Roy Hamilton, en un momento de la investigación. Foto: Penn Today.
Estimular la corteza prefrontal, la parte del cerebro responsable de controlar las ideas y los comportamientos complejos, puede reducir la intención de una persona de cometer actos violentos en más del 50 por ciento, según una investigación de la Universidad Tecnológica de Nanyang publicada en el Journal of Neuroscience.
Esta investigación ha determinado también que el uso de una técnica mínimamente invasiva, llamada estimulación transcraneal de corriente directa (STCC), aumenta la percepción de que los actos de agresión física y sexual son moralmente incorrectos.
"La capacidad de manipular aspectos complejos y fundamentales de la cognición y el comportamiento desde el exterior del cuerpo tiene tremendas implicaciones sociales, éticas y posiblemente legales algún día", señala Roy Hamilton, autor del artículo, en un comunicado.
Es como estar viendo un crimen violento desde una perspectiva de salud pública, señala el coautor Adrian Raine. "Históricamente no hemos adoptado este tipo de enfoque a las intervenciones en torno a la violencia", añade. "Pero esto promete: sólo hicimos una sesión de 20 minutos y vimos un efecto. ¿Qué pasaría si tuviéramos más sesiones? ¿Qué pasa si lo hacemos tres veces a la semana durante un mes?”
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores desarrollaron un experimento de doble ciego en 81 adultos sanos de más de 18 años que fueron divididos en dos grupos. El método de doble ciego es una herramienta del método científico que se usa para prevenir que los resultados de una investigación puedan estar influidos por el efecto placebo o por el sesgo del observador.
El primer grupo recibió una estimulación transcraneal de corriente continua (de 2 miliamperios) en la corteza prefrontal durante 20 minutos; mientras que el grupo placebo recibió una corriente de la misma intensidad, pero sólo durante 30 segundos. Los participantes no conocían la asignación de su grupo ni la persona que realizaba cada experimento.
Corteza prefrontal
Los investigadores se centraron en la corteza prefrontal y, específicamente, en la corteza prefrontal dorsolateral superior, en el área frontal superior del cerebro, porque está bien documentado que los individuos antisociales tienen déficits de actividad en esta región, explica Olivia Choy, también autora del artículo.
"Si se escanea el cerebro de un delincuente, no sabemos realmente si es el déficit cerebral lo que lleva al comportamiento o si es al revés", añade Choy. "Uno de los principales objetivos de este estudio fue ver si había un papel causal de esta región del cerebro en el comportamiento antisocial". El estudio no ofreció una respuesta concluyente al respecto.
Durante el experimento, los científicos presentaron a los participantes dos escenarios hipotéticos sobre abuso y violencia física y sexual, y les pidieron que calificaran en una escala de 0 a 10 (donde 0 no era una posibilidad y 10 era 100 por ciento) la probabilidad de que llevaran a cabo un acto similar.
En los miembros del primer grupo la estimulación disminuyó su intención de llevar a cabo un acto de violencia física o sexual entre un 47% y un 70 %. Los participantes también calificaron en la misma escala de 0 a 10 un criterio moral: cuánto consideraban correctos los escenarios presentados.
"Elegimos nuestro enfoque y las tareas de comportamiento específicamente en función de nuestras hipótesis sobre qué áreas del cerebro podrían ser relevantes para generar intenciones agresivas", dice Hamilton. "Nos complace ver al menos algunas de nuestras principales predicciones confirmadas".
Esta investigación ha determinado también que el uso de una técnica mínimamente invasiva, llamada estimulación transcraneal de corriente directa (STCC), aumenta la percepción de que los actos de agresión física y sexual son moralmente incorrectos.
"La capacidad de manipular aspectos complejos y fundamentales de la cognición y el comportamiento desde el exterior del cuerpo tiene tremendas implicaciones sociales, éticas y posiblemente legales algún día", señala Roy Hamilton, autor del artículo, en un comunicado.
Es como estar viendo un crimen violento desde una perspectiva de salud pública, señala el coautor Adrian Raine. "Históricamente no hemos adoptado este tipo de enfoque a las intervenciones en torno a la violencia", añade. "Pero esto promete: sólo hicimos una sesión de 20 minutos y vimos un efecto. ¿Qué pasaría si tuviéramos más sesiones? ¿Qué pasa si lo hacemos tres veces a la semana durante un mes?”
Para llegar a estas conclusiones, los investigadores desarrollaron un experimento de doble ciego en 81 adultos sanos de más de 18 años que fueron divididos en dos grupos. El método de doble ciego es una herramienta del método científico que se usa para prevenir que los resultados de una investigación puedan estar influidos por el efecto placebo o por el sesgo del observador.
El primer grupo recibió una estimulación transcraneal de corriente continua (de 2 miliamperios) en la corteza prefrontal durante 20 minutos; mientras que el grupo placebo recibió una corriente de la misma intensidad, pero sólo durante 30 segundos. Los participantes no conocían la asignación de su grupo ni la persona que realizaba cada experimento.
Corteza prefrontal
Los investigadores se centraron en la corteza prefrontal y, específicamente, en la corteza prefrontal dorsolateral superior, en el área frontal superior del cerebro, porque está bien documentado que los individuos antisociales tienen déficits de actividad en esta región, explica Olivia Choy, también autora del artículo.
"Si se escanea el cerebro de un delincuente, no sabemos realmente si es el déficit cerebral lo que lleva al comportamiento o si es al revés", añade Choy. "Uno de los principales objetivos de este estudio fue ver si había un papel causal de esta región del cerebro en el comportamiento antisocial". El estudio no ofreció una respuesta concluyente al respecto.
Durante el experimento, los científicos presentaron a los participantes dos escenarios hipotéticos sobre abuso y violencia física y sexual, y les pidieron que calificaran en una escala de 0 a 10 (donde 0 no era una posibilidad y 10 era 100 por ciento) la probabilidad de que llevaran a cabo un acto similar.
En los miembros del primer grupo la estimulación disminuyó su intención de llevar a cabo un acto de violencia física o sexual entre un 47% y un 70 %. Los participantes también calificaron en la misma escala de 0 a 10 un criterio moral: cuánto consideraban correctos los escenarios presentados.
"Elegimos nuestro enfoque y las tareas de comportamiento específicamente en función de nuestras hipótesis sobre qué áreas del cerebro podrían ser relevantes para generar intenciones agresivas", dice Hamilton. "Nos complace ver al menos algunas de nuestras principales predicciones confirmadas".
Potencial de reducir el comportamiento violento
En teoría, los resultados significan que las intervenciones biológicas simples, ya sea por separado o junto con intervenciones psicológicas como la terapia cognitivo-conductual, tienen el potencial de reducir el comportamiento violento.
"Gran parte del enfoque en comprender las causas del crimen ha estado en la causalidad social", dice Raine. "Eso es importante, pero la investigación de las imágenes cerebrales y la genética también han demostrado que la mitad de la variación en la violencia se puede atribuir a factores biológicos. Estamos tratando de encontrar intervenciones biológicas benignas que la sociedad acepte, y la estimulación transcraneal de corriente directa es un riesgo mínimo. Esto no es una lobotomía frontal. De hecho, estamos diciendo lo contrario, que la parte frontal del cerebro debe estar mejor conectada con el resto del cerebro".
A pesar de los resultados alentadores, Choy deja claro que se necesita más trabajo antes de estar seguros de que este tipo de tratamiento reducirá la violencia. El estudio necesita ser replicado y luego desarrollado, precisa. “Quizás – concluye Hamilton –, el secreto para tener menos violencia en el corazón es tener una mente debidamente estimulada”.
Los autores no consideran que estén ante la solución milagrosa para reducir la delincuencia. Aunque la estimulación transcraneal no va a eliminar la agresión y el crimen, señalan taxativamente, la STCC puede ser propuesta como una técnica de intervención para los primeros delincuentes, con la finalidad de reducir las probabilidades de reincidir en el delito.
En teoría, los resultados significan que las intervenciones biológicas simples, ya sea por separado o junto con intervenciones psicológicas como la terapia cognitivo-conductual, tienen el potencial de reducir el comportamiento violento.
"Gran parte del enfoque en comprender las causas del crimen ha estado en la causalidad social", dice Raine. "Eso es importante, pero la investigación de las imágenes cerebrales y la genética también han demostrado que la mitad de la variación en la violencia se puede atribuir a factores biológicos. Estamos tratando de encontrar intervenciones biológicas benignas que la sociedad acepte, y la estimulación transcraneal de corriente directa es un riesgo mínimo. Esto no es una lobotomía frontal. De hecho, estamos diciendo lo contrario, que la parte frontal del cerebro debe estar mejor conectada con el resto del cerebro".
A pesar de los resultados alentadores, Choy deja claro que se necesita más trabajo antes de estar seguros de que este tipo de tratamiento reducirá la violencia. El estudio necesita ser replicado y luego desarrollado, precisa. “Quizás – concluye Hamilton –, el secreto para tener menos violencia en el corazón es tener una mente debidamente estimulada”.
Los autores no consideran que estén ante la solución milagrosa para reducir la delincuencia. Aunque la estimulación transcraneal no va a eliminar la agresión y el crimen, señalan taxativamente, la STCC puede ser propuesta como una técnica de intervención para los primeros delincuentes, con la finalidad de reducir las probabilidades de reincidir en el delito.
Referencia
Stimulation of the Prefrontal Cortex Reduces Intentions to Commit Aggression: A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled, Stratified, Parallel-Group Trial. Olivia Choy, Adrian Raine and Roy H. Hamilton. Journal of Neuroscience, 2 July 2018, 3317-17; DOI:https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.3317-17.2018
Stimulation of the Prefrontal Cortex Reduces Intentions to Commit Aggression: A Randomized, Double-Blind, Placebo-Controlled, Stratified, Parallel-Group Trial. Olivia Choy, Adrian Raine and Roy H. Hamilton. Journal of Neuroscience, 2 July 2018, 3317-17; DOI:https://doi.org/10.1523/JNEUROSCI.3317-17.2018