Pocos comprenden los problemas que tienen los jefes de Protocolo con los invitados de sus Presidentes. Sin embargo, fue para evitarlos que Néstor Kirchner dejó a su señora a cargo del tema y, por añadidura, del gobierno. Le fastidiaba que todos cuchichearan sobre lo feo que es ponerse la servilleta al cuello, salir en las fotos con el saco desabotonado u olvidar a sus huéspedes mientras disfruta un partido de fútbol.
En cuanto a Hugo Chávez, fuentes fidedignas dicen que, tras el colapso de sus últimos treinta jefes de protocolo, decidió sustituirlos por simples directores de escena. Agregan que el último infartado estaba negociando una invitación especial a Chile, para romperle el record a Fidel Castro. Al parecer, tras la cumbre de Santiago fue informado de que nuestra Presidenta no acepta visitas que duren más de 28 días.
Así de gordos son los problemas que enfrenta la Dirección de Protocolo de nuestra Cancillería, cuando formatea la visita de personalidades extranjeras a Palacio. Esto significa asignarles tiempo, sugerir gestos y souvenirs presidenciales. Subsidiariamente, implica sugerir vestimenta y gestos a los visitantes.
Entre los gestos presidenciales están las fotografías, los bebestibles y los comistrajos. Las primeras no plantean mayor problema, salvo que las fotos sean truchas. Si se limitan al solo flash grupal, sin posterior envío, Chile abandona la categoría de país serio.
Tema cototudo
En cuanto a los líquidos y sólidos, el tema es cototudo: ¿Debiera invitar la Presidenta un cafecito y unas galletitas? ¿o debiera invitar a un almuerzo o una cena? Si la opción es la segunda, en sus dos variables, surgen nuevas interrogantes: ¿Con qué ropa? ¿qué menú? ¿vino de qué viña? ¿quiénes deben acompañar a la Presidenta? ¿quiénes pueden acompañar a sus invitados? ¿es recomendable llegar en bicicleta a La Moneda? ¿tiene que estar Pancho Vidal?
En ese difícil contexto, la pasada por palacio de Antonio Banderas y familia y su inmediato impacto en las encuestas españolas -primer puesto para Michelle Bachelet como líder regional- se ha levantado como un hito. Por una parte, un vaticanista recomendó desterrar el boato mitterrandiano del sexenio laguista (“copiado del de Charles de Gaulle” apuntó, malévolo), pues corresponde a una etapa donde los actores políticos se sentían más importantes que los actores-actores.
Por otra parte, nuestro Director de Protocolo intuye que ningún político foráneo se conformará con el menú básico saludo-foto-café. Ergo, ahora estaría diseñando formatos que parten con almuerzo y tour de palacio, a cargo de la Primera Anfitriona. También estaría elaborando un escalafón de famosos, para que su personal conozca la distancia entre el Zorro con botas (top-top) y los top ten que lo siguen, encabezados por Bosé, Sabina, Penélope, Sting , Silvio, Bono, el Puma y Shakira.
Con todo, es posible que los mayores problemas para ese alto funcionario se relacionen con los (las) invitables locales. Se rumorea que Belisario Velasco le dio traslado de una petición firmada por un centenar de famosos chilensis, encabezados por Pamela Díaz, que quieren visitarlo –con celular- cuando asuma como Vicepresidente.
También le habría informado sobre la queja de un colectivo integrado por ministras, parlamentarias, subsecretarias, intendentas, gobernadoras y jefas de servicio. Estas chicas poderosas, tras sentirse excluídas de la invitación a Banderas, temen que el sectarismo vuelva a imponerse. Para mantenerlas movilizadas, sus dirigentas fácticas están circulando el rumor de que pronto llega Brad Pitt.
Publicado en La Tercera el 16.12.07.