Somos “polvo de estrellas”. Los elementos químicos de los que estamos formados se originaron en reacciones nucleares de antiguas estrellas masivas. Incluso las proporciones relativas de los distintos elementos de los que estamos constituidos no difieren demasiado de la composición de esas estrellas extintas.
Compuestos de polvo de estrellas, nos sabemos condenados a una vida efímera, siempre de paso por un mundo cuya complejidad supera nuestra limitada capacidad de entender. A lo largo de nuestra historia hemos perseguido certezas intangibles a través de mitos y religiones que aportaran explicaciones trascendentes a nuestras vidas. Pero siempre nos quedó el desasosiego de que el mito no sea cierto.
Hoy día el desarrollo de la ciencia empieza a aportar explicaciones fascinantes que nos permiten transformar un misterioso mundo ininteligible en un universo elegante. Y aunque la ciencia no puede darnos explicaciones “transcendentes” al menos nos brinda el placer de pensar y de entender quiénes somos.
Compuestos de polvo de estrellas, nos sabemos condenados a una vida efímera, siempre de paso por un mundo cuya complejidad supera nuestra limitada capacidad de entender. A lo largo de nuestra historia hemos perseguido certezas intangibles a través de mitos y religiones que aportaran explicaciones trascendentes a nuestras vidas. Pero siempre nos quedó el desasosiego de que el mito no sea cierto.
Hoy día el desarrollo de la ciencia empieza a aportar explicaciones fascinantes que nos permiten transformar un misterioso mundo ininteligible en un universo elegante. Y aunque la ciencia no puede darnos explicaciones “transcendentes” al menos nos brinda el placer de pensar y de entender quiénes somos.