Utilizan abejas para detectar explosivos

Han sido reeducadas usando las clásicas técnicas Pavlov de estímulo-respuesta


Un equipo de científicos norteamericanos ha aprovechado el poderoso instinto olfativo de las abejas para desarrollar un método de respuesta de estos insecto a olores muy concretos: el de los explosivos de las bombas de fabricación casera. Estos artefactos resultan extremadamente peligrosos porque cualquiera puede fabricarlos con materiales asequibles, por lo que su detección resulta importante. Las abejas fueron entrenadas siguiendo el método de Pavlov de estímulo-respuesta demostrando que podrían convertirse en los sabuesos del futuro. Por Vanessa Marsh.


Vanessa Marsh
08/12/2006

Científicos de Los Alamos National Laboratory (LANL en Nuevo Mexico han desarrollado un método de entrenamiento de abejas comunes para que aprendan a detectar los explosivos utilizados para la fabricación de las bombas, informa el LANL en un comunicado.

Basado en el conocimiento de la biología de las abejas, la nueva técnica podría llegar a ser una importante herramienta en la lucha contra los llamados “artefactos explosivos improvisados” (IEDs son sus siglas en inglés).

Estos artefactos pueden ser casi cualquier objeto fabricado con cualquier tipo de material explosivo y un detonador. Se montan sólo con explosivos o combinados con productos químicos o biológicos tóxicos, e incluso con materiales radioactivos. Se caracterizan por ser bombas caseras, que los fabricantes hacen con lo que tienen a mano.

Según el LANL, los IEDs suponen un grave peligro para las tropas norteamericanas desplazadas al extranjero, así como para los ciudadanos de cualquier parte del mundo por su facilidad de fabricación y uso.

Las abejas salvadoras

Estudiando el comportamiento de las abejas, los científicos del Los Alamos aprovecharon una parte del organismo de las abejas para “reeducarlas”. Se trata de una especie de “trompa” de extensión refleja que se extiende desde la lengua de estos insectos cuando detectan un olor determinado.

El excepcional sentido olfativo de las abejas, que las hace reaccionar de forma natural al néctar, se aprovechó para que detectaran otros olores, mucho menos bucólicos, como el del C4 (explosivo compuesto por ciclonita y estabilizantes), el TNT o trinitrotolueno, y el TATP (tri-acetona tri-peróxido), explosivo utilizado, por ejemplo, en los atentados del 7 de julio en Londres.

Usando las clásicas técnicas Pavlov de estímulo-respuesta para educarlas, se entrenó a las abejas para que produjeran una respuesta cuando estaban expuestas a los vapores de estos explosivos.

Según Tim Haarman, investigador principal del Stealthy Insect Sensor Project, se han aplicado conocimientos antiguos acerca del sentido olfativo de las abejas, que se iguala al de los perros.

Conocimientos adquiridos

Sin embargo, intentos previos para aprovechar y comprender esta habilidad no habían sido probados científicamente. Con una mayor preparación, los científicos creen que realmente se podrá aprovechar esta habilidad de las abejas en la detección de explosivos.

Los estudios sobre ellas realizados por el equipo de Haarman demostraron que podían resultar altamente útiles para estos fines. En primer lugar se analizó por qué las abejas son tan buenas detectoras, para luego demostrar que realmente podían ser usadas para identificar explosivos.

Buscando características como la expresión proteíca, los científicos aislaron las diferencias genéticas y fisiológicas entre las abejas que tenían muy buen olfato y las que no.

También determinaron la capacidad de las abejas para detectar explosivos en presencia de otros olores que pudieran interferir, como lociones, gasolina o repelentes de insectos, descubriendo que podían pasarlos por alto e identificar a pesar de ellos sus objetivos.

Por último, el equipo estudió las unidades estructurales de las antenas de las abejas y buscaron mecanismos bioquímicos y moleculares que pudieran mejorar su habilidad en el entrenamiento, así como en la retención durante periodos de tiempo más largos de los conocimientos adquiridos.



Vanessa Marsh
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