Universidad y empresa encuentran un espacio común en el Global ImasT

Siete sedes de Madrid, Comunidad Valenciana y Cantabria acogen simultáneamente mayor evento de transferencia tecnológica de España


Científicos, empresarios e inversores han abordado hoy, en el evento Global ImasT, celebrado en siete sedes simultáneamente, los espacios comunes entre estos tres ámbitos, que permitirán desarrollar la tecnología y transferirla a la sociedad. Madrid, la Comunidad Valenciana y Cantabria han acogido múltiples mesas redondas y ponencias, encabezadas por la del jurista Antonio Garrigues Walker, que ha apostado por confiar en las ideas de los jóvenes. Por Carlos Gómez Abajo.


25/11/2015

Raúl Mata, presidente de eGauss (de pie), el militar Pedro Baños y Fernando Cocho, de H4DM (sentados), en la Universidad de Cantabria.
Unas 500 personas han participado hoy en el Global ImasT, el mayor evento de España de transferencia de tecnología, celebrado a la vez en siete universidades y centros de investigación de Madrid, Comunidad Valenciana y Cantabria.

Raúl Mata, presidente de eGauss Business Holding, organizador del evento, ha dado la bienvenida a los participantes desde la Universidad de Cantabria, en Santander. “En cuestión de transferencia”, ha dicho, “vamos con retraso respecto a otros países, sobre todo el Reino Unido. Pero yo llevo defendiendo desde hace unos años que la investigación en España cuando es buena, es excepcionalmente buena, mejor que en universidades fuera de España”.

La ponencia de apertura la ha pronunciado el jurista Antonio Garrigues Walker, presidente de honor del despacho de abogados Garrigues y de Acnur Comité Español, entre otros muchos cargos. “Vamos poco a poco a una sociedad envejecida, en concreto en España, y se puede decir que eso da mucha experiencia, pero no se forma parte de la sociedad vida, la sociedad digital. Vamos a un mundo en el que la ciencia y la tecnología van a ser las claves del desarrollo, ya lo están siendo”.

En España, ha dicho, no se aplica la máxima anglosajona de que “lo que se mide mejora, lo que no se mide no mejora. No medimos, y si lo hacemos no es de la manera correcta. No hay universidades españolas entre las primeras del mundo, se dice, y a lo mejor es verdad, pero quizás es completamente falso. Las universidades no dedican tiempo y dinero a investigar por qué no están en los ránkings y a conseguirlo, a diferencia de escuelas de negocio como el IESE, Esade o IE Business School, que tienen a varias personas dedicada a ello, como nuestro propio despacho”.

Sobre si en la universidad se enseñan conocimientos obsoletos, ha señalado que, por ejemplo, “hay centros que dedican poco tiempo al derecho europeo, sin darse cuenta de que es de aplicación directa”. Actualizarse, ha dicho, no es cosa solo de las universidades, sino de todos los estamentos profesionales y sociales. “El mundo latino, desde el punto de vista de la innovación, tiene unas perezas muy fuertes, que son miedos al cambio, al riesgo, a diferencia del mundo anglosajón”.

Por ejemplo, ha señalado, “la población activa en EE.UU se mantiene porque las mujeres tienen 2,1 hijos de media, mientras que en España son 1,2. La mujer ha decidido que no le corresponde tener hijos, y que quiere desarrollar su carrera profesional. Hay que favorecer que pueda compaginarlo. Si no, se la coloca en la miseria de elegir entre tener hijos o la carrera profesional, y en ese caso va a elegir la carrera profesional”.

“En EE.UU. la moda es que un chico que entra en una universidad tecnológica tiene que demostrar que tiene una empresa tecnológica, por pequeña que sea. Y los profesores invierten en ellas. En España y el mundo latino ese tipo de mentalidad se está generando, pero poco. Ya no podemos fallar, y si la universidad no recoge ese reto, que tiene la obligación de recogerlo, el mundo de la innovación se desplazará de la universidad”.

La Ciencia y el Derecho

Recordando el “Que inventen ellos” de Unamuno a Ortega, el “no hay que meterse en camisa de once varas, porque al final la luz que inventan los otros también nos ilumina a nosotros”, ha dicho: “Es que hay que meterse en camisa de once varas.”

No puede ser, ha dicho, que los jóvenes estén en casa de sus padres hasta los 30 años, “haciéndoles su madre la comida que les gusta. Tienen que someterse a la calle. En EE.UU. La primera obligacón es salir a los 18 años, esté como esté, y además a otro estado”. Las grandes invenciones tecnológicas estadounidenses, ha recordado, las hizo gente de entre 20 y 22 años. “Habrá que recordarles a los jóvenes que tenemos mucha fe en ellos”.

“Todo va a ser permanentemente volátil. Dentro de nada el teléfono móvil no va a existir. El coche que se autoconduce creíamos que no se iba a producir, y ahí está. Se producirán dilemas morales: el coche tendrá que elegir, en algún caso, entre chocar con un camión o atropellar a un peatón. En temas científicos se ha producido una fractura. En lo cuántico, por ejemplo. La gente no lo entiende, yo no lo entiendo. La sociedad, los políticos, tendrán que hacer un esfuerzo”.

Si el mundo jurídico quiere hacer un cambio en la sociedad, ha dicho Garrigues, “tiene que conocer por dónde va la ciencia. No dirigirla, ni controlarla, pero sí saber por dónde va. ¿Se clonarán humanos? Habrá que cambiar el Código Civil entero”.

En España, lamenta, “tenemos cierta tendencia a inventar lo inventado. Hay que copiar lo inventado, y a partir de ahí crear, como China o Japón. No detecto curiosidad intelectual, que es la que lleva a hacer cosas”.

Se trata, explica, de combinar la curiosidad con la resiliencia el ser humano, su capacidad de superación y pervivencia, la que le lleva a amar igual que hace 500 años, a absorber todo lo nuevo de la manera más natural. “La tendencia al confort, el miedo al cambio, es realmente tremenda. Pero tengo fe, y no por transmitir optimismo, sino porque estoy seguro de que el mundo latino, y en concreto España, tiene una capacidad de adaptación maravillosa”.

Y ha concluido bromeando: “Creo que he hecho lo que se hace en estos seminarios, no aclarar las cosas, sino incrementar el nivel de confusión. Tengo 81 años y o digo lo que pienso, o callo para siempre. Eso sí, quiero llegar a los 110 o 120”.

La innovación en Europa

Garrigues ha dado su charla en la Universidad Complutense de Madrid, donde también ha estado José Manuel Leceta, ex director del Instituto Europeo de Tecnología (EIT) y ahora director del Insight Foresight Institute, con sede en Madrid. “Para innovar hay que ser humildes”, ha comenzado. “No existe una ciencia de cómo diseñar innovación y conocimiento con éxito, solo aproximaciones, modelos, hay que probar. Lo bueno es que con la práctica uno se desarrolla personalmente”.

Europa, ha señalado, no termina de encontrar su lugar en el mundo de la innovación, pese a tener “universidades excelentes, premios Nobel...” La razón no es la falta de financiación: “Europa ya invierte per cápita más en I+D que EE.UU. La financiación es importante, pero el talento más. Se trata de generar políticas que creen más complicidad con el sector empresarial”.

El EIT, inspirándose en el Massachusetts Institute of Technology, creó los laboratorios multi-sede KIC, Comunidades de Innovación y Conocimiento, “asociaciones vivas con lógica de negocio, que se gestionan como una empresa. Se considera que un proyecto tiene éxito si causa un impacto”.

Entre las empresas y las universidades, ha dicho, “no hay una fusión deben salir de sus silos. En otros países la empresa está dentro de la universidad. El emprendimiento es un deporte de contacto, necesita cercanía, y complementariedad”.

Proyectos

Mientras, en las diversas sedes se iban exponiendo los proyectos desarrollados por las universidades; algunos, como el investigador Javier Sáez, del Instituto de Neurociencias de la Universidad Miguel Hernández de Elche (centro mixto con el CSIC), han pedido que una empresa les ayude a dar el “salto” de infraestructura necesario para llevar su patente al mercado. “Buscamos marcadores que favorezcan un diagnóstico lo más temprano posible del alzheimer”, ha contado.

Julia Real, del Instituto Universitario de Matemática Multidisciplinar de la Universidad Politécnica de Valencia ha contado que en su caso -servicios para instalaciones fotovoltaicas en España y Chile- lo que hicieron es buscar a las empresas “y ofrecerles hacer lo que ellas hacían un poquito mejor. No sabíamos mucho, ni pretendíamos enseñarle nada a nadie”.

El hecho de que la universidad acompañe a la empresa a vender el producto “es un valor añadido, porque hay foros donde la universidad puede llegar y la empresa no”. También ha resaltado que en la universidad “hay gente que sabe muchísimo, y que quizás no está orientada al mercado porque no es lo que le sale”.

En la Universidad de Valencia, mientras, se contaba el proyecto Biotecmed, apoyado por la Fundación Botín, y que investiga en neurobiología molecular (párkinson, células madre neuronales). Hacen investigación básica, pero desde la Oficina de Transferencia de la Universidad (OTRI) se les reorienta a posibles demandas del sector.

Eugenio Coronado, director del Instituto de Ciencia Molecular, situado en el Parque Científico de la UV, ha explicado sus investigaciones en nanociencia y nanotecnología, por ejemplo en la búsqueda de catalizadores para acelerar reacciones químicas, o de nuevos materiales.

“El silicio, en el cual se basa la electrónica, deja de ser semiconductor a nanoescala. Hacen falta nuevos materiales que lo sustituyan”. El silicio también se usa en las células de paneles solares, donde un mineral, la perovskita, ya tiene una eficiencia similar, del 20%. “La única diferencia es el precio”. Otro material prometedor es el grafeno.

Coronado cree que hay que hacer investigación básica, “porque siempre se pueden encontrar relaciones. Hay que hacer lo que se hace bien, y de ahí salen seguro aplicaciones importantes. Hay dos tipos de investigación: la aplicada y la que aún no se ha llegado a aplicar”.

Jesús Soret, de la Escuela de Ingeniería de la UV, ha señalado que el momento es de “convulsión, de transición”, y eso es bueno “para transferir, para emprender”. Falta, eso sí, “pensamiento estratégico. Si los jóvenes se dedican a hacer papers sin una visión de transferencia, a lo mejor estamos haciendo algo raro, cuando son ellos los que deben emprender. La persona que está en una situación de confort no se va a complicar la vida”. A su juicio, hay que dotar a la universidad de recursos para facilitar la transferencia, potenciando a las OTRI, por ejemplo.

De izquierda a derecha, Sonia Marzo (Microsoft), Marcos Cabezón (director del Global ImasT) e Iker Marcaide, en la Universidad Complutense de Madrid.
La normativa

En la Universidad Complutense se ha debatido sobre si la normativa de las universidades “facilita o complica” la transferencia. Por teleconferencia, Francisco Negre, director general de Espaitec, el parque científico de la Universidad Jaume I de Castellón, ha reconocido que la normativa “no es que facilite, es que pone palos en las ruedas”. Francisco Pérez Trujillo, director de la OTRI de la UCM, ha reconocido que la están “reformando de arriba abajo. Hay que dar otro servicio a los profesores, a los emprendedores”.

En cuanto al apoyo que reciben las Empresas de Base Tecnológica (EBT) nacidas en la universidad, Negre ha recalcado la importancia de figuras intermedias, como los parques científicos, “que entiendan el punto de vista de la empresa”. Negre estuvo en la empresa privada, y luego volvió a la universidad, para hacerse cargo del parque.

Jesús Cardeñosa, consejero delegado de Dail Software, una empresa de procesamiento de lenguaje natural nacida en la Politécnica de Madrid, ha resaltado que ésta no participa en las empresas que surgen en ella, pese a organizar “el mejor concurso de creación de empresas, ActúaUPM”.

“Siempre pensamos que tendríamos un apoyo razonable a posteriori, pero es una invitación a largarte. Ni siquiera te aceptan que les regales un 5% de participación. Tampoco se valora en las evaluaciones de la actividad investigadora”. Negre ha reconocido que “los mecanismos de evaluación de los científicos deben cambiar sí o sí”.

Eduardo Costas, catedrático de Genética en la Facultad de Veterinaria de la Complutense, ha dicho que “casi es peor cuando la academia sí participa en la spin-off, porque vota en contra de los profesores que la emprendieron”, como le ocurrió a él.

A su juicio, en el mundo de la transferencia el pecado de la empresa es “la codicia”, y el de la academia, “la vanidad”. Costas ha creado alguna empresa, “y fue divertido”, pero “ese mundo es muy complicado” y no cree que sea el futuro para los investigadores. “Lo que sí puede hacer la universidad es investigar cosas que las grandes empresas, incluso las que tienen departamentos de I+D, no son capaces de hacer”.

Belkis Chico, consejera delegada de la química Orion High Technologies, ha puesto la nota más positiva, agradeciendo el apoyo de la Complutense y la Universidad de Santiago de Compostela en el desarrollo de sus productos.

Trujillo sí cree que es bueno que la universidad participe en las EBT, pero “siendo un amigo, no un enemigo, con expertos que sean el engranaje intermedio. Debe fomentarse la figura del investigador emprendedor. Hay magníficos investigadores que si se les pone un poco la alfombra, a lo mejor pegan el salto”.

Por su parte, Negre cree que “ser empresario a tiempo parcial se lleva muy mal. O te quedas en la academia, o migras”. En eso ha coincidido, desde la distancia de la sede del Centro Nacional de Biotecnología-CSIC (Madrid), Marisé Borja, directora de I+D de Plant Response Biotech (de protección de cultivos frenta a plagas, instalada en el Parque Científico-Tecnológico de la UPM). “Si realmente la empresa te divierte y te atrae, pídete una excedencia. Estar al 50% es complicado”.

Arcadio García de Castro, fundador de la farmacéutica AzureBio, ha añadido que los inversores “lo primero que piden es un compromiso total, y es difícil que te de el dinero si solo le dedicas el 50%.”. Según Enrique Samper, presidente de NIM Genetics (secuenciación genómica), “por lo menos una persona del equipo tiene que tener dedicación exclusiva”.

¿Por qué la universidad?

En la Politécnica de Valencia, la empresa Azimut Electronics (electrónica de consumo en náutica, automoción y energías renovables, entre otros ámbitos) ha explicado que buscaron la colaboración de la universidad, no “porque fuera más barato que subcontratarlo, que no lo era”, sino porque “eran capaces de desarrollar la tecnología” que necesitaban, “y también por imagen de marca”.

Mientras, en la Universidad de Cantabria, la consejera delegada de Geolyder (gestión del riesgo sísmico, nacida en la Politécnica de Madrid) Belén Benito, ha explicado que ellos han preferido no pedir créditos, y trabajar proyecto a proyecto. “Quizás nos ha ralentizado, y hubiera sido preferible pedir un capital inicial”, ha reconocido. Eso sí, ha recomendado explorar las subvenciones a fondo perdido del programa Horizonte 2020 (UE) o del CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial).

Santiago Ambit, co-fundador de la start-up WeOn Glasses (gafas conectadas a Internet), instalada en el Parque Científico de la Universidad Miguel Hernández, ha contado cómo buscan promoción y ayuda de las grandes empresas directamente, abordando a los directivos en el párking, o viajando a Estados Unidos a la sede de las grandes revistas de tecnología. “Nunca programo reuniones. Me presento en los despachos: a veces perturba, pero funciona”.

Antonio Pastor, consejero delegado de Sicer Domotics, otra empresa del parque, ha descrito el proyecto Neexr, para conectar cualquier electrodoméstico a Internet. Sirve para atender a personas dependientes sin que pierdan privacidad, o para apagar las luces cuando se sale de casa de forma automática. “Es una herramienta para personas creativas”. El prototipo está, ahora les falta financiación.

Inteligencia e información

En la Universidad de Cantabria se ha hablado de inteligencia competitiva, de la utilidad de la información para las empresas. Fernando Cocho, fundador de H4DM, que da servicios de inteligencia a las organizaciones, ha señalado que sirve “para la toma de decisiones en tiempo, plazo y forma. No es espionaje, es el uso de herramientas totalmente legítimas y legales. Es algo estratégico, y por tanto reservado, pero no secreto”.

Cuesta entrar en el mercado español “porque es algo nuevo y porque los empresarios prefieren apostar por empresas extranjeras, sin ser conscientes de que están influidas por los intereses de sus propios países”.

Cocho ha detallado el caso de Amancio Ortega, fundador de Inditex, que hacía “inteligencia, aunque lo llamara de otra manera, hace 40 años. Tenía gente preparada para ello, que trabajaba mucho. La intuición en inteligencia no existe; Ortega es una persona muy intuitiva, pero excepcionalmente trabajadora”.

Gema Conde, directora general de Cantabria Capital, gestora de Capital Riesgo, ha destacado la importancia de saber “lo que hace la competencia”.

Por su parte, Pedro Baños, coronel del Ejército de Tierra y experto en geoestrategia, ha destacado la importancia de que las empresas “y los líderes políticos” sepan de geopolítica. “Para vender hay que producir, y en Europa producimos bastante pero no sabemos vender lo suficiente. Tenemos que intentar dominar nichos de tecnología, como hacen Canadá o Austria, que saben que no pueden competir con EE.UU y Alemania”.

Emprendedores

De vuelta en la Complutense, Sonia Marzo, responsable de Emprendedores y Centros de Innovación en Microsoft ha señalado que ellos ofrecen a los nuevos empresarios acceso gratuito a tecnología, sobre todo computación en la nube, durante tres años, a fondo perdido, con la esperanza de que el emprendedor triunfe y siga confiando en ellos, ya pagando por el servicio. También les dan asesoría y ayudan a contactar con inversores y a internacionalizar.

Iker Marcaide, fundador de peerTransfer, que facilita las transferencias monetarias internacionales, ha señalado que “en un entorno tecnológico tiendes a primar la tecnología, y luego te das cuenta de que el que manda es el cliente. Las cosas funcionan cuando haces lo que el cliente te pide, o lo que no te pide pero sabes que te va a pedir”. En 2014 se desvinculó de la gestión, y creó Zubi Labs, que ayuda a compañías “que hacen un mundo mejor”.

Sedes y colaboradores

Además de las sedes mencionadas, ha participado la Universidad Politécnica de Madrid, haciendo un total de siete. Y también han colaborado la Universidad de La Laguna (Tenerife), el Instituto de Astrofísica de Canarias, la Universidad de Sevilla, la Universidad de Salamanca, y las empresas Microsoft, InnDEA Valencia, y Capitana Venture Partners.

Como dice el vicerrector de Estudiantes, Empleabilidad y Emprendimiento de la Universidad de Cantabria, Rafael Torres, eventos como el Global pretenden “romper las fronteras de desconocimiento entre dos instituciones, la universidad y la empresa, que tienen sus peculiaridades; se trata de reconocernos mutuamente, y en ese conocimiento ganar confianza”.

Según José Capilla, vicerrector de Investigación, Innovación y Transferencia de la UPV, “para que las investigaciones de la universidad sean útiles deben ser transferidas a la sociedad”. Ana Sanz, responsable de Transferencia del CNB-CSIC, señala que mediante el Global pretenden “abrirse” a las empresas y por tanto a la sociedad. “Queremos que los investigadores vean que hay empresas interesadas en invertir en nuestras tecnologías y nuestros productos”.

Raúl Martín, consejero delegado de Techtrans, del holding eGauss, ha señalado desde la Universidad de Valencia que el Global ImasT seguirá funcionando durante todo el año, para poner en valor los proyectos presentados y que puedan surgir gracias al evento.



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