Bitácora

¿Es malo mostrar la guerra?

José Rodríguez Elizondo


Según informacion de La Tercera, los cancilleres de Chile y Perú, preocupadísimos por una teleserie chilena sobre la Guerra del Pacífico, consiguieron que TVN chuteara su estreno para el próximo futuro.

Como sucede casi siempre, en los casos que afectan a la política vecinal, los chilenos de a pie quedamos con un signo de interrogación múltiple:

- ¿Fue consultada la Cancillería previamente, a través de su Dirección de Asuntos Culturales (DIRAC)?
- ¿Quiénes fueron los expertos o los asesores sobre contenidos?
- ¿Hubo previo debate en el Consejo de TVN sobre la congruencia de esa teleserie con los intereses superiores del Estado?
- ¿Estimó DIRAC o algún consejero de TVN que los contenidos de la obra menoscababan la dignidad de peruanos y bolivianos?
- ¿Qué rol juegan, en todo esto, la libertad de expresión y la censura?

Tanta pregunta es pertinente, pues, tras la última chapuza, todos parecen asumir que esa obra del canal estatal a) implica una ofensa para los vencidos y b) está destinada, por tanto, a seguir hurgando en las heridas incicatrizadas.

No sería extraño que así fuera. Hasta el momento, los descendientes de los actores de esa guerra hemos sido rehenes de nuestras historias. O, dicho más exactamente, de aquellos narradores –históricos o de ficción- que no quieren que Chile, Bolivia y el Perú miren de una buena vez hacia el futuro.

Por eso, ha primado en la materia el libre mercado de los nacionalismos, exacerbando prepotencias y rencores, ante la falta de docencia presidencial y la complicidad, el oportunismo o el silencio timorato de los políticos.

Pero… ¿alguien se ha preguntado si, por excepción, la teleserie de marras podría ser un factor de acercamiento y comprensión?

Precedentes

Hay precedentes. El filme Caliche Sangriento, de Helvio Soto, sobre la misma guerra, no fue una apoteosis del patrioterismo chilensis. Al margen de su valor artístico y de acuerdo con la sensibilidad marxiana del cineasta, fue una fraterna descarga de responsabilidades en un tercero. Chilenos, peruanos y bolivianos fuimos víctimas, todos, del imperialismo nitrático de John Thomas North.

También hay un precedente de nivel global: el filme Cartas de Iwo Jima, que mandó al archivo todos esos filmes de guerra que mostraban a los japoneses como tarados y fanáticos sin excepción. Mañana podrá sostenerse, quizás, que esta película de Clint Eastwood hizo más por la amistad nipo-norteamericana que todos los embajadores y cancilleres de la posguerra.

A mayor abundamiento, los militares chilenos ya saben que nunca fue inteligente ningunear a peruanos y bolivianos. Han asimilado, a fondo, ese viejo mensaje de don Alonso de Ercilla, según el cual “no es el vencedor más estimado / de aquello en que el vencido es reputado”.

Gracias a ello, Arturo Prat y Miguel Grau dejaron de ser los “negritos de Harvard” de esta dura historia compartida. En el museo del Morro de Arica hoy luce el busto del héroe peruano Francisco Bolognesi y en el Museo Histórico-militar de Santiago se rinde homenaje a los soldados peruanos y bolivianos que murieron defendiendo sus patrias.

Si la teleserie debe mostrarse, deseemos que nos traiga una buena lección.



Publicado en La Tercera el 14 de marzo de 2007.
José Rodríguez Elizondo
| Miércoles, 14 de Marzo 2007
| Comentarios