Micrografía electrónica de transmisión de la mitocondria celular. Fuente: UC San Diego.
En un ensayo adicional para una nueva teoría que sugiere que el autismo sería consecuencia de una comunicación celular anómala, investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de California en San Diego (EEUU) han descubierto que un medicamento casi centenario, y aprobado para el tratamiento de la enfermedad del sueño, también restaura la señalización celular normal en un modelo de ratón con autismo. Dicho medicamento revirtió los síntomas de este trastorno neurológico en animales con una edad biológica equivalente a los 30 años humanos.
Los resultados siguen, por tanto, una investigación previa, publicada el año pasado por su autor principal, Robert K. Naviaux, profesor de medicina, pediatría y patología de dicha Universidad, y sus colaboradores.
Naviaux afirma, en un comunicado de la UCSD, que los hallazgos encajan perfectamente con la idea de que el autismo es causado por una multitud de factores relacionados entre sí: "El 20% de los factores conocidos asociados con el autismo son genéticos, pero la mayoría de ellos no lo son. Es erróneo pensar en los genes y el entorno como factores separados e independientes. Los genes y los factores ambientales interactúan. El resultado neto de esta interacción es el metabolismo".
Según Naviaux, uno de los síntomas universales del autismo son los trastornos metabólicos. "Las células tienen un halo de metabolitos (pequeñas moléculas que participan en el metabolismo, el conjunto de procesos químicos que mantienen la vida) y de nucleótidos que las rodean, que crean una especie de resplandor químico que transmite el estado de salud de cada célula".
Cuando las células son amenazadas o dañadas por microbios, como virus o bacterias, o por productos químicos, como los contaminantes, reaccionan a la defensiva, como parte de su respuesta inmune, sigue diciendo Naviaux.
Entonces, sus membranas se endurecen y sus procesos metabólicos internos se ven alterados, sobre todo en las mitocondrias, que son las "centrales eléctricas" de las células. En consecuencia, la comunicación intercelular se reduce drásticamente, con la peligrosidad que ello conlleva. Si esta interrupción de la comunicación, por ejemplo, se da en la infancia, el desarrollo neurológico se retrasa.
Los resultados siguen, por tanto, una investigación previa, publicada el año pasado por su autor principal, Robert K. Naviaux, profesor de medicina, pediatría y patología de dicha Universidad, y sus colaboradores.
Naviaux afirma, en un comunicado de la UCSD, que los hallazgos encajan perfectamente con la idea de que el autismo es causado por una multitud de factores relacionados entre sí: "El 20% de los factores conocidos asociados con el autismo son genéticos, pero la mayoría de ellos no lo son. Es erróneo pensar en los genes y el entorno como factores separados e independientes. Los genes y los factores ambientales interactúan. El resultado neto de esta interacción es el metabolismo".
Según Naviaux, uno de los síntomas universales del autismo son los trastornos metabólicos. "Las células tienen un halo de metabolitos (pequeñas moléculas que participan en el metabolismo, el conjunto de procesos químicos que mantienen la vida) y de nucleótidos que las rodean, que crean una especie de resplandor químico que transmite el estado de salud de cada célula".
Cuando las células son amenazadas o dañadas por microbios, como virus o bacterias, o por productos químicos, como los contaminantes, reaccionan a la defensiva, como parte de su respuesta inmune, sigue diciendo Naviaux.
Entonces, sus membranas se endurecen y sus procesos metabólicos internos se ven alterados, sobre todo en las mitocondrias, que son las "centrales eléctricas" de las células. En consecuencia, la comunicación intercelular se reduce drásticamente, con la peligrosidad que ello conlleva. Si esta interrupción de la comunicación, por ejemplo, se da en la infancia, el desarrollo neurológico se retrasa.
Países en guerra
"Las células se comportan como los países en guerra", explica Naviaux. "Cuando comienza una amenaza, endurecen sus fronteras y desconfían de sus vecinos. Pero, sin una comunicación constante con el exterior, comienzan a funcionar de otra manera. En el caso de las neuronas, estas pasan a hacer menos o demasiadas conexiones. Aplicado al autismo, sucedería lo siguiente: que cuando las células dejan de hablar entre ellas, los niños también dejan de hablar".
Naviaux y sus colegas se centraron en su estudio en un sistema de señalización celular vinculado tanto a la función mitocondrial como a la función inmune natural de la célula. Concretamente, se concentraron en el papel de nucleótidos como el trifosfato de adenosina (ATP) u otras moléculas generadas por las mitocondrias en dificultades, y que tienen funciones metabólicas en el exterior de las células, donde se unen a receptores celulares, regulándolos.
Se conocen diecinueve tipos de los llamados receptores purinérgicos o purinoceptores que son estimulados por esos nucleótidos extracelulares, y que controlan una amplia gama de características biológicas con relevancia para el autismo, como el deterioro en el lenguaje y en las habilidades sociales.
En su trabajo, Naviaux puso a prueba el efecto de la suramina, un conocido inhibidor de la señalización purinérgica sintetizado por primera vez en 1916, y que normalmente se utiliza para tratar la enfermedad del sueño o tripanosomiasis africana, un trastorno parasitario.
El y sus colaboradores descubrieron que la suramina bloquea la vía de señalización extracelular de dichos nucleótidos (el ATP y los extracelulares), en un modelo de ratón con trastorno del espectro autista, poniendo fin a la respuesta de peligro celular y a la inflamación relacionada. Las células, posteriormente, empezaron a comportarse normalmente y se corrigieron en los ratones comportamientos similares a los del autismo.
Resultados alentadores
Sin embargo, los beneficios biológicos y de comportamiento de la suramina no resultaron permanentes ni preventivos. Una sola dosis se mantuvo efectiva en los ratones durante alrededor de cinco semanas. Después, su eficiencia desapareció. Por otra parte, la suramina no puede ser tomada durante mucho tiempo, ya que puede provocar anemia y disfunción de la glándula suprarrenal.
Aún así, afirma Naviaux estos y anteriores hallazgos son lo suficientemente alentadores como para lanzar pronto una primera fase de ensayos clínicos con niños pequeños con trastornos del espectro autista. El investigador cree que este nuevo tipo de terapia podría constituir una nueva fórmula para afrontar el desafío del autismo.
Por otra parte, añade que “nuestro trabajo no se contradice con descubrimientos anteriores. Es otra perspectiva. Nuestra idea es que este tipo de tratamiento eliminaría un obstáculo capaz de frenar la eficacia de otras terapias no farmacológicas y conductuales contra el autismo”.
“El descubrimiento de que una sola dosis de este medicamento pueda restablecer el metabolismo supone que fármacos más nuevos y seguros de esta familia de medicamentos podrían no necesitar ser administrados de forma crónica”.
"Las células se comportan como los países en guerra", explica Naviaux. "Cuando comienza una amenaza, endurecen sus fronteras y desconfían de sus vecinos. Pero, sin una comunicación constante con el exterior, comienzan a funcionar de otra manera. En el caso de las neuronas, estas pasan a hacer menos o demasiadas conexiones. Aplicado al autismo, sucedería lo siguiente: que cuando las células dejan de hablar entre ellas, los niños también dejan de hablar".
Naviaux y sus colegas se centraron en su estudio en un sistema de señalización celular vinculado tanto a la función mitocondrial como a la función inmune natural de la célula. Concretamente, se concentraron en el papel de nucleótidos como el trifosfato de adenosina (ATP) u otras moléculas generadas por las mitocondrias en dificultades, y que tienen funciones metabólicas en el exterior de las células, donde se unen a receptores celulares, regulándolos.
Se conocen diecinueve tipos de los llamados receptores purinérgicos o purinoceptores que son estimulados por esos nucleótidos extracelulares, y que controlan una amplia gama de características biológicas con relevancia para el autismo, como el deterioro en el lenguaje y en las habilidades sociales.
En su trabajo, Naviaux puso a prueba el efecto de la suramina, un conocido inhibidor de la señalización purinérgica sintetizado por primera vez en 1916, y que normalmente se utiliza para tratar la enfermedad del sueño o tripanosomiasis africana, un trastorno parasitario.
El y sus colaboradores descubrieron que la suramina bloquea la vía de señalización extracelular de dichos nucleótidos (el ATP y los extracelulares), en un modelo de ratón con trastorno del espectro autista, poniendo fin a la respuesta de peligro celular y a la inflamación relacionada. Las células, posteriormente, empezaron a comportarse normalmente y se corrigieron en los ratones comportamientos similares a los del autismo.
Resultados alentadores
Sin embargo, los beneficios biológicos y de comportamiento de la suramina no resultaron permanentes ni preventivos. Una sola dosis se mantuvo efectiva en los ratones durante alrededor de cinco semanas. Después, su eficiencia desapareció. Por otra parte, la suramina no puede ser tomada durante mucho tiempo, ya que puede provocar anemia y disfunción de la glándula suprarrenal.
Aún así, afirma Naviaux estos y anteriores hallazgos son lo suficientemente alentadores como para lanzar pronto una primera fase de ensayos clínicos con niños pequeños con trastornos del espectro autista. El investigador cree que este nuevo tipo de terapia podría constituir una nueva fórmula para afrontar el desafío del autismo.
Por otra parte, añade que “nuestro trabajo no se contradice con descubrimientos anteriores. Es otra perspectiva. Nuestra idea es que este tipo de tratamiento eliminaría un obstáculo capaz de frenar la eficacia de otras terapias no farmacológicas y conductuales contra el autismo”.
“El descubrimiento de que una sola dosis de este medicamento pueda restablecer el metabolismo supone que fármacos más nuevos y seguros de esta familia de medicamentos podrían no necesitar ser administrados de forma crónica”.
Referencia bibliográfica:
J C Naviaux, M A Schuchbauer, K Li, L Wang, V B Risbrough, S B Powell, R K Naviaux. Reversal of autism-like behaviors and metabolism in adult mice with single-dose antipurinergic therapy. Translational Psychiatry (2014). DOI: 10.1038/tp.2014.33.
J C Naviaux, M A Schuchbauer, K Li, L Wang, V B Risbrough, S B Powell, R K Naviaux. Reversal of autism-like behaviors and metabolism in adult mice with single-dose antipurinergic therapy. Translational Psychiatry (2014). DOI: 10.1038/tp.2014.33.