Más allá de la distensión entre los mandatarios de Ecuador y Colombia que se produjo el viernes, en la Cumbre del Grupo de Río, el analista internacional y ex embajador José Rodríguez Elizondo se aventura a desmenuzar las entrañas del conflicto que remeció la región durante los últimos días, con especial atención en el rol del Presidente venezolano, Hugo Chávez.
- ¿Qué se puede proyectar de este conflicto?
- Prefiero decirte la hipótesis contrafactual; es decir, la historia que no fue. Uribe asumió un riesgo calculado, eso está claro, él mismo lo ha reconocido. Dio explicaciones inmediatas a Rafael Correa; o sea, reconoció que había violado la frontera con Ecuador y dejó al margen las circunstancias que le agregó, más o menos justificativas. En una circunstancia normal, de decisión democrática, de solidaridad con un gobernante con el cual se mantienen relaciones diplomáticas, Correa pudo haber analizado esas explicaciones, pudo haber iniciado un diálogo, haber puesto condiciones para llegar a una solución satisfactoria o incluso haber llamado a nuestro Panzer diciéndole: “Mire, usted venga a ver lo que me han hecho, pero esto no lo tolero”. Pero Correa no pudo hacer eso.
- ¿Por qué no pudo hacerlo?
- Porque se le adelantó Chávez, y al hacerlo da la impresión de que no hubiese querido un arreglo del conflicto. Y aquí tenemos el rol protagónico de Chávez otra vez más, inmerso como está en su fuga hacia adelante desde que el Rey lo hizo callar. Vino la pérdida del referéndum constitucional, está en una minoría electoral en Venezuela y, por lo tanto, está experimentando la angustia de haberse metido en esta horma china de una revolución socialista con ratificación electoral periódica.
- ¿Acaso ambas cosas son incompatibles?
- Bueno, es una empresa en la cual fracasó ya el sandinismo nicaragüense, y seguramente Fidel Castro le advirtió también que la revolución es incompatible con elecciones democráticas periódicas. Para mí, ése es el cuadro de situación que explica por qué el conflicto tiene un riesgo de escalada: este tercer actor ha sido fundamental.
- Es decir, que a Chávez esto le vino muy bien para arreglar su situación interna.
- Sí, pero como Chávez es un animal político bastante original, está enlazando esto con su ideologismo castrista revolucionario. Al principio, él se contentaba con ser Simón Bolívar, actualmente quiere ser más que Fidel Castro. Fidel está desapareciendo y él quiere ser su heredero, pero al mismo tiempo quiere ser el hombre que superó su proyecto de revolución continental. La historia nos dice que el foco guerrillero de Castro fue una construcción artesanal, más orientado a una maniobra de diversión, para que Estados Unidos no invadiera la isla, que a una factibilidad real. Y ya nadie puede inventar focos guerrilleros nuevamente, pero sí puede haber guerras internacionales entre terceros países, teledirigidas o intervenidas por el chavismo; puede que Chávez esté pensando en que el equivalente actual del foco guerrillero se llama guerra entre terceros países.
- Eso es un salto que va bastante más allá de simplemente salvar un cuadro político complejo en Venezuela.
- Como la realidad no es académica, sino compleja, junto con la fuga hacia adelante está el proyecto de un salto revolucionario que detenga la fuga y lo lleve más allá. Es lo que creo que estamos viendo ahora, la tentación de convertir el foco guerrillero en guerra internacional. Y naturalmente, si ya tiene un agente en Centroamérica, según la percepción de Chávez, si tiene un Gobierno aliado en el eje de Bolivia, otro en Ecuador, le queda al medio la gran tentación bolivariana: nada menos que Colombia. Y Colombia está, en su visión, carcomida por una guerrilla poderosa, un verdadero ejército interno de más de ocho mil hombres que impide un control total del Estado. Una operación de pinzas en la cual Chávez inmovilice fuerzas regulares colombianas en la frontera con Venezuela, induzca una guerra en la frontera con Ecuador y active poderosamente a las FARC con una buena inversión sería realmente la gran aventura del socialismo del siglo XXI.
UN JUEGO PELIGROSO
- Parte de esa escapada hacia adelante, como dice usted, descansa en la presencia de Estados Unidos como aliado emblemático de la Colombia de Uribe.
- Chávez no puede intervenir directamente en una guerra contra Colombia. Prefiere inmovilizar fuerzas de ese país desplegando sus propias tropas en la frontera, porque sabe que al primer soldado venezolano que entre a territorio colombiano se va activar el Plan Colombia de una manera que puede ser inmediatamente aplastante. Chávez es lo bastante informado para saber que una agresión a Colombia concita la unanimidad del espectro político norteamericano.
- Colombia es un punto estratégico para Estados Unidos por el tema de la droga y también por el petróleo. De hecho, hay fuerzas de EEUU resguardando las zonas de los pozos petroleros colombianos.
- Todo esto confluye naturalmente en un Chávez que está estirando la cuerda de una manera demasiado peligrosa. Él ha amenazado a Estados Unidos con su propia medicina; es decir, si Washington utiliza sus recursos económicos para imponer sus políticas, ahora se encuentra con que Venezuela, la Venezuela chavista, está haciendo lo mismo. Lo está desafiando con el recurso económico más poderoso, que es el petróleo. Si al mismo tiempo tiene un buen pretexto para defender la autodeterminación de los pueblos, un buen pretexto para defender la salud de toda la población latinoamericana con respecto a la droga, naturalmente va a intervenir en Venezuela. El juego que está jugando Chávez es muy peligroso. Pero además está su carácter expansivo, porque él, igual que Castro en los años sesenta, tiene la teoría de que mientras más conmoción haya en la región, mayor dispersión de la atención del enemigo hay. Así que él no está jugando a quedarse calladito, sino a provocar el mayor ruido posible.
- Siguiendo con el factor externo en la política interna, ¿cuál es el juego de Uribe?
- Lo normal es que él, en estos momentos, se esté consolidando, porque su promesa electoral fue la de acabar con la guerrilla, y su cálculo al violar la frontera con Ecuador fue hecho sobre la base de que ahí estaba el segundo hombre de la guerrilla, que para todos los efectos reales era el primero.
- Y eso le reditúa mucho, seguramente.
- Manuel Marulanda es el líder simbólico, el padre fundador, pero ya es un líder octogenario. Raúl Reyes significaba una alta tentación por su rentabilidad política interna. Hoy, Uribe puede demostrar que está venciendo militarmente a las FARC, y eso es un gran rédito desde el punto de vista político interno.
LA COARTADA HUMANITARIA
- Este cuadro estuvo antecedido del tema de la liberación de rehenes por parte de las FARC, por demanda de la opinión pública internacional.
El tema de los rehenes es de la mayor sensibilidad y ha sido objeto de un uso abusivo por parte de las FARC y de Chávez. Sobre la base de la emocionalidad, del drama de los secuestrados y sus parientes, se montó un show mediático, la Operación Emmanuel, que contaminó hasta jefes de Estado que contribuyeron a esta causa pensando que era buena para su imagen, sin darse cuenta que estamos en presencia de una coartada humanitaria. Ésta pone el énfasis en la buena voluntad de los secuestradores para liberar rehenes y no en el secuestro mismo; la lógica indica que estamos ante una perversión del concepto liberación y del concepto humanitario.
- ¿Qué tanto se debilitan las FARC tras este episodio?
- Las FARC aparecen debilitadas por múltiples motivos: primero, porque si es cierto que Raúl Reyes fue detectado por su conversación telefónica con Chávez, quiere decir que ellos, que operan desde el más riguroso compartimentaje, clandestinidad y codificación, están sujetos a la falta de contención de un Mandatario que es locuaz por excelencia y que no vacila en disponer movimientos de tropas desde la televisión. En segundo lugar, esta misma imagen de una guerrilla de secuestradores o de narcoprotectores, que ahora se está expandiendo por el mundo con mayor vigor que antes, seguramente los va a privar del apoyo que estaban recibiendo, o va a hacer que quienes antes eran poco cuidadosos con su contacto, hoy extremen el rigor antes de aparecer “contaminados” con las FARC.
- La lectura pro FARC es al revés: que Uribe, ante la inminencia que la guerrilla empiece a liberar a sus secuestrados y mejore su imagen, se adelantó generando este conflicto militar.
- Sí, claro, pero ésa es la perversión de la lógica. La liberación de rehenes no es un mérito de las FARC, sino una negociación de conveniencia para ellos, en la cual ocultan la causa primera, que es el secuestro. Un secuestrador no es bueno porque libera un secuestrado, porque eso incluso le puede convenir monetariamente. Un secuestrador es intrínsecamente perverso porque secuestró. No hagamos estas disquisiciones sofísticas entre guerrilleros con métodos terroristas; el que usa métodos terroristas es terrorista.
- Más allá de la actuación de la OEA, el episodio ha revelado el peso de Itamaratí, de la diplomacia brasileña en la región.
- Sí. Yo creo que Brasil está haciendo valer su peso propio y la inteligencia de Itamaratí. Ha sido muy buena idea de Alejandro Foxley el haber hecho consultas con Amorim en una primera instancia; aquí, nosotros vimos que hubo una primera reacción un poco ideológica de nuestra Presidenta, de ver sólo el factor violación de fronteras por parte de Uribe, pero después de las consultas con Itamaratí, Chile ha logrado reflejar la complejidad horrible de este caso.
- ¿No fue lo más adecuado la reacción inicial chilena, en función del gran objetivo de nuestra Cancillería, que es obtener un triunfo en La Haya frente a Perú?
- Es que pretender que nosotros compremos incondicionalmente el paquete de Correa, con el ingrediente de Chávez, es utópico. Sería demasiado evidente que lo hacemos para que Ecuador nos apoye integralmente en nuestro pleito en La Haya. Mi reflexión es que Ecuador está tan interesado como Chile en que prevalezca la posición jurídica chilena en La Haya, porque son firmantes de los mismos documentos. Sería muy peligroso para Ecuador que se determinara que el paralelo no es el límite marítimo con respecto a Chile, pero que sí puede serlo con Ecuador, porque en una segunda instancia podría haber también un problema por ese lado. Es decir, la solidaridad de Ecuador con Chile en el pleito es una cosa que está predeterminada por la firma de los documentos. Chile le haría un daño a Ecuador, y Michelle Bachelet le haría un daño a Correa si no tuviera un apoyo crítico con respecto a Ecuador. Digámoslo de otra manera: que Chile apoye a Ecuador no significa que tenga que hacer causa común con Chávez contra Colombia.
LA MIRA DE WASHINGTON
- Más allá de esta distensión mediática entre Uribe y Correa, ¿se puede traducir esto en una eventual escalada, ahora o en otro momento, de Estados Unidos en el área?
- Bastaría muy poco estímulo para que Estados Unidos interviniera.
- ¿Qué significa intervenir?
- Primero, la presión diplomática, pero además intervenir puede significar desembarcar tropas, en eso consiste la intervención clásica de Estados Unidos o bombardear; o sea, poder militar, para lo cual en la historia moderna se necesitan siempre escenarios. Y un escenario en el cual un batallón venezolano se introduzca en Colombia es el elemento indispensable para que opere el poder militar norteamericano, que es la intervención clásica. Y ahora, haciendo política ficción, muchas veces no se necesita que esos escenarios sean reales, y ahí está el peligro de manejarse al filo de la cornisa con las bravatas. Cuando un Mandatario encuentra bravatas no se da cuenta, tal vez, que está marchando al filo de la cornisa, porque Estados Unidos no necesita que el escenario que han imaginado se haga realidad. Ahí está el caso del golfo de Tonkin, en Vietnam, o el caso de las armas de destrucción masiva en Irak; perfectamente puede crear imágenes que conduzcan a que la opinión pública interna, que es la que más le interesa a Estados Unidos, diga que ya se cumplieron los requisitos necesarios para que actúen sus fuerzas militares.
- Además, está el antecedente de 1989, la invasión de Panamá.
- Tienes razón, porque el precedente de Noriega debe tenerlo muy claro Hugo Chávez. Está el canal de Panamá por último, existen todos los elementos necesarios para que los servicios secretos de Estados Unidos monten un escenario como saben hacerlo.
- No es descartable.
- No es descartable en absoluto.
Publicado en La Nación Domingo, el 9 de marzo de 2008.