Cartel de Le poète en action. Imagen cortesía del Teatro Alhambra de Granada.
El proyecto Artsène del Laboratoire artistique intinerant de Granada ha creado una performance multicisciplinar en torno al tema de "Le poete en acción", en colaboración con La Maisón de France, La Cita Cultural Francesa en Granada y la Embajada Francesa.
La propuesta ha conseguido unir a creadores como la Premio Nacional de Teatro Rosa Díaz y El niño de las pinturas www.elninodelaspinturas.es/, con artistas procedentes de Francia e Italia: el dramaturgo y clown Anthony Mathieu; la escritora Simonetta Greggio; el clown Vincent Moliens; el actor, bailarín y contrabajo Simone Venditti; los músicos Cristina Santini y Anne Marie Tilliery y la diseñadora de iluminación Katia Moretti.
Un payaso -dice mi inefable amiga Medea- es una sonda que se lanza al espacio y hace reír a las estrellas. Y yo añado que el payaso es ese milagro mediante el cual el drama de vivir se convierte en comedia. El espejo en que todos somos capaces de mirarnos y reírnos de nuestro propio patetismo, de esas torpezas nuestras de cada día que tanta rabia nos dan cuando nos suceden.
Medea me recuerda que el primer payaso fue hijo del bufón, y que el bufón nació para hacer escarnio de todas esas maneras ridículas que van unidas al ejercicio del poder. Yo replico -o intento replicar- que el payaso fue liberado de esa función para devolvernos la risa inocente.
El payaso no es estrictamente necesario. No tiene la pretensión de cambiar el mundo. De hecho, toda pretensión en un payaso es esencialmente inútil. Por eso -contrarreplica Medea- Henry Miller decía que el payaso es el poeta en acción. No es por quitarle mérito a mi amiga, pero he de constatar que esa cita se la ha plagiado al programa de mano.
Yo opino que da igual que las endorfinas que genera la risa atenúen el dolor y devuelvan el bienestar. Lo importante es que aún guardamos en nuestro interior ese niño que creía en la magia de las cosas más sencillas. Sin ese ápice de ingenuidad latente, seríamos pasto de una realidad infernal.
En ese sentido es curioso constatar que apenas hubo niños entre el público el día del estreno. O tal vez estaban ahí, agazapados detrás de nuestros ojos, esperando una oportunidad para brillar intensamente, liberados al fin de la gran mentira que se esconde tras la pantalla de turno. Y es que lo simple es frecuentemente tan complejo...
La propuesta ha conseguido unir a creadores como la Premio Nacional de Teatro Rosa Díaz y El niño de las pinturas www.elninodelaspinturas.es/, con artistas procedentes de Francia e Italia: el dramaturgo y clown Anthony Mathieu; la escritora Simonetta Greggio; el clown Vincent Moliens; el actor, bailarín y contrabajo Simone Venditti; los músicos Cristina Santini y Anne Marie Tilliery y la diseñadora de iluminación Katia Moretti.
Un payaso -dice mi inefable amiga Medea- es una sonda que se lanza al espacio y hace reír a las estrellas. Y yo añado que el payaso es ese milagro mediante el cual el drama de vivir se convierte en comedia. El espejo en que todos somos capaces de mirarnos y reírnos de nuestro propio patetismo, de esas torpezas nuestras de cada día que tanta rabia nos dan cuando nos suceden.
Medea me recuerda que el primer payaso fue hijo del bufón, y que el bufón nació para hacer escarnio de todas esas maneras ridículas que van unidas al ejercicio del poder. Yo replico -o intento replicar- que el payaso fue liberado de esa función para devolvernos la risa inocente.
El payaso no es estrictamente necesario. No tiene la pretensión de cambiar el mundo. De hecho, toda pretensión en un payaso es esencialmente inútil. Por eso -contrarreplica Medea- Henry Miller decía que el payaso es el poeta en acción. No es por quitarle mérito a mi amiga, pero he de constatar que esa cita se la ha plagiado al programa de mano.
Yo opino que da igual que las endorfinas que genera la risa atenúen el dolor y devuelvan el bienestar. Lo importante es que aún guardamos en nuestro interior ese niño que creía en la magia de las cosas más sencillas. Sin ese ápice de ingenuidad latente, seríamos pasto de una realidad infernal.
En ese sentido es curioso constatar que apenas hubo niños entre el público el día del estreno. O tal vez estaban ahí, agazapados detrás de nuestros ojos, esperando una oportunidad para brillar intensamente, liberados al fin de la gran mentira que se esconde tras la pantalla de turno. Y es que lo simple es frecuentemente tan complejo...
Dilatado trabajo
A veces las apariencias juegan a rizar el rizo. La simplicidad de este laboratorio multidisciplinar, esconde un dilatado trabajo de formación de cada uno de sus integrantes (una escritora, un pintor, dos clowns, dos músicos, un actor-músico, una directora de escena, una diseñadora de luces y un perro) que sostiene un espectáculo donde lo improvisado y lo ensayado apenas tienen fronteras.
Medea echa de menos una escritura mucho más firme, capaz de transmitir ese amor al oficio del payaso, haciendo entrar el teatro en el circo y no el circo en el teatro. Puede que la clave estuviera en la figura del actor, aquel que debería iluminar esa poética del payaso, siempre tan sutil, siempre tan humana, en el sentido más optimista del término.
Aunque el hacedor de risas e ilusión no necesita ser defendido -más que nada porque todo hace sospechar que hay quien lo lleva impreso en el ADN- nunca está de más recordarnos que nuestras pequeñas alegrías, aquellas que nos impulsan a seguir viviendo, no se compran ni se venden, están al alcance de todo aquel que se niegue a adaptarse al imperio del conformismo.
A veces las apariencias juegan a rizar el rizo. La simplicidad de este laboratorio multidisciplinar, esconde un dilatado trabajo de formación de cada uno de sus integrantes (una escritora, un pintor, dos clowns, dos músicos, un actor-músico, una directora de escena, una diseñadora de luces y un perro) que sostiene un espectáculo donde lo improvisado y lo ensayado apenas tienen fronteras.
Medea echa de menos una escritura mucho más firme, capaz de transmitir ese amor al oficio del payaso, haciendo entrar el teatro en el circo y no el circo en el teatro. Puede que la clave estuviera en la figura del actor, aquel que debería iluminar esa poética del payaso, siempre tan sutil, siempre tan humana, en el sentido más optimista del término.
Aunque el hacedor de risas e ilusión no necesita ser defendido -más que nada porque todo hace sospechar que hay quien lo lleva impreso en el ADN- nunca está de más recordarnos que nuestras pequeñas alegrías, aquellas que nos impulsan a seguir viviendo, no se compran ni se venden, están al alcance de todo aquel que se niegue a adaptarse al imperio del conformismo.
Referencia:
Espectáculo: Le poète en actión (El poeta en acción)
Estreno absoluto: Día 3 y 4 de diciembre.
Lugar: Teatro Alhambra de Granada
Proyecto ARTSÈNE. Laboratoire Artistique Intinerant
Dirección: Rosa Díaz.
Espectáculo: Le poète en actión (El poeta en acción)
Estreno absoluto: Día 3 y 4 de diciembre.
Lugar: Teatro Alhambra de Granada
Proyecto ARTSÈNE. Laboratoire Artistique Intinerant
Dirección: Rosa Díaz.