Bitácora

Perú y Chile tienen mayor sintonía entre sí que con otros países de la región

José Rodríguez Elizondo


El diplomático y escritor chileno José Rodríguez Elizondo tiene una de las plumas más lúcidas a la hora de explicar los temores, recelos y oportunidades de las relaciones entre el Perú y Chile. El haber vivido y ejercido el periodismo en la revista peruana Caretas durante la década perdida de los ochenta, le dan cierta perspectiva para mirar y hablar sin tapujos de ambos pueblos, hermanos y distanciados. En esta entrevista con elcomercio.com.pe vía e-mail, se muestra poco optimista sobre los efectos de la demanda ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya para los dos países y precisa que la agenda integracionista podría quedar paralizada por algunos años. Por César Torres Aguirre.



Durante la mayor parte del siglo XX, como subtitula uno de sus libros, Perú y Chile vivieron en peligro de enfrentarse nuevamente. ¿Qué tanta madurez se ha alcanzado en las relaciones bilaterales?

- Muy poca, en relación con los imperativos del desarrollo económico común. Muy poca, también, en relación con lo que pudieron o debieron hacer los líderes políticos democráticos, cuando por fin coincidieron en ambos países, tras la fuga de Fujimori.

Usted es partidario de integrar de una mejor manera a nuestros países. En ese contexto, ¿qué representa la demanda peruana ante La Haya?

- La probabilidad de que la agenda cooperativa o integracionista quede paralizada por años. Por cierto, quienes lo perciben de manera más cercana son los empresarios chilenos y peruanos, que venían desafiando, exitosamente, los recelos históricos. Por cierto, fueron esos recelos los que impidieron abordar el tema de manera franca y amistosa, por la vía de políticas o proyectos integracionistas, cuando ello era posible.

La demanda ante la corte de La Haya ha generado cierto malestar en el mundo político chileno. ¿Cuánto puede afectar la demanda las relaciones bilaterales? ¿Se puede resolver un tema limítrofe, jurídico, sin tensar la relación?

- Ojalá se pudiera. Pero, si no hemos superado recelos que vienen de más de un siglo, es casi imposible enfrentar un pleito actual, sobre soberanía, sin que la relación se tense.

Más allá del tema de La Haya, ¿cómo ve el futuro de las relaciones entre Perú y Chile?

- Como un nuevo derroche de buenas posibilidades de acción conjunta. Pienso que al margen de México, que tiene su esfera geopolítica propia y Brasil, que ya es una potencia mundial "per se", el Perú y Chile tienen mayor sintonía objetiva, entre sí, que con los otros países de América Latina

En su más reciente artículo en La Tercera y en su blog Cono Sur, usted señala que la designación de Allan Wagner como agente peruano ante La Haya es la adecuada, debido a su conocimiento sobre el tema del diferendo marítimo. ¿El hecho de que Chile no cuente con alguien como Wagner es mucha desventaja?

- Lo que dije es que en Wagner confluyen una estrategia de larga data y un actor que la ha protagonizado desde el inicio. Eso no es una ventaja sino un hecho. Chile tiene juristas, diplomáticos y expertos de mucha calidad, pero ninguno que se identifique con una estrategia sobre el tema que ahora nos enfrenta. Ese es otro hecho. Por eso, no tenía sentido buscar un "antiWagner" y tuvo razón nuestra Cancillería al adoptar otra línea en la designación de su equipo.

Al parecer en el Perú el tema del límite marítimo con Chile nunca ha sido dejado de lado, en especial en el sector diplomático y jurídico. ¿Cuál es la importancia que tiene este tema en Chile?

- A mi juicio, sería más preciso decir que el Perú no se preocupó de rebatir el "status quo" hasta 1977, aproximadamente, cuando el almirante Guillermo Faura (ministro de Marina peruano en 1974) levantó el tema. Piense usted que en 1976 el entonces presidente Francisco Morales Bermúdez enfrentó una negociación chileno-boliviana sobre una salida soberana hacia el mar por Arica, planteando una especie de soberanía trinacional sobre el puerto. Esto significa que no estaba en el imaginario peruano de entonces la posibilidad de que Chile y Bolivia estuvieran negociando sobre aguas que podían ser peruanas. Con el planteo peruano actual, esa debió ser la mejor razón para negar la aprobación a lo consensuado por los generales Pinochet y Banzer.

Usted también habla en su último artículo de la necesidad de que Chile tenga una estrategia integral de emergencia. ¿Sobre qué bases debería estar asentada?

- Parto de la base de que el Perú tuvo éxito con solo posicionar este tema ante la corte de La Haya, y que esto se debe a que manejó una estrategia integral, política, diplomática y jurídica. Esto le permitió manejar los tiempos, retroceder tácticamente cuando fue necesario y asumir el riesgo de un contencioso en el cual Chile tiene mejores cartas jurídicas. A mi juicio, operó la convicción política de que la CIJ puede "No dar toda la razón a Chile", pero que la parte que el Perú obtenga, eventualmente, ya será ganancia. Los chilenos, como contrapartida, no debiéramos creer que basta con tener una gran argumentación jurídica, pues no existe el Derecho Internacional Absoluto, ni los tratados perfectos ni los tribunales colegiados obligados a darnos toda la razón. Aunque con tardanza, debemos tener una orientación estratégica compleja (no sólo jurídica), interna y externa, incluso bilateral, que nos prepare para todo evento. Si es malo ser demandado ante la CIJ, peor es enfrentar el pleito solo con la fe jurídica y un triunfalismo de estirpe futbolística.


Entrevista publicada originalmente en El Comercio.
José Rodríguez Elizondo
| Jueves, 17 de Enero 2008
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