Bitácora

Insistir en gas por mar condenaría el diálogo al fracaso...

José Rodríguez Elizondo


El diario La Razon, de Bolivia, publicó el 23 de marzo, con motivo del Día del Mar, esta entrevista que me parece bueno compartirla con los lectores de Tendencias..



“Insistir en gas por mar condenaría el diálogo al fracaso”

Análisis

El caso del gasoducto con Chile fue paradigmático: era económicamente insoslayable para el presidente Lagos, pero fue políticamente insoportable para el presidente Mesa

José Rodríguez Elizondo es analista político y escritor chileno.


¿Cuál es su evaluación sobre las relaciones bilaterales entre Bolivia y Chile, considerando el manejo que le dieron la presidenta Michelle Bachelet y el presidente Evo Morales?

Creo que marchan en una buena dirección. La primera presidenta mujer y el primer presidente de origen aymara parecen conscientes de que pueden apuntarse otro éxito histórico: la reanudación de relaciones diplomáticas, como punto inicial de una cooperación con intercambios múltiples. Para ello, deben imponerse a la parte más rígida de sus burocracias internas y tener el coraje necesario para exorcizar los fantasmas histórico-culturales.

¿Cuánto cree que se avanzó en la agenda bilateral acordada por ambos gobiernos?

No me siento informado. Topo con el problema de la diplomacia secreta y su correlato: la ausencia de una docencia presidencial, a través de los medios. Prefiero hablar de tendencias, sin cuantificar avances concretos.

¿El diálogo bilateral comercial está sujeto al restablecimiento pleno de las relaciones diplomáticas?

Así lo enseña la experiencia. Los tecnócratas suelen subestimar el previo restablecimiento de relaciones, invocando una ´agenda del futuro´ con proyectos de inversión, joint ventures y balances comerciales. En mi reciente libro Las crisis vecinales en el gobierno de Lagos demostré cuán ilusoria es la agenda tecnocrática, en un contexto en que las emociones geopolíticas se imponen a las conveniencias del libre comercio. El caso del gasoducto por Chile fue paradigmático: era económicamente insoslayable para el presidente Ricardo Lagos, pero fue políticamente insoportable para el presidente Carlos Mesa.

De acuerdo a la formación estudiantil y diplomática que recibió usted, ¿qué posición tiene sobre la demanda boliviana de reintegración marítima?

Mi formación fue la normal de un joven chileno: exaltación del nacionalismo patriótico, con base en episodios notables, entre los cuales está la Guerra del Pacífico. El énfasis estaba en el ´nosotros´, sin mayor información sobre el pensamiento de ´los otros´. Algo similar sucedía en la enseñanza boliviana y peruana, aunque desde la perspectiva de la derrota. Quizás por eso el orgullo y el rencor con base egocéntrica nos han impedido asumir dos cosas relacionadas: que si las guerras son episodios desgraciados en la vida de las naciones, la paz debe afirmarse en el reconocimiento de los acuerdos que les pusieron término. A partir de ahí podemos asumir conceptos más flexibles de soberanía o negociar cambios. En síntesis, no podemos calificar a los tratados como ´intangibles´ —eso es propio de la Teología—, pero tampoco olvidar sus normas, presentando como derecho lo que es una aspiración.

¿Cree que ambos países podrían profundizar su relación comercial, si se considera que son complementarios?

¡Qué duda cabe!... somos economías complementarias, en productos y servicios de toda índole. Es una complementariedad latente, que choca contra la enemistad larvada. Es como si viviéramos disparándonos a los pies.

¿Qué lectura tiene Chile sobre la diplomacia de los pueblos?

Si se la piensa como una diplomacia de asambleas callejeras o de consultas a ´las masas´, es jugar con fuego. En sociedades mínimamente complejas, nada puede reemplazar a una buena diplomacia profesional.

¿El tema energético tiene un objetivo estratégico o comercial?

No hay dicotomía. En este caso, lo comercial puede ser complementario de lo estratégico. Si Chile necesita energía gasífera y Bolivia puede proporcionársela, se produce un juego de suma variable. Ambos países ganan y esto puede generar una relación de confianza, que conduzca a una relación normalizada.

¿Cómo percibe la opinión pública la actual relación entre Bolivia y Chile?

En Chile está ganando espacio la opinión pública favorable a una relación normalizada. Antes predominó la apatía o la confusa sensación de que, ante tanto problema, ´la mejor relación con Bolivia es no tener relación´.

¿Cuáles deberían ser las condiciones para el restablecimiento de las relaciones diplomáticas plenas?

La experiencia indica que no debiera haber condiciones previas. La falta de relaciones diplomáticas ha sido pérdida neta para ambos países. Además, cualquiera sabe que se negocia mejor alrededor de una mesa, mirándose a los ojos, que recibiendo presiones a través de los medios o levantando ´ejes´ que nos distraen del objetivo integracionista.

¿Hay posibilidad de que Chile decida reincorporar el tema energético en el diálogo sobre la reivindicación marítima?

El problema ha sido el entendimiento de la ´diplomacia del gas´ como una suerte de canje: Bolivia nos vende gas y Chile entrega soberanía territorial y marítima. Francamente, insistir en ese planteo condenaría el emergente diálogo a un fracaso a corto plazo. La mayor estatura estratégica que tiene Bolivia, gracias a sus riquezas energéticas, debe ser utilizada desde la relación normalizada. La mejor prueba está en el tremendo éxito del presidente Morales en sus negociaciones con Argentina y Brasil sobre el precio del gas.

¿Cómo analiza el acto conjunto que Chile y Bolivia harán en homenaje a Abaroa?

Excelente. Los héroes de nuestros países deben ser respetados, siempre, como primerísima medida de fomento de la confianza. De paso, esto demuestra lo fructíferas que han sido las relaciones entre nuestros altos mandos. En mis actividades académicas verifiqué que los militares chilenos han asumido, plenamente, la necesidad de una mejor relación con Bolivia.
José Rodríguez Elizondo
| Sábado, 24 de Marzo 2007
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