Fuente: DARPA
La necesidad del hombre por comunicarse es tan fuerte, que no se limita a hablar a otras personas, sino también a sus mascotas, plantas u ordenadores. A diferencia de los animales y las plantas, los ordenadores podrán devolverle esa reciprocidad algún día.
En ello trabaja la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA) de Estados Unidos que, mediante el programa Communicating with Computers (CwC), aspira a desarrollar una tecnología capaz de convertir los ordenadores en buenos comunicadores.
Como explica la agencia en un comunicado, aunque pueda parecer sencillo, la comunicación implica varios procesos coordinados. El orador convierte ideas en palabras, el oyente extrae ideas de las palabras y, sobre todo, ambos se apoyan en el contexto para reducir el posible lenguaje ambiguo; todo un reto para las máquinas. "La comunicación resulta algo tan natural para nosotros que no caemos en la cuenta del trabajo mental que requiere", asegura Paul Cohen, director del programa. "Pero intenta comunicarte mientras estás haciendo otra cosa y comprobarás lo exigente que es", añade.
En definitiva, la comunicación hombre-máquina no alcanza el estándar de hombre a hombre, en la que hablantes y oyentes consideran aspectos contextuales como lo que ya se ha dicho, el objetivo de la conversación, la mejor forma de expresar ideas, con quién se está hablando, prevaleciendo las convenciones sociales y la capacidad de recurrir a otras formas de expresión como los gestos.
A través de este programa, se pretende que la máquina sea capaz de aprovechar esos mecanismos propios de la comunicación no verbal, de forma que no actúe como un simple receptor de instrucciones sino como un colaborador.
En ello trabaja la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzados de Defensa (DARPA) de Estados Unidos que, mediante el programa Communicating with Computers (CwC), aspira a desarrollar una tecnología capaz de convertir los ordenadores en buenos comunicadores.
Como explica la agencia en un comunicado, aunque pueda parecer sencillo, la comunicación implica varios procesos coordinados. El orador convierte ideas en palabras, el oyente extrae ideas de las palabras y, sobre todo, ambos se apoyan en el contexto para reducir el posible lenguaje ambiguo; todo un reto para las máquinas. "La comunicación resulta algo tan natural para nosotros que no caemos en la cuenta del trabajo mental que requiere", asegura Paul Cohen, director del programa. "Pero intenta comunicarte mientras estás haciendo otra cosa y comprobarás lo exigente que es", añade.
En definitiva, la comunicación hombre-máquina no alcanza el estándar de hombre a hombre, en la que hablantes y oyentes consideran aspectos contextuales como lo que ya se ha dicho, el objetivo de la conversación, la mejor forma de expresar ideas, con quién se está hablando, prevaleciendo las convenciones sociales y la capacidad de recurrir a otras formas de expresión como los gestos.
A través de este programa, se pretende que la máquina sea capaz de aprovechar esos mecanismos propios de la comunicación no verbal, de forma que no actúe como un simple receptor de instrucciones sino como un colaborador.
Trabajo común
A efectos de este proyecto, la comunicación se entiende como el intercambio de ideas complejas en contextos de colaboración. Dichas ideas se construyen a partir de otras elementales que dependen en parte del contexto, lo que las enriquece y especifica. Así, el programa CwC se centrará en desarrollar una tecnología que permita dar forma a ideas complejas a partir de las palabras y el contexto dado.
Para ello, el software dispondrá de una biblioteca de ideas elementales; algoritmos para el montaje de ideas complejas a partir de las elementales dadas; y otros algoritmos para averiguar qué hacer y decir durante la comunicación.
El programa se pone a prueba con tres casos de uso de dificultad ascendente, en los que hombre y máquina deben comunicarse para hacer un trabajo común. En el primero de ellos, tendrán que coordinarse para construir estructuras con bloques de juguete. Cada uno recibirá una misión, por lo que necesitarán comunicarse para la consecución del trabajo.
El segundo caso está directamente relacionado con la Biocuración. Los biocuradores humanos analizan, interpretan e integran información relevante para la biología dentro de una base de datos que permite añadir valor, interconectando literatura científica y grandes conjuntos de datos dentro de un mismo contexto. En este caso trabajarían con ordenadores, lo que aceleraría la tarea.
El último caso explorará el proceso por el cual hombre y máquina podrían colaborar en la fase creativa de un proyecto. La tarea implica colaboración contando historias, en la cual deberán turnarse aportando frases hasta crear un relato corto.
"Aunque para el hombre pueda parecer un juego, supone un tremendo desafío para el ordenador", explica Cohen. Para hacerlo bien, la máquina debe llevar un registro de las ideas que se van incluyendo en la historia, generar las suyas propias de forma que el relato siga teniendo sentido, y expresar esas ideas en forma de palabras.
A efectos de este proyecto, la comunicación se entiende como el intercambio de ideas complejas en contextos de colaboración. Dichas ideas se construyen a partir de otras elementales que dependen en parte del contexto, lo que las enriquece y especifica. Así, el programa CwC se centrará en desarrollar una tecnología que permita dar forma a ideas complejas a partir de las palabras y el contexto dado.
Para ello, el software dispondrá de una biblioteca de ideas elementales; algoritmos para el montaje de ideas complejas a partir de las elementales dadas; y otros algoritmos para averiguar qué hacer y decir durante la comunicación.
El programa se pone a prueba con tres casos de uso de dificultad ascendente, en los que hombre y máquina deben comunicarse para hacer un trabajo común. En el primero de ellos, tendrán que coordinarse para construir estructuras con bloques de juguete. Cada uno recibirá una misión, por lo que necesitarán comunicarse para la consecución del trabajo.
El segundo caso está directamente relacionado con la Biocuración. Los biocuradores humanos analizan, interpretan e integran información relevante para la biología dentro de una base de datos que permite añadir valor, interconectando literatura científica y grandes conjuntos de datos dentro de un mismo contexto. En este caso trabajarían con ordenadores, lo que aceleraría la tarea.
El último caso explorará el proceso por el cual hombre y máquina podrían colaborar en la fase creativa de un proyecto. La tarea implica colaboración contando historias, en la cual deberán turnarse aportando frases hasta crear un relato corto.
"Aunque para el hombre pueda parecer un juego, supone un tremendo desafío para el ordenador", explica Cohen. Para hacerlo bien, la máquina debe llevar un registro de las ideas que se van incluyendo en la historia, generar las suyas propias de forma que el relato siga teniendo sentido, y expresar esas ideas en forma de palabras.
Posibles aplicaciones
CwC también se podría aplicar a la construcción de modelos informáticos sobre los complejos procesos moleculares que causan que una célula se vuelva y siga siendo cancerosa. Los ordenadores están empezando a hacer esto ya con otro programa de DARPA, Big Mechanism, pero no trabajan en colaboración con biólogos humanos, lo que supone una deficiencia.
Mientras las máquinas son capaces de leer más rápida y extensamente que los humanos, que no leen con tanta profundidad, los segundos son mejores jueces de la credibilidad biológica de los modelos propuestos, frente al gran número de modelos que puede generar el ordenador. Por supuesto, la investigación del cáncer es sólo un reto inicial para llevar el avance de la tecnología a un punto donde hombre y máquina puedan aprovechar al máximo sus capacidades complementarias.
En el ámbito de la recogida de información, por ejemplo, la máquina está más capacitada para recoger y almacenar información, mientras el hombre le supera desarrollando narrativas interpretativas de cada información, por lo que se facilitaría y mejoraría el trabajo de ambos si pudieran comunicarse mejor.
Igualmente permitiría avanzar en campos como la robótica y los sistemas semiautónomos. Por ejemplo, un agente puede describir las misiones y dar directrices, antes y durante las operaciones, utilizando un lenguaje natural. Por el contrario, cuando los robots o sistemas semiautónomos encontraran situaciones inesperadas que requirieran aportes adicionales de los operadores, serían capaces de solicitar asistencia en lenguaje natural. Tales interacciones basadas en un lenguaje natural, serían mucho más flexibles y eficientes que la programación o interfaz rígida preconfigurada que se utiliza actualmente.
"Dado que hombre y máquina tienen habilidades diferentes, la colaboración entre ambos puede ser muy productiva”, resume Cohen. Sin embargo, lamenta que el ordenador se siga entendiendo como una herramienta que se activa con un par de clics o palabras clave, en gran parte por la barrera del idioma. Precisamente el objetivo de CwC es salvar esa barrera y, de camino, fomentar el desarrollo de nuevas tecnologías para resolver problemas.
CwC también se podría aplicar a la construcción de modelos informáticos sobre los complejos procesos moleculares que causan que una célula se vuelva y siga siendo cancerosa. Los ordenadores están empezando a hacer esto ya con otro programa de DARPA, Big Mechanism, pero no trabajan en colaboración con biólogos humanos, lo que supone una deficiencia.
Mientras las máquinas son capaces de leer más rápida y extensamente que los humanos, que no leen con tanta profundidad, los segundos son mejores jueces de la credibilidad biológica de los modelos propuestos, frente al gran número de modelos que puede generar el ordenador. Por supuesto, la investigación del cáncer es sólo un reto inicial para llevar el avance de la tecnología a un punto donde hombre y máquina puedan aprovechar al máximo sus capacidades complementarias.
En el ámbito de la recogida de información, por ejemplo, la máquina está más capacitada para recoger y almacenar información, mientras el hombre le supera desarrollando narrativas interpretativas de cada información, por lo que se facilitaría y mejoraría el trabajo de ambos si pudieran comunicarse mejor.
Igualmente permitiría avanzar en campos como la robótica y los sistemas semiautónomos. Por ejemplo, un agente puede describir las misiones y dar directrices, antes y durante las operaciones, utilizando un lenguaje natural. Por el contrario, cuando los robots o sistemas semiautónomos encontraran situaciones inesperadas que requirieran aportes adicionales de los operadores, serían capaces de solicitar asistencia en lenguaje natural. Tales interacciones basadas en un lenguaje natural, serían mucho más flexibles y eficientes que la programación o interfaz rígida preconfigurada que se utiliza actualmente.
"Dado que hombre y máquina tienen habilidades diferentes, la colaboración entre ambos puede ser muy productiva”, resume Cohen. Sin embargo, lamenta que el ordenador se siga entendiendo como una herramienta que se activa con un par de clics o palabras clave, en gran parte por la barrera del idioma. Precisamente el objetivo de CwC es salvar esa barrera y, de camino, fomentar el desarrollo de nuevas tecnologías para resolver problemas.