Universo Ungaretti para los que aún buscan asombrarse

Ediciones Igitur publica 'Vida de un hombre (poesía completa)'


Ediciones Igitur publicó en 2015 'Vida de un hombre (poesía completa)’, de Giuseppe Ungaretti. Poeta y traductor de Mallarmé, Góngora y Saint-John Perse, la obra del poeta de Alejandría no defrauda a los que aún buscan asombrarse: en ella el fuego de la poesía alumbra interrogantes, hay una aspiración a un duelo entre las tinieblas y la luz, y se descubre el canto de las piedras. Por Aldo Alcota.




“Una vez más vendrá el barroco a ayudarme”
Giuseppe Ungaretti
 
 
Hay poetas que desafían el paso del tiempo, una pesada mano de hierro con intenciones de borrar muchas cosas. Uno de los que se resisten a no desaparecer es Ungaretti, nacido en Alejandría (1888-Milán, 1970), mágico lugar donde se origina una de las bibliotecas más alucinantes de la humanidad.

Allí también vino al mundo otro poeta, Kavafis, quien elogia en sus versos antiguas civilizaciones: “Aunque hayan derribado sus estatuas / y estén proscritos de sus templos / los dioses viven siempre (…)”. A Ungaretti se le exhorta a no irse y que siempre viva en un templo llamado libro. Una publicación como Vida de un hombre (Poesía completa) de Ediciones Igitur, anima a conocer más a una de las figuras esenciales en la literatura del siglo XX. Imperecedero.

Partícipe de la propagación de las vanguardias, su obra no defrauda a los que buscan todavía asombrarse, los mismos que posiblemente pidan con fanatismo mimetizarse en un espacio metafísico pintado por Chirico. Allí están los solitarios maniquíes en busca del mármol onírico y el murmullo de su arquitectura.

Entregarse a la poesía es un acto audaz que rivaliza con las cadenas del pragmatismo. Ungaretti está destinado a ser un cazador de los momentos más sublimes, más indescifrables y más crudos de la existencia. A convertirlos en un sensible combustible musical. La melodía de la realidad enmarca la vida y la muerte.

Es importante resaltar la admiración de Ungaretti por Mallarmé. El poeta francés es promotor de un ritmo que brilla en el espacio y su musicalidad es bien definida por Bonnefoy como el paso del sonido al color mediante las palabras. Ungaretti está imbuido por la revolución de Mallarmé, la que no se extingue y mantiene con los años más adeptos. Pensemos en los concretistas brasileños. No es casualidad que el prólogo de Vida de un hombre sea un texto de Haroldo de Campos, escrito a fines de los sesenta, personaje clave del experimentalismo latinoamericano y ferviente impulsor de la herencia ungarettiana.

Para él, un gran acercamiento sobre la creación del italiano es reflexionar sobre “el problema del fragmento, de la poética de lo fragmentario”. Los pedazos lingüísticos son analizados desde el ojo vanguardista. Volvemos a la convulsión de Mallarmé. Incluso, Haroldo de Campos se detiene en el poema La mañana (Me ilumino / de inmensidad), para desmenuzar su corporalidad fonética y su enérgica visualidad (esta operación la hace a partir de la lectura del poema en su idioma original, Mattina: M’illumino d’inmenso).

Ciudadano del mundo

La primeras semillas futuristas tiradas por Ungaretti se vuelven elementos de obsesión para el moderno discurso de Haroldo de Campos, y tal como señala Gonzalo Aguilar, estudioso de la poesía concreta, “(…) es la palabra misma la que se vuelve objeto y adquiere un carácter imagético, icónico, material (…)”.

¿Cómo define Ungaretti su lírica? La respuesta está en la exquisitas notas de este texto, donde se pueden encontrar varias pistas sobre el origen de sus poemas: “En mi poesía no hay rastro de odio hacia el enemigo, ni hacia nadie: es la toma de conciencia de la condición humana, de la fraternidad de los hombres en el sufrimiento, de la extrema precariedad de su condición”.

La Alegría se escribe en plena Primera Guerra. Ungaretti va al frente. Su testimonio se vuelve imagen de lo fugaz, la nostalgia, la tristeza, la soledad, el amor, la luminosidad, la memoria, la noche. Lo conciso es un respiro. El mismo asume ser el paisaje que mira. Los soldados caídos son como hojas otoñales en el suelo. Su voz interior es una respuesta golpeada por la duda: “En ningún / lugar / de la tierra / me puedo / arraigar”.

Muchos escritores y artistas son movilizados y son testigos, en primera fila, de la contienda. Boccioni muere en los combates. Apollinare escribe: “muchachos polvorientos regresan de las trinchera blancas como los brazos del Amor”, y llega a exaltar que la guerra es bella (y al igual que Huidobro crea caligramas).

El futurista Marinetti y los dadaístas tiran manifiestos al aire: lluvia de balas, unas a favor de la velocidad y el automóvil, otras a favor de la destrucción de todo. Breton es un enfermero uniformado que conoce a Vaché, una de sus grandes inspiraciones. Ungaretti también se relaciona con el próximo animador del Surrealismo. Ambos se dedican poemas con admiración. También rinde homenajes al autor de Alcoholes, Blaise Cendrars o André Salmón, a quienes frecuenta en París. Todo este panorama queda grabado en el espíritu de Ungaretti. Los viajes y sus experiencias alimentan cada día su obra. Ungaretti es un ciudadano del mundo.

Las claves de Ungaretti

De su inclinación a la breve estela, decide alargar sus poemas en Sentimiento del tiempo (1919-1935). Continúa su fidelidad al paisaje, mezclado con recuerdos, estados de ánimo… Trozos de vida pegados a la sombra que descansa en la tierra. Todo lo existente en el universo le conmueve. Con la muerte de su pequeño hijo escribe El dolor (1937-1946). A este triste acontecimiento se suma el cruel panorama de la Segunda Guerra.

Desmoronamiento. La pérdida retuerce las entrañas del equilibrio. Se desarman los días. Explotan los pájaros. Ungaretti padece: “Sólo tengo en el alma encubiertos quebrantos”. En este libro de Ediciones Ígitur encontraremos otros escritos: Un grito y paisajes (1939-1952) dedicado a Jean Paulhan; El cuaderno del viejo (1952-1960); Apocalipsis (escrito en Roma, entre el 3 de enero y el 23 de junio de 1961); Proverbios (Roma 1966- 1969); Diálogo (1966-1968); Nuevas (1968-1970); Últimos días (1919), Poesías dispersas, Poesías recuperadas y Nuevos hallazgos.

Las claves de Ungaretti están en sus propias explicaciones: “Seguramente, y de modo natural, toda mi poesía, desde el inicio, tiene un fondo religioso. Siempre había meditado sobre los problemas del hombre y de su relación con lo eterno, sobre los problemas de lo efímero y la historia”. El fuego de la poesía alumbra interrogantes que caen de los árboles, del cielo, de los acantilados, de los deseos humanos. Hay una aspiración a un duelo entre las tinieblas y la luz. Ungaretti descubre el canto de las piedras. Evoca los latidos de cada momento experimentado.  


Bibliografía:
 
GIUSEPPE UNGARETTI. Vida de un hombre (Poesía completa). Ediciones Ígitur. Tarragona. 2014.
KONSTANTINO KAVAFIS. Poesías completas. Poesía Hiperión. Madrid. 1985.
GONZALO AGUILAR. Poesía concreta brasileña: las vanguardias en la encrucijada modernista. Beatriz Viterbo Editora. Rosario. 2003.
GUILLAUME APOLLINAIRE. Obra poética, tomo II. Ediciones 29. Barcelona. 1998.
YVES BONNEFOY. Lugares y destinos de la imagen. Buenos Aires. 2007.
 
 
 


Lunes, 7 de Marzo 2016
Aldo Alcota
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