El primer capítulo titulado Un no-creyente profundamente religioso se subdivide a su vez en dos apartados estratégicamente elegidos: El respeto merecido y El inmerecido respeto. Sin más preámbulos comencemos por analizar el primero.
El respeto merecido
Si soslayamos unas cuantas anécdotas y citas brillantes iniciales, Dawkins muestra lo que para él constituye una enorme preocupación o mejor sería decir perturbación: lo que él llama la “religión einsteniana” y su atractivo terminológico e incluso conceptual para muchos científicos del Siglo XX.
En todo momento se muestra respetuoso con el padre de la Teoría de la Relatividad y con sus ideas e incluso atraído por ellas, pero es tal el ateísmo de Dawkins que le molesta la terminología empleada por Alberto Einstein y por muchos físicos contemporáneos.
Aclaremos: lo que él llama “einteinismos” famosos, frases como “Dios es sutil, pero no es malicioso”, “¿Tenía Dios alguna opción al crear el Universo?”, “Dios no juega a los dados”, él propone darles la vuelta y, mediante una interpretación muy personal y discutible, las reformula de manera que el rechazo divino del juego de azar preconizado por Einstein, Dawkins lo traduce por “El azar no reside en todas las cosas”; la opción creativa del Universo para el etólogo viene a significar algo como ¿”Podría haber generado el Universo de alguna otra forma?”. Aquí la intención de Dawkins es reducir a Dios a una metáfora inteligible, aunque como dice después, de la que, incluso deberemos prescindir y así dice:
“No hay nada cómico en las creencias de Einstein. Sin embargo, me gustaría que los físicos se abstuvieran de utilizar la palabra Dios en ese especial sentido metafórico. El Dios metafórico o panteísta de los físicos está a años luz del intervencionista, hacedor de milagros, lector de mentes, castigador de pecados y respondedor de plegarias, Dios de la Biblia (añado una coma que falta en el texto original), de los sacerdotes, de los mulás (tal como él lo escribe) y rabinos y del lenguaje ordinario. Confundir deliberadamente esos dos dioses es, en mi opinión un acto de alta traición intelectual” (Véase “El Espejismo de Dios”, Dawkins, R., Espasa, Madrid, 2007, Pág., 28).
Primeras consideraciones
1. Consideración preliminar de carácter estilístico: En todo el apartado que se comenta ahora, en el capítulo que abordamos, hay un sospechoso abuso de adjetivos. Y una no menos abusiva dramatización, innecesaria en un contexto teológico, científico y filosófico. Frases como “alta traición intelectual” son, permítame que se lo diga, panfletarias, inusuales en este tipo de literatura, y, sobre todo, de un sectarismo sobrecogedor (ya que Vd. adjetiva, yo también, pero verá que muy poco).
2. Consideración de fondo sobre la religión einsteniano-spinoziana: ¿Cabe hablar de religión “einsteniana” o de filosofía “einsteniana”?. Einstein, el científico más influyente, no fue un filósofo, mucho menos un teólogo.
Entonces ¿de donde sale esta afirmación? Albert Einstein era un hombre muy culto y buscó un sistema filosófico de prestigio, más o menos compatible con su visión física del cosmos: la filosofía Spinoziana a la que también alude, si bien de pasada, Richard Dawkins. Pero ¿cuál es el sistema filosófico de Baruch, Benito o Benedictus Spinoza o Espinosa? Este holandés de Ámsterdam, de origen español, de religión judía, vivió entre 1632 y 1677.
Spinoza es uno de los pensadores más interpretados y, a su vez, más malinterpretados de la historia de la filosofía. Ya en su época fue acusado de ateísmo, de herejía, de panteísmo, etc. Es corriente considerar que realizaba una identificación simple de Dios con la Naturaleza, considerada ésta como la totalidad de las cosas.
Ha sido considerado como la culminación del racionalismo, un epígono cartesiano dedicado a solucionar el problema de la comunicación de las sustancias. Ha sido interpretado como materialista en múltiples ocasiones y desde muy distintas perspectivas.
Últimamente ha sido considerado el hiperracionalista y e hiperateo. Consideremos brevemente algunas de estas interpretaciones para prevenirnos de las dificultades e inexactitudes que puedan derivarse de las mismas y para dar una idea de la complicación a la hora de llevar a cabo una interpretación cabal plenamente satisfactoria.
Acusación de ateísmo
La acusación de ateísmo, que ya en vida sufriera Spinoza, se extendió y creció a su muerte con la publicación de sus obras en las “Opera Posthuma” en 1677. Esta acusación estaba generalmente ligada a la de panteísmo, ya que se consideraba que en la práctica Spinoza identificaba Dios con la Naturaleza, lo que sería lo mismo que decir que sólo existía ésta.
La inscripción que los editores pusieron junto a un presunto retrato del autor en las Opera Posthuma decía: "Benedicto de Spinoza, que conoció la Naturaleza, es decir, Dios y el orden de las cosas”, lo que nos indica una cierta identificación panteísta entre sus simpatizantes.
En 1678 fueron prohibidas las obras de Spinoza en Holanda porque contenían "muchas doctrinas sacrílegas, blasfemas e impías". El final del siglo XVII estuvo lleno de antispinozismo, como el de Verwer, que publicó en Amsterdam en 1.683 “La máscara del ateísmo desgarrada”, o el de Helvetius, que publicó en la Haya en 1687 “El antiguo sepulcro de Adán, llenado con los huesos de muerte del cartesiano Coccei y del Descartes espinosista”. Bayle, Kortholt y Colerus lo acusan de impiedad y ateísmo en sus biografías. Hay noticias de que la Inquisición española recibió testimonios de viajeros sobre el ateísmo de Spinoza.
Epitafio
En este contexto se entiende la publicación a principios del siglo XVIII por Tuinman de un Breve compendio de las monstruosidades que enseñan explícitamente los ingenuos espinosistas (Rótterdam, 1719) y la redacción de un epitafio como este: "A B.D.S. Escupe en este sepulcro. Aquí yace Spinoza. ¡Estuviera aquí enterrada su doctrina! Este hedor ya no produciría ninguna pestilencia en las almas".
También puede entenderse la afirmación de Goethe sobre Spinoza: "quien se pone a leer sus escritos, encuentra en el fondo del hombre, aunque bajo bello barniz, las huellas de un ateo".
Podríamos estar tentados de decir, con Robert Misrahi, que "Spinoza juega en el siglo XVII el papel objetivo de un ateo, y el lugar histórico y social de la filosofía espinosista, en el medio cultural en que se despliega, es el de un ateísmo”. Sin embargo, es preciso leer esta frase con una conciencia retrospectiva.
En el siglo XVII esta palabra evoca la inversión de todos los valores tradicionales, la liberación casi blasfema con respecto a todas las estructuras de la conciencia y la sociedad”. Pero hemos de aclarar que ese lugar lo ocupa en las mentes de sus intérpretes más que en la suya propia.
Metafísico y cartesiano
Asociada a la tradición de considerar a Spinoza como un ateo, se encuentra también la interpretación de considerarlo como metafísico racionalista y cartesiano renovador, que desemboca en el panteísmo para solucionar el problema de la comunicación de las sustancias. Esta interpretación no merece crédito hoy día ya que deja de lado partes fundamentales de las teorías espinosistas: la ética y la política, y porque la contradicen muchas fuentes textuales directas de las obras de Spinoza.
También unida en cierta medida a la interpretación ateísta/panteísta está la interpretación de Spinoza como un resultado del criptojudaísmo ibérico. Son claves en este tipo de interpretación las obras de Albiac y Yovel. Interesa especialmente la tesis de Yovel, la cual identifica sistemáticamente seis pautas judaizantes en la filosofía de Spinoza: la heterodoxia respecto a la religión revelada y la trascendencia divina; el uso del doble lenguaje; la vida dual propia del criptojudío; una cesura en la trayectoria vital (en el caso de Spinoza sería el herem); una visión tolerante enfrentada a planteamientos inquisitoriales; y el ofrecimiento de una vía alternativa para la salvación (el conocimiento, en el caso de Spinoza).
Miquel Beltrán, en un artículo publicado en los Cuadernos salmantinos de filosofía en 1993, discute una a una las tesis de Yovel para mostrar que la influencia del marranismo (Israël Salvator Révah, hispanista francés que floreció en la segunda mitad del Siglo XX, define al marrano como «un católico sin fe, un judío sin saber, aunque un judío por voluntad», y en especial fueron denominados así los escritores sefardíes del Siglo de Oro, sobre todo Antonio Enríquez Gómez, de quien Révah descubrió una importante documentación biográfica inédita.
También halló nuevos datos sobre Miguel de Barrios, Manuel de Pina y Baruch Spinoza; se interesó asimismo por el teatro de Gil Vicente; por desgracia, desapareció en fecha prematura, aunque sus escritos han sido publicados póstumamente) es más notable en la forma más que en el contenido de la filosofía de Spinoza. Beltrán destacará en este artículo que el contenido está mucho más influido por el modelo de racionalidad de los Colegiantes, con los cuales Spinoza mantuvo un estrecho contacto en los años siguientes a su excomunión.
Interpretación materialista
Otro ejemplo de las interpretaciones de corte ateo, es la interpretación materialista de Spinoza. Por ejemplo, Schopenhauer dice que: para Spinoza "hubiera sido muy repulsivo decir claramente: «No es cierto que Dios haya creado este mundo, sino que existe por propia perfección de potencia»; por eso eligió un giro indirecto y dijo: «El mundo mismo es Dios»" .
Y, analizando el concepto de Dios como sustancia, explica que "si Spinoza hubiera investigado el origen de aquel concepto de sustancia, hubiera tenido que descubrir en definitiva que éste sólo puede ser la materia, y que, por consiguiente, el verdadero contenido del concepto no es otro que las propiedades esenciales de ésta señaladas a priori", calificando a Spinoza a continuación de materialista involuntario.
Desde el marxismo también se han realizado interpretaciones de Spinoza como materialista, cuyo defecto principal sea, tal vez, el intentar ver a este autor como un precedente de las propias teorías. Entre las interpretaciones materialistas destacan por su relevancia en el contexto español las de Vidal Peña (en la línea del materialismo de Bueno) y la de Antonio Negri (por su resonancia anecdótica, al haber sido escrita en la cárcel y ser considerada por algunos un intento de justificación del terrorismo).
Estas interpretaciones están en general bien fundadas en textos de Spinoza y atienden al contexto histórico bastante bien. Son especialmente valiosas porque destacan algunos conceptos y distinciones importantes en Spinoza: el conatus, el papel del Estado como coacción, etc.
Una última interpretación de corte panteísta que vamos a considerar es la de Luciano Espinosa Rubio, que considera la filosofía de Spinoza como un panteísmo ecosistémico, en el que Dios es la totalidad de la naturaleza indivisible entendida como un sistema ecológico.
Reinterpreta este autor al filósofo holandés y a los distintos elementos de su filosofía desde la concepción de que su metafísica es una descripción filosófica de un ecosistema, la primera, tal vez, y su ética una especie de ética ecológica y ecosocial, ya que implica la consideración de la sociedad humana como sistema ecológico de mutua dependencia.
Acusación negada
Existe, frente a este tipo de interpretaciones, otro que niega la acusación de ateísmo, critica la interpretación panteísta y propone alternativas para explicar las peculiaridades de Spinoza y sus vicisitudes.
Recordemos la carta de Spinoza a Jacob Ostens, donde se defiende de la acusación de ateísmo y de vaciar de contenido la religión: "¿Acaso, me pregunto, vacía de contenido toda religión aquel que afirma que hay que conocer a Dios como el sumo bien y que hay que amarlo, como tal, con libertad de espíritu; que en esto solo consiste nuestra suma felicidad y nuestra suma libertad; que, además, el premio de la virtud es la virtud misma y que el castigo de la necedad y de la impotencia es la misma necedad; y, finalmente, que cada uno debe amar a su prójimo y obedecer los mandatos de la suprema autoridad?" .
Jarig Jelles, en su biografía de Spinoza, decía que gracias a las demostraciones de este autor sobre la Sagrada Escritura "ni los judíos, ni los paganos, ni los ateos, quienesquiera y comoquiera que sean, serán capaces de dudar lo más mínimo de ellas. Lucas, en su biografía de Spinoza, dice de las tesis fundamentales de su filosofía: "Compárense con los dogmas del Nuevo Testamento y se verá que es exactamente la misma cosa".
Más adelante, lejos ya del contexto inmediato de nuestro autor, Hegel, desde su inmensa autoridad filosófica, critica la calificación de Spinoza como panteísta y ateo: "No se atiende a que Spinoza no define a Dios como la unidad de Dios y del mundo, sino como la unidad del pensar y de la extensión (del mundo material), y entonces resulta que ya en esa unidad, incluso tomándola de esa manera enteramente inapropiada, el mundo viene determinado en el sistema spinoziano más bien solamente como un fenómeno al que no se le atribuye efectiva realidad, de tal manera que este sistema ha de ser visto más bien como acosmismo. Una filosofía que afirma que hay Dios y que sólo hay Dios no debería ser presentada, por lo menos, como ateísmo"
Hegel plantea que la filosofía de Spinoza, calificada de panteísta, más que destacar la realidad del todo destaca la de Dios, debiendo ser calificada de monoteísmo (en cuanto a Dios) y de acosmismo (en cuanto al mundo).
Diferentes interpretaciones
Dificultades diferentes en la interpretación de Spinoza como panteísta destacan varios intérpretes en nuestro siglo, podemos citar como ejemplo a Hubbeling, que nos recuerda cómo en la carta 54 Spinoza destaca la diferencia entre Dios y las criaturas, Brann, que destaca que la filosofía de Spinoza es una transposición racional del judaísmo tradicional prerabínico, en el que el mundo y Dios se distinguen pero están unidos, o Curley, quien recuerda que sólo la Natura Naturans es identificable con Dios en Spinoza, y no la Natura Naturata.
Para completar esta exposición sobre la dificultad de interpretación de la filosofía de Spinoza, es interesante destacar la interpretación más reciente de Miquel Beltrán, el cual plantea que el espinosismo es un panenteísmo, ya que asegura la conexión absoluta entre Dios y las criaturas manteniendo la diferencia entre ambos, que es una reinterpretación del judaísmo prerabínico y que está fuertemente influenciado no por el marranismo sino por el judaísmo medieval de corte racionalista (Hasdai Crescas, Moisés Maimónides) y por la Cábala de origen ibérico (Cohen Herrera, Ibn Latif).
La posición de Einstein
3. Einstein y la Religión.
3.1. Afirmaciones de Einstein.
Cuando George Sylvester Viereck, en una entrevista en 1929, le preguntaba a Einstein: "¿En que grado ha sido usted influenciado por el Cristianismo?", Einstein respondió: "De niño yo recibí instrucción tanto de la Biblia como del Talmud (libro de las tradiciones de los ancianos judíos). Yo soy Judío, pero me conmueve la luminosa figura del Nazareno"
-"¿Ha leído el libro sobre Jesús (titulado: "El Hijo del Hombre") de Emil Ludwig (1881-1948, escritor alemán de raza judía, adversario del nazismo y del psicoanálisis, hizo muchas biografías noveladas, sensacionalistas, donde analiza a sus personajes, reduciendo los hechos históricos a fenómenos psicológicos)?
"El "Jesús" de Emil Ludwig es bastante frívolo. Jesús es demasiado colosal para la pluma de los mercaderes de palabras, aunque éstos escribieran con arte. ¡Ningún humano puede expresar al Cristianismo con un bon mot!"
-"Acepta usted la existencia histórica de Jesús?"
"¡Sin duda alguna!. Nadie puede leer los Evangelios sin sentir la verdadera presencia de Jesús. Su personalidad vibra en todas sus palabras. Ningún mito está tan rebosante de tal vitalidad".
(Tomado de G. S. Viereck, "What Life Means to Einstein", Saturday Evening Post, 26 Oct. 1929; Schlagschatten, Sechsundzwanzig Schicksalsfragen an Grosse der Zeit (Vogt-Schild, Solothurn, 1930), p. 60; Glimpses of the Great (Macauley, New York, 1930), pp. 373-374).
Einstein dijo: "No soy ateo, y no pienso que se me pueda llamar panteísta (doctrina del que identifica a Dios con la naturaleza y con el mundo). Estamos en la posición de un niño pequeño entrando en una gigantesca librería llena de libros escritos en muchas lenguas. El niño sabe que alguien debió de haber escrito esos libros. Pero no sabe como. Tampoco entiende los lenguajes en los que están escritos. El niño sospecha borrosamente que existe un misterioso orden en el acomodo de los libros, pero no sabe cual es ese orden. Ésta, me parece a mí, es la actitud hacia Dios, aún del más inteligente ser humano. Contemplamos al universo maravillosamente dispuesto y obedeciendo a ciertas leyes, pero solamente de manera borrosa entendemos esas leyes. Nuestras mentes limitadas perciben una fuerza misteriosa que mueve a las constelaciones". (Véase G. S. Viereck, Glimpses of the Great (Macauley, New York, 1930), quoted by D. Brian, Einstein - A Life, p. 186.)
"¡Con que profunda convicción en la racionalidad del universo... Kepler y Newton pudieron cumplir, al comprometerse a sí mismos, dedicando años de labor solitaria para desentrañar los principios de la mecánica celeste!". (Véase A. Einstein, Ideas and Opinions, p. 39)
"O se vive la vida pensando en que no existen los milagros, o se vive pensando que todo cuanto existe es un milagro". (A. Einstein)
"Einstein dijo que: "Lo Divino se revela a sí mismo en el mundo físico". (Z. Rosenkranz, Albert through the Looking-Glass (Jewish National and University Library, Jerusalem, 1998), pp. xi, 80).
"Percibo la maravillosa estructura del mundo existente, y con un decidido esfuerzo intento comprender una porción, así sea muy pequeña, de la Inteligencia Superior que se manifiesta a sí misma en la naturaleza" (A. Einstein, "What I Believe", 1930, Forum and Century 84:193-194).
"El pensamiento científico por sí mismo, no puede conducirnos al final y fundamental propósito de nuestra existencia... es necesario también aquel pensamiento que viene a existir no mediante demostraciones, sino mediante revelación... Los más elevados principios para nuestras aspiraciones y juicios han sido dados a nosotros mediante el mundo Judeo-Cristiano... el cual nos da un fundamento seguro para nuestras aspiraciones y valoraciones. El camino hacia una religiosidad genuina no se basa en el miedo a la vida o en el miedo a la muerte, tampoco en una fe ciega, sino en un esforzarse acorde al conocimiento racional. En este sentido, creo que el líder religioso debe de convertirse en maestro, si es que desea hacerle justicia a su excelsa misión de educador". (A. Einstein, "The Goal", lecture delivered in 19 May 1939, Ideas and Opinions, pp. 41-44; Out of My Later Years, pp. 25-28).
"El tener una creencia religiosa no es un síntoma de estupidez, así como tampoco el ser incrédulo es signo de inteligencia". (Born-Einstein Letters, p. 203).
"Alguna vez Einstein me dijo: "Debe de existir un ser intangible e infinitamente superior a todo cuanto conocemos y somos capaces de concebir" (M. Pearlman, Ben Gurion Looks Back, Weidenfeld and Nicolson, London, 1965), p. 217).
"Einstein se levantó y dijo: "Aún ante la vista de semejante armonía en el cosmos que con mi limitada mente humana soy capaz de percibir, sigue existiendo gente que dice que no hay Dios. Pero lo que realmente me encoleriza, es que dicha gente me cite a mí para sustentar sus opiniones". (P. H. zu Löwenstein, Towards the Further Shore (Victor Gollancz, London, 1968), p. 156).
"A mí me han ladrado numerosos perros que se ganan su alimento preservando la ignorancia y la superstición para beneficio de aquellos que lucran con ellas. Entonces se encuentra el ateo fanático cuya intolerancia es del mismo tipo que la intolerancia de los fanáticos religiosos y proviene de la misma fuente. Son como esclavos que siguen sintiendo el peso de sus cadenas, aún cuando éstas ya han sido arrojadas tras una dura batalla. Son criaturas que - en su rencor en contra del tradicional "opio para el pueblo" - no pueden soportar la música de las esferas. La Maravilla de la naturaleza no se vuelve pequeña porque uno no pueda medirla con los estándares de la moral humana y de los objetivos humanos". (Einstein a un destinatario no identificado, 7 agosto de 1941, Einstein Archive, reel 54-927)
"Ni existe una insuperable contradicción entre la religión y la ciencia, ni puede ser reemplazada la religión por la ciencia... Aquellos individuos a quienes debemos los más grandes logros de la ciencia fueron todos ellos hombres imbuídos con la convicción religiosa verdadera de que este universo nuestro es algo perfecto y susceptible de un esfuerzo racional por conocerlo... si no fuera así, difícilmente hubieran sido capaces de tal devoción incansable, que por sí misma habilita al hombre para que logre sus más grandes hazañas"
(A. Einstein, "Religion and Science: Irreconciliable?, Christian Unitarian Regtister, Jun 1948, 127:19-20; Ideas and Opinions, pp. 49-52).
"La ciencia no puede salvarnos. Creo, verdaderamente, que un excesivo énfasis en una actitud meramente intelectual, dirigida frecuentemente hacia lo práctico y objetivo en nuestra educación, ha conducido directamente al deterioro de los valores éticos". (A. Einstein, "The Need for Ethical culture", in Mein Weltbild; Ideas and Opinions, pp. 53-54).
"Soy consciente de la insuficiencia de la mente humana para entender a profundidad la armonía del Universo, lo cual intentamos formulando "leyes de la naturaleza". Es esta consciencia y humildad lo que se ha perdido en la mentalidad de los Librepensadores (Freethinkers)". (Einstein to BF, 17 dic 1952, Einstein Archive, reel 59-797).
"Einstein me contestó: "Respecto a Dios, yo no puedo aceptar ningún concepto basado en la autoridad de la Iglesia. Hasta donde recuerdo, yo estoy resentido con la indoctrinación a las masas (o "de la misa": Mass Indoctrination). Yo no creo en el temor a la vida, el temor a la muerte, ni en la fe ciega. Yo no puedo probarte que no existe un Dios personal, pero si yo hablara acerca de Él, sería un mentiroso. Yo no creo en el dios de la teología... Mi Dios creó leyes que cuidan de sí mismas (autopreservables). Su universo no está regido por buenas intenciones, sino por leyes inmutables" (W. Hermanns, Einstein and the Poet-in Search of the Cosmic Man (Branden Press, Brookline Village, Mass., 1983), p. 132).
"Quisiera saber como es que creó Dios a este mundo. No estoy interesado en este o en aquel fenómeno, en el espectro de este o de aquel elemento. Yo quiero saber Sus Pensamientos, el resto son detalles". (E. Salaman, "A Talk With Einstein", The Listener, 1955, 54:370-371).
"La tendencia al misticismo de nuestros tiempos, manifiesta especialmente en el exuberante crecimiento de las así llamadas: Teosofía y Espiritismo, es para mí simplemente un síntoma de debilidad y de confusión. Lo que yo veo en la naturaleza es una magnífica estructura que podemos comprender tan solo de manera muy imperfecta, y que debiera de llenar a una persona pensante de un sentimiento de humildad. Este es un genuino sentimiento religioso que no tiene nada que ver con el misticismo". Asimismo, Einstein rechazó categóricamente a la astrología, la consideró como aberración total, opuesta a toda sana ciencia." (H. Dukas and B. Hoffmann, Albert Einstein - The Human Side (Princeton University Press, Princeton, N. J., 1979), p. 132).
"La tarea suprema del físico es el descubrimiento de las más elementales y generales leyes a partir de las cuales el cuadro completo del mundo puede ser deducido de manera lógica. Pero no existe una forma lógica para el descubrimiento de estas leyes elementales". (A. Einstein, Prefacio a M. Planck, "Where is Science Going?" (W. W. Norton, New Yoek, 1932), p. 12).
"Un profundo sentimiento religioso y cósmico es la más poderosa y noble fuerza de impulso para la investigación científica, Kepler y Newton pudieron dedicar tantos años de trabajo solitario desentrañando los secretos de la mecánica celeste solamente porque ellos estaban inmersos en ese sentimiento religioso". (A. Einstein, "Religion and Science", New York Times, 9 de Noviembre 1930, sección 5, pp:1-2, con comentario de R.L.D., p. 2).
"¡Que profunda convicción acerca de la racionalidad del universo debieron de haber tenido Kepler y Newton para haber dedicado años de solitaria labro desentrañando los principios de la mecánica celeste!". (A. Einstein, Ideas and Opinions, p. 39).
"Las especulaciones más valiosas en el reino de la ciencia surgen de un profundo sentimiento religioso, sin tal sentimiento, no pueden prosperar". (A. Einstein, "Science and God", Forum and Century, 1930, 83:373-379).
"Yo no creo en un Dios personal, pero aún así, la creencia en un Dios personal sería preferible a carecer de una perspectiva de trascendencia en la vida". (Carta de Einstein a E. Büsching (autor del necio libro There Is No God), 25 Oct, 1929).
"Respetamos todo lo que usted ha aprendido, Dr. Einstein, pero existe una cosa que pareciera que aún no ha aprendido usted: "Que Dios es Espíritu, y por lo tanto no puede ser encontrado mediante el telescopio o el microscopio", así como el pensamiento humano o sus emociones no pueden ser encontradas mediante el análisis del cerebro... Yo nunca le he contado a nadie acerca de mis aberraciones espirituales porque temo que, por mera sugerencia, pudiera yo mismo disturbar y dañar la vida y las esperanzas de algún prójimo, así como su creencia... Espero que usted, Dr. Einstein, haya sido citado equivocadamente, y que tenga usted que decir algo todavía mucho más grato para las vastas mayorías del pueblo Americano que se deleita en rendirle a usted honores". (HWE, a historian and president of a historical society in New Jersey, to Einstein, 14-Nov-1940. Einstein Archive, reel 40-339).
"Einstein inicialmente se aferró a una creencia libre de toda duda, según le había sido infundida por la instrucción judía privada en casa y por la instrucción católica en la escuela. Él leyó la Biblia sin sentir la necesidad de examinarla críticamente, la aceptó como una simple enseñanza moral y se sintió poco inclinado a confirmarla con argumentos racionales, ya que su lectura se extendió muy poco más allá de ese círculo". (A. Moszkowski, Einstein (Hoffmann and Campe, Hamburg, 1920); Einstein the Searcher - His Work Explained from Dialogues with Einstein (Methuen, London,1921), p. 221).
"De acuerdo con el pensar Judío, tanto Einstein como Spinoza concibieron a Dios como una entidad abstracta de acuerdo a la expresión bíblica de: "No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra" (Éx. 20:4), como dijo Maimónides (1135-1204, filósofo hispano-judío de Córdoba, reconoció que existen verdades que van más allá de la razón y de la filosofía, pero que no contradicen a la razón) en su Tercer principio de fe: "Yo firmemente creo que... no se aplican a Él accidentes corporales, ni existe nada que se pueda asemejar a Él".
"No sólo no era Einstein un ateo, sus escritos han influenciado a la gente a apartarse del ateísmo, aunque él indudablemente nunca intentó convertir a nadie a su propia convicción. Él discutía sobre religión solamente en respuesta a solicitudes de gente que le preguntaba sobre su perspectiva religiosa, como en el caso de la carta a Gross, o cuando se le pedía explicar su punto de vista en revistas o en conferencias religiosas."
Sin embargo, después de publicar la breve edición alemana del libro "Einstein and Religion", de Max Jammer, el autor recibió algunas cartas - principalmente de científicos, incluyendo a un internacionalmente bien conocido biofísico - en las que los escritores admitían que ellos habían sido ateos hasta que leyeron los conceptos de Einstein sobre religión, los cuales les inspiraron a esforzarse por llegar a ser personas de profundidad religiosa. Ni que decir, el autor quedó bastante sorprendido por estas cartas, ya que el libro, como se enfatiza claramente en la introducción, ha sido designado para servir únicamente como un registro histórico del pensamiento religioso de Einstein, sin intención alguna de convertir a sus lectores a las apreciaciones de Einstein o de interferir de manera alguna con sus creencias religiosas".
"Para Einstein el conocimiento de Dios puede ser obtenido mediante la observación de los procesos visibles de la naturaleza, pero con la salvedad de que la manifestación de lo Divino en el Universo es solamente parcialmente comprensible para el intelecto humano"
"Para Einstein la palabra "religión" se refiere a ese profundo e inspirador sentimiento de devoción piadosa, ajeno a toda indoctrinación dogmática. Einstein jamás asistió con regularidad a ningún tipo de servicio religioso".
"Para Einstein Dios es una Inteligencia Superior que se revela a sí misma en el mundo de la experiencia. En la existencia de tal Inteligencia tuvo Einstein una profunda convicción. Einstein rechazaba tanto la idea de un Dios castigador como la de un Dios con apariencia humana". (M. Jammer, 1999, "Einstein and Religion, Princeton University Press, Princeton, New Jersey).
"Einstein rechazó la idea popular de que la ciencia no tiene nada que ver con la religión al declarar: "La ciencia depende fuertemente de la religión pero no a la inversa. Puede hablarse de los fundamentos morales de la ciencia pero no de los fundamentos científicos de la moral”. (F. Ferré, "Einstein on Religion and Science", American Journal of Theology and Philosopy, 1980, 1:20-28).
"Cualquier interferencia de la teología con las tareas de la ciencia es destructiva para la teología misma... Einstein rechaza la idea de un Dios personal (de un Dios con atributos humanos), pero sabemos que el predicado "personal" puede ser dicho referente a Dios solamente de una manera simbólica o mediante analogía". (P. Tillich, "The Idea of a Personal God", Union Review, 1940, 2:8-10; Gesammelte Werke, vol. 12 (Evangelisches Verlagswerk, Stuttgart, 1971), pp. 300-304).
"Einstein nos insistió en que "la física y la religión no son solamente compatibles, sino que también se apoyan, validan y confirman entre sí... Si Einstein habla de la Razón Cósmica, esto debe de ser entendido como una expresión de reverencia ante el misterio del Absoluto, en oposición a esas ideas teístas completamente humanas acerca de Dios... Dios no es una persona como el hombre es una persona. El que todo lo abarca y todo lo penetra nunca es un objeto que el hombre pueda ver a la distancia con la finalidad de hacer declaraciones sobre él... [Dios] no es una persona individual entre otras personas, tampoco es un superman o un superego. El término "persona" es solamente una clave para designar a Dios. (H. Kúng, a catholic theologian, Does God Exists?, p. 632).
"Einstein pretende conocer a Dios a la luz de su experiencia como científico y como gran erudito, así como nosotras, a nuestra pequeña escala, tratamos de comprender a Dios como amas de casa y como mamás" (Mrs. Renick Martin, 1940, Kansas Women's Christian Mission).
"Parece un sano razonamiento argumentar que Dios no hubiera sido Todo Poderoso si no hubiera hecho al hombre libre. Se requiere de mayor habilidad para hacer a una máquina que se mueva por sí misma que la que se requiere para construir una casita de pájaros. Se requirió de Un Mayor Poder el haber hecho a un ser humano con libre albedrío (auto-determinable), que lo que se requiere para construir un autómata. Si Dios fuera solamente un espacio-tiempo impersonal, Profesor Einstein, entonces no existiría un orden moral". (Monseñor Fulton, J., Sheen Answers Einstein's Anti-God Attack, by the catholic periodical Tablet, Sept. 21, 1940).
3.2. Algunas deficiencias del pensar de Einstein en relación con Dios a la luz de la Biblia
Después de haber leído la detalladamente documentada obra del físico Max Jammer "Einstein and Religion", 1999, de la Universidad de Princeton, concluyo que algunas de las cuestiones básicas que no supo, no entendió o no creyó Albert Einstein de la Biblia son las siguientes:
3.2.1. Que la Biblia es consistente consigo misma y con toda buena ciencia experimental y racional. Einstein la leyó en su adolescencia sin pretensiones de entender a fondo la coherencia lógica de la Biblia, tanto consigo misma como con todo el Universo. La Biblia no es un libro tradicional y religioso más. Su definición como tal libro, es complicada y su interpretación, si la lectura es superficial puede tornarse equívoca. Yo veo varias maneras de afrontar la lectura de la Biblia: una es la literaria, en donde quedan manifestadas todas las bellezas, incluso las más recónditas del arte de la literatura narrativa; otra es la histórica, muy interesante también, sobre todo en lo que se refiere a la historia de la figura de Jesús que, considerado tan sólo en su faceta humana, no es superable por ninguna otra figura conocida; la tercera, y la más sugestiva, es la exegético-religiosa, que permite descubrir muchos estratos superpuestos entre los que afloran mensajes fundamentales no sólo teológicos sino también referidos al entorno Cósmico en el que nos hallamos tanto a nivel corporal como espiritual.
3.2.2 Einstein, no creyó en la existencia de la vida eterna de carácter personal; si, sin embargo creo que intuyó la eternidad. Pese a sus geniales intuiciones sobre espacio y tiempo y a la modificación conceptual que éstos experimentaron tras sus teorías, no fue más allá, y fue mucho, de sus ecuaciones. Sin embargo, tras la metáfora bíblica, se esconde una noción del tiempo no cronológica sino lógica a la que llamaré me-tiempo y también un lugar difuso que denominaremos me-espacio o no espacio. El me-tiempo y el me-espacio, neologismos míos, no son, repito cronológicos ni dimensionales, sino lógicos y matemáticos, no discurren ni ocupan lugar. En términos vulgares, aunque no es exactamente así, estarían “fuera de” lo que sensorialmente conocemos como espacio-tiempo. En el relato bíblico, el tiempo es diferente en función de quien vive comparado con aquellos que ya han muerto. Maravillosa realidad que si Einstein la hubiera entendido, conocido y creído, le hubiera inspirado mucho más grandes pensamientos acerca de la relatividad del tiempo y del espacio.
3.3. Aspectos colaterales sobre Einstein
"La historia de tomar en cuenta a Dios, así como a algunos aspectos espirituales en el campo de la física, es muy antigua, ya Kepler y Newton en sus respectivas obras incluían frases en las que reconocían a Dios como el Creador del Universo".
El ensayo "Eternity" de Stump y Kretzmann (1981, J.Philosophy, 78:429-458, reimpreso en T. Morris, ed: The Concept of God (Oxford University Press, Oxford, 1987, pp. 219-252), tuvo el efecto de poner a estudiar a muchos teólogos los fundamentos de la teoría de la relatividad.
"La idea de la eternidad sin tiempo de Dios, o de un modelo atemporal de existencia divina, ha sido concebida con el fin de resolver el problema de la aparente incompatibilidad entre la omnisciencia divina (incluyendo la presciencia de Dios) y el libre albedrío humano" (M. Jammer, 1999, "Einstein and Religion, University of Princeton Press, Princeton, New Jersey, p. 32 y 75).
"La densidad local media del universo permanece constante debido a la existencia de un "campo de creación" que continuamente produce nueva materia en la forma de átomos de hidrógeno que combinan y dan origen a nuevas estrellas y galaxias". (F. Hoyle, "A New Model for the Expanding Universe", Monthly Notices of the Royal Astronomical Society, 1948, 108:372-382).
"Ahora vemos como la evidencia astronómica conduce a la perspectiva bíblica del origen del mundo. Los detalles difieren, pero los elementos esenciales en los registros, tanto en el astronómico como en el bíblico, son los mismos: la cadena de eventos que llevaron hasta el hombre comenzaron repentina y marcadamente en un momento definido en el tiempo, en un relámpago de luz y energía... Para el científico que ha vivido por la fe en el poder de la razón, la historia concluye como un mal sueño. Ha escalado las montañas de la ignorancia, está a punto de conquistar los picos más altos, y al apoyarse sobre la última roca, se encuentra con que es recibido por una cuadrilla de teólogos que han estado sentados allí durante siglos". (R. Jastrow, God and the Astronomers (W. W. Norton, New York, 1978), p. 116).
"La mayoría de los cosmólogos modernos consideran al Big Bang como un evento único sucedido en t0 = 0 ó inmediatamente después". (M. Jammer, "Einstein and God", p. 258).
"Pienso que he dejado completamente abierta en mi artículo la cuestión de la existencia de un Ser Supremo. Sería perfectamente consistente con todo lo que sabemos, el decir que existe un Ser que fue responsable de las leyes de la física... Si encontramos la respuesta, será el triunfo final de la razón humana - porque entonces conoceremos la mente de Dios". (S. W. Hawking, The Edge of Space-Time, American Scientist, 1984, 72:355-359; A Brief History of time, p. 175).
"En breve, cientos de años de intenso esfuerzo científico por algunas de las mentes más finas que han existido, finalmente ha producido una panorámica del universo que está en sorprendente concordancia con las breves palabras que aparecen en los pasajes de apertura del libro del Génesis. Pero aún así, nuestro compromiso religioso no debe de depender de la consistencia entre la física y la Biblia". (N. Aviezer, "In the Beginning - Biblical Creation and Science" (Ktav, Hoboken, NJ, 1990), p. 17. El libro ha sido publicado también en francés, ruso, español y portugués).
"La teoría del Big Bang no presenta una explicación acerca de los quasares ni de la fuente de la conocida masa oculta en el Universo, sería sorpresivo que sobreviviera al telescopio Hubble". (J. Maddox, "Down with the Big Bang", Nature, 1989, 340:425).
"Con el advenimiento de la cosmología del Big Bang, que declara que el universo se originó en un tiempo definido en el pasado, como un evento único, evento que pudiera fácilmente ser interpretado como un acto divino de creación, Pío XII elogió a los cosmólogos por haber demostrado que el universo es: "el trabajo de una omnipotencia creadora, cuyo poder, puesto en movimiento por el poderoso Fiat, pronunciado hace billones de años por el Espíritu Creador, se difundió por todo el universo... Y estas, son ideas que fueron esparcidas por la concepción del tiempo y espacio de Einstein". (Science and the catholic church, Bulletin of the Atomic Scientists, 1952, 8:143-46, 165; Einstein Session of the Pontifical Academy, Science, 1980, 207:1159-1167).
"Los teólogos y los filósofos parecen ignorar que la misma teoría especial de la relatividad, mediante sus diagramas geométricos del espacio-tiempo, ofrece quizás la mejor representación de la relación eternidad-tiempo". (M. Jammer, 1999, "Einstein and Religion, Univ. Princeton Press, New Jersey, p. 32 y 75).
"La masa no solamente es una medida de la energía, sino finalmente ella misma es energía, y si la energía es la base esencial de todo el mundo material, esto, para el Cristiano es una clara manifestación del espíritu activo creador de Dios en el reino físico". (A. Smethurst, "Modern Science and Christian Belief", J. Nisbet, London, 1955).
"La creación de la materia a partir de la nada no contradice a ninguna ley de conservación física, de acuerdo a la relación masa-energía dada por Einstein (E = mc2), Tomás de Aquino está en lo cierto al afirmar en su obra De Potentia: "Que Dios pudo e hizo el algo de la nada, debemos sostenerlo con firmeza". (H. Margenau, "Thomas and the Physics of 1958: A Confrontation" (Marquette University Press, Milwaukee, 1958), p. 41).
"Obtener las condiciones en una pequeña región del espacio para dar origen a un nuevo universo... requeriría de una densidad energética que es muchisísimo más alta, como para que pudiera ser proporcionada por cualquier tecnología conocida". (E. Farhi and A. Guth. "An Obstacle to Creating a Universe in the Laboratory", Physics Letters, 1987, 183B:149-155).
"Yo creo firmemente que el Creador, Bendito sea Su Nombre, no es corpóreo y ningún atributo corporal se aplica a Él... Los conflictos entre la ciencia y la religión resultan de las interpretaciones erróneas de la Biblia" (Maimónides).
"Ralph Waldo Emerson llegó a decir: "la religión que teme a la ciencia, insulta a Dios y comete suicidio"(Citado en H. E. Cotton, ed, "Has Science Discovered God?”, VI).
4. El Señor del azar.
Con el título “El Señor del azar”, Tomás Alfaro Drake, ingeniero, plantea un libro como respuesta a una pregunta que le formula un amigo: cómo se pueden defender las actuales teorías científicas y a la vez ser coherentemente cristiano.
El método que sigue Alfaro es original: en la primera parte del libro expone, de manera divulgadora y seria, los principales resultados científicos actuales sobre el origen del universo (el Big Bang), la aparición de la vida (a partir de la famosa sopa primitiva), la aparición del hombre. En la segunda parte, narra la historia del mundo y del hombre tal como se cuenta en la Revelación bíblica, según la doctrina de la Iglesia. Pues bien, no hay contradicción alguna entre las dos "versiones". Si, como postulan –que no demuestran- muchos científicos, el mundo, la vida y el hombre han surgido por azar, eso no tendría nada de extraño, porque Dios es el Señor del azar.
4.1. Los dados de Einstein
Einstein, con una frase algo sibilina, dijo aquello de que "Dios no juega a los dados", lo que era en realidad una crítica a la física cuántica. Niels Bohr, uno de los grandes de la moderna física, contestó que no éramos quienes para decir cómo actuaba Dios. Y más recientemente, y es la postura que divulga en este libro Alfaro, se tiende a decir que sí juega Dios a los dados, y con dados trucados. O, más elegantemente, que Dios juega haciendo intervenir, cuando le parece, el azar.
Esta idea del juego de Dios no es de hoy. Platón habló ya de que éramos "títeres de Dios". La Biblia presenta explícitamente a la Sabiduría de Dios "jugando con el orbe de la tierra". La profunda realidad del juego, gratuito y serio a la vez, es un ámbito en el que cabe explicar la evolución del universo mejor que con uniformes y mecanicistas leyes universales, que es lo que venía ocurriendo desde mediados del siglo XVII, desde la época de Descartes y de Galileo.
En este libro se recuerda algo que ya pertenece a la metodología corriente de la ciencia experimental (que es lo que, de ordinario, se entiende, algo abusivamente, por ciencia): que las teorías son siempre provisionales. Lo que fue presentado como un absoluto (las leyes de Newton), no lo son, después de Einstein. Ni lo es la relatividad. La física reciente ha destrozado el mecanicismo, pero no para imponer otra teoría inmutable, sino para contentarse, con formular hipótesis que explican una serie de fenómenos hasta que la inteligencia humana no dé con otras.
4.2. Cuestión de niveles
Alfaro distingue entre verdades científicas (experimentales, a las que se llega por la inteligencia y el experimento), tesis anticientíficas (en contra de las leyes de la razón) y verdades acientíficas, que no pueden ser probadas experimentalmente, pero sí conocidas por otro medio. En concreto, la fe. Desde antiguo se ha defendido que las conclusiones de la razón no pueden estar en contra de las verdades de fe puesto que razón y fe tienen un mismo autor, Dios. Esa es la doctrina de Tomás de Aquino, en el siglo XIII, quien recogía por lo demás una antigua tradición cristiana.
Todo este asunto queda muy aclarado con una sencilla reflexión: la incompatibilidad entre el nivel de la razón y el de la fe sólo podría ser advertida plenamente por quien dominara tanto un nivel como el otro. Pero el hombre no está en ese supuesto. El hombre tiene que contentarse, lo que tampoco es poco, con usar varios modos y varios registros. El de la ciencia, con una humildad que nace de la provisionalidad de cualquier resultado algo complejo. Y el de la fe, asintiendo, por confianza, de corazón. Porque, como ya dijo Pascal, el corazón tiene sus razones que la razón desconoce.
Las posturas "absolutistas" o "fundamentalistas" son las que llevan a enfrentar los niveles. Posturas del tipo de la de Ernst Friedrich Haeckel, uno de los decimonónicos más famosos en su tiempo y hoy casi olvidado, para quien "La evolución será en el futuro la palabra mágica con la que resolveremos todos los misterios que nos rodean". O posturas como la de quienes se empeñan en que la Iglesia "diga algo" sobre el Big Bang, los quarks o el hombre de Atapuerca. Hay que recordar una y otra vez que, en el camino de la inteligencia humana, como escribe el filósofo Hans George Gadamer, "una interpretación definitiva parece ser una contradicción en sí misma".
4.3. Conocer el estado actual de la ciencia
Precisamente cuando la ciencia experimental o, mejor, los científicos experimentales abandonan el proyecto de hacer de la ciencia una especie de pseudo religión, los progresos científicos son más claros y más atractivos. En lugar de una genérica explicación materialista y mecanicista se tiene un mosaico de explicaciones fragmentarias, aunque válidas.
Nunca, como ahora, las hipótesis científicas han sido más apasionantes. La divulgación que hace Alfaro en El Señor del azar no se detiene ante dificultad alguna, señalando cada vez que es necesario, y lo es con frecuencia, la acción del azar. El Big Bang se dio, quizá. ¿Pero qué se dio antes? Las ciencias no tienen respuesta para eso. También por azar aparece el ADN y por azar los ladrillos de la vida acaban formando una célula, que es ya algo complejísimo. Una vez encauzada la vida, es muy probable que uno de los caminos de la evolución sea la selección a través del medio, como decía Darwin. Pero la evolución gradual no se da ni siempre ni por igual en todos los casos. Hay a veces saltos. En concreto, la "discontinuidad" entre el orden de los primates, su evolución y el Homo sapiens, no es posible que encuentre una explicación científica que no sea la apelación al azar.
4.3. ¿Qué es el azar?
Aristóteles, en la Metafísica, sostenía que "no estaría bien confiar a la casualidad y al azar tan gran empresa" (la de que "en unos entes haya y en otros se produzca lo bueno y lo bello"). Muchos siglos después, Jacques Monod, en “El azar y la necesidad”, dice algo terminante: "El hombre sabe al fin que está solo en la inmensidad indiferente del universo, del que ha emergido por azar. Ni su destino ni su deber están escritos".
Sin embargo, un investigador como Pasteur aseguraba que "en los campos de la observación, el azar no favorece sino a los espíritus perspicaces". Para unos, el azar no es sino "otro nombre de la ignorancia". Alfaro recoge en este libro, en cambio, la también divulgada opinión de que "el azar es lo que resulta cuando Dios no firma".
Los conocimientos actuales, sobre todo en física, astrofísica, biología y genética, ascendiendo hasta las inmensas escalas del universo y descendiendo hasta lo inmensamente pequeño de las partículas elementales o de los "ladrillos" de la vida, sitúan a nuestro tiempo en una perspectiva en la que es difícil objetivamente la credulidad (si no fuera porque en un mundo tan racionalmente conocido continúa la "necesidad" del mito y resulta casi inevitable esperar en fantasías). Pero un buen conocimiento científico es el gemelo ideal de una segura creencia de fe.
La facilidad con que han circulado los tópicos –el reflejo inmediato de tachar a la fe de oscurantismo, la acrítica esperanza en el progreso lineal, unidimensional e indefinido– debería hacer dudar de su veracidad. Desde hace mucho tiempo, no sólo los científicos, sino también los poetas lo habían dicho con sencillez, como Shakespeare en Hamlet: "Hay más cosas entre el cielo y la tierra, Horacio, que las que sospecha tu filosofía". Ese "entre el cielo y la tierra" es una metáfora conjunta, por así decirlo, de lo que falta a las ciencias, a la razón, por conocer –porque la tarea es interminable- y de lo que el corazón, por seguir con el binomio de Pascal, puede conseguir vislumbrar de lo divino.
4.4. Superación de la incompatibilidad
A la cultura, en general, y a muchos individuos en concreto, casi siempre por falta de esfuerzo por obtener información, les cuesta abandonar los estereotipos, prejuicios o simplemente enfoques heredados de épocas anteriores. Pero, aunque se siga hablando de ellos, les ocurre como a aquel personaje del Orlando, de Ludovico Ariosto: "Andava combattendo ed era morto", que seguía combatiendo pero ya estaba muerto.
Uno de esos estereotipos es el de la compatibilidad o incompatibilidad entre ciencia y fe. Proviene de una visión racionalista, la que quiere que todo cuadre a ultranza. Más de acuerdo con la compleja condición humana es una tensión entre el esfuerzo de la comprensión por la inteligencia y el de la compresión por la fe. Tensión que no equivale a oposición, al menos no a oposición contradictoria. Si una es verdadera, la otra no tiene por qué ser falsa: puede ser verdadera en otro ámbito.
Un ejemplo, ya tópico, de esos enfrentamientos inútiles es el de la división, en cuanto al origen de la vida, entre "evolucionistas" y "creacionistas". La respuesta "creación" no está en el ámbito de la ciencia experimental, sino en el de una respuesta de la inteligencia a la pregunta que se formulaba Martin Heidegger: "¿Por qué el ser en lugar de nada?". La respuesta "evolución" es la de una hipótesis para explicar una serie de fenómenos que se dan cuando, desde hace tiempo, ya existe algo. Mantener las dos vías al mismo tiempo no es incoherencia ni contradicción sino responder, de una manera sencilla y profunda, a la complejidad de lo real.
4.5. Dos ángulos de visión
Si algún detalle menos claro existe en El Señor del azar es la voluntad de buscar la armonía o compatibilidad entre los resultados de las ciencias, por lo demás continuamente provisionales, y las verdades de fe que, por sí mismas, son definitivas. Hay puntos de la fe que no coinciden con los resultados actuales de algunas ciencias, lo cual no significa que esos resultados sean falsos ni que la Revelación esté equivocada. En principio no se puede pensar en ningún momento en el que todo cuadre, por las dos partes, entre otras razones porque no son partes de un puzzle, sino distintos ángulos de visión.
La necesidad de conocer es algo que ha de vivir con el conocimiento de que la frontera de lo desconocido se agranda cada vez más. No sólo para el conocimiento de fe valen las palabras de San Pablo: "Vemos ahora en enigma y como en un espejo", de esos espejos antiguos en los que el reflejo era, además, poco nítido.
Pero esa penumbra no es un motivo de desgracia, sino el equivalente, en la inteligencia, a lo que son, en la voluntad, los titubeos de la libertad.
4.6. Opiniones respetables.
Llegados al final del análisis de la primera consideración de Dawkins, réstanos por indicar que hay prestigiosos científicos y filósofos de la ciencia mucho más objetivos que Dawkins y su amigo Dennett, hiper-reduccionistas e hiper-materialistas, virulentamente anti-religiosos, salvajemente ateos.
Así conviene leer la "La mente del universo" de Mariano Artigas en la que describe los rasgos fundamentales de la cosmovisión científica actual, que se muestra muy coherente con el teísmo; hay unos interesantes párrafos dedicados a la intervención del azar en la evolución del universo. También conviene destacar "Hechos, teorías e ideología en la evolución" del biólogo Christian de Duve, premio Nobel, aclara que, en la evolución de los seres vivos, "aleatorio" no equivale a surgido por azar ciego.
Otro libro interesante es "Un universo de diseño" de Paul Davies, un famoso físico, no creyente, que subraya la racionalidad de la naturaleza, lo que invita a pensar en la existencia de un designio.
Otros libros que hemos consultado son “La historia más bella del mundo” (Anagrama) de Hubert Reeves, Joël de Rosnay, Yves Coppens y Dominique Simonnet en el que se explican las hipótesis actuales sobre el origen del universo y de la vida; “La evolución y sus metáforas” (Tusquets) de Jordi Agustí, un buen resumen de la historia de las ideas sobre la evolución, que muestra cómo los esquemas materialistas han ido quedando superados; igualmente de Mariano Artigas, es “Ciencia y fe: nuevas perspectivas” (EUNSA), obra de divulgación sobre los temas que han dado pie a equívocos en torno a los datos científicos y los de fe; de autores varios es, “Física y religión en perspectiva” (Rialp), que reúne los trabajos de cinco especialistas sobre cuestiones fronterizas entre física, filosofía y teología; interesante es también la obra de Stanley L. Jaki, “Ciencia, fe, cultura” (Palabra), una visión armónica que destruye el abismo aparente entre las ciencias y el humanismo.