El profesor Zu, responsable de la creación de esta nueva membrana
Una nueva tecnología para captar gases de efecto invernadero generados por la combustión del carbón o por la generación de energía ha sido desarrollada por ingenieros de la universidad australiana de Queensland.
En concreto, han desarrollado una membrana de nanotubos de carbono para la separación de gases que funcionará a modo de criba para separar volúmenes altos de metano y dióxido de carbono de otros gases.
Esta tecnología podría reducir significativamente la cantidad de gases de efecto invernadero que generan las plantas energéticas.
El responsable de esta investigación es el profesor de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Queensland John Zu. Según Zu, esta nueva tecnología atrapará gases en movimiento hasta 100 veces más rápido que otras técnicas de separación de gases usadas en la actualidad. Además, puede ser utilizada a gran escala, como en plantas de generación de energía.
“Las membranas convencionales, como las hechas a partir de mezclar polímeros (macromoléculas orgánicas formadas por la unión de moléculas más pequeñas llamadas monómeros) y metales presentan una relación entre cómo separan los gases y la cantidad de gases que pueden procesar”, comenta Zu en un comunicado. “Estas nuevas membranas pueden separarlos eficientemente y procesar grandes cantidades de gases, haciéndolas mejores que las membranas convencionales a gran escala para plantas energéticas de combustión de carbón o gas natural”.
La tecnología de nanotubos de carbono funciona “cribando” gases mientras pasan a través de la membrana, y puede ser aplicada a varios puntos dentro de la generación energética, desde la extracción del mineral y hasta la combustión del carburante.
Disponible en 10 años
Por ejemplo, mientras se extrae el carbón, el metano que se genera debe ser eliminado antes de sacar el mineral. En la actualidad, el metano es diluido con aire, de tal modo que no puede ser utilizado y además es expulsado a la atmósfera. La membrana permitirá separar el metano y después utilizarlo sin contaminar el aire.
En el caso de las centrales energéticas, después de que el carbón o el gas son quemados, la membrana sirve para separar el dióxido de carbono del gas sobrante.
Según sus creadores, la membrana puede ser comercializable en el plazo de 10 ó 15 años. “He estado concienciado respecto al impacto humano sobre la naturaleza durante años. Es necesario que reduzcamos los gases de efecto invernadero. Espero que esta tecnología nos ayude a conseguirlo”, comenta Zu.
En concreto, han desarrollado una membrana de nanotubos de carbono para la separación de gases que funcionará a modo de criba para separar volúmenes altos de metano y dióxido de carbono de otros gases.
Esta tecnología podría reducir significativamente la cantidad de gases de efecto invernadero que generan las plantas energéticas.
El responsable de esta investigación es el profesor de la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Queensland John Zu. Según Zu, esta nueva tecnología atrapará gases en movimiento hasta 100 veces más rápido que otras técnicas de separación de gases usadas en la actualidad. Además, puede ser utilizada a gran escala, como en plantas de generación de energía.
“Las membranas convencionales, como las hechas a partir de mezclar polímeros (macromoléculas orgánicas formadas por la unión de moléculas más pequeñas llamadas monómeros) y metales presentan una relación entre cómo separan los gases y la cantidad de gases que pueden procesar”, comenta Zu en un comunicado. “Estas nuevas membranas pueden separarlos eficientemente y procesar grandes cantidades de gases, haciéndolas mejores que las membranas convencionales a gran escala para plantas energéticas de combustión de carbón o gas natural”.
La tecnología de nanotubos de carbono funciona “cribando” gases mientras pasan a través de la membrana, y puede ser aplicada a varios puntos dentro de la generación energética, desde la extracción del mineral y hasta la combustión del carburante.
Disponible en 10 años
Por ejemplo, mientras se extrae el carbón, el metano que se genera debe ser eliminado antes de sacar el mineral. En la actualidad, el metano es diluido con aire, de tal modo que no puede ser utilizado y además es expulsado a la atmósfera. La membrana permitirá separar el metano y después utilizarlo sin contaminar el aire.
En el caso de las centrales energéticas, después de que el carbón o el gas son quemados, la membrana sirve para separar el dióxido de carbono del gas sobrante.
Según sus creadores, la membrana puede ser comercializable en el plazo de 10 ó 15 años. “He estado concienciado respecto al impacto humano sobre la naturaleza durante años. Es necesario que reduzcamos los gases de efecto invernadero. Espero que esta tecnología nos ayude a conseguirlo”, comenta Zu.
Bosque de la variedad de alerce llamada Dahuarian
Nuestros aliados, los árboles
Este tipo de tecnologías sin duda serán de ayuda, sobre todo a gran escala, en un momento tan delicado como el que estamos viviendo. Sin embargo, hay ingenieros que están dando pasos en otra dirección, pero con la misma finalidad: reducir las emisiones de carbono a la atmósfera.
Científicos japoneses del Hokkaido Forest Research Institute han llevado a cabo una investigación destinada a determinar qué especies y familias de árboles tienen más capacidad para captar carbono de la atmósfera. El resultado es que han desarrollado un híbrido de alerce (de la familia de las pináceas) que tiene un 30% más de capacidad de captación de carbono de la atmósfera que otros árboles.
Los investigadores descubrieron que algunos árboles de esta especie cultivados a partir de ciertos pólenes o de ciertas semillas tenían hasta un 30% extra de capacidad para almacenar carbono. La variedad Dahurian del alerce es la especie elegida para “fabricar” este híbrido. Esta variedad se encuentra en el este de Siberia y en el noreste asiático, donde se forman los impresionantes bosques de la taiga.
Esta noticia es importante para la industria bioenergética porque los árboles con una rápida capacidad de crecimiento y buena disposición para almacenar carbono son susceptibles de ser usados para la producción de bioenergía.
El concepto es fácil de entender, según informa en un comunicado la organización Japan for Sustainability. Los árboles son plantados para almacenar grandes cantidades de CO2, después de lo cual son convertidos en energía (combustible líquido o electricidad), mientras que el CO2 que se genera en ese proceso es capturado.
Según los científicos, este híbrido es muy resistente a posibles daños, como plagas de ratones o malas condiciones meteorológicas, y el porcentaje de supervivencia de sus semillas es muy alto.
Este tipo de tecnologías sin duda serán de ayuda, sobre todo a gran escala, en un momento tan delicado como el que estamos viviendo. Sin embargo, hay ingenieros que están dando pasos en otra dirección, pero con la misma finalidad: reducir las emisiones de carbono a la atmósfera.
Científicos japoneses del Hokkaido Forest Research Institute han llevado a cabo una investigación destinada a determinar qué especies y familias de árboles tienen más capacidad para captar carbono de la atmósfera. El resultado es que han desarrollado un híbrido de alerce (de la familia de las pináceas) que tiene un 30% más de capacidad de captación de carbono de la atmósfera que otros árboles.
Los investigadores descubrieron que algunos árboles de esta especie cultivados a partir de ciertos pólenes o de ciertas semillas tenían hasta un 30% extra de capacidad para almacenar carbono. La variedad Dahurian del alerce es la especie elegida para “fabricar” este híbrido. Esta variedad se encuentra en el este de Siberia y en el noreste asiático, donde se forman los impresionantes bosques de la taiga.
Esta noticia es importante para la industria bioenergética porque los árboles con una rápida capacidad de crecimiento y buena disposición para almacenar carbono son susceptibles de ser usados para la producción de bioenergía.
El concepto es fácil de entender, según informa en un comunicado la organización Japan for Sustainability. Los árboles son plantados para almacenar grandes cantidades de CO2, después de lo cual son convertidos en energía (combustible líquido o electricidad), mientras que el CO2 que se genera en ese proceso es capturado.
Según los científicos, este híbrido es muy resistente a posibles daños, como plagas de ratones o malas condiciones meteorológicas, y el porcentaje de supervivencia de sus semillas es muy alto.