El lenguaje como sonido articulado mantiene una relación con el pensamiento más estrecha que las de otros sistemas de comunicación humana. El lenguaje tiene una condición oral básica. Lo constitutivo del lenguaje pasa por la capacidad biológica del hombre de adquirirlo, producirlo y comprenderlo en su materialidad sonora. Pueden existir lenguas naturales sin escritura, pero no lenguas escritas sin oralidad. De entre decenas de miles de lenguas habladas por el hombre en el curso de su historia, tan sólo 106 han sido plasmadas en literatura. La condición oral básica del lenguaje es permanente.
Tal vez éste sea el principal motivo por el cual, desde Saussure en adelante, las principales corrientes de la lingüística se han dedicado al estudio del lenguaje oral, considerando a la escritura como sistema subsidiario, una mera representación o transcripción del lenguaje hablado.
Diferenciándose del colectivo principal de estudiosos sobre el lenguaje, los miembros de la llamada Escuela de Toronto, que agrupa al círculo de investigadores formados por el teórico de la comunicación Marshall Mc Luhan , han recogido el reto de estudiar los sistemas secundarios de expresión lingüística, o sistemas secundarios, considerados clásicamente como sistemas derivados de la oralidad.
Este grupo se compone de autores académicos canadienses, y está conformado por autores como Walter Ong , Jack Goody , Elizabeth Einsenstein , el más reciente Derrick de Kerkhove , para algunos heredero de las principales ideas de Mc Luhan, y también David Olson el cual, aunque su objeto de estudio se identifica con el de la Escuela de Toronto, sus conceptos hacen mucho más complejo el entramado compuesto por escritura, pensamiento y cultura, evitando los determinismos tecnológicos en los que algunas veces, el grupo de Toronto no puede evitar caer.
Tal vez éste sea el principal motivo por el cual, desde Saussure en adelante, las principales corrientes de la lingüística se han dedicado al estudio del lenguaje oral, considerando a la escritura como sistema subsidiario, una mera representación o transcripción del lenguaje hablado.
Diferenciándose del colectivo principal de estudiosos sobre el lenguaje, los miembros de la llamada Escuela de Toronto, que agrupa al círculo de investigadores formados por el teórico de la comunicación Marshall Mc Luhan , han recogido el reto de estudiar los sistemas secundarios de expresión lingüística, o sistemas secundarios, considerados clásicamente como sistemas derivados de la oralidad.
Este grupo se compone de autores académicos canadienses, y está conformado por autores como Walter Ong , Jack Goody , Elizabeth Einsenstein , el más reciente Derrick de Kerkhove , para algunos heredero de las principales ideas de Mc Luhan, y también David Olson el cual, aunque su objeto de estudio se identifica con el de la Escuela de Toronto, sus conceptos hacen mucho más complejo el entramado compuesto por escritura, pensamiento y cultura, evitando los determinismos tecnológicos en los que algunas veces, el grupo de Toronto no puede evitar caer.
1. La escritura como tecnología
Según Ong, la escritura es la "consignación de la palabra en el espacio”. La escritura brinda una nueva potencialidad al lenguaje y da una nueva estructura al pensamiento. Sin embargo en todos los textos escritos vive la palabra oral: “leer un texto consiste en recuperar sus sonidos, en voz alta o en la imaginación”. La escritura es un sistema secundario de modelado: no puede haber escritura sin oralidad, pero sí existen lenguas orales sin escritura.
La escritura ha representado un adelanto tardío en la historia del hombre. La primera escritura que conocemos apareció por primera vez entre los sumerios en Mesopotamia alrededor de los años 3500 a.C. La grafía cuneiforme de los sumerios, que data de esa época, es la más antigua que se conoce. Se derivó, al menos parcialmente, de un sistema para registrar transacciones económicas.
La escritura es un dispositivo de almacenamiento información externo a la memoria. Pero no es el primero. Antes de la invención de la escritura las sociedades utilizaban diferentes recursos: una vara con muescas, hileras de guijarros, etc. También han expresado determinados pensamientos con dibujos, pero los dibujos representan a los objetos y no a las palabras.
Pero ¿en qué momento una huella, una pintura o un símbolo se convierte en escritura? Si mediante el dibujo de un árbol se representa al objeto "árbol", mediante el signo escrito "árbol” se representa no al objeto, sino al sonido de la palabra “árbol”. Cada una de las cinco grafías que componen esta palabra escrita representa un sonido lingüístico, un "fono". Así, una oración es la consignación de un enunciado completo que en algún momento ha sido oral, o podría haberlo sido.
La escritura entonces, representa enunciados orales, y no objetos, como puede suceder con sistemas pictográficos o visuales, tales como los de señales, de expresión. ¿Cómo puede representarse mediante un dibujo la palabra "no", la actitud de interrogación, la consignación de una orden?
Mil quinientos años después de los primeros sistemas de escritura, los griegos crearon el primer alfabeto con vocales. El alfabeto que lo precedía, el semítico, carecía de vocales, por lo que el lector tenía necesariamente que hablar la lengua para poder reponer las vocales que les faltaban en la lectura. En el caso del alfabeto griego, el lector no necesariamente debía hablar la lengua para poder leer.
Este nuevo alfabeto tenía un poder democratizador muy amplio e incluía una facilidad para el aprendizaje: los niños podían aprender a leer desde muy niños, sin dominar la totalidad de las palabras de la lengua griega, a diferencia de sistemas ideográficos como el chino, por cuanto en él cada imagen representa una palabra, y su dominio completo requiere también plena dedicación, por lo que se transformó y aún en la actualidad así ocurre, en un sistema reservado tan sólo para las elites estudiosas.
Al tratarse de una tecnología cuya función primordial es la de almacenar información fijándola en un soporte externo a la memoria, es natural que a partir de su invención se produjeran cambios ligados a las prácticas que se basan en el intercambio, el almacenamiento y la manipulación de información.
De este modo, desde la producción de conocimiento hasta las transacciones comerciales se vieron afectadas por el progresivo traspaso de la oralidad como instrumento de comunicación dominante hacia el dominio de la escritura. Por supuesto que, hasta la aparición de la escritura, el pensamiento se relacionaba netamente con la oralidad, por lo cual si el lenguaje oral se desarrolla en un tiempo y una acción que tienen lugar solamente en el presente de la enunciación (es decir en el tiempo real en que se desarrollan los enunciados), la reflexión sobre los hechos acaecidos en el pasado queda entorpecida, toda vez que el pasado se esfuma en las palabras ya dichas.
La escritura hizo posible el registro de los acontecimientos, y a partir de este hecho nuclear, las prácticas asociadas al estudio, el examen de los hechos pasados, la observación sistemática del mundo, fueron posibles. También lo fue la revisión de los enunciados que querían comunicarse, lo que fue determinante para la construcción del conocimiento científico y la actividad académica, basada principalmente en prácticas discursivas como la argumentación y la refutación.
La información y el conocimiento adquirieron un estatuto diferente, puesto que en la instancia oral resultaba imposible separar lo dicho de quien lo decía, separación que se materializa a través de la escritura: en los textos las palabras están solas, y sólo se rescata la imagen del autor a través de las huellas lingüísticas en los textos: el estilo, que nos hace reconocer que un cuento, La biblioteca de Babel, por citar uno que nos gusta, es de Borges, o que tal titular corresponde, casi con seguridad, a un periódico determinado.
Muchos de los reparos contra los ordenadores y las telecomunicaciones que se oyen hoy en día no son novedad; fueron ya dirigidas hacia la escritura por Platón en el Fedro, en el año 374 a.C. Pese a nuestra devoción por el magno filósofo ateniense, en ese Diálogo, Platón lanzaba algunas diatribas, lo siento pero así se llaman, al definir la escritura como mera tecnología: "la escritura es inhumana al pretender establecer fuera del pensamiento lo que en realidad sólo puede existir dentro de él". “La escritura es un objeto, un producto manufacturado, y en segundo lugar, destruye la memoria: la escritura debilita el pensamiento”.
Claro que esto son diatribas y no muy acertadas. Pero hasta el más sabio echa un borrón y el gran Platón no podría ser menos. Así patentizó su carácter humano.
Platón consideraba a la escritura del mismo modo que hoy se considera al ordenador. También la imprenta recibió en su día críticas semejantes cuando comenzaba a difundirse. La escritura, la imprenta y la computadora son todas ellas formas de tecnologizar la palabra. Son transformaciones tecnológicas de la oralidad primaria original.
Como en la actualidad hemos interiorizado la escritura de un modo tan profundo, nos cuesta verla como una tecnología. Pero lo cierto es que necesita de todo un equipo de herramientas para materializarse: tanto plumas como tintas, papeles u otras superficies. Existe una línea de continuidad entre escritura, imprenta y ordenador. Bien, de todas ellas la escritura como tal, es la innovación más radical: la reducción del sonido dinámico al espacio inmóvil.
En contraste con el habla natural, la escritura es completamente artificial ¿Quién nos ha enseñado a hablar? Hemos aprendido naturalmente, gracias a una herencia genética y biológica que nos ha dotado de una capacidad de adquirir el lenguaje, propia de la especie humana. Pero ¿quién nos ha enseñado a leer y escribir? Es probable que podamos identificar ese proceso de aprendizaje con un espacio y un tiempo determinados, y hasta con una persona: alguien nos ha enseñado de acuerdo a pautas diseñadas conciente e institucionalmente por el sistema educativo: la mayoría de nosotros ha aprendido a leer y a escribir en el colegio, ese lugar donde la naturaleza de la mayoría de los individuos toma contacto con las normas y las pautas sociales, convirtiéndose entonces en un ser social y tecnologizado.
¿Qué queremos decir con esto? Que si las tecnologías acompañan al hombre en su evolución histórica y social de un modo adecuado, lo modelan y lo transforman profundamente. Por ejemplo, la psicología cognitiva ha descubierto que trastornos cerebro-vasculares pueden producir trastornos en la lectura o en la escritura, aún cuando se conserven normales actividades lingüísticas orales, tales como producir oraciones complejas, nombrar objetos, o comprender el lenguaje hablado.
Esto quiere decir que, en su evolución, el hombre ha incorporado la escritura a su actividad cerebral: la artificialidad de la tecnología ha modelado la naturaleza del hombre. Del mismo modo, Bruce Mazlisch nos recordaba cómo la estructura del esqueleto humano, especialmente sus extremidades, se habían adaptado al uso de las primeras herramientas en la prehistoria.
2. Algunas dinámicas de la textualidad.
En los discursos orales, no se puede separar lo dicho de quién lo dice. Esto no sucede en los textos escritos: las palabras que se encuentran en un texto están allí solas, sin la presencia física de su autor, y sin la necesidad de un lector. Sin embargo, la oralidad siempre vuelve: en todo texto se rescatan las huellas dejadas por su autor, y los indicios que construyen al lector. El contexto extra-textual también se ausenta, pero puede rescatarse.
Después de todo, la actividad de la lectura consiste no sólo en decodificar los símbolos gráficos que se extienden sobre una superficie, sino también inferir las intenciones del lector, recomponer el contexto válido en función del cual ese enunciado ha sido creado, y respetar las claves que el texto asigna a sus lectores. En la no disolución de esas categorías, originadas todas en la oralidad, se demuestra el carácter secundario de la escritura respecto de la originalidad primaria del lenguaje oral.
Toda palabra escrita puede ser borrada o corregida. Ninguna instancia semejante ocurre en la oralidad, al contrario, en los discursos orales se trata de evitar los errores y las enmiendas: las correcciones en el lenguaje oral se toman muchas veces como inseguridades o inexperiencia del orador, en tanto que las correcciones en el discurso escrito se consideran de modo diferente.
Pensemos en autores como Baudelaire o Flaubert, que hacían de la corrección un arte, calificándose a sí mismos como "orfebres de la escritura".
No por ser la escritura un sistema secundario, oralidad y escritura han evolucionado separadamente. Por el contrario, la creación de la escritura alfabética generó una mayor conciencia de los sonidos que componen el habla oral: los fonemas, expresión mínima en que se dividen los sonidos lingüísticos, fueron "inventados" en el tiempo post-escritural. Lo mismo ocurrió con las gramáticas, que en realidad lo fueron en el tiempo en que se generalizó el uso de la imprenta.
La invención de las gramáticas está muy vinculada a la necesidad, por vez primera, de establecer normas para separar lo que es correcto lingüísticamente de lo que no lo es. En este sentido, las gramáticas son las primeras normativas sobre el lenguaje que consideran a la lengua un patrimonio de Estado, que puede regular sobre ellas. Tal es el caso de la primera gramática española, la gramática de Nebrija, creada en el mismo momento en que la imprenta comenzaba a generalizarse, pero también en los tiempos en que los musulmanes y judíos fueron expulsados de España. La gramática pudo nacer, entre otras cosas, para intentar borrar las influencias de estas culturas sobre la lengua española.
Mediante la separación del conocedor y del conocido, la escritura posibilita una introspección más fuerte que la oralidad, no sólo frente al mundo objetivo, sino también frente a la propia subjetividad del lector. El hombre sólo pudo tener una plena conciencia de su subjetividad y de sus ideas frente al mundo una vez que pudo desarrollar la lectura individual en voz baja, y esto no ocurrió hasta los orígenes de la modernidad.
Antes del advenimiento de los tiempos modernos, la escritura hizo posible dos hechos capitales que perduran hoy:
-Las grandes religiones monoteístas, ya que sólo a través de la escritura éstas fueron posibles, puesto que todas ellas poseen Escrituras Sagradas.
-El conocimiento científico, surgido a partir de la aparición del racionalismo simbólico de Aristóteles.
La escritura ha agudizado la precisión analítica en las prácticas que han llevado al hombre a obtener un mayor conocimiento del mundo que lo rodea. A las palabras escritas se les exige en general mayor precisión que a las orales, ya que al desaparecer el contexto, el orador, el tono de voz y los elementos indicativos de la oralidad, sólo podemos valernos de las palabras para producir la desambiguación de los contextos y los significados posibles.
Elementos que en la oralidad se encuentran implícitos en la entonación de la voz, o en la relación entre el contexto situacional y el enunciado, se hace necesario explicitarlos en la escritura. Gran parte de los guiones cinematográficos o los textos de las obras teatrales se ven obligados a reflejar explícitamente situaciones que en la oralidad original se encontrarían implícitas en las acciones comunicativas de los participantes.
Pero la escritura tiene aún mayores alcances. No sólo nos lleva a analizar con mayor agudeza el objeto de conocimiento, sino que según algunos autores, su extensión en el uso ha coincidido con el desarrollo del hemisferio cerebral izquierdo, que es justamente la parte del cerebro que se dedica a procesar el pensamiento analítico.
Si seguimos entonces la idea de Kerkhove, vemos una vez más cómo la transformación tecnológica del lenguaje ha producido transformaciones en el modo en que el ser humano procesa información. Se podría entonces dar por buena la frase del Profesor Rubia Vila que sintetiza este razonamiento al decir que: “El cerebro es un órgano capaz de construir realidades”.
La transición entre oralidad y escritura fue lenta. En las universidades de la Edad Media, los textos se usaban mucho más que en la Antigua Roma, pero los conocimientos de los alumnos eran puestos a prueba en forma oral y no escrita. Esta mecánica siguió así hasta el siglo XIX, y las defensas orales de las tesis académicas son probablemente un vestigio de la primacía de la oralidad en la academia medieval.
3. La palabra impresa y el surgimiento del pensamiento moderno.
Aún después de que hubiese pasado largo tiempo tras la aparición de la imprenta, el proceso auditivo siguió dominando al texto impreso, aunque el último finalmente superó al primero. También los primeros textos impresos se crearon para una lectura en voz alta, conectada con lo auditivo, pero luego dieron paso a una lectura rápida y silenciosa. La lectura silenciosa crea relaciones diferentes entre el autor y lector.
Por otra parte la escritura para la imprenta comprende un conjunto de acciones ejercidas sobre los textos por parte de correctores, editores, agentes literarios, y otros, además de revisiones profundas por parte del lector. La aparición de índices marca un avance hacia la separación de la palabra en relación con el sonido, y remarca el carácter espacial de la palabra escrita. Las primeras portadas aparecen también con la imprenta.
Los textos manuscritos medievales no tenían portada, y muchas veces tampoco tenían título: eran concebidos como un pasaje hacia la oralidad, puesto que se preveía su lectura en voz alta a grandes grupos. Pero a partir de la imprenta, el libro pasa a ser una especie de objeto cerrado que contiene información, no ya enunciado plasmado por escrito.
¿Qué efectos tuvo lo impreso sobre la formación del pensamiento occidental? Con el tiempo, lo impreso desplazó al arte de la retórica, de fundamentos orales, del centro de la educación académica.
Los efectos fueron múltiples e importantes:
-Se produjo un aumento del cuerpo de conocimientos disponibles, fluían por doquier textos literarios, de ensayo o pedagógicos. Aparecieron también los primeros diccionarios exhaustivos. Y resultaba evidente ante este panorama la necesidad de escribir "lo correcto", puesto que el objeto se reproducía en serie, lo que dio lugar a la creación de las primeras gramáticas.
-También permitió algo mucho más sutil: que surgiese la vida personal privada que caracteriza a la sociedad moderna. Nos explicaremos: paulatinamente fue rediciéndose el tamaño de los libros y estos quedaron dispuestos para ser leídos de manera individual, que primero era en voz baja, hasta la lectura del todo silenciosa. La consideración del libro como objeto, dio lugar al establecimiento paulatino de otro estatuto para la palabra: ser tratada como una propiedad privada. En el mismo momento en que se generaliza el uso de la imprenta nacen las leyes de protección de derechos de autor.
La imprenta da lugar también al debate crítico que se extiende hasta la actualidad sobre intertextualidad. En la cultura del manuscrito la intertextualidad se daba de hecho, ya que los copistas siempre introducían elementos propios o ajenos en los textos que copiaban. Lo impreso produce una sensación de finitud, de conclusión.
Sin embargo algunos autores verán en esa clausura un efecto de sentido configurado según los diferentes modos de leer que se consagran históricamente. Por ejemplo, en períodos como el romántico, cuando la lectura consistía en la exégesis del texto, es decir, en encontrar el sentido último y único del texto, vinculado con las intenciones comunicativas del lector, el texto daba la impresión de cerrado y único.
No sucede lo mismo con las teorías modernas de la recepción, que postula que el sentido de un texto varía en tanto se configura a partir de una lectura social, o las estructuralistas, que abogan por la polisemia, o las más cercanas a la semiótica, que bucean en las relaciones intertextuales que conecta un texto con otros.
Los aparatos electrónicos no están reemplazando a los libros impresos, sino que aumentan su producción. Esto se debe por una parte a que existe más material registrado en diferentes soportes al que luego se le puede dar formato de libro. Por otra, la composición realizada en el ordenador reemplaza las formas más antiguas de composición, y rebaja los costos de las publicaciones.
La escritura electrónica por otro lado, produce una suerte de oralidad secundaria, basada en el uso de la escritura y del material impreso: es también comunitaria, se concentra en el presente, se basa en un sentido de grupo, pero genera grupos mucho mayores y de mucho más amplia distribución territorial que la oralidad primaria y la escritura tradicional.
Pero las cosas no terminan aquí. La escritura digitalizada llevada a la Red, fluye por Internet creando múltiples efectos, entre otros, el reciente Universo 2.0 de relaciones interactivas en tiempo real que conforman nuevos modelos de interacción social e incluso nuevas sociedades complejas.
Llega así el momento en el que la escritura digitalizada y móvil, fluyendo por la red, conforma un nuevo mundo en el estricto sentido de la palabra.
4. Relaciones entre oralidad, escritura y pensamiento. La escritura como un modelo de lenguaje.
Evitando toda relación causal, en su libro El mundo sobre papel, David Olson postula que si bien la escritura es modelada por la oralidad, ésta última también a su vez es modelada por la escritura. El lenguaje oral sufre transformaciones a partir de la generalización de la escritura. De hecho el grupo de Toronto encuentra amplias diferencias entre la oralidad de una lengua que no tiene escritura, llamada oralidad primaria, de las lenguas que sí la poseen. La oralidad que surge en una cultura post-literaria tiene una naturaleza diferente, es una oralidad secundaria.
El lenguaje oral y el pensamiento son habilidades cognitivas que construyen la naturaleza del hombre, y se encuentran íntimamente desarrollados. Por esto, si se quieren determinar las implicaciones cognitivas de las tecnologías de comunicación, primero hay que examinar las relaciones entre éstas y el lenguaje oral.
En este sentido, Olson formula ocho principios mediante los cuales la escritura se constituye no como una transcripción del habla, sino como un modelo para ésta:
-El primer principio: la escritura otorga mayor conciencia sobre el habla, en términos de morfología, sintaxis y fonética. En las culturas con escritura, la oralidad se asienta sobre categorías que la escritura ha hecho conciente.
-El segundo principio: como ningún sistema de escritura vuelve consciente todos los aspectos de lo dicho, un sistema de escritura es un modelo de algunas propiedades de la lengua. Esto es, la escritura es sólo capaz de representar lo dicho, pero no las actitudes del hablante. La escritura no puede representar la fuerza de la locución, es decir la intención exacta con la que un enunciado se pronuncia.
-El tercer principio: es difícil hacer conciente lo que la escritura no representa. Por ejemplo, si el alfabeto representa a los fonemas de la lengua, es difícil tener conciencia de los fonemas si no se asocia alfabeto-fonema. A veces lo que más nos gusta de algunos escritores de literatura narrativa o incluso poética, es el modo en que pueden dar cuenta de instancias orales y corporales en la escritura, y el modo en que sus diálogos pueden recuperar la instancia de la oralidad. Muchas veces, esa representación fiel y detallada de una conversación es apreciada como un gesto artístico de gran valor. Pero no sucede lo mismo en las comunicaciones interpersonales electrónicas, que en cierto modo reproducen una instancia oral en la pantalla. En ese caso, no siempre contamos con las palabras correctas para transmitir rápidamente la intención comunicativa de un enunciado. En la escritura electrónica, los llamados "emoticonos" cumplen la función de transmitir la fuerza de la locución que la escritura en el chat no nos permite realizar. Los emoticonos intentarían en ese caso, expresar lo que la escritura no puede hacer conciente.
-El cuarto principio: una vez que la escritura como modelo es asimilada, resulta difícil pensar en ella como un modelo de lenguaje, sino que tiende a ser tomada como un hecho dado objetivamente.
-El quinto principio: los poderes expresivos y reflexivos del habla y la escritura son complementarios, y no similares. En la historia de las tecnologías de la información, cada nueva tecnología no ha reemplazado a otra precedente, en tanto no puede cubrir todas las funciones de la tecnología anterior; más bien la ha incluido y trascendido, de manera que su naturaleza es holárquica . Por ejemplo si bien la escritura no puede alcanzar la potencia expresiva del habla en tanto no puede reproducir en forma precisa la entonación y la intención comunicativa de un acto de habla, agrega la posibilidad de adquirir mayor conciencia sobre el lenguaje. En este sentido, se producen ganancias y pérdidas en el paso del dominio de la expresión oral hacia el dominio de la expresión escrita.
-El sexto principio: el acto de lectura consiste en realizar una inferencia sobre las instancias orales que desaparecen en el texto escrito. En este sentido, aprender a leer es aprender a inferir una intención comunicativa, su auditorio, su contexto, y su relevancia. Una de las ganancias que proporcionó la práctica de la lectura fue la introducción de la actividad interpretativa. Con la generalización de la imprenta la actividad de interpretación de textos fue fundamental para la construcción de la subjetividad moderna. El acto interpretativo es individual, por lo que refuerza el autoconocimiento del hombre, y le permite reflexionar sobre su propio pensar. Pero a la vez, la identificación de sus inferencias interpretativas con las de otras personas que comparten de un modo u otro un conocimiento necesario para la interpretación del mensaje, es lo que lo integra a una comunidad que comparte sus mismos textos y códigos de lectura. La lectura nos integra a una cultura, y saber leer es de algún modo integrarse en una cultura. Por ejemplo, saber leer un texto jurídico, en el sentido de interpretarlo correctamente haciendo las inferencias necesarias para comprender el sentido del texto, nos incluye en una red de actores sociales vinculados con el derecho, sea como firmantes de un contrato, como demandantes, como jueces o como abogados. Siendo la nuestra una cultura escrita, nos autoexcluiremos automáticamente toda vez que no podamos leer correctamente el cuerpo textual de una comunidad dada. En una cultura dominada por la escritura, aprender a leer no consiste únicamente en asociar grafemas con fonemas, sino unir esa habilidad con la de inferir la intención comunicativa del autor, su auditorio, su contexto, y la relevancia del texto para una comunidad textual determinada.
-El séptimo principio: Una vez que los textos se leen de un modo modo, la naturaleza es leída de un modo análogo. El lenguaje crea las categorías necesarias para la observación de la naturaleza. En los orígenes de la ciencia moderna, los hechos observables eran los que podían ser representados a través del lenguaje.
-El octavo principio: La fuerza de locución de un texto es la expresión de una intencionalidad, por lo tanto los conceptos necesarios para representar el modo en que debe tomarse un texto proporcionan los aquellos otros también necesarios para representar los estados de la mente. Un modo de decir las cosas expresa un modo de pensar las cosas. Concienciamos nuestros estados mentales a partir de tener palabras que los nombran.
Mediante el análisis de estos ocho principios, Olson muestra que la relación entre escritura y pensamiento es una relación compleja, donde no se pueden establecer relaciones simples y deterministas. El análisis de la relación entre la escritura y el pensamiento moderno debe pasar por varios ámbitos, no se puede establecer una relación lineal.
El primer ámbito es el conjunto de las transformaciones que la escritura produce en el lenguaje oral, y de allí la transformación del pensamiento, ligado estrechamente a la oralidad. El segundo tiene que ver con la aparición de nuevos conceptos ligados a las nuevas prácticas sociales que instaura la escritura, como el concepto de interpretación, posibilitado por la lectura individual, el de autorreflexión sobre el propio pensar del hombre, a partir de la posibilidad de releer y corregir los textos en los procedimientos de edición, y el de refuerzo de la conciencia lingüística, a partir de pasar a ser hablantes de la lengua a usuarios de la escritura y la lectura, definiendo y controlando los tiempos de procesamiento de información, y ganando autonomía en esos procesos frente a los actos de lectura grupal y en voz alta típicos de la Edad Media.
El tercero, es el paso de un pensar sobre las cosas a pensar sobre las representaciones de las cosas, posibilitando el pensamiento abstracto. Por último, pertenecer a una misma comunidad textual implica también la construcción de una condición social. A partir de los procesos de difusión de la lectura y la escritura comienza el ideal moderno del progreso a través de la ilustración y el conocimiento.
Según Derrick de Kerkhove, el alfabeto se convirtió en el concepto más importante que ocupó la mente, el alma y el cuerpo de todas las culturas humanas, hasta el descubrimiento de la electricidad. Según el mismo autor, el procesamiento de información estructurado de forma secuencial de izquierda a derecha, con una preeminencia del hemisferio izquierdo sobre el resto de la anatomía humana, y que llevó al hombre a un procesamiento de información autónomo, se mantuvo intacto hasta el advenimiento de los medios electrónicos, la televisión, la informática y las telecomunicaciones.
Javier del Arco. Salamanca, 25 de noviembre de 2008
Según Ong, la escritura es la "consignación de la palabra en el espacio”. La escritura brinda una nueva potencialidad al lenguaje y da una nueva estructura al pensamiento. Sin embargo en todos los textos escritos vive la palabra oral: “leer un texto consiste en recuperar sus sonidos, en voz alta o en la imaginación”. La escritura es un sistema secundario de modelado: no puede haber escritura sin oralidad, pero sí existen lenguas orales sin escritura.
La escritura ha representado un adelanto tardío en la historia del hombre. La primera escritura que conocemos apareció por primera vez entre los sumerios en Mesopotamia alrededor de los años 3500 a.C. La grafía cuneiforme de los sumerios, que data de esa época, es la más antigua que se conoce. Se derivó, al menos parcialmente, de un sistema para registrar transacciones económicas.
La escritura es un dispositivo de almacenamiento información externo a la memoria. Pero no es el primero. Antes de la invención de la escritura las sociedades utilizaban diferentes recursos: una vara con muescas, hileras de guijarros, etc. También han expresado determinados pensamientos con dibujos, pero los dibujos representan a los objetos y no a las palabras.
Pero ¿en qué momento una huella, una pintura o un símbolo se convierte en escritura? Si mediante el dibujo de un árbol se representa al objeto "árbol", mediante el signo escrito "árbol” se representa no al objeto, sino al sonido de la palabra “árbol”. Cada una de las cinco grafías que componen esta palabra escrita representa un sonido lingüístico, un "fono". Así, una oración es la consignación de un enunciado completo que en algún momento ha sido oral, o podría haberlo sido.
La escritura entonces, representa enunciados orales, y no objetos, como puede suceder con sistemas pictográficos o visuales, tales como los de señales, de expresión. ¿Cómo puede representarse mediante un dibujo la palabra "no", la actitud de interrogación, la consignación de una orden?
Mil quinientos años después de los primeros sistemas de escritura, los griegos crearon el primer alfabeto con vocales. El alfabeto que lo precedía, el semítico, carecía de vocales, por lo que el lector tenía necesariamente que hablar la lengua para poder reponer las vocales que les faltaban en la lectura. En el caso del alfabeto griego, el lector no necesariamente debía hablar la lengua para poder leer.
Este nuevo alfabeto tenía un poder democratizador muy amplio e incluía una facilidad para el aprendizaje: los niños podían aprender a leer desde muy niños, sin dominar la totalidad de las palabras de la lengua griega, a diferencia de sistemas ideográficos como el chino, por cuanto en él cada imagen representa una palabra, y su dominio completo requiere también plena dedicación, por lo que se transformó y aún en la actualidad así ocurre, en un sistema reservado tan sólo para las elites estudiosas.
Al tratarse de una tecnología cuya función primordial es la de almacenar información fijándola en un soporte externo a la memoria, es natural que a partir de su invención se produjeran cambios ligados a las prácticas que se basan en el intercambio, el almacenamiento y la manipulación de información.
De este modo, desde la producción de conocimiento hasta las transacciones comerciales se vieron afectadas por el progresivo traspaso de la oralidad como instrumento de comunicación dominante hacia el dominio de la escritura. Por supuesto que, hasta la aparición de la escritura, el pensamiento se relacionaba netamente con la oralidad, por lo cual si el lenguaje oral se desarrolla en un tiempo y una acción que tienen lugar solamente en el presente de la enunciación (es decir en el tiempo real en que se desarrollan los enunciados), la reflexión sobre los hechos acaecidos en el pasado queda entorpecida, toda vez que el pasado se esfuma en las palabras ya dichas.
La escritura hizo posible el registro de los acontecimientos, y a partir de este hecho nuclear, las prácticas asociadas al estudio, el examen de los hechos pasados, la observación sistemática del mundo, fueron posibles. También lo fue la revisión de los enunciados que querían comunicarse, lo que fue determinante para la construcción del conocimiento científico y la actividad académica, basada principalmente en prácticas discursivas como la argumentación y la refutación.
La información y el conocimiento adquirieron un estatuto diferente, puesto que en la instancia oral resultaba imposible separar lo dicho de quien lo decía, separación que se materializa a través de la escritura: en los textos las palabras están solas, y sólo se rescata la imagen del autor a través de las huellas lingüísticas en los textos: el estilo, que nos hace reconocer que un cuento, La biblioteca de Babel, por citar uno que nos gusta, es de Borges, o que tal titular corresponde, casi con seguridad, a un periódico determinado.
Muchos de los reparos contra los ordenadores y las telecomunicaciones que se oyen hoy en día no son novedad; fueron ya dirigidas hacia la escritura por Platón en el Fedro, en el año 374 a.C. Pese a nuestra devoción por el magno filósofo ateniense, en ese Diálogo, Platón lanzaba algunas diatribas, lo siento pero así se llaman, al definir la escritura como mera tecnología: "la escritura es inhumana al pretender establecer fuera del pensamiento lo que en realidad sólo puede existir dentro de él". “La escritura es un objeto, un producto manufacturado, y en segundo lugar, destruye la memoria: la escritura debilita el pensamiento”.
Claro que esto son diatribas y no muy acertadas. Pero hasta el más sabio echa un borrón y el gran Platón no podría ser menos. Así patentizó su carácter humano.
Platón consideraba a la escritura del mismo modo que hoy se considera al ordenador. También la imprenta recibió en su día críticas semejantes cuando comenzaba a difundirse. La escritura, la imprenta y la computadora son todas ellas formas de tecnologizar la palabra. Son transformaciones tecnológicas de la oralidad primaria original.
Como en la actualidad hemos interiorizado la escritura de un modo tan profundo, nos cuesta verla como una tecnología. Pero lo cierto es que necesita de todo un equipo de herramientas para materializarse: tanto plumas como tintas, papeles u otras superficies. Existe una línea de continuidad entre escritura, imprenta y ordenador. Bien, de todas ellas la escritura como tal, es la innovación más radical: la reducción del sonido dinámico al espacio inmóvil.
En contraste con el habla natural, la escritura es completamente artificial ¿Quién nos ha enseñado a hablar? Hemos aprendido naturalmente, gracias a una herencia genética y biológica que nos ha dotado de una capacidad de adquirir el lenguaje, propia de la especie humana. Pero ¿quién nos ha enseñado a leer y escribir? Es probable que podamos identificar ese proceso de aprendizaje con un espacio y un tiempo determinados, y hasta con una persona: alguien nos ha enseñado de acuerdo a pautas diseñadas conciente e institucionalmente por el sistema educativo: la mayoría de nosotros ha aprendido a leer y a escribir en el colegio, ese lugar donde la naturaleza de la mayoría de los individuos toma contacto con las normas y las pautas sociales, convirtiéndose entonces en un ser social y tecnologizado.
¿Qué queremos decir con esto? Que si las tecnologías acompañan al hombre en su evolución histórica y social de un modo adecuado, lo modelan y lo transforman profundamente. Por ejemplo, la psicología cognitiva ha descubierto que trastornos cerebro-vasculares pueden producir trastornos en la lectura o en la escritura, aún cuando se conserven normales actividades lingüísticas orales, tales como producir oraciones complejas, nombrar objetos, o comprender el lenguaje hablado.
Esto quiere decir que, en su evolución, el hombre ha incorporado la escritura a su actividad cerebral: la artificialidad de la tecnología ha modelado la naturaleza del hombre. Del mismo modo, Bruce Mazlisch nos recordaba cómo la estructura del esqueleto humano, especialmente sus extremidades, se habían adaptado al uso de las primeras herramientas en la prehistoria.
2. Algunas dinámicas de la textualidad.
En los discursos orales, no se puede separar lo dicho de quién lo dice. Esto no sucede en los textos escritos: las palabras que se encuentran en un texto están allí solas, sin la presencia física de su autor, y sin la necesidad de un lector. Sin embargo, la oralidad siempre vuelve: en todo texto se rescatan las huellas dejadas por su autor, y los indicios que construyen al lector. El contexto extra-textual también se ausenta, pero puede rescatarse.
Después de todo, la actividad de la lectura consiste no sólo en decodificar los símbolos gráficos que se extienden sobre una superficie, sino también inferir las intenciones del lector, recomponer el contexto válido en función del cual ese enunciado ha sido creado, y respetar las claves que el texto asigna a sus lectores. En la no disolución de esas categorías, originadas todas en la oralidad, se demuestra el carácter secundario de la escritura respecto de la originalidad primaria del lenguaje oral.
Toda palabra escrita puede ser borrada o corregida. Ninguna instancia semejante ocurre en la oralidad, al contrario, en los discursos orales se trata de evitar los errores y las enmiendas: las correcciones en el lenguaje oral se toman muchas veces como inseguridades o inexperiencia del orador, en tanto que las correcciones en el discurso escrito se consideran de modo diferente.
Pensemos en autores como Baudelaire o Flaubert, que hacían de la corrección un arte, calificándose a sí mismos como "orfebres de la escritura".
No por ser la escritura un sistema secundario, oralidad y escritura han evolucionado separadamente. Por el contrario, la creación de la escritura alfabética generó una mayor conciencia de los sonidos que componen el habla oral: los fonemas, expresión mínima en que se dividen los sonidos lingüísticos, fueron "inventados" en el tiempo post-escritural. Lo mismo ocurrió con las gramáticas, que en realidad lo fueron en el tiempo en que se generalizó el uso de la imprenta.
La invención de las gramáticas está muy vinculada a la necesidad, por vez primera, de establecer normas para separar lo que es correcto lingüísticamente de lo que no lo es. En este sentido, las gramáticas son las primeras normativas sobre el lenguaje que consideran a la lengua un patrimonio de Estado, que puede regular sobre ellas. Tal es el caso de la primera gramática española, la gramática de Nebrija, creada en el mismo momento en que la imprenta comenzaba a generalizarse, pero también en los tiempos en que los musulmanes y judíos fueron expulsados de España. La gramática pudo nacer, entre otras cosas, para intentar borrar las influencias de estas culturas sobre la lengua española.
Mediante la separación del conocedor y del conocido, la escritura posibilita una introspección más fuerte que la oralidad, no sólo frente al mundo objetivo, sino también frente a la propia subjetividad del lector. El hombre sólo pudo tener una plena conciencia de su subjetividad y de sus ideas frente al mundo una vez que pudo desarrollar la lectura individual en voz baja, y esto no ocurrió hasta los orígenes de la modernidad.
Antes del advenimiento de los tiempos modernos, la escritura hizo posible dos hechos capitales que perduran hoy:
-Las grandes religiones monoteístas, ya que sólo a través de la escritura éstas fueron posibles, puesto que todas ellas poseen Escrituras Sagradas.
-El conocimiento científico, surgido a partir de la aparición del racionalismo simbólico de Aristóteles.
La escritura ha agudizado la precisión analítica en las prácticas que han llevado al hombre a obtener un mayor conocimiento del mundo que lo rodea. A las palabras escritas se les exige en general mayor precisión que a las orales, ya que al desaparecer el contexto, el orador, el tono de voz y los elementos indicativos de la oralidad, sólo podemos valernos de las palabras para producir la desambiguación de los contextos y los significados posibles.
Elementos que en la oralidad se encuentran implícitos en la entonación de la voz, o en la relación entre el contexto situacional y el enunciado, se hace necesario explicitarlos en la escritura. Gran parte de los guiones cinematográficos o los textos de las obras teatrales se ven obligados a reflejar explícitamente situaciones que en la oralidad original se encontrarían implícitas en las acciones comunicativas de los participantes.
Pero la escritura tiene aún mayores alcances. No sólo nos lleva a analizar con mayor agudeza el objeto de conocimiento, sino que según algunos autores, su extensión en el uso ha coincidido con el desarrollo del hemisferio cerebral izquierdo, que es justamente la parte del cerebro que se dedica a procesar el pensamiento analítico.
Si seguimos entonces la idea de Kerkhove, vemos una vez más cómo la transformación tecnológica del lenguaje ha producido transformaciones en el modo en que el ser humano procesa información. Se podría entonces dar por buena la frase del Profesor Rubia Vila que sintetiza este razonamiento al decir que: “El cerebro es un órgano capaz de construir realidades”.
La transición entre oralidad y escritura fue lenta. En las universidades de la Edad Media, los textos se usaban mucho más que en la Antigua Roma, pero los conocimientos de los alumnos eran puestos a prueba en forma oral y no escrita. Esta mecánica siguió así hasta el siglo XIX, y las defensas orales de las tesis académicas son probablemente un vestigio de la primacía de la oralidad en la academia medieval.
3. La palabra impresa y el surgimiento del pensamiento moderno.
Aún después de que hubiese pasado largo tiempo tras la aparición de la imprenta, el proceso auditivo siguió dominando al texto impreso, aunque el último finalmente superó al primero. También los primeros textos impresos se crearon para una lectura en voz alta, conectada con lo auditivo, pero luego dieron paso a una lectura rápida y silenciosa. La lectura silenciosa crea relaciones diferentes entre el autor y lector.
Por otra parte la escritura para la imprenta comprende un conjunto de acciones ejercidas sobre los textos por parte de correctores, editores, agentes literarios, y otros, además de revisiones profundas por parte del lector. La aparición de índices marca un avance hacia la separación de la palabra en relación con el sonido, y remarca el carácter espacial de la palabra escrita. Las primeras portadas aparecen también con la imprenta.
Los textos manuscritos medievales no tenían portada, y muchas veces tampoco tenían título: eran concebidos como un pasaje hacia la oralidad, puesto que se preveía su lectura en voz alta a grandes grupos. Pero a partir de la imprenta, el libro pasa a ser una especie de objeto cerrado que contiene información, no ya enunciado plasmado por escrito.
¿Qué efectos tuvo lo impreso sobre la formación del pensamiento occidental? Con el tiempo, lo impreso desplazó al arte de la retórica, de fundamentos orales, del centro de la educación académica.
Los efectos fueron múltiples e importantes:
-Se produjo un aumento del cuerpo de conocimientos disponibles, fluían por doquier textos literarios, de ensayo o pedagógicos. Aparecieron también los primeros diccionarios exhaustivos. Y resultaba evidente ante este panorama la necesidad de escribir "lo correcto", puesto que el objeto se reproducía en serie, lo que dio lugar a la creación de las primeras gramáticas.
-También permitió algo mucho más sutil: que surgiese la vida personal privada que caracteriza a la sociedad moderna. Nos explicaremos: paulatinamente fue rediciéndose el tamaño de los libros y estos quedaron dispuestos para ser leídos de manera individual, que primero era en voz baja, hasta la lectura del todo silenciosa. La consideración del libro como objeto, dio lugar al establecimiento paulatino de otro estatuto para la palabra: ser tratada como una propiedad privada. En el mismo momento en que se generaliza el uso de la imprenta nacen las leyes de protección de derechos de autor.
La imprenta da lugar también al debate crítico que se extiende hasta la actualidad sobre intertextualidad. En la cultura del manuscrito la intertextualidad se daba de hecho, ya que los copistas siempre introducían elementos propios o ajenos en los textos que copiaban. Lo impreso produce una sensación de finitud, de conclusión.
Sin embargo algunos autores verán en esa clausura un efecto de sentido configurado según los diferentes modos de leer que se consagran históricamente. Por ejemplo, en períodos como el romántico, cuando la lectura consistía en la exégesis del texto, es decir, en encontrar el sentido último y único del texto, vinculado con las intenciones comunicativas del lector, el texto daba la impresión de cerrado y único.
No sucede lo mismo con las teorías modernas de la recepción, que postula que el sentido de un texto varía en tanto se configura a partir de una lectura social, o las estructuralistas, que abogan por la polisemia, o las más cercanas a la semiótica, que bucean en las relaciones intertextuales que conecta un texto con otros.
Los aparatos electrónicos no están reemplazando a los libros impresos, sino que aumentan su producción. Esto se debe por una parte a que existe más material registrado en diferentes soportes al que luego se le puede dar formato de libro. Por otra, la composición realizada en el ordenador reemplaza las formas más antiguas de composición, y rebaja los costos de las publicaciones.
La escritura electrónica por otro lado, produce una suerte de oralidad secundaria, basada en el uso de la escritura y del material impreso: es también comunitaria, se concentra en el presente, se basa en un sentido de grupo, pero genera grupos mucho mayores y de mucho más amplia distribución territorial que la oralidad primaria y la escritura tradicional.
Pero las cosas no terminan aquí. La escritura digitalizada llevada a la Red, fluye por Internet creando múltiples efectos, entre otros, el reciente Universo 2.0 de relaciones interactivas en tiempo real que conforman nuevos modelos de interacción social e incluso nuevas sociedades complejas.
Llega así el momento en el que la escritura digitalizada y móvil, fluyendo por la red, conforma un nuevo mundo en el estricto sentido de la palabra.
4. Relaciones entre oralidad, escritura y pensamiento. La escritura como un modelo de lenguaje.
Evitando toda relación causal, en su libro El mundo sobre papel, David Olson postula que si bien la escritura es modelada por la oralidad, ésta última también a su vez es modelada por la escritura. El lenguaje oral sufre transformaciones a partir de la generalización de la escritura. De hecho el grupo de Toronto encuentra amplias diferencias entre la oralidad de una lengua que no tiene escritura, llamada oralidad primaria, de las lenguas que sí la poseen. La oralidad que surge en una cultura post-literaria tiene una naturaleza diferente, es una oralidad secundaria.
El lenguaje oral y el pensamiento son habilidades cognitivas que construyen la naturaleza del hombre, y se encuentran íntimamente desarrollados. Por esto, si se quieren determinar las implicaciones cognitivas de las tecnologías de comunicación, primero hay que examinar las relaciones entre éstas y el lenguaje oral.
En este sentido, Olson formula ocho principios mediante los cuales la escritura se constituye no como una transcripción del habla, sino como un modelo para ésta:
-El primer principio: la escritura otorga mayor conciencia sobre el habla, en términos de morfología, sintaxis y fonética. En las culturas con escritura, la oralidad se asienta sobre categorías que la escritura ha hecho conciente.
-El segundo principio: como ningún sistema de escritura vuelve consciente todos los aspectos de lo dicho, un sistema de escritura es un modelo de algunas propiedades de la lengua. Esto es, la escritura es sólo capaz de representar lo dicho, pero no las actitudes del hablante. La escritura no puede representar la fuerza de la locución, es decir la intención exacta con la que un enunciado se pronuncia.
-El tercer principio: es difícil hacer conciente lo que la escritura no representa. Por ejemplo, si el alfabeto representa a los fonemas de la lengua, es difícil tener conciencia de los fonemas si no se asocia alfabeto-fonema. A veces lo que más nos gusta de algunos escritores de literatura narrativa o incluso poética, es el modo en que pueden dar cuenta de instancias orales y corporales en la escritura, y el modo en que sus diálogos pueden recuperar la instancia de la oralidad. Muchas veces, esa representación fiel y detallada de una conversación es apreciada como un gesto artístico de gran valor. Pero no sucede lo mismo en las comunicaciones interpersonales electrónicas, que en cierto modo reproducen una instancia oral en la pantalla. En ese caso, no siempre contamos con las palabras correctas para transmitir rápidamente la intención comunicativa de un enunciado. En la escritura electrónica, los llamados "emoticonos" cumplen la función de transmitir la fuerza de la locución que la escritura en el chat no nos permite realizar. Los emoticonos intentarían en ese caso, expresar lo que la escritura no puede hacer conciente.
-El cuarto principio: una vez que la escritura como modelo es asimilada, resulta difícil pensar en ella como un modelo de lenguaje, sino que tiende a ser tomada como un hecho dado objetivamente.
-El quinto principio: los poderes expresivos y reflexivos del habla y la escritura son complementarios, y no similares. En la historia de las tecnologías de la información, cada nueva tecnología no ha reemplazado a otra precedente, en tanto no puede cubrir todas las funciones de la tecnología anterior; más bien la ha incluido y trascendido, de manera que su naturaleza es holárquica . Por ejemplo si bien la escritura no puede alcanzar la potencia expresiva del habla en tanto no puede reproducir en forma precisa la entonación y la intención comunicativa de un acto de habla, agrega la posibilidad de adquirir mayor conciencia sobre el lenguaje. En este sentido, se producen ganancias y pérdidas en el paso del dominio de la expresión oral hacia el dominio de la expresión escrita.
-El sexto principio: el acto de lectura consiste en realizar una inferencia sobre las instancias orales que desaparecen en el texto escrito. En este sentido, aprender a leer es aprender a inferir una intención comunicativa, su auditorio, su contexto, y su relevancia. Una de las ganancias que proporcionó la práctica de la lectura fue la introducción de la actividad interpretativa. Con la generalización de la imprenta la actividad de interpretación de textos fue fundamental para la construcción de la subjetividad moderna. El acto interpretativo es individual, por lo que refuerza el autoconocimiento del hombre, y le permite reflexionar sobre su propio pensar. Pero a la vez, la identificación de sus inferencias interpretativas con las de otras personas que comparten de un modo u otro un conocimiento necesario para la interpretación del mensaje, es lo que lo integra a una comunidad que comparte sus mismos textos y códigos de lectura. La lectura nos integra a una cultura, y saber leer es de algún modo integrarse en una cultura. Por ejemplo, saber leer un texto jurídico, en el sentido de interpretarlo correctamente haciendo las inferencias necesarias para comprender el sentido del texto, nos incluye en una red de actores sociales vinculados con el derecho, sea como firmantes de un contrato, como demandantes, como jueces o como abogados. Siendo la nuestra una cultura escrita, nos autoexcluiremos automáticamente toda vez que no podamos leer correctamente el cuerpo textual de una comunidad dada. En una cultura dominada por la escritura, aprender a leer no consiste únicamente en asociar grafemas con fonemas, sino unir esa habilidad con la de inferir la intención comunicativa del autor, su auditorio, su contexto, y la relevancia del texto para una comunidad textual determinada.
-El séptimo principio: Una vez que los textos se leen de un modo modo, la naturaleza es leída de un modo análogo. El lenguaje crea las categorías necesarias para la observación de la naturaleza. En los orígenes de la ciencia moderna, los hechos observables eran los que podían ser representados a través del lenguaje.
-El octavo principio: La fuerza de locución de un texto es la expresión de una intencionalidad, por lo tanto los conceptos necesarios para representar el modo en que debe tomarse un texto proporcionan los aquellos otros también necesarios para representar los estados de la mente. Un modo de decir las cosas expresa un modo de pensar las cosas. Concienciamos nuestros estados mentales a partir de tener palabras que los nombran.
Mediante el análisis de estos ocho principios, Olson muestra que la relación entre escritura y pensamiento es una relación compleja, donde no se pueden establecer relaciones simples y deterministas. El análisis de la relación entre la escritura y el pensamiento moderno debe pasar por varios ámbitos, no se puede establecer una relación lineal.
El primer ámbito es el conjunto de las transformaciones que la escritura produce en el lenguaje oral, y de allí la transformación del pensamiento, ligado estrechamente a la oralidad. El segundo tiene que ver con la aparición de nuevos conceptos ligados a las nuevas prácticas sociales que instaura la escritura, como el concepto de interpretación, posibilitado por la lectura individual, el de autorreflexión sobre el propio pensar del hombre, a partir de la posibilidad de releer y corregir los textos en los procedimientos de edición, y el de refuerzo de la conciencia lingüística, a partir de pasar a ser hablantes de la lengua a usuarios de la escritura y la lectura, definiendo y controlando los tiempos de procesamiento de información, y ganando autonomía en esos procesos frente a los actos de lectura grupal y en voz alta típicos de la Edad Media.
El tercero, es el paso de un pensar sobre las cosas a pensar sobre las representaciones de las cosas, posibilitando el pensamiento abstracto. Por último, pertenecer a una misma comunidad textual implica también la construcción de una condición social. A partir de los procesos de difusión de la lectura y la escritura comienza el ideal moderno del progreso a través de la ilustración y el conocimiento.
Según Derrick de Kerkhove, el alfabeto se convirtió en el concepto más importante que ocupó la mente, el alma y el cuerpo de todas las culturas humanas, hasta el descubrimiento de la electricidad. Según el mismo autor, el procesamiento de información estructurado de forma secuencial de izquierda a derecha, con una preeminencia del hemisferio izquierdo sobre el resto de la anatomía humana, y que llevó al hombre a un procesamiento de información autónomo, se mantuvo intacto hasta el advenimiento de los medios electrónicos, la televisión, la informática y las telecomunicaciones.
Javier del Arco. Salamanca, 25 de noviembre de 2008