Bitácora

“Muchas diplomacias ayudan más que una, siempre que no se sepa y que sean exitosas”.

José Rodríguez Elizondo


El analista, ex embajador en Israel y autor de “Las crisis vecinales del Gobierno de Lagos”, José Rodríguez Elizondo, considera “insólita” la diplomacia paralela deL Partido Socialista, critica la ausencia de una visión estratégica durante los pasados gobiernos y señala que, paradójicamente, las Fuerzas Armadas están contribuyendo mejor que los actores políticos a la distensión con los países limítrofes. Entrevista con José Rodrigiuez Elizondo publicada en La Nación Domingo el 3 de junio de 2007.



Entrevista realizada por Mirko Macari


-Camilo Escalona dijo que la Cancillería había fracasado en sus gestiones ante Argentina por el gas y que si no fuera por el PS nos habrían cortado hace rato el servicio. ¿Es cierto?

–Me parece muy sorprendente que un jefe político experimentado como Escalona haya dicho eso. ¿Lo dijo así?

–Sí, lo dijo en “Telenoche”, en Canal 13.

–Nunca va a haber una definición cierta de gracias a quién se consiguió que tuviéramos ducha caliente todavía. En ningún momento se puede decir que fue gracias a esta delegación, porque sería como un bofetón a la Cancillería.

–La delegación incluía al ministro del Trabajo, aparte de dirigentes y parlamentarios.

–Aquí hay una cosa insólita: un jefe político y sus acompañantes han establecido una diplomacia alternativa. Esta es una guerrilla política en un país que no es serio como se presume.

–¿A qué se refiere con que no es serio como se presume?

–Un país serio tiene una sola diplomacia de Estado. Esto no quita que existan diplomacias paralelas, pero éstas, para ser exitosas, deben ser secretas. Toda diplomacia paralela exitosa ha tenido que ser secreta.

–¿Debe ser secreta porque se realizan presiones inconfesables?

–La imagen de un país serio y ordenado es que sus instituciones funcionan, y la institucionalidad internacional está constituida por el Ministerio de Relaciones Exteriores. Una diplomacia que públicamente asigna funciones que corresponden al canciller a políticos determinados se está disparando un tiro en los pies.

Luis Maira, el embajador en Argentina, dice que muchas diplomacias ayudan más que una.

–Muchas diplomacias ayudan más que una, siempre que no se sepa y que sean exitosas.

–¿Puede dar un ejemplo de diplomacia secreta?

–Para el conflicto de 1978 encomendaron al Mamo Contreras hacer gestiones paralelas a la Cancillería ante el Gobierno militar argentino. Iban en el mismo avión el canciller René Rojas y el Mamo Contreras, sin saber Rojas a qué iba Contreras. Ahí tenemos una gestión secreta fracasada, porque la cosa siguió peor que antes. Las grandes gestiones exitosas no tienen autoatribución. No se hacen para mayor gloria de un partido, sino que para mayor gloria del país. Y, por lo tanto, los que la hacen mueren en la rueda.

–El PS estaría tratando de evitar un mal mayor, como sería para el Gobierno una segunda crisis ciudadana después del Transantiago.

–Me parece pobre la explicación.

–¿No es compleja una segunda crisis que afecte directamente a las personas?

–Vamos a seguir con esta crisis durante mucho tiempo. Dependemos de la cantidad del frío que caiga sobre Argentina en primer lugar, y de la cantidad de gas disponible para los argentinos. Por lo tanto, ¿dónde está la victoria? Hemos seguido tal como estábamos.

–El conflicto pareció escalar a una pugna entre el PS y la DC, que salió a defender a su canciller.

–Nos tiene que doler mucho que no se esté respetando a la diplomacia como factor de Estado. Si la política exterior se vuelve parte de una guerrilla entre partidos de Gobierno corre el terrible riesgo de perder su respetabilidad como política de Estado. ¿Cómo vamos a convencer a la oposición política que respete una política de Estado, porque es una política de Cancillería, cuando se está atacando esa política desde el ángulo partidista interno de la Concertación?

–Se ha hablado mucho acerca de diferencias de apreciación entre Maira y Foxley sobre la agenda vecinal. ¿Qué lectura tiene usted?

–Soy amigo de Maira, y es uno de los políticos por quien tengo más respeto. En materias de política exterior sabe tanto o más que cualquiera, por lo tanto es posible que tenga sus propios diseños. Pero al mismo tiempo es embajador y está sujeto a la jerarquía de la Cancillería. La Presidenta de la República, frente a este tipo de problemas, debe decidir con cuál política exterior se queda: si con la de un asesor calificado o con la del canciller. Pero no puede mantener una dualidad en virtud de la cual el canciller esté funcionando con un rival obvio. La diplomacia es la otra ala de la seguridad nacional, y esto es como que el Jefe de Estado, visto que no le gusta como piensa un comandante en jefe, se reuniera sistemáticamente con su segundo, o con su tercero. Si se quiere una política alternativa a la del canciller es mejor cortar por lo sano y decir “pongamos al canciller que refleje mejor mi pensamiento”. Lo que no es aconsejable es una política que mantenga la tensión entre distintas posiciones al interior de la Cancillería, porque eso los debilita a todos.

–¿Que le parece la política hacia el vecindario que ha delineado Foxley?

–Foxley, en la medida que se ha ido compenetrando de su cargo, ha ido limando su arista economicista. Él está muy consciente de la necesidad de una mejor relación estratégica con Perú y Bolivia. Estamos con estos dos países en un nivel de relaciones muy superiores a las que hubo durante el Gobierno pasado. Y aunque “Epopeya” es un mal ejemplo, porque significó un caso de censura, el solo hecho de que el canciller de Perú se atreva a llamar al canciller de Chile para manifestarle esa preocupación ya habla de un nivel de relación distinto. Con respecto a Argentina, desgraciadamente, la situación no ha cambiado cualitativamente.

–¿Ha sido gasificada?

–Lagos gasificó la relación cuando declaró trizada la confianza con el Gobierno argentino por motivo del gas. Después entendió que había que zafarse de esta trampa y estableció la categoría que había que desgasificar la relación.

–Y va a seguir siendo una relación gasificada por un tiempo más, ¿no?

–Lo va a seguir siendo porque no hemos tenido la fuerza política necesaria para poner el énfasis en la relación integral y estratégica con Argentina, al margen del gas. Si nosotros, legalistas como somos, ponemos el énfasis en el protocolo gasífero del año 95, diciendo que no se nos puede cortar el gas, que hay que cumplir los contratos, los compromisos, etcétera, estamos demostrando nuestra gran vocación jurídica, pero desconociendo nuestra teoría económica de un mercado liberal: que los bienes escasos los distribuye el mercado y que en esos casos también operan desde el punto de vista de los Estados reguladores y la posibilidad de proteger más a los nacionales. Nos falta reflexionar fraternamente, diciendo “nosotros estamos muy asustados porque nos van a dejar sin ducha caliente, pero ya hay hogares argentinos que no la tienen”.


Subdesarrollo exitoso

–En el tema del gas, ¿dependemos sólo de la buena voluntad de los argentinos?

–Sí, pero si lo decimos así, en el sentido que no nos cumplieron el ciento por ciento del protocolo gasífero, estamos autoengañándonos. El convenio Frei-Menem nos dio un aprovisionamiento de gas natural baratísimo durante bastantes años, pero la gente que sabe sobre el tema en Chile conocía perfectamente el futuro de la industria gasífera argentina. No iba a ser un beneficio eterno. Vivianne Blanlot lo confirmó en estos días, se había manifestado reiteradamente por parte de los técnicos en la materia que Chile debía diversificar su matriz energética. Si alguna vez los chilenos aprendemos a ser un pelín autocríticos debe ser ahora: en vez de aprovechar la bonanza del gas argentino, ocupando ese tiempo para construir y diversificar nuestra matriz energética, esperamos resignadamente que llegara este tiempo muerto que ya estaba previsto por los técnicos.

–Blanlot señaló que hubo un excesivo peso de los empresarios en esas decisiones, y no una mirada de largo plazo respecto del problema.

–Le encuentro toda la razón a Vivianne Blanlot. Precisamente nos caracterizamos por poner en el mismo saco los intereses de los empresarios y los del Estado, pese a que son complementarios. Creo que en numerosas oportunidades se privilegió la perspectiva empresarial.

–Que siempre es dominada por la ganancia corta.

–La ganancia a corto plazo y sin una perspectiva del gran negocio, del “big business”, de ampliarlo, integrarlo horizontal y verticalmente. No ha habido lo que se llama en futurología tecnología de análisis del futuro.

–En ese sentido, lo del gas se suma en la falla a la hora de planificar temas como el Transantiago. ¿Carecen los grupos que toman decisiones de un pensamiento estratégico?

–Efectivamente, el Gobierno actual está sufriendo el impacto acumulado de todos los errores de planificación que venían del Gobierno anterior. Eso es cierto. No existe capacidad instalada en Chile para ir más allá de la planificación a corto plazo, que es lo que ocurre a nivel de los Estados desarrollados y de las grandes empresas. El complejo militar-industrial de Estados Unidos es el producto típico de un diseño de futuro de los civiles y de los militares. Y todo esto marca la diferencia con los países subdesarrollados. Nosotros no concebimos la visión de futuro más allá de la planificación burocrática, que tiene como plazo para verificarse el propio del Gobierno.

–Que es la siguiente elección.

–Y después que se las arregle el que salga. Pero hasta ahora no había sido extremadamente claro el problema. Con este cuarto Gobierno de la Concertación ya se cumple el mediano plazo y empezaron a caerse todas las planificaciones defectuosas. Y al caerse las planificaciones defectuosas quedó un poco en pelotas el edifico ideológico de las elites gobernantes.

–¿Eso pasa por la carencia de asociaciones público-privadas que consideren conocimiento de punta?

–Claro, todo confluye: una mala educación produce malos planificadores, malos planificadores producen desastres de diseño, etcétera.

–¿Podemos hablar del subdesarrollo exitoso, entonces?

–Mi tesis de siempre es que esto es el subdesarrollo exitoso. Precisamente, nosotros tenemos políticas de relumbrón, somos los mejores comparativamente con otros países de la región, pero nunca nos medimos con los países verdaderamente desarrollados, que es el método que deberíamos usar.

–A veces parece que la única institución que demuestra capacidad de desarrollar pensamiento estratégico son las Fuerzas Armadas. Mal que mal, dejaron el Gobierno el ’90 y mantuvieron el poder por bastante tiempo más.

–Los militares, por profesión, están obligados a pensar en el futuro. La estrategia es en síntesis una previsión de lo que puede suceder con respecto a la amenaza para un país, y académicamente han sido adiestrados para pensar en función de lo que puede suceder. Desde ese punto de vista, los militares, cuando han asumido el poder político en Chile, han tenido un éxito relativo y su estrategia les ha permitido salir de manera más o menos indemne. Esa capacidad instalada de los militares hoy la estamos viendo aplicada a su condición de apoyo de la política exterior. Juan Emilio Cheyre, en entrevista para este mismo diario, dijo que el Ejército era integracionista y que debía ser siempre un soporte firme de la política exterior del Estado. Con las mismas o parecidas palabras se han pronunciado Óscar Izurieta y el general Ortega. El Ejército le rinde un homenaje al héroe nacional boliviano Eduardo Abaroa. El almirante Codina viaja con la “Esmeralda” al Perú e instalan un busto de Prat allá, y le rinde homenaje a Grau el 21 de mayo, va a Bolivia y se viste como cholito boliviano para navegar en el lago Titicaca. El trabajo que han hecho los militares para mejorar nuestra relación con los vecinos ha sido comparativamente óptimo. Digo comparativamente en relación a la guerrilla que hay entre los políticos con cada iniciativa hacia los vecinos. LND
José Rodríguez Elizondo
| Lunes, 4 de Junio 2007
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