Bitácora

EL NOBEL DE DYLAN Y LOS GENEROS INTANGIBLES

José Rodríguez Elizondo

Como siempre, había candidatos con supuestos mayores merecimientos que Bob Dylan para el Nobel de Literatura. Sin embargo, el suyo brinda una señal importante: la Academia Sueca no se deja anquilosar


Recibo dos "memes" sobre el último Nobel de Literatura. Uno supone a Juan Luis Guerra postulando al de Química por sus hallazgos sobre la bilirrubina. Otro lo supone compitiendo con Sabina, por su long play Física y Química.

Divertidos son, aunque sus autores ignoren que contienen una burla reaccionaria. Y no sólo porque Bob Dylan sea un buen representante de los que aquí llamamos “cantautores progresistas”. Además (y en lo fundamental), porque reflejan la tendencia anacrónica a encasillar los géneros artísticos como intangibles e inmutables. Como si no evolucionaran ni se interpenetraran.

Afortunadamente, la luz vino desde Europa. Quizás nos llegó cuando el político Winston Churchill recibió el premio (encantadísimo) por sus memorias y textos de la segunda guerra mundial, o cuando el filósofo Sartre lo rechazó por motivos ideológicos (un amigo sueco me apunta que eso fue para la exportación: Jean Paul estaba furioso porque Albert Camus lo había recibido pocos años antes).

Por nuestro retraso comparativo, aquí ni nos percatamos de que, en vez de cantautora, Violeta Parra fue una poeta excelsa. Y eso que nos lo había advertido Nicanor. Nos perdimos una gran candidata, tan meritoria como su hermano.

En esa línea y como tangómano, pienso en cuantos postulantes se perdieron los letristas de tango. Y no sólo evoco a Discépolo y su universalizado Cambalache. También recuerdo a los más cercanos Astor Piazzolla y Horacio Ferrer. ¿O alguien cree que Balada para un loco es sólo música?

También nos ha costado, en Chile, desglosar la ficción de la no ficción. En sí es un desglose rudimentario, pero un pequeño progreso. Antes, todo lo que no fuera narrativa y poesía “puras” no era literatura y se mandaba al trasto de los ensayos, el periodismo o los libros académicos. Ortega y Gasset no habría sido digno de una crítica literaria. Los textos periodísticos de Ernest Hemmingway, Mario Vargas Llosa y Gabriel García Márquez, eran la parte bastarda de su obra mayor.

Agrego un dato de la más pura autorreferencia: por considerarlo un gran poeta, incluí unos versos de Bob Dylan como epígrafe en mi primer libro (1968). Los extraje de su armagedónico canto Dios está de nuestro lado.

A mayor abundamiento, como decimos los abogados, es un hecho que se recuerda mucho más a los poetas musicalizados que a los poetas “puros". El hijo de un amigo, demostrando que tuvo una educación de calidad, me hace un apunte importante: “si nos remontamos al pasado, clásicos griegos como Platón y otros escribían para ser cantados”.

Quizás por eso, Neruda pidió a Vicente Bianchi que le pusiera un buen ritmo a algunos poemas de su Canto General.

Nuestro Nóbel se las sabía por libro
José Rodríguez Elizondo
| Lunes, 17 de Octubre 2016
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