal vez Josefo simplemente inventó la celebración de cumpleaños de Agripa con un determinado propósito narrativo (no sabemos si asumiendo o no que sus lectores entenderían su intención).
Saludos cordiales de Fernando Bermejo
La celebración del cumpleaños fue una práctica usual en Grecia y Roma, pero –como muestra la Biblia por su silencio sobre el asunto– no lo era en el antiguo Israel. Uno se pregunta si esto cambió cuando los judíos se encontraron con el mundo grecorromano, si este fue uno de esos aspectos en los que la aculturación se manifestó.
El dossier de testimonios relevantes al respecto no es precisamente abundante. Uno de los escasos elementos disponibles es un texto del historiador Flavio Josefo. En Antiquitates 19, 321 Josefo cuenta que el rey Agripa I (el “Herodes” de Hch 12, nieto de Herodes "el Grande") estaba de tan buen humor en un banquete en el que celebraba su cumpleaños que perdonó al comandante en jefe de su ejército, a quien había exiliado con anterioridad.
Esto, en principio, resulta razonable. Herodes había sido educado en Roma (según nos cuenta también Josefo en Antiquitates 18). Y no olvidemos que en otra fuente (Mt 14, 6; Mc 6, 21) se dice que otro Herodes, Antipas, el tío de Agripa, celebró también su natalicio (aunque se ha conjeturado también que el término griego correspondiente podría referirse al aniversario de su coronación), y que en esa ocasión hubo danza y jolgorio.
No obstante, antes de añadir Antiquitates 19, 321 al fichero que recoge los casos de aculturación judía en la Antigüedad, deberíamos recordar que el relato de Josefo recuerda extrañamente a Génesis 40, 20, donde, en plena historia de José, se lee que el faraón, mientras celebraba su natalicio, restituyó en su oficio al jefe de sus escanciadores, que volvió a servirle.
Por supuesto, esta semejanza entre los pasajes quizás no signifique mucho (hay también algunas diferencias). Pero si nos tomamos la molestia de leer la información sobre Agripa en los libros 18 y 19 de Josefo, resulta que nos encontramos con otros varios ecos de la historia bíblica de José.
Así, por ejemplo, en Ant 18, 237, cuando Tiberio muere y su sucesor, Gayo Calígula, libera a Agripa de la presión, Josefo cuenta que al ser liberado, pero antes de aparecer ante Calígula, Agripa se hizo cortar el pelo y cambió su vestimenta. Cosas tan mundanas parecen tener que ser asumidas aun si Josefo no las contase –lo cual es una razón ulterior para conjeturar que Josefo las escribió porque están en Gen 41, 14: cuando José es liberado de la prisión “se afeitó y cambió sus vestidos y se presentó ante el faraón”. Y en el mismo pasaje (Ant 18, 237) se cuenta que Calígula dio a Agripa una cadena de oro cuando este fue liberado de su prisión; en Gen 41, 42, el faraón da a José un collar de oro. Otras similitudes son perceptibles (confróntese, por ejemplo, Ant 18, 195-201 y Gen 40, 16-19).
Si ahora volvemos a Ant 19, 321 y nos preguntamos si aceptarlo como prueba de que Agripa celebró su cumpleaños, probablemente nos lo pensaremos dos veces. Quizás nos las veamos aquí con un topos literario: Josefo podría haber estado interesado en aplicar una historia bíblica que se centra en un joven y talentoso judío alcanzando la grandeza en una capital imperial, cuando cuenta e interpreta la carrera de otra figura semejante de su propia época. Así pues, tal vez Josefo simplemente inventó la celebración de cumpleaños de Agripa con un determinado propósito narrativo (no sabemos si asumiendo o no que sus lectores entenderían su intención).
Saludos cordiales de Fernando Bermejo