Bitácora

Una encuesta de miedo

José Rodríguez Elizondo


El domingo pasado, en su estilo francote, la Ministra de Defensa Vivianne Blanlot dijo tres cosas importantes a los bolivianos:

- La cesión de soberanía pone a la defensiva a “los chilenos”, en cuanto sinónimo de “pueblo”;
- Quienes quieren pensar que las Fuerzas Armadas chilenas serían un escollo, “estarían equivocados”.
-El tema “se ha conversado poco con la población”.

De ese modo, Blanlot mostraba a los lectores del diario paceño La Razón la cara chilena de la “diplomacia de los pueblos”. Sugería que, si nos guiáramos por ella -como quiere Evo Morales-, la pretensión marítima boliviana no avanzaría un milímetro. Además, deslizaba que, en materias de soberanía, nuestra opinión pública marcha con piloto automático.

El mismo día La Tercera publicó una encuesta que coincidía, al milímetro, con esos entendidos y subentendidos. Morales aparecía como el Presidente menos amigo de Chile (67%) y Bolivia como el país menos simpático. Más allá de lo bilateral, los encuestados mostraban algo todavía más delicado: nuestra opinión pública volvía a la época de los “jaguares” pinochetistas, para quienes éramos el mejor país en el peor barrio.

Sólo así se explica que percibieran a los EE.UU como mejor aliado que Brasil (38% vs. 14%) y al Presidente mexicano Felipe Calderón como más amigo que todos los demás, exceptuando a Lula. Alan García, pese a sus notorios esfuerzos para mejorar la relación, aparecía como menos amigo que Morales. La Argentina de Kirchner, por su lado, se debatía en una especie de limbo benévolo: un 10% aliada y un 6% enemiga.

Egocentrismo chilensis

Suponiendo la corrección de sus parámetros, la encuesta dice algo gravísimo: el egocentrismo chilensis, dejado a su aire, se incrustó tan profundo en la cultura, que hoy es “politicamente incorrecto” tratar de rectificarlo. Habría que ejercer un liderazgo superlativo y a nivel presidencial, para convencer “a los chilenos” de que es mejor (o más segura) una buena relación con los vecinos que un enamoramiento con los antípodas.

Por eso, tiene razón Ascanio Cavallo cuando, con elogio tácito, acota que nuestra Cancillería interpreta mejor el sentimiento ciudadano que los “innovadores” latinoamericanistas. Lo decisivo, sin embargo, es que para esos innovadores el rol de una Cancillería no es seguir, sino orientar a la opinión pública, según una evaluación siempre actualizada de los intereses nacionales.

De no actuar así, favorece la enquistación maligna de los recelos, la reactividad como doctrina y el fatalismo como método. Pensando en eso y por vía de ejemplo, un Canciller proactivo debiera enseñar a avergonzarse a los padres del niño que, alentando a Fernando González en Australia, le gritaba “argentino de mierda” a su rival.

Luce mejor, entonces, la razón de Blanlot, cuando sugiere que nuestros militares “están en otra”. Por formación profesional, ellos conocen las correlaciones de fuerzas, los cambios en las “estaturas estratégicas”, los códigos patrióticos y el rigor de nuestra posición geopolítica.

En definitiva, saben que, si vuelve a activarse una hipótesis de conflicto en más de un frente, la Casa Blanca no va a enviar su caballería para rescatarnos.


Publicado en La Tercera el 23 de enero.


José Rodríguez Elizondo
| Jueves, 25 de Enero 2007
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