Al final del Libro/Homenaje, mayo 2016, que presenté ayer hay un breve artículo de la Prof. Dra. Carmen Padilla, de la Universidad de Córdoba que creo puede ser de interés para los lectores ya que ofrece una visión general de mi obra más reciente. Y como es engorroso para el autor cumplir este cometido, mas por otro lado le interesa difundir su obra como ocurre con todo el que escribe, me ha parecido bien transcribir el siguiente artículo que aparece en las pp. 727-742 de este homenaje. Lo divido en partes.
Hoy escribe Carmen Padilla. Universidad de Córdoba
Siempre se ha dicho en el ámbito universitario que la docencia y la investigación deben ir inseparablemente unidas. Si a estas dos condiciones les sumamos una excelente capacidad de comunicación, nos encontramos con la persona a la que hoy rendimos homenaje, Antonio Piñero. Incansable trabajador, para quien la jubilación obligada en razón del tiempo solo ha supuesto, muy a su pesar, la renuncia a la docencia reglada. En efecto, su investigación continúa, plasmada además en una prolífica producción literaria; e igualmente prosigue su docencia, trasladando sus muchos conocimientos adquiridos a lo largo de tantos y tantos años de estudio a través de innumerables cursos, conferencias, redes sociales, medios radiofónicos y televisivos, colaboraciones, etc.
A la hora de plantearme mi modesta colaboración a este más que merecido homenaje en forma de libro, pensé que estaría bien hacer una especie de compendio de su obra literaria. Hago dos salvedades: la primera, que no es mi pretensión componer una reseña erudita de cada uno de sus libros, porque ya existen y han salido de la mano de personas más calificadas que quien esto escribe; la segunda, que en razón del espacio del que dispongo, no voy a abarcar toda su obra. Solamente me ceñiré, por consiguiente, a los libros aparecidos en los últimos años, desde 2007 aproximadamente hasta hoy, un período que comienza antes de su jubilación y que no ha dejado de intensificarse. Me consta que el Dr. Piñero sigue trabajando incansablemente, porque, como él mismo ha afirmado en más de una ocasión, “hace lo que le gusta y le gusta lo que hace”, y en ese sentido se considera afortunado. Me atrevería a decir que su trabajo es su mayor pasión.
Pero antes de hablar de los libros me parece importante esbozar el entorno general del pensamiento de Antonio Piñero, las coordenadas en las que se mueve y que se manifiestan en todas sus obras y que, por tanto, pueden constituir un elemento básico para saber qué podemos esperar de ellas.
1. El autor es un filólogo y un historiador de la Antigüedad, no un teólogo. Desde esa perspectiva aborda los textos. Se confiesa agnóstico respetuoso, es decir, no escribe desde la perspectiva de la fe, pero nunca se muestra irónico, sarcástico o incomprensivo con los creyentes.
2. A lo anterior hay que unir el carácter riguroso y científico de sus obras, basadas en una profunda y asidua investigación de los textos. Deja hablar a los textos y evita siempre la eiségesis, o sea, introducir en los propios textos interpretaciones externas.
3. Antonio Piñero se muestra profundamente honesto en sus planteamientos y conclusiones. No tiene ningún impedimento en reconocer ante determinadas preguntas de los lectores que hay aspectos y temas a los que no sabe responder ya que escapan al ámbito de su investigación. No es dogmático. Utiliza con frecuencia expresiones tales como “es probable”, “no es seguro”, “según la mayoría de los investigadores” y similares.
4. Sus obras no son divulgativas, es decir, no se dedica a repetir y aclarar en resúmenos más o menos bien hechos las ideas de los demás, sino científicas –producto de una investigación personal y en contacto con las ideas de otros investigadores de primer rango– aunque escritas con un claro afán didáctico y en las que se evitan los excesivos tecnicismos, para que cualquier lector con un nivel cultural medio las pueda comprender.
5. Dado que Antonio Piñero es especialista (aunque a él no le gusta esta palabra) en lengua y literatura del cristianismo primitivo su investigación y, en consecuencia, sus libros se circunscriben, con alguna excepción, a un determinado período histórico, especialmente al siglo I de nuestra era.
6. Inevitablemente en el centro de su obra está la figura de Jesús de Nazaret, “un hombre fascinante y el que más ha influido en la Historia de Occidente”. Pero su investigación versa sobre el Jesús histórico, despojándolo – en la medida de lo posible – del Jesús celestial, es decir, el que se reinterpreta y reconstruye a partir del hecho de la resurrección en lo “que un historiador no puede opinar porque no es empíricamente demostrable”.
Una vez establecidas las coordenadas anteriores, es el momento de hablar de sus últimos libros. Deseo insistir: no se trata de hacer un recuento y comentario de todo lo que ha escrito hasta el día de hoy desde sus comienzos, sino de esta última etapa en la que ha sido especialmente prolífico. Así, los volúmenes publicados por A. Piñero desde 2007 hasta el día de hoy pueden agruparse en los siguientes apartados:
1. Cristianismo primitivo
· Los Cristianismos derrotados (premio Finis Terrae de ensayo), ed. Edaf, Madrid 2007. Este libro lleva como subtítulo ¿Cuál fue el pensamiento de los primeros cristianos heréticos y heterodoxos?
El autor empieza por afirmar que, aunque estamos acostumbrados a hablar de “cristianismo” en singular, sería más correcto el término “cristianismos” tanto para nuestros días como para la Antigüedad –en menor medida entonces. Describe nueve tipos de cristianismos diferentes (ebionitas, nazarenos, montanistas, gnósticos, docetas, marcionitas, fibionitas, carpocracianos y algunos más) que difieren entre sí en conceptos fundamentales. Estos diferentes cristianismos no se consideraban todavía “herejes”, porque aún no se habían establecido con nitidez las líneas de la ortodoxia. Esta diversidad de cristianismos continuará hasta bien entrado el siglo V y se apaga un tanto en la Edad Media, volviendo a resurgir con la Reforma protestante.
Lo que me parece más interesante de este libro –además de la magnífica descripción y estudio de los variados tipos de cristianismos, causados por las diversas interpretaciones de la figura de Jesús desde los primeros momentos y por cómo se entendió su relación con Dios–, es la explicación pausada de cómo poco a poco se va imponiendo el cristianismo paulino, lo que implicaba, al tiempo, un consenso definitivo sobre el canon, sin llegar a convertirse en el arma definitiva para frenar la heterodoxia, ni entonces ni ahora. Incluye además los movimientos heterodoxos más significativos hasta el siglo XIV (cátaros, bodomilos, valdenses, etc.) con cuadros sinópticos a modo de síntesis al final de cada capítulo, en los que se recogen las diferencias entre “vencidos” y “vencedores” en cada caso, facilitando enormemente la comprensión de un tema complejo.
Concluye el libro con la siguiente idea interesante: tras el Cisma de Oriente (la escisión de la cristiandad en católicos occidentales y ortodoxos orientales) y de la Reforma protestante, a comienzos del siglo XVI, la pluralidad del cristianismo se hizo de nuevo imparable hasta el día de hoy, con más de quinientas confesiones cristianas diferentes. Según se desprende del estudio previo, esa diversidad polimórfica pertenece a la esencia del cristianismo desde su mismo nacimiento.
Por último: de gran utilidad, sin duda, es el “Breve sumario alfabético de las heterodoxias de los siglos II al XII”, al final del libro, y una reducida pero selecta bibliografía sobre el tema.
Saludos cordiales de Carmen Padilla
Hoy escribe Carmen Padilla. Universidad de Córdoba
Siempre se ha dicho en el ámbito universitario que la docencia y la investigación deben ir inseparablemente unidas. Si a estas dos condiciones les sumamos una excelente capacidad de comunicación, nos encontramos con la persona a la que hoy rendimos homenaje, Antonio Piñero. Incansable trabajador, para quien la jubilación obligada en razón del tiempo solo ha supuesto, muy a su pesar, la renuncia a la docencia reglada. En efecto, su investigación continúa, plasmada además en una prolífica producción literaria; e igualmente prosigue su docencia, trasladando sus muchos conocimientos adquiridos a lo largo de tantos y tantos años de estudio a través de innumerables cursos, conferencias, redes sociales, medios radiofónicos y televisivos, colaboraciones, etc.
A la hora de plantearme mi modesta colaboración a este más que merecido homenaje en forma de libro, pensé que estaría bien hacer una especie de compendio de su obra literaria. Hago dos salvedades: la primera, que no es mi pretensión componer una reseña erudita de cada uno de sus libros, porque ya existen y han salido de la mano de personas más calificadas que quien esto escribe; la segunda, que en razón del espacio del que dispongo, no voy a abarcar toda su obra. Solamente me ceñiré, por consiguiente, a los libros aparecidos en los últimos años, desde 2007 aproximadamente hasta hoy, un período que comienza antes de su jubilación y que no ha dejado de intensificarse. Me consta que el Dr. Piñero sigue trabajando incansablemente, porque, como él mismo ha afirmado en más de una ocasión, “hace lo que le gusta y le gusta lo que hace”, y en ese sentido se considera afortunado. Me atrevería a decir que su trabajo es su mayor pasión.
Pero antes de hablar de los libros me parece importante esbozar el entorno general del pensamiento de Antonio Piñero, las coordenadas en las que se mueve y que se manifiestan en todas sus obras y que, por tanto, pueden constituir un elemento básico para saber qué podemos esperar de ellas.
1. El autor es un filólogo y un historiador de la Antigüedad, no un teólogo. Desde esa perspectiva aborda los textos. Se confiesa agnóstico respetuoso, es decir, no escribe desde la perspectiva de la fe, pero nunca se muestra irónico, sarcástico o incomprensivo con los creyentes.
2. A lo anterior hay que unir el carácter riguroso y científico de sus obras, basadas en una profunda y asidua investigación de los textos. Deja hablar a los textos y evita siempre la eiségesis, o sea, introducir en los propios textos interpretaciones externas.
3. Antonio Piñero se muestra profundamente honesto en sus planteamientos y conclusiones. No tiene ningún impedimento en reconocer ante determinadas preguntas de los lectores que hay aspectos y temas a los que no sabe responder ya que escapan al ámbito de su investigación. No es dogmático. Utiliza con frecuencia expresiones tales como “es probable”, “no es seguro”, “según la mayoría de los investigadores” y similares.
4. Sus obras no son divulgativas, es decir, no se dedica a repetir y aclarar en resúmenos más o menos bien hechos las ideas de los demás, sino científicas –producto de una investigación personal y en contacto con las ideas de otros investigadores de primer rango– aunque escritas con un claro afán didáctico y en las que se evitan los excesivos tecnicismos, para que cualquier lector con un nivel cultural medio las pueda comprender.
5. Dado que Antonio Piñero es especialista (aunque a él no le gusta esta palabra) en lengua y literatura del cristianismo primitivo su investigación y, en consecuencia, sus libros se circunscriben, con alguna excepción, a un determinado período histórico, especialmente al siglo I de nuestra era.
6. Inevitablemente en el centro de su obra está la figura de Jesús de Nazaret, “un hombre fascinante y el que más ha influido en la Historia de Occidente”. Pero su investigación versa sobre el Jesús histórico, despojándolo – en la medida de lo posible – del Jesús celestial, es decir, el que se reinterpreta y reconstruye a partir del hecho de la resurrección en lo “que un historiador no puede opinar porque no es empíricamente demostrable”.
Una vez establecidas las coordenadas anteriores, es el momento de hablar de sus últimos libros. Deseo insistir: no se trata de hacer un recuento y comentario de todo lo que ha escrito hasta el día de hoy desde sus comienzos, sino de esta última etapa en la que ha sido especialmente prolífico. Así, los volúmenes publicados por A. Piñero desde 2007 hasta el día de hoy pueden agruparse en los siguientes apartados:
1. Cristianismo primitivo
· Los Cristianismos derrotados (premio Finis Terrae de ensayo), ed. Edaf, Madrid 2007. Este libro lleva como subtítulo ¿Cuál fue el pensamiento de los primeros cristianos heréticos y heterodoxos?
El autor empieza por afirmar que, aunque estamos acostumbrados a hablar de “cristianismo” en singular, sería más correcto el término “cristianismos” tanto para nuestros días como para la Antigüedad –en menor medida entonces. Describe nueve tipos de cristianismos diferentes (ebionitas, nazarenos, montanistas, gnósticos, docetas, marcionitas, fibionitas, carpocracianos y algunos más) que difieren entre sí en conceptos fundamentales. Estos diferentes cristianismos no se consideraban todavía “herejes”, porque aún no se habían establecido con nitidez las líneas de la ortodoxia. Esta diversidad de cristianismos continuará hasta bien entrado el siglo V y se apaga un tanto en la Edad Media, volviendo a resurgir con la Reforma protestante.
Lo que me parece más interesante de este libro –además de la magnífica descripción y estudio de los variados tipos de cristianismos, causados por las diversas interpretaciones de la figura de Jesús desde los primeros momentos y por cómo se entendió su relación con Dios–, es la explicación pausada de cómo poco a poco se va imponiendo el cristianismo paulino, lo que implicaba, al tiempo, un consenso definitivo sobre el canon, sin llegar a convertirse en el arma definitiva para frenar la heterodoxia, ni entonces ni ahora. Incluye además los movimientos heterodoxos más significativos hasta el siglo XIV (cátaros, bodomilos, valdenses, etc.) con cuadros sinópticos a modo de síntesis al final de cada capítulo, en los que se recogen las diferencias entre “vencidos” y “vencedores” en cada caso, facilitando enormemente la comprensión de un tema complejo.
Concluye el libro con la siguiente idea interesante: tras el Cisma de Oriente (la escisión de la cristiandad en católicos occidentales y ortodoxos orientales) y de la Reforma protestante, a comienzos del siglo XVI, la pluralidad del cristianismo se hizo de nuevo imparable hasta el día de hoy, con más de quinientas confesiones cristianas diferentes. Según se desprende del estudio previo, esa diversidad polimórfica pertenece a la esencia del cristianismo desde su mismo nacimiento.
Por último: de gran utilidad, sin duda, es el “Breve sumario alfabético de las heterodoxias de los siglos II al XII”, al final del libro, y una reducida pero selecta bibliografía sobre el tema.
Saludos cordiales de Carmen Padilla