Bitácora
Conflicto internacional causa general chacotero
José Rodríguez Elizondo
A continuacióin, el texto completo de mi análisis sobre el "caso Donayre". Fue publicado en versión resumida en el diario La Tercera, el 30.11.2008.
Cuando el comandante general peruano Edwin Donayre lanzó su brindis célebre, con la consigna de enviar a los chilenos de vuelta a su país en cajones o bolsas de plástico, no pensó que sería paradigmático desde tres puntos de vista: respecto a la desigual relación entre Alan García y Michelle Bachelet, a la dificultad para sostener la política de cuerdas separadas chileno-peruana y a la complicada relación de Alan García con sus propios militares.
Sobre lo primero, un ligero esfuerzo de imaginación permite asomarse a la reacción rápida y maquiaveliana de García, respecto al video con esas “expresiones infelices”, como las calificó el canciller peruano José A. García Belaunde. Si el presidente peruano fue el primero en conocer dicho estropicio, tenía una ventaja táctica: sorprender con la información a su colega chilena y darle de inmediato las explicaciones consiguientes. Así ganaría el quien vive a Fabio Vío –el recién instalado embajador de Chile- y, gracias a su gesto, podría abortar una eventual ruptura de la política de cuerdas separadas. Sobre esas bases, hasta dispuso el escenario de su llamado telefónico a Bachelet: lo haría en presencia de sus ministros.
Bachelet, que atendió el llamado directo e intempestivo de García en medio de sus actividades agendadas, reaccionó tal como había previsto el peruano. En vez de darse tiempo antes de asumir un compromiso –le habría bastado decir “pediré informe a mi canciller y le devuelvo el llamado de inmediato”-, agradeció ser informada por su propio colega, aceptó sus excusas, escuchó que Donayre pasaría a retiro y dio por superado el incidente. Por cierto, ella ignoraba dos cosas: que la estaban escuchando los ministros convocados por García y que el retiro del general no era una sanción, sino el resultado de un expediente de retiro que contemplaba el 5 de diciembre como fecha de cese de funciones.
Este episodio afecta la política de cuerdas separadas por una razón elemental: ésta se sostiene, en último término, en la buena fe de ambos jefes de Estado. Se supone que ambos deben imponerla a sus agentes y que les está vedado usar trucos para burlarla. En este caso, parece evidente que el muy experimentado García burló la buena fe de Bachelet, sobre la base de su mejor manejo de las “diabluras políticas”.
Trampa semántica
Las secuencias inmediatas comprobaron que la mala astucia no paga. Cuando los medios informaron que Donayre quedaría impune y que Bachelet había caído en una trampa semántica, el incidente se reposicionó y en peor forma que si hubiera transcurrido por los carriles diplomáticos normales.
En la mañana del 28 de noviembre, el canciller Foxley declaró que la Presidenta dio por superado el incidente “en la medida en que este señor (Donayre) pase a retiro y eso todavía no ha ocurrido”. En la tarde, la Secretaría General de Gobierno emitió una declaración que enfatizaba el malestar de Bachelet. Su primer párrafo señala que ante la gravedad de las ofensas de Donayre, “el gobierno de Chile reitera que ellas no sólo son inapropiadas, ofensivas e inamistosas, sino que no se compadecen con las relaciones que ambos países, en razón de su vecindad, procuran mantener”. A continuación, explica que la Presidenta esperaba que el pase a retiro de Donayre “tuviera un efecto reparador y no fuera la consecuencia de una decisión administrativa prevista con antelación”. Termina expresando que, sobre tales bases, el gobierno chileno “no estima oportuna la visita a nuestro país del ministro de Defensa del Perú prevista en razón de la Exponaval”.
En el Perú, las autoridades y los medios rizarían el rizo según los reflejos del nacionalismo irreductible. Estos calificaron la reacción de Foxley como una “pataleta” y el ministro de Defensa, Antero Florez Araoz, “recordó” que era facultad de García fijar la fecha de salida de Donayre. Es decir, en lugar de ver el episodio como un caso de pésimo diálogo interpresidencial, quisieron entenderlo como la pretensión de la presidenta chilena de fijar pautas al presidente peruano, respecto a la fecha de retiro de Donayre. Pronto el episodio que dio origen a todo esto quedó atras, para ser sustituido por una áspera disputa entre las autoridades de ambos países
Por último, el caso confirma la fragilidad de la relación de García con sus propios militares. Es que, además del legado maligno que dejó Fujimori en el sector, el presidente peruano no se ha caracterizado por avanzar prudentemente en materia de reinstitucionalización de esos servicios estratégicos A la inversa, ha mostrado una debilidad imprudente, que comenzó a evidenciarse con su llamado de atención al ex ministro de Defensa Allan Wagner: le reprochó decir en voz alta que los militares peruanos seguían en déficit, pues los vecinos estaban escuchando.
El caso Donayre, en definitiva, demostró que García no cuenta con el mínimo necesario de lealtad y/o responsabilidad de los mandos que él mismo ha designado. Baste pensar que los comandantes generales de Toledo esperaron pasar a retiro, para decir públicamente lo que pensaban sobre Chile.
Sobre esa base, los pilares de la buena fe y militar de la política de cuerdas separadas se han revelado poco firmes. La prueba de fuerza a que los sometió Donayre, un jefe militar “chacotero” según propia confesión, han dejado a esa política con muy poco espacio por delante.
Editado por
José Rodríguez Elizondo
Escritor, abogado, periodista, diplomático, caricaturista y miembro del Consejo Editorial de Tendencias21, José Rodríguez Elizondo es en la actualidad profesor de Relaciones Internacionales de la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Su obra escrita consta de 30 títulos, entre narrativa, ensayos, reportajes y memorias. Entre esos títulos están “El día que me mataron”, La pasión de Iñaki, “Historia de dos demandas: Perú y Bolivia contra Chile”, "De Charaña a La Haya” , “El mundo también existe”, "Guerra de las Malvinas, noticia en desarrollo ", "Crisis y renovación de las izquierdas" y "El Papa y sus hermanos judíos". Como Director del Programa de Relaciones Internacionales de su Facultad, dirige la revista Realidad y Perspectivas (RyP). Ha sido distinguido con el Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales (2021), el Premio Rey de España de Periodismo (1984), Diploma de Honor de la Municipalidad de Lima (1985), Premio América del Ateneo de Madrid (1990) y Premio Internacional de la Paz del Ayuntamiento de Zaragoza (1991). En 2013 fue elegido miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias Sociales, Políticas y Morales.
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