Bitácora

Transferencia del Conocimiento (I)

Redactado por Fernando Davara el Sábado, 24 de Marzo 2007 a las 00:18 | Sábado, 24 de Marzo 2007

No basta adquirir sabiduría; es necesario también usarla.
Cicerón, De finibus

Posiblemente se me tilde de repetitivo si menciono, una vez mas, que nos encontramos en la Sociedad de la Información tratando de avanzar hacia la del Conocimiento. Pero al hacerlo quiero reiterar la importancia que doy a esta distinción entre sociedades, uno de los pilares en los que me apoyo para continuar con mi campaña en favor del Conocimiento y la Innovación.

Por coherencia con lo expuesto, asumo el riesgo del reproche y comienzo este artículo aludiendo al profundo cambio económico y social del que somos testigos presenciales, caracterizado principalmente por la transición desde una sociedad industrial, cuya economía se basa en la transformación de materias primas y la obtención de productos manufacturados, hacia otra nueva cuya característica mas distintiva es la información, junto con las tecnologías a las que denominamos TIC (de la información y las comunicaciones) que permiten gestionarla.

Por diversas causas conocidas, que evito exponer para no alargar innecesariamente el texto, algunos países se encuentran todavía en la primera de las sociedades, intentando alcanzar la segunda. Otros están a caballo entre las dos, y un tercer grupo ya establecido en la sociedad de la información, continúa su progresión, con diferentes velocidades, hacia la sociedad del conocimiento, caracterizada también por la información y las TIC, pero donde el énfasis se pone en el saber y la creatividad, siendo las tecnologías instrumentos de apoyo. Así que, con independencia de los avances tecnológicos puestos en la escena, tal sociedad será mucho mas humana que las anteriores.

Gestión del Conocimiento

Si el objetivo es llegar a establecerse en la Sociedad del Conocimiento es preciso ser conscientes de que el activo fundamental es el saber, que no puede comprarse ni venderse, pero si gestionarse y administrarse, lo que supone llevar a cabo acciones para crearlo y conservarlo, aumentarlo y difundirlo.

Basándose en estas reflexiones pudiera parecer que la gestión del conocimiento es algo muy moderno, incluso futurista, pero hace ya más de una década que comenzó a utilizarse este término, traducción del conocido “Knowledge Management” que inundó a mediados de los años 90 la literatura anglosajona especializada en la materia.

En la actualidad, y después de haber pasado por diversas vicisitudes, la Gestión del Conocimiento es un término mayoritariamente aceptado que, con pequeñas diferencias, más de forma que de fondo, define el proceso, y los sistemas que lo hacen posible, de obtener, almacenar, organizar, mantener, procesar y difundir el conocimiento de una organización, organismo, institución o sociedad, con objeto de acumular mas conocimiento y utilizarlo para poder obtener beneficios de todo tipo.

Todas estas fases que completan el “ciclo de vida” del conocimiento no son fáciles de llevar a cabo, como puede deducirse de la complejidad de acceder, capturar, almacenar, etc., este activo intangible. Una de las consecuencias de tal dificultad es que la gestión no siempre es satisfactoria, provocando decepciones que inducen a abandonar este tipo de proceso sustituyéndolo por otros más fáciles y de resultados aparentemente más beneficiosos.

La experiencia de los últimos años muestra que existe una tendencia bastante generalizada a aplicar la Gestión del Conocimiento en las organizaciones con una visión limitada en lo que respecta a la fase de difusión o transferencia, que es precisamente una de las más importantes al ser responsable de generar beneficios en los receptores del conocimiento.

Transferencia del Conocimiento

¿Dónde se identifica esta limitación en la gestión del conocimiento que hace que no siempre se aplique satisfactoriamente? Principalmente en la transferencia, dado que, en muchas organizaciones si bien acostumbra a existir la voluntad de difundir el capital intelectual, se hace con una visión limitada a entornos muy particulares o influida por otros factores diversos.

De igual forma que le sucede a una persona, cuando una organización acumula cierta cantidad de conocimiento (o saber) parece lógico que trate de compartirlo e impartirlo, pues de esta forma obtendrá rendimientos de todo tipo (económicos, sociales, profesionales, etc.) constituyéndose en uno de los referentes en su dominio de excelencia, sin olvidar que la interacción con otras organizaciones al transferir el conocimiento tendrá entre otras consecuencias la de aumentar el suyo propio.

Esta hipótesis podría refutar lo expuesto en el párrafo precedente a ella, respecto a las visiones limitadas en la aplicación de la transferencia del conocimiento. Pero si se analizan los diferentes paradigmas que suelen existir en la difusión se deduce que, aun siendo cierta, no es representativa de la mayoría.

Existe un primer modelo, bastante extendido, al que podemos denominar endógeno, que entiende la transferencia del conocimiento como un proceso interno de difusión en la propia organización con objeto de generar más conocimiento así como de obtener beneficios y ser más competitivos.

Un segundo modelo, exógeno, trata de transferir el conocimiento hacia el exterior pero buscando un beneficio, normalmente económico, y lo que en realidad se transfiere es tecnología. Aunque próximos, los dos conceptos son diferentes; al transferir tecnología se incorporan a los mecanismos de producción los conocimientos obtenidos fuera de ellos, bien con ánimo de lucro, entre empresas, o de difusión de resultados de investigación, entre universidades e instituciones de investigación y empresas.

Existe un tercer modelo, mezcla de los anteriores, donde se admite la transferencia interna, pero se trata de evitar la externa, bien de conocimiento, bien de tecnología, ante el temor de que aumente la capacidad de otros o de que nuestro saber pierda parte de su valor si lo compartimos.

En todos estos casos se trata de obtener beneficio en términos económicos, comerciales, financieros, de competitividad, etc., lo que no deja de ser plausible, pero siempre están dirigidos a un objetivo claramente identificado.

En la Sociedad del Conocimiento las organizaciones deben ser capaces de adquirir, generar y utilizar el conocimiento; pero es necesario transferirlo en beneficio de la propia sociedad, ayudando a su desarrollo socioeconómico y generando más conocimiento, que se convertirá a su vez en algo útil para ella.

En definitiva, al enfrentarse al reto de alcanzar la Sociedad del Conocimiento debe plantearse e implementarse la introducción de este modelo social de transferencia, adecuando o adaptando las empresas y organizaciones para asumir estos cambios.
Fernando Davara
| Redactado por Fernando Davara el Sábado, 24 de Marzo 2007 a las 00:18