El líder venezolano sabe que su lobby fue decisivo para colocar al chileno a la cabeza de la OEA, permitiendo a Ricardo Lagos mostrar un mejor balance de su política regional. Pero, sesgando los efectos de su apoyo, estima que Insulza y Chile le quedaron hipotecados. Así, aquel no debió criticar su tirria contra Radio Caracas Televisión y, por tanto, debe ser degradado de pánzer a pendejo.
Por lo señalado, estacionarse en la insultadera es ignorar la tramoya de este reality. Lo fundamental es que, en diferido y en un marco de importancia superlativa –el inicio de una segunda fase revolucionaria-, Chávez está desquitándose de dos supuestos agravios del actual gobierno de Chile: el parelé a su embajador Víctor Delgado y el no apoyo a su candidatura para el Consejo de Seguridad.
Para ese efecto y aunque la metáfora parezca incongruente, el hombre cortó la cuerda por lo más delgado: por Insulza. Fue un matiz astuto, pues implica endosar a Michelle Bachelet la eventual deuda nacional, aunque reconociendo que (todavía) no puede disparar contra ella. Es que Bachelet no sólo se ha mantenido ajena a los “ejes” que intranquilos nos bañan. También goza de una franca popularidad internacional, que el propio líder venezolano ha reconocido con mimos y chinchoseos.
La naturaleza de la OEA
Agreguemos que en el despecho antichileno de Chávez yace un malentendimiento de la naturaleza de la OEA. El quiere olvidar que los funcionarios de ese organismo multilateral, así como los de la ONU, no pueden ni deben reflejar intereses nacionales. Normativamente, deben asumir la patria del sistema, es decir, el carácter exclusivamente internacional de sus responsabilidades.
El artículo 118 de la Carta de la OEA es categórico: “ (…) el Secretario General y el personal de la Secretaría no solicitarán ni recibirán instrucciones de ningún Gobierno ni de ninguna autoridad ajena a la Organización, y se abstendrán de actuar en forma alguna que sea incompatible con su condición de funcionarios internacionales responsables únicamente ante la Organización”.
Importa tomar nota de esto, pues en Washington hay quienes estiman que el sutil y habilidoso Insulza ha descuidado las formas de esos entendimientos. En los corrillos burocráticos se dice que se ocupa demasiado de Chile y que, en este caso venezolano, antes de criticar públicamente la política mediática de Chávez, debió premunirse de un mínimo blindaje sistémico. Por ejemplo, un esbozo de proyecto de acuerdo ante el Consejo. Al disparar en solitario, cometió un error no provocado.
Mal síntoma, pues indica que nuestro pánzer se aleja de su propósito original de dedicarse a ser un gran jefe internacional, pues lo demás vendría por añadidura. Apremiado, quizás, por los tiempos políticos chilenos, estaría manejando con descuido los tiempos de su “pega”. Lo más grave es que, si demasiados lo perciben actuando con un ojo en la OEA y el otro en La Moneda, Chávez tendrá una buena coartada para exigir formalmente su renuncia, mediante un lobby rectificatorio.
Publicado en La Tercera el 11 de enero de 2007.