Bitácora

EVO Y LA METÁFORA ISRAELÍ

José Rodríguez Elizondo

 

Antes del ciclo amistoso con Ricardo Lagos y Michele Bachelet, el entonces diputado Evo Morales reveló que los Estados Unidos querían convertir a Chile en el Israel de América Latina.

Obviamente, no fue una alusión a nuestro desarrollo tecnocientífico ni el reconocimiento de que también somos un pueblo elegido por Yahvé. En rigor, fue la aplicación de un artefacto fabricado en La Habana, durante los años de la guerra fría y aplicado después por Hugo Chávez a la Colombia de Alvaro Uribe. En esa semántica, ser Israel significaba ser sicario del “imperio”.

Por eso, la idea de Morales respecto a nuestra relación bilateral parte desde el recelo. Si los chilenos éramos “los malos” (los israelíes) de esta historia, los bolivianos eran “los buenos” (los palestinos) y debían luchar para expulsarnos del litoral perdido. Llegado a la Presidencia, aplicó a Chile esa percepción maniquea, con el viento del indigenismo a su favor. Al efecto, dialogó con sus homólogos huincas, pero no para negociar concesiones  posibles y recíprocas –que es el alma de la diplomacia real-, sino para ambientar una imposición extravagante: salida soberana al mar por Arica, sin compensaciones y como si sólo de Chile dependiera.

En tales condiciones (y sin mencionar problemas políticos internos), su viraje del 23 de marzo fue una profecía autocumplida: si en todo diálogo con los chilenos había una trampita o una pérdida de tiempo, mejor era arrastrar a Bolivia hacia el enfrentamiento inevitable…aunque éste comenzara en “los tribunales internacionales”. Apuntemos que la demanda peruana contra Chile en La Haya se le había convertido, ya, en un señuelo irresistible.

Prisionero de la metáfora israelí, Morales hoy parece abrigar la recóndita y paralela esperanza de inducir el aislamiento geopolítico de Chile. Así, el Presidente Sebastián Piñera quedaría en situación similar a la del Primer Ministro Biniamin Netanyahu y Bolivia podría denunciar, sin riesgo, el Tratado de 1904. Sin embargo, los tercos hechos tampoco le hacen caso en esta línea. En la ONU, igual que en la fenecida Sociedad de las Naciones (1920), no hubo eco para sus demandas de apoyo. Antes, en la OEA, comprobó que no era lo mismo solidarizar con Bolivia para debilitar al general Pinochet (Asamblea de 1979), que aislar al Chile democrático de Piñera.

Es que no existe parangón posible entre el aislamiento realmente existente, que experimenta Israel en su región, desde 1948 y las percepciones chilenas de amenazas de aislamiento, post-guerra del Pacìfico. Aquel ha sido verificado de manera sistemática, por cuenta de vecinos y paravecinos, con seis guerras, crisis recurrentes y un estado de “paz fría”. Las percepciones chilenas, por su lado, vienen de una tesis geopolítica (la HV3) y se han activado y desaparecido durante más de un siglo. A mayor abundamiento, esa tesis no implica a la región sino a los tres vecinos; las amenazas reales se han solucionado mediante diálogo y/o negociaciones, y sólo una vez (1978) condujeron al “avistamiento” de una guerra.

Entonces…¿ nadie le ha dicho a Evo Morales que sólo Israel es Israel? ¿Ignora que los fundamentalistas islámicos, que exigen su desaparición del mapa, se reciclan con los israelíes integristas, que exigen las fronteras bíblicas de Eretz Israel? ¿Leyó alguna vez el lema de la Unesco según el cual “las guerras nacen en la mente de los hombres” y es en esa mente donde deben construirse “los baluartes de la paz”?

El caso es que, sépalo o no don Evo, el buen deseo general respecto a una mejor relación bilateral sigue chocando con los ideologismos. Es lo que derriba los baluartes de la paz antes de que se consoliden, clavándonos como rehenes de una doctrina irredentista, que pretende ser La Historia.

Por ello, bolivianos y chilenos debiéramos terminar con las autovictimizaciones, las conmiseraciones y soberbias; asumir la realidad dura, para encontrar las soluciones posibles, y hacer efectiva, de una buena vez, la cruda responsabilidad de las metáforas.
 

(Publicado en La Segunda, 7.10.2011)

José Rodríguez Elizondo
| Sábado, 8 de Octubre 2011
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