Notas

Augusto, el culmen de la divinización popular de un emperador (203- 18)

Redactado por Antonio Piñero el Domingo, 15 de Mayo 2011 a las 06:40

Hoy escribe Antonio Piñero


La posición de Octaviano Augusto en Roma (donde, como ya sabemos, había mucha gente contraria a divinizar a seres mortales, sobre todo entre los influyentes) fue de una astucia calculada. Manifestó un rechazo formal ante el público, pero aceptó el incremento de la caracterización popular y la propaganda por todas partes de que su gobierno era “numinoso”: su posición y su cargo estaban así dispuestos por la divinidad.

Probablemente el asesinato de Julio César le sirvió de lección = en Roma: no pasarse de la raya; pero fuera de Roma, en especial en Oriente, aceptar, con débiles protestas formales, que se continuara con la costumbre ya antigua de rendir honores divinos al rey/emperador…

Por el contrario, Marco Antonio, en unión con Cleopatra VII, sí aceptó expresamente en el oriente romano honores divinos y se presento ante la gente como Dioniso/Osiris, y su amante y colega Cleopatra fue presentada como Afrodita/Isis.


En Egipto, en concreto, Octaviano se mantuvo más bien reservado, pero aceptó que sus partidarios lo vincularan con Apolo, divinidad de la claridad, medida y la razón, no con Dioniso.

Las honras divinas a Octaviano se han conservado hasta hoy día contenidas en múltiples inscripciones de muy diversas ciudades. A la vez que se erigían templos en honor de la Dea Roma y del Divus Julius proliferaron las menciones a él como hijo de Julio César. También Herodes el Grande nada menos que en Israel, en Cesarea erigió un templo a la diosa Roma y al genio (o numen que lo gobernaba desde su interior) de Augusto.

Se conserva una interesante inscripción de Halicarnaso, un decreto de la ciudad que dice lo siguiente (los lectores han leído ya esta inscripción en otras ocasiones):

“Puesto que la eterna e inmortal naturaleza del universo nos ha bendecido grandemente con excelentes beneficios, aportando a la felicidad de nuestros tiempos a César Augusto, padre de este país… como Zeus patrio y salvador de todo el género humano…”

Otras inscripciones hablan de gracia, bondad, filantropía del emperador, de su parusía y de su epifanía… que son euaggelía… es decir, “buenas noticias” (en plural), que están recogidas en OGIS (Orientis Graeci Inscriptiones Selectae).


A propósito de la implantación del calendario juliano (solar, de 365 días) en Asia Menor, se trasladó el inicio del año oficial al 23 de septiembre, fecha del nacimiento de Augusto. El procónsul Paulo Fabio Máximo escribió entonces una carta al Consejo de las ciudades griegas (al “Koinón” = “Común”; en italiano de hoy, al ayuntamiento se denomina “Il Commune”) de Asia Menor comunicando esa decisión del Senado.

En pomposa retórica pseudo filosófica, el procónsul afirmaba que Augusto había sido el fin de todos los males, el inicio de todos los beneficios, la restauración del orden, el nuevo principio de la vida y del ser… en una palabra. Sostenía que no había manera de responder a tantos beneficios… Y entre otras respuestas, se declaraba oficialmente que desde esos momentos el inicio del año nuevo será el día del cumpleaños de Augusto…

En vida de Augusto no se lo declaró dios. Las honores fueron, sin embargo, inmensos... en vida:

• El año 27 a.C. fue declarado "augusto" = sebastós = santo, intocable, exaltado, digno de todo honor.

• El 25 a.C. se cerró el templo de Jano y se declaró el fin de toda guerra. El 11 a.C. se consagró el Ara Pacis. El benefactor de la paz impresionó vivamente a todos los ciudadanos del Imperio…

• En el 17 a.C. se celebraron los “Juegos seculares”: se declaraba el inicio de una nueva era. Lo traído por Augusto, fides, pax, honor, pudor, virtus, fueron deificadas.

Algo notable también es la inmediata creación de leyendas en torno a Augusto, una vez deificado, cosa qua ya había pasado con Pitágoras, Demócrito, Platón, Alejandro Magno (No es extraño que un fenómeno parecido pasara con Jesús una vez muerto).

Cuenta Suetonio (Augusto 94,4) la siguiente historia:

Atia, la madre de Augusto, hizo que sus servidores la dejaran (iba en litera, llevada por esclavos) en el templo de Apolo, durante su fiesta. Entonces –decía- se le acercó una serpiente y se marchó luego. Ella sintió en su interior como si hubiera tenido un contacto sexual con su marido. 10 meses después nació Octaviano. Antes de dar a luz, la misma Atia vio en sueños que Apolo transportaba su cuerpo al cielo. Y el padre de Atia, Octavio, soñó que del cuerpo de su hija Atia salía un resplandor como el del sol.

También se dijo –tras la muerte del emperador-- que un rayo hizo predecir la muerte de Augusto, tres meses antes, y su futura divinización: el tal rayo cayó sobre una estatua que llevaba el nombre de Caesar Imperator Augustus y rompió la inscripción de modo que quedó la “C” aparte de “aesar”. Se interpretó: le quedaban 100 días de vida y luego sería dios = “aesar” en etrusco es “dios”.


Seguiremos

Saludos cordiales de Antonio Piñero.
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Domingo, 15 de Mayo 2011
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