Hoy escribe Antonio Piñero
11. Al mito de la creación que intenta explicar la procedencia del universo en último término de Dios y –a la vez- la dualidad o abismo insalvable entre Dios y la materia, sigue un segundo mito, el de la creación del hombre. Por tanto un "mito antropogónico y antropológico".
Esta creación, en cuanto a su cuerpo material, es efectuada por el Demiurgo asistido por una serie de ángeles ayudantes, creados previamente por él y que se hallan ya a cargo del sistema de los planetas, en particular y de todoso los astros en general. ÇEl Demiurgo controla el univeros todo en cuanto material.
Todos juntos, ángeles y Demiurgo, para completar el universo material, forman al primer ser humano, Adán, a imagen del Dios supremo, y a semejanza del dios secundario, o Demiurgo (capítulo 1 del Génesis). Obsérvese que la actuación del Demiurgo (platónico) se acomoda a lo que dice el Génesis. Así se ve claro cómo la gnosis occidental es por un lado judía y por otro también griega. Esto no excluye que a su vez los griegos, y los mismos judíos, no tengan influjos de la religión y mitología irania a la que tienen en alta estima.
Pero esta “imagen y semejanza”, una vez creada, yacía casi sin vida, o serpenteaba por la tierra sin poder alzarse, ya que los ángeles ayudantes del Demiurgo no eran capaces de dotarle del hálito vital completo. Sólo le habían insuflado el soplo vital intermedio, el “psíquico” (griego psique, "alma", que le permitía moverse, pero le faltaba el “espíritu”.
(Atención, aquí subyace como es evidente una concepción del ser del hombre no doble, sino triple: antropología tripartita: el ser humano está compuesto de espirítu más alma más cuerpo).
Sabiduría, apiadada del serpenteo de Adán, quiso dotar a esa “imagen de Dios” del elemento superior que es el espíritu divino, que a través de Ella se retrotrae hasta el mismo Uno o Padre trascendente. Para lograrlo se valió de una artimaña: hizo que el Demiurgo mismo insuflara su hálito en esta imagen divina. Al hacerlo, el Demiurgo le transmitió sin saberlo el espíritu divino, que él tenía oculto dentro de sí, recibido de su madre, Sabiduría. Y, naturalmente, al insuflar, queda el Demiurgo a su vez desprovisto, vaciado de ese espíritu divino.
Este proceso deja en claro que el espíritu divino de Adán, así recibido, no tiene su verdadera patria en el mundo material (el universo tal como lo vemos), ni por supuesto en el cuerpo, sino allí de donde procede: de Sabiduría, del Pleroma, del Cielo, del Uno o Padre en último término. En algún momento tendrá que volver allí.
Así queda claro también que cuando el Demiurgo cae en la cuenta de que el hombre se ha llevado su espíritu divino..., tendrá envidia del él, lo odiará en el fondo, y deseará siempre sojuzgarlo.
12. Con ello tenemos también los fundamentos de la redención futura. El Salvador, en algún momento, tendrá que rescatar al espíritu del hombre, encerrado en el cuerpo, y conducirlo al Cielo / Pleroma que es su verdadera patria. Actuará con el ser humnao al igual quw con Sabiduría: lo salvará, ya que el hombre tiene espíritu divino. No se puede permitir que el espíritu divino quede por siempre aherrojado en lo material. Esto es absolutamente necesario pues sabemos que por la creación demiúrgica del ser humano el “espíritu” es imagen de Dios; el alma y el cuerpo son sólo “semejanza”.
Insistamos de nuevo que según la mayoría de los sistemas gnósticos, el Demiurgo y sus ángeles quedan envidiosos del hombre porque, aunque ha sido creado a través suyo, existe a “imagen” del Dios supremo y posee una parte del espíritu divino que ellos no tienen. Ellos sólo le dieron la “semejanza”.
Por este motivo, el Demiurgo será enemigo acérrimo de todo hombre que tenga “espíritu”, y hará todo lo posible porque su salvación no prospere. Por ello le otorga una Ley perversa (influjo de Pablo), se opondrá también al Salvador cuando descienda del cielo para salvar al espíritu, e intentará que existen siempre en el universo seres humanos carnales, sujetos a la materia, diferenciando a Adán, el primer andrógino, en una pareja imperfecta, Adán y Eva, y creando el deseo sexual.
Seguiremos
Saludos cordiales de Antonio Piñero.
www.antoniopinero.com
b[