Bitácora

Las Nuevas Tecnologías y la Infancia

Redactado por Fernando Davara el Viernes, 14 de Abril 2006 a las 01:03 | Viernes, 14 de Abril 2006

Continuando mi paseo por los aspectos sociales del fenómeno científico tecnológico, hoy quiero dedicar este artículo a un tema de patente actualidad, causa de grandes debates entre padres y educadores: los niños frente a las nuevas tecnologías.

Confieso que es algo que siempre me ha preocupado, posiblemente por mi especial relación con la gente menuda, pero que nunca me había atrevido a abordarlo de forma escrita, ante mis evidentes limitaciones, por la falta de experiencia en este dominio.

Pero en estas fechas se han sucedido tres circunstancias anecdóticas, que me han llevado a escribir el artículo; la primera, por su importancia sentimental, está representada por unas largas horas de trabajo ante el ordenador, acompañado y ayudado por una de mis “niñas preferidas”, donde he podido confirmar mi apreciación sobre su capacidad de aprendizaje y uso de cualquier nueva tecnología. Posteriormente tuve una conversación con una buena amiga sobre el tema de la publicidad infantil, en el transcurso de la cual me mostró su preocupación acerca de la necesidad de analizar su impacto en la formación de los más pequeños. Finalmente, la publicación en nuestra revista Tendencias 21 de un artículo de Alicia Montesdeoca titulado Un huracán sacude a la educación fue la última pieza que me impulsó a decidirme a componer este puzzle.

Las nuevas tecnologías, en particular las de la información y comunicaciones (las denominadas TIC) se han convertido en un compañero habitual de nuestras vidas, cuyo impacto nos afecta a todos, pero de forma más sensible a los niños que por sus vulnerabilidades están más expuestos a su influencia. Un niño del siglo XXI convive con las tecnologías prácticamente desde su nacimiento, como si naciera con ellas incorporadas, de modo que rápidamente llegan a constituir una parte natural, y muy atractiva, de su entorno.

En principio parece que es una responsabilidad de padres y educadores garantizar que las primeras experiencias con la tecnología sean las más adecuadas para el desarrollo y formación de los niños, pero la realidad no es tan evidente, como lo demuestra el hecho de que en ambos colectivos no todos parecen estar de acuerdo sobre la bondad, o maldad, del uso de la nuevas tecnologías.

Un gran número de expertos siguen la teoría de que los niños aprenden por medio de la creación de su propio conocimiento, asimilando los cambios que aparecen en su entorno y descubriendo continuamente cosas nuevas. Sobre esta base parece adecuado facilitar el uso de las nuevas tecnologías, que ayudarían a los niños a ir creando su propio saber al estimular o ayudar la capacidad de aprender.

División de opiniones

¿Porqué entonces la división a favor y en contra? El problema surge normalmente debido al mal uso, en muchas ocasiones abuso, que se hace de las nuevas tecnologías. Muchos padres y educadores opinan (opinamos) que los niños dedican demasiado tiempo a la televisión, videojuegos, consolas, Internet, etc., Pero también muchos, entre los que me vuelvo a incluir, consideramos que los niños necesitan aprender, no solo jugar, y en este sentido no pueden negarse las evidentes posibilidades de las nuevas tecnologías, siempre que se perciban como algo mas que pura diversión.

Pensemos, por ejemplo, en la enorme capacidad de adquirir conocimiento que puede obtener un niño haciendo una búsqueda de información en Internet (puedo constatar que lo hacen) cuyos resultados normalmente serán sintetizados para obtener conclusiones, sus propias conclusiones, generando mas conocimiento. O bien, pensemos en el caso opuesto, desgraciadamente demasiado habitual, ¿que utilidad puede tener el permanecer varias horas abstraído frente a una consola de videojuegos, muchas veces por adicción, sin mas productividad que el placer emocional y la ocupación del tiempo en detrimento de otra tarea mas formativa o, porqué no, mas lúdica?

Uno de los elementos más inquietantes proviene de la enorme dimensión del mercado infantil que lo convierte en un objetivo estratégico de las industrias de juegos y publicidad. La influencia de esta última, apoyada en una de las tecnologías de mayor impacto en el mundo infantil, como es la TV, se extiende día a día entre nuestros niños y jóvenes. Según estudios recientes un 96% de la población infantil admite ver la televisión, normalmente por diversión, y en un porcentaje nada despreciable confiesan hacerlo por el simple hecho de que se encuentra encendida.

El peligro proviene de que algo tan usual y atractivo pueda afectar a sus conductas, como ellos mismos reconocen al confesar que, aunque los anuncios son “poco interesantes”, se sienten influidos por ellos en bastantes ocasiones. Si los adultos que tenemos en parte una posibilidad de filtrado, representada por nuestras creencias, conocimientos, intereses, etc., no somos a veces capaces de escapar a este influjo, ¿que no será en los niños que no disponen de estas herramientas intelectuales y morales?; pues que se convierten en un blanco fácil susceptible de recibir mensajes cuya errónea interpretación puede actuar negativamente en su aprendizaje y formación.

Además, no solamente se actúa sobre los niños. En determinados casos, algunos de los responsables de ellos se sienten “cautivados” por ciertos estímulos permitiendo y favoreciendo el uso de productos tecnológicos sin haber razonado antes la conveniencia o no de su utilización, dejándose arrastrar simplemente por una moda o conveniencia.

Tampoco puede olvidarse a ciertos padres o tutores que llevados por las especiales circunstancias de trabajo o estilo de vida, e incluso por una cierta comodidad, conceden a los niños todo tipo de facilidades para acceder “sin llave” o control de ningún tipo a cualquier medio tecnológico que les mantenga entretenidos, pasando así a integrar la que se conoce como “generación de la llave” (¡gracias Paloma por la información!)

Distorsión tecnológica

En su artículo mencionado anteriormente Alicia Montesdeoca hace referencia a la que denomina “la distorsión tecnológica”, considerando que “al quedarse anclado con el último artilugio entre las manos, al dejar que las tecnologías ocupen el espacio que le corresponde a la inspiración del alma del niño o del adulto, todos corren el riesgo de pensar que ya no hay nada más que hacer.

Por eso se inhiben de cualquier protagonismo, porque son otros los que inventan: se acepta sólo lo que unos pocos son capaces de crear; se empobrece las visiones de la vida; se supone que hay límites en la creatividad humana; se pelea por lo que otros tienen al no reconocerse con posibilidades propias. A partir de estos presupuestos, las salidas naturales son la irresponsabilidad, la anomia, la falta de ilusión, la desesperanza, el desencanto y el conformismo, tan presentes en las nuevas generaciones, y en las menos nuevas”

En resumen que en el análisis acerca del uso de las nuevas tecnologías por parte de los niños aparecen tantas luces como sombras, lo que explica la división de padres y educadores en partidarios y detractores. Pero no hay que perder la esperanza, pues es mas fácil ver en la luz que en la oscuridad; busquemos la parte positiva.

Es evidente que tratándose de niños, los miembros mas débiles de la sociedad y también los futuros responsables de ella, debemos huir de posiciones encontradas, para tratar de buscar el equilibrio; lo fácil y cómodo es situarse en una de las dos visiones extremas, es decir, o bien no poner la tecnología a disposición de los niños, o bien hacerlo sin un control adecuado.

Lo difícil, pero a mi juicio correcto, es utilizar las nuevas tecnologías como cualquier otra herramienta, para que ayuden de forma apropiada al desarrollo de los niños, con un enfoque responsable que instruya en su uso adecuado, imponiendo controles, obteniendo así la mayor eficacia formativa.

Mi opinión es que todos, padres y educadores, debemos ser responsables de fomentar el uso de estas tecnologías, como un complemento de la formación infantil, al facilitar el aprendizaje y la obtención de conocimientos, pero con la oportuna vigilancia y orientación, sin dejarse llevar en ningún momento por modas o por los deseos o caprichos de los mas pequeños. Hay que cuidar además que las tecnologías no sean solamente una ayuda para desarrollar o reforzar actividades mecánicas, sino que favorezcan la experimentación y fomenten la creatividad como una forma mas de adquisición de conocimiento.

La tarea nos incumbe a todos, padres, formadores, sociedad, etc., pero no debemos esperar a que nos presenten soluciones por medio de normas y reglas, etc., sobre protección de la infancia. Esta sería una toma de posición cómoda y circunstancial, influida por la corriente dominante, y por ello insuficiente.

Lo fundamental es tomar conciencia de que el problema es nuestro, y a nosotros nos corresponde hacerle frente; que comienza en la propia familia, donde existe, o debería existir, la mayor capacidad para preparar a los potenciales usuarios de estas nuevas tecnologías, contando, eso sí, con el apoyo de educadores, administración, etc., para conseguir que las medidas a aplicar sean mas directas, persuasivas, continuas, en definitiva eficaces.

Nota al pie.- Dado que he hecho mención a determinadas circunstancias y personas, finalizaré este artículo recomendando tanto la lectura del artículo de Alicia Montesdeoca, como enlazar con la página de El Chupete cuyo festival 2006 se dedica al tema El Niño, Los Nuevos Medios y Las Nuevas Tecnologías.

Fernando Davara
| Redactado por Fernando Davara el Viernes, 14 de Abril 2006 a las 01:03