La parte de la encuesta UC-Adimark sobre nuestro vecindario es altamente testimonial, incluso a partir de su deficit de diseño. En efecto, preguntar “monográficamente” sólo por la relación con Bolivia, transmite la equívoca sensación de que éste es el único país que nos plantea problemas diferenciales.
De este modo, encuestados y encuestadores parten soslayando que nuestro problema vecinal mayor es la demanda del Perú ante una corte internacional, en un pleito que se vincula inextricablemente con la aspiración marítima boliviana. Uno que, de hecho, bloquea cualquier negociación similar a la de Charaña, pues el segmento de mar entonces disponible para Bolivia hoy aparece en litigio. Curiosamente, los encuestados parecen intuirlo, al encontrar levemente más simpático a Evo Morales que a Alan García.
En lo demás, la encuesta refleja algo tristemente sabido: la ignorancia autosustentable de los chilenos sobre nuestra realidad geopolítica. En efecto, los encuestados parecen ajenos a toda relación entre nuestros intereses, necesidades y posibilidades y la mayor o menor simpatía hacia Chile de nuestros vecinos. Por lo mismo, parecen inmunes a toda relación entre una “buena opinión” vecinal y una buena seguridad nacional. Desde su limbo nacional parecen seguros de que nuestro prestigio comercial en “las grandes ligas” contrapesa cualquier “mala opinión” regional en circunstancias de crisis. Eso explica que decenas de miles de chilenos se den el lujo de pifiar los himnos nacionales de Argentina, Brasil y Perú, en cualquier encuentro futbolístico, ante la impavidez docente de nuestras autoridades. Cualquier estratego los sorprendería si les revelara que una mediana relación con Lula debiera importarnos más que una excelente relación con Sarkosy.
En síntesis, la “excepcionalidad chilena” que refleja la encuesta es decodificable como “superioridad autoconferida” y demuestra que seguimos disfrazados con la piel del jaguar. Si se añade que los jóvenes parecen más convencidos que los viejos, queda claro que esta patética autocomplacencia es fruto de la nula docencia estatal en materias de política exterior y del egocentrismo de nuestra clase política.
Publicado en El Mercurio el 16.11.2008.