José Rodríguez Elizondo es un escritor y analista internacional chileno que conoce bien al Perú, donde tiene una nutrida familia política. Esta semana recaló en Lima con su esposa Maricruz para ver a sus numerosos primos y amigos. CARETAS aprovechó para registrar su punto de vista sobre la tirante relación bilateral. Según su opinión, la controversia marítima entre Bolivia y Chile ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya tocará las puertas del Perú más temprano que tarde. Para entonces, recomienda, peruanos y chilenos deberán estar preparados para dar una respuesta convincente que afirme la paz.
Bolivia demanda a Chile ante la Corte Internacional de La Haya el inicio de negociaciones para una salida soberana al mar. ¿Se aventura a pronunciarse sobre el resultado?
–La Corte de La Haya, al solo aceptar a tramitación la solicitud de la demanda, ya le dio una victoria a Evo Morales. El pleito es absolutamente raro desde el punto de vista jurídico. Lo que pide Bolivia implica obligar judicialmente a negociar una transferencia de territorio soberano para que ellos lleguen al mar por Chile y no dice por dónde. Es como si se le dijera a un juez: yo quiero que este señor me entregue parte de su casa, ¿cuál parte? ¿por qué? ¿con qué título?. Eso no lo preguntó la Corte. Por lo tanto, al aceptar una demanda de ese tipo dio un triunfo a Bolivia y Evo Morales lo entendió muy bien políticamente.
Lo que no está contando Evo Morales es que si los jueces dicen, eventualmente: “sí, conminamos a Chile a negociar una salida soberana al mar para Bolivia…” vendrá a colación el Tratado de 1929 con el Perú. Entonces Chile tendría que decir: “Yo siempre he pensado que la única posible salida es por Arica, pero ahí yo tengo una hipoteca con Perú”.
–Chile en más de una oportunidad se ha pronunciado sobre la posibilidad de negociar una salida soberana al mar para Bolivia.
–Aquí voy a decir una cosa muy delicada: Chile cometió un error grave desde 1949 hasta 1951, que fue negociar directamente con Bolivia una salida soberana al mar por Arica, el famoso “corredor boliviano”, en el supuesto de que “el previo acuerdo” con el Perú se podría dar a posteriori. Fue como decir, yo negocio contigo y después le pedimos la anuencia al Perú. En el curso de la historia quedó claro, para Torre Tagle, que Chile estaba esperando del Perú un sí o un no. José de la Puente Radbill expuso en uno de sus libros que así Chile había transformado el poder de decisión peruano en un derecho a veto.
–El Tratado de 1929 Perú – Chile así lo establece. ¿Cuál es la sorpresa?
–Esto es bien enredado. El ex Presidente boliviano Daniel Salamanca dijo que con ese tratado Chile puso un candado al mar para Bolivia y entregó la llave al Perú. Desde entonces, la estrategia de Bolivia ha sido inutilizar el mecanismo y eso fue lo que hizo en 1949, cuando negoció directo con Chile el corredor. Es decir, cambió el orden de los factores, pues Chile debió negociar primero con Perú. Entonces el Perú dijo una sutileza: “Que los chilenos se entiendan solitos con Bolivia, este es un tema bilateral yo no participo en esto”.
–¿Por qué candado, si es un asunto bilateral entre Chile y Bolivia?
–No tanto. En 1929 Bolivia fue un tercer actor en ausencia. Chile y el Perú, con Leguía e Ibáñez, pactaron un frente común para excluirlo y bloquearle una salida soberana por Tacna y/o Arica. Ese fue el sentido del “acuerdo previo”: Fue una relación de dos para excluir a un tercero. Por eso yo hablo de trilateralismo de facto o excluyente.
–El tratado de 1929 es una compensación de la guerra, el Perú recuperó una provincia.
–Recuperó una provincia y mantuvo una presencia en la otra.
–En cambio Bolivia, con el tratado de 1904 no recibe compensación alguna.
–No, eso es lo que quiere hacer parecer Bolivia ante el mundo. Recibió lo que para la época era una compensación tan sustancial, que su presidente Ismael Montes, que firmó el tratado, fue reelegido en 1909. Por cierto, no había tropa obligándolo a firmar, ni fue una cesión gratuita. Entre otras cosas, Bolivia recibió dinero, transporte ferroviario, créditos y obtuvo acceso libre a todos los puertos chilenos.
–¿Por qué Chile abre la carta negociadora en 1949?
–Por varias circunstancias. Además de la presión de Bolivia, había un espíritu de idealismo democrático latinoamericano contra las dictaduras y ustedes tenían una dictadura (Manuel Odría); también había un gobierno norteamericano que, tras asumir las quejas de Bolivia convence a nuestro Presidente con una frase que sigue diciéndose hasta hoy: “Ustedes que tienen tanta costa, qué les cuesta darle un poquito a Bolivia”.
–¿Quiénes fueron los protagonistas?
–Harry Truman y el presidente chileno Gabriel Gonzalez Videla, que va a Washington, toca piano a cuatro manos con Truman y vuelve a Chile convencido de que se iba a producir una Tercera Guerra Mundial. En esa coyuntura no le pareció malo ser un buen amigo de Truman.
Yo asumo como estudioso que esto fue un error y el negociador chileno del Tratado de 1929, Conrado Ríos Gallardo, lo dijo públicamente, saliéndose de sus casillas diplomáticas: “Si no teníamos problemas con el Perú hasta el momento, los tendremos en el futuro”. Y como el futuro en política internacional puede ser un siglo, ese futuro es nuestro presente.
–¿Cuáles son los escenarios geopolíticos que se abren frente a La Haya?
–Cada vez se acerca más el momento en que Evo Morales, gracias a que La Haya tramitó su demanda y a que le dio en la cabeza a Chile con las excepciones preliminares de incompetencia, diga que “yo ya tengo una gran fortaleza política gracias a la opinión pública mundial que he cultivado”. Y tal vez se acerca el momento en que los peruanos tengan que decir sí o no, aplicando la opción boliviana sobre el Tratado de 1929.
Es en ese momento que aparece la declaración de Isla Esteves en virtud de la cual el presidente Ollanta Humala manifiesta los más fervientes deseos de que le vaya bien a Bolivia en el pleito de La Haya, evoca el uso de la fuerza para proscribir las amenazas -cosa bastante gratuita en ese contexto– y tácitamente involucra al Perú. Es un vuelco pues, hasta el momento, el Perú se había mantenido neutral. Yo he leído a distinguidos historiadores peruanos que hablan de un desliz presidencial.
–¿Tiene algo que ver el “triángulo terrestre” con el tema de la salida soberana al mar de Bolivia?
–Ante la hipótesis de que Chile y Bolivia lleguen, antes o después de la sentencia de La Haya, a diseñar un corredor (boliviano), Chile podría decir: “va por la línea recta del paralelo del Hito 1 hasta el mar”. De ahí solo puede proyectarse hasta la milla 80, por la anterior sentencia de La Haya. El Perú va a decir: “si usted le quiere conceder un corredor tendría que seguir la línea de la Concordia, llegar al ex punto 266 y de allí proyectarse hasta el mar”. Es decir, mientras exista la controversia chileno-peruana por el triángulo –que para mí es una cuña– Bolivia no va a poder definir una línea indisputada de salida al mar.
–¿Chile tiene la opción de otorgar soberanía marítima a Bolivia por ex territorios bolivianos?
–Esa es la opción de los recuperacionistas bolivianos. En Bolivia hay dos grandes tendencias: una es “recuperemos lo que fue nuestro”. Supone el empleo de la fuerza, ya que se cortaría el territorio de Chile y es doctrina chilena evitar ese corte. Otra es la solución de los pragmáticos, que antes se llamaban practicistas y que dice “olvidemos lo que perdimos, pues ya hay un tratado y postulemos a lo que siempre hemos querido desde el año de 1825, que es Arica”. Cabe recordar que hubo notables ariqueños que pidieron a Bolívar ser incluidos en la nueva república, cuando ésta recién había sido creada. También hubo un tratado de trueque en 1827 y hasta una guerra en 1841. Una larga cadena histórica de interés boliviano sobre Arica entonces peruana.
Entonces ¿estaríamos encajonados?. Si nos guiamos solamente por lo que digan los abogados no hay solución a la vista. La solución es política. Yo no soy un chileno antiboliviano que diga: “yo no quiero que lleguen al mar”. Imagino que ustedes piensan lo mismo, pero son distintos los fraseos. Nosotros decimos, okey, siempre que no nos corten el territorio y ustedes dicen okey, siempre que no sea por Arica.
–¿Cuál es la solución política?
–Frente a ese tema alguna vez nos reunimos en Lovaina, Bélgica, intelectuales peruanos, bolivianos y chilenos (cuatro por país) y trazamos un proyecto de solución pacífica que contemplaba un foco trinacional de desarrollo, sin cesiones de soberanía territorial. Un equivalente a lo que fue la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, en cuanto ente que potenció la integración y el nacimiento de la Unión Europea.
Yo remito a quienes me leen a que se interesen en lo que dijimos a ese nivel de simples intelectuales. ¡Qué lindo sería que hubiera un seminario de Lovaina, pero no a nivel de chilenos, peruanos y bolivianos de a pie, sino a nivel de grandes personajes políticos! Yo pienso por ejemplo en un seminario entre ex presidentes peruanos, bolivianos y chilenos: Ricardo Lagos, Sebastián Piñera, Eduardo Frei, Carlos Meza, Rodríguez Veltzé. Ustedes pondrán los suyos y además tienen a Allan Wagner y José Antonio García Belaunde. Sería un equipo de primera para proyectar esto.
–¿Cómo califica la relación entre Perú y Chile?
–En estos momentos, entre delicada y grave. En política internacional para mi valen mucho las percepciones. Por eso prefiero decir que tenemos un territorio en disputa (el triángulo terrestre), en lugar de decir que ese territorio es indiscutiblemente chileno o peruano. La simple y ruda reivindicación no permite establecer una línea de diálogo para iniciar una negociación.