Escribe Antonio Piñero
Pregunta:
Saludos profesor Piñero, disculpe la molestia… Estuve leyendo un artículo de Carlos Gil Arbiol titulado De la expiación a la Reconciliación: una aportación paulina a la interpretación de la muerte de Jesús. En este artículo Gil Arbiol habla acerca del concepto sacrificial y de expiación, y plantea que los sacrificios en el judaísmo deben entenderse como una imitación de Yahve y en consecuencia así también la teología expiatoria de Jesús en Pablo.
El escribe y citó:
"los sacrificios en la tradición judía tienen otra lectura más ajustada a los textos y los rituales que reflejan. Diferentes autores han mostrado que el sacrificio ritual es una forma de imitación de Dios". "Las víctimas sacrificiales no buscaban apaciguar, compensar, pagar o recuperar a un dios airado por la transgresiones de los hombres, sino imitar las acciones de Dios. El que ofrece la víctima, el sacerdote, no la ofrece a Dios, sino que imita a Dios; la víctima que es ofrecida, no sirve para aplacar a Dios, sino para mostrarle al creyente un modelo de obediencia a Dios."
"Por tanto, la muerte de Jesús, entendida como un sacrificio, no necesariamente es una expiación (una compensación a Dios por el daño producido por el pecado). Puede contemplarse también (y quizá preferiblemente) como un gesto en el que Jesús estaba imitando a Dios. Los primeros cristianos, pues, cuando utilizaron esta imagen para explicarse la muerte de Jesús, pudieron hacerlo porque el sacrificio les recordaba que quien ofrecía el sacrificio (el sacerdote) imitaba a Dios y que la víctima representaba al creyente, no porque explicaran la muerte de Jesús como una expiación por los pecados."
Qué opinión le merece a usted esta idea, es correcto interpretar de este modo el pensamiento paulino?
RESPUESTA:
A priori (tendría que leer a Albiol) me parece que esta tesis saca las cosas de quicio. Responde – con el deseo de decir cosas novedosas y a “limpiar” la figura de Pablo de ciertas aristas molestas al mundo de hoy– a un “problema” que se detecta en toda la bibliografía moderna sobre el Apóstol en ámbito sobre todo protestante de la interpretación paulina “New Radical”: no es posible admitir hoy la figura de un Dios que acepta una expiación cruenta: es Dios bárbaro y salvaje a los ojos de hoy.
Pero esta interpretación es sacar las cosas de quicio y adaptar mentalidades del siglo XXI al siglo I, porque es trasladar un concepto absolutamente vital en el judaísmo, el de la imitiatio Dei, y en Pablo, como pensador judío de la época del Segundo Tempo, el de la imitatio Dei, del ámbito de la ética (“sección” cómo tratar a los semejantes también creados Dios) al ámbito de la necesaria purificación del Templo y consecuentemente al ámbito del hombre que se acerca al Templo /que es el representante de Dios físicamente o “en espíritu”. El esquema en el terreno de la ética era en Pablo: imitatio Pauli imitatio Christi imitatio Dei. Este esquema no es trasladable a priori al ámbito de los sacrificios
No puedo dudar de que la muerte de Cristo para Pablo tiene un sentido sacrificial. Y lo explico detenidamente en la “Guía para entender a Pablo”. Lo que no podemos saber es cómo se entendía el sacrificio expiatorio exactamente en el siglo I dentro del judaísmo. Ignoramos –aunque parezca extraño– si lo que el sacrificio procuraba era limpiar la presencia de Dios en la tierra, es decir, el Templo de la mácula del pecado, o la limpieza de este templo y además la del pecador (lo explico también en la “Guía”).
Si se elimina el concepto de sacrificio de Pablo (y de sus sucesores) y se sustituye por la imitatio Dei, conseguimos actualizar a Pablo…, pero artificialmente. Pero no era este el pensamiento del Apóstol, ni tampoco el del judaísmo de la época (cuyas barreras intelectuales no rompe Pablo), ni tampoco el de los sucesores e intérpretes del Apóstol. O todos se equivocaron radicalmente a la hora de interpretar la cruz, o la exégesis moderna inventa nuevos caminos para hacer tragar a la mentalidad moderna lo que era una mentalidad sacrificial extendida, normal y casi obligatoria entre los judíos del siglo I, antes dela destrucción del Templo en el 70.
Así que rechazo en principio esta interpretación de Gil Albiol, por voluntariosa e imaginativa. Pero probablemente atenuaré mi rechazo cuando lea el artículo, cuyo título y lugar de publicación le ruego me pase. Lo repensaré. Ahora estoy con la edición del Nuevo Testamento para el 2017, si todo sale bien, y no hago otra cosa.
Pregunta:
Qué libro usted me recomendaría para hacer una buena exegesis del Evangelio de Juan; aparte, de la guía para entender el Nuevo testamento que ya lo tengo y me ha ayudado muchísimo. Gracias anticipadas
RESPUESTA:
Sin duda alguna, el Comentario al Evangelio de Juan de Raymond E. Brown, publicado en castellano por Ediciones Cristiandad, Madrid, 1999.
Creo que en conjunto es el mejor, aunque han pasado ya muchos años.
Pregunta:
Le hago 2 preguntas muy claras:
1) ¿Qué cree usted que opinaría Jesús de Nazaret sobre la adoración de imágenes (ídolos) de él y de otros santos que se realiza hoy día en el cristianismo y concretamente en el catolicismo?
2) En el cristianismo primitivo, ni los judeocristianos ni los paulinos hacían esto bajo ningún concepto, ¿cuándo cree usted que se comenzó a adorar imágenes en el cristianismo?
RESPUESTA:
No podemos responder más que de modo indirecto, porque no había imágenes de “rabinos santos” en el judaísmo, ni entonces ni ahora, ya que están prohibida. Por tanto Jesús no pudo pronunciarse de modo claro contra una costumbre ni siquiera similar. Pero da la impresión de que no había en él por algo análogo, por ejemplo, no parece compartir la veneración de las gentes por las tumbas de los profetas o de David. Podría haber manifestado algo al respecto, por ejemplo, cuando critica a los jerusalemitas que asesinaron a los profetas (Mt 23,27) y luego construyeron sus tumbas como memoriales y los veneraban (Lc 11,47).
Respecto a la segunda pregunta: no sé responderle con exactitud. Ciertamente en época tardía; de ningún modo en los siglos I y II, que yo sepa.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com
Pregunta:
Saludos profesor Piñero, disculpe la molestia… Estuve leyendo un artículo de Carlos Gil Arbiol titulado De la expiación a la Reconciliación: una aportación paulina a la interpretación de la muerte de Jesús. En este artículo Gil Arbiol habla acerca del concepto sacrificial y de expiación, y plantea que los sacrificios en el judaísmo deben entenderse como una imitación de Yahve y en consecuencia así también la teología expiatoria de Jesús en Pablo.
El escribe y citó:
"los sacrificios en la tradición judía tienen otra lectura más ajustada a los textos y los rituales que reflejan. Diferentes autores han mostrado que el sacrificio ritual es una forma de imitación de Dios". "Las víctimas sacrificiales no buscaban apaciguar, compensar, pagar o recuperar a un dios airado por la transgresiones de los hombres, sino imitar las acciones de Dios. El que ofrece la víctima, el sacerdote, no la ofrece a Dios, sino que imita a Dios; la víctima que es ofrecida, no sirve para aplacar a Dios, sino para mostrarle al creyente un modelo de obediencia a Dios."
"Por tanto, la muerte de Jesús, entendida como un sacrificio, no necesariamente es una expiación (una compensación a Dios por el daño producido por el pecado). Puede contemplarse también (y quizá preferiblemente) como un gesto en el que Jesús estaba imitando a Dios. Los primeros cristianos, pues, cuando utilizaron esta imagen para explicarse la muerte de Jesús, pudieron hacerlo porque el sacrificio les recordaba que quien ofrecía el sacrificio (el sacerdote) imitaba a Dios y que la víctima representaba al creyente, no porque explicaran la muerte de Jesús como una expiación por los pecados."
Qué opinión le merece a usted esta idea, es correcto interpretar de este modo el pensamiento paulino?
RESPUESTA:
A priori (tendría que leer a Albiol) me parece que esta tesis saca las cosas de quicio. Responde – con el deseo de decir cosas novedosas y a “limpiar” la figura de Pablo de ciertas aristas molestas al mundo de hoy– a un “problema” que se detecta en toda la bibliografía moderna sobre el Apóstol en ámbito sobre todo protestante de la interpretación paulina “New Radical”: no es posible admitir hoy la figura de un Dios que acepta una expiación cruenta: es Dios bárbaro y salvaje a los ojos de hoy.
Pero esta interpretación es sacar las cosas de quicio y adaptar mentalidades del siglo XXI al siglo I, porque es trasladar un concepto absolutamente vital en el judaísmo, el de la imitiatio Dei, y en Pablo, como pensador judío de la época del Segundo Tempo, el de la imitatio Dei, del ámbito de la ética (“sección” cómo tratar a los semejantes también creados Dios) al ámbito de la necesaria purificación del Templo y consecuentemente al ámbito del hombre que se acerca al Templo /que es el representante de Dios físicamente o “en espíritu”. El esquema en el terreno de la ética era en Pablo: imitatio Pauli imitatio Christi imitatio Dei. Este esquema no es trasladable a priori al ámbito de los sacrificios
No puedo dudar de que la muerte de Cristo para Pablo tiene un sentido sacrificial. Y lo explico detenidamente en la “Guía para entender a Pablo”. Lo que no podemos saber es cómo se entendía el sacrificio expiatorio exactamente en el siglo I dentro del judaísmo. Ignoramos –aunque parezca extraño– si lo que el sacrificio procuraba era limpiar la presencia de Dios en la tierra, es decir, el Templo de la mácula del pecado, o la limpieza de este templo y además la del pecador (lo explico también en la “Guía”).
Si se elimina el concepto de sacrificio de Pablo (y de sus sucesores) y se sustituye por la imitatio Dei, conseguimos actualizar a Pablo…, pero artificialmente. Pero no era este el pensamiento del Apóstol, ni tampoco el del judaísmo de la época (cuyas barreras intelectuales no rompe Pablo), ni tampoco el de los sucesores e intérpretes del Apóstol. O todos se equivocaron radicalmente a la hora de interpretar la cruz, o la exégesis moderna inventa nuevos caminos para hacer tragar a la mentalidad moderna lo que era una mentalidad sacrificial extendida, normal y casi obligatoria entre los judíos del siglo I, antes dela destrucción del Templo en el 70.
Así que rechazo en principio esta interpretación de Gil Albiol, por voluntariosa e imaginativa. Pero probablemente atenuaré mi rechazo cuando lea el artículo, cuyo título y lugar de publicación le ruego me pase. Lo repensaré. Ahora estoy con la edición del Nuevo Testamento para el 2017, si todo sale bien, y no hago otra cosa.
Pregunta:
Qué libro usted me recomendaría para hacer una buena exegesis del Evangelio de Juan; aparte, de la guía para entender el Nuevo testamento que ya lo tengo y me ha ayudado muchísimo. Gracias anticipadas
RESPUESTA:
Sin duda alguna, el Comentario al Evangelio de Juan de Raymond E. Brown, publicado en castellano por Ediciones Cristiandad, Madrid, 1999.
Creo que en conjunto es el mejor, aunque han pasado ya muchos años.
Pregunta:
Le hago 2 preguntas muy claras:
1) ¿Qué cree usted que opinaría Jesús de Nazaret sobre la adoración de imágenes (ídolos) de él y de otros santos que se realiza hoy día en el cristianismo y concretamente en el catolicismo?
2) En el cristianismo primitivo, ni los judeocristianos ni los paulinos hacían esto bajo ningún concepto, ¿cuándo cree usted que se comenzó a adorar imágenes en el cristianismo?
RESPUESTA:
No podemos responder más que de modo indirecto, porque no había imágenes de “rabinos santos” en el judaísmo, ni entonces ni ahora, ya que están prohibida. Por tanto Jesús no pudo pronunciarse de modo claro contra una costumbre ni siquiera similar. Pero da la impresión de que no había en él por algo análogo, por ejemplo, no parece compartir la veneración de las gentes por las tumbas de los profetas o de David. Podría haber manifestado algo al respecto, por ejemplo, cuando critica a los jerusalemitas que asesinaron a los profetas (Mt 23,27) y luego construyeron sus tumbas como memoriales y los veneraban (Lc 11,47).
Respecto a la segunda pregunta: no sé responderle con exactitud. Ciertamente en época tardía; de ningún modo en los siglos I y II, que yo sepa.
Saludos cordiales de Antonio Piñero
Universidad Complutense de Madrid
www.antoniopinero.com