Terremotos ocurridos en el sur de la península en el periodo 1995-2015 con magnitud superior a 3.0. Los círculos rojos son terremotos superficiales; los verdes, de profundidad intermedia; y los azules, profundos. Imagen: E. Buforn. Fuente: IGN/UCM.
Si hubiera un terremoto al sur de la península ibérica, un sistema de alerta sísmica temprana podría detectarlo y avisar de su magnitud unos segundos después de su inicio, dando margen a las autoridades para alertar a la población cuanto antes y mitigar los daños. Investigadores de la Universidad Complutense de Madrid y de otras instituciones han demostrado la viabilidad de este sistema, cuya eficacia se ha demostrado en países como Japón.
El sistema funcionaría en el sur de la península, incluyendo las aguas colindantes, la costa de Portugal y el norte de África. Precisamente entre el cabo de San Vicente y el golfo de Cádiz se han producido los mayores terremotos conocidos de la historia reciente de nuestro país: el de Lisboa de 1755 y el de 1969 (en las costas de Huelva).
“Es el primer estudio que se ha hecho para esta zona y supone la base de un sistema EEWS (de alerta sísmica temprana, por sus siglas en inglés) si se deseara implementar en España”, afirma Elisa Buforn, catedrática de Geofísica y Meteorología y una de las autoras de la investigación, en la nota de prensa de la UCM.
En países como Japón –pionero en este campo– México, Estados Unidos, Italia o Suiza ya existen sistemas de este tipo y han demostrado ser efectivos. “En Japón está en funcionamiento desde 2007 y su eficacia quedó demostrada tras el terremoto de Tohoku de 2011”, recuerda la experta.
En el país asiático, cuando se da una alerta, se toman diferentes medidas para mitigar los daños del seísmo, como ralentizar la velocidad de los trenes de alta velocidad, cortar el suministro de gas o detener procesos industriales, entre otras acciones.
En España, los científicos han dado un primer paso para poder llegar a tener un sistema similar, dando solución a unos de los principales problemas, que es la falta de homogeneidad disponible en los catálogos sísmicos. Así se publica en la revista Pure and Applied Geophysics, en un artículo y un monográfico editado por los investigadores de la UCM.
Tres segundos clave
El Instituto Geográfico Nacional (IGN) utiliza una escala de magnitudes diferente según la localización de los focos sísmicos, una práctica que también sigue Portugal. Para evitar disparidades, los científicos han usado una relación desarrollada por el IGN para homogeneizar estos valores a magnitud Mw (magnitud momento), con datos de seísmos desde 2002 a 2013 de la franja sur de la península y el norte de África. A partir de ahí, han realizado correlaciones empíricas para obtener una estimación rápida de la magnitud.
La ventaja del sistema es que solo con el registro de los tres primeros segundos del terremoto es capaz de estimar su magnitud. “La alerta temprana actúa antes de que las ondas sísmicas de mayor amplitud y, por tanto, mayor energía, lleguen al emplazamiento”, explica Buforn.
De esta forma, antes de que toda la energía liberada por el terremoto se propague en forma de ondas sísmicas y sean sentidas por la población –si llegan a zonas habitadas–, la herramienta ya habrá calculado su magnitud, para poder gestionar la respuesta rápida de las autoridades. “Estamos fijando el valor umbral de los parámetros para establecer la alerta”, avanza la geofísica.
Para su implementación aún sería necesario que aumentara el número de estaciones sísmicas en tierra y la instalación de estaciones sísmicas de fondo marino en tiempo real, recuerda Buforn.
Los investigadores de la UCM lideran el proyecto de EEWS, en colaboración con la Universidad Federico II (Italia), el Real Instituto y Observatorio de la Armada de San Fernando (Cádiz) y el Instituto Geológico de Cataluña.
El sistema funcionaría en el sur de la península, incluyendo las aguas colindantes, la costa de Portugal y el norte de África. Precisamente entre el cabo de San Vicente y el golfo de Cádiz se han producido los mayores terremotos conocidos de la historia reciente de nuestro país: el de Lisboa de 1755 y el de 1969 (en las costas de Huelva).
“Es el primer estudio que se ha hecho para esta zona y supone la base de un sistema EEWS (de alerta sísmica temprana, por sus siglas en inglés) si se deseara implementar en España”, afirma Elisa Buforn, catedrática de Geofísica y Meteorología y una de las autoras de la investigación, en la nota de prensa de la UCM.
En países como Japón –pionero en este campo– México, Estados Unidos, Italia o Suiza ya existen sistemas de este tipo y han demostrado ser efectivos. “En Japón está en funcionamiento desde 2007 y su eficacia quedó demostrada tras el terremoto de Tohoku de 2011”, recuerda la experta.
En el país asiático, cuando se da una alerta, se toman diferentes medidas para mitigar los daños del seísmo, como ralentizar la velocidad de los trenes de alta velocidad, cortar el suministro de gas o detener procesos industriales, entre otras acciones.
En España, los científicos han dado un primer paso para poder llegar a tener un sistema similar, dando solución a unos de los principales problemas, que es la falta de homogeneidad disponible en los catálogos sísmicos. Así se publica en la revista Pure and Applied Geophysics, en un artículo y un monográfico editado por los investigadores de la UCM.
Tres segundos clave
El Instituto Geográfico Nacional (IGN) utiliza una escala de magnitudes diferente según la localización de los focos sísmicos, una práctica que también sigue Portugal. Para evitar disparidades, los científicos han usado una relación desarrollada por el IGN para homogeneizar estos valores a magnitud Mw (magnitud momento), con datos de seísmos desde 2002 a 2013 de la franja sur de la península y el norte de África. A partir de ahí, han realizado correlaciones empíricas para obtener una estimación rápida de la magnitud.
La ventaja del sistema es que solo con el registro de los tres primeros segundos del terremoto es capaz de estimar su magnitud. “La alerta temprana actúa antes de que las ondas sísmicas de mayor amplitud y, por tanto, mayor energía, lleguen al emplazamiento”, explica Buforn.
De esta forma, antes de que toda la energía liberada por el terremoto se propague en forma de ondas sísmicas y sean sentidas por la población –si llegan a zonas habitadas–, la herramienta ya habrá calculado su magnitud, para poder gestionar la respuesta rápida de las autoridades. “Estamos fijando el valor umbral de los parámetros para establecer la alerta”, avanza la geofísica.
Para su implementación aún sería necesario que aumentara el número de estaciones sísmicas en tierra y la instalación de estaciones sísmicas de fondo marino en tiempo real, recuerda Buforn.
Los investigadores de la UCM lideran el proyecto de EEWS, en colaboración con la Universidad Federico II (Italia), el Real Instituto y Observatorio de la Armada de San Fernando (Cádiz) y el Instituto Geológico de Cataluña.
Vulnerabilidad de los edificios valencianos. Fuente: UPV.
Edificios valencianos
Al mismo tiempo, investigadores de la Universitat Politècnica de València han publicado un nuevo estudio sobre la vulnerabilidad sísmica de los edificios residenciales en la Comunidad Valenciana. Entre sus conclusiones, el trabajo apunta que ante un posible terremoto –con intensidad igual o superior a VII, según la Escala Macrosísmica Europea (EMS-98)- en Alicante un 13% de los edificios podría sufrir daño grave; en la provincia de Valencia el porcentaje se sitúa en un 8%; y en la de Castellón en un 0,2%.
En términos generales, el estudio concluye además que el 58% de los edificios de la Comunidad Valenciana no experimentarían daños moderados ni graves; este porcentaje es mayor al norte de la Comunidad Valenciana y va disminuyendo progresivamente en Valencia y Alicante, provincia que presenta mayor peligrosidad sísmica y que cuenta con algunas de las áreas de mayor densidad de población y edificios.
Por poblaciones, Crevillente, Elche, Orihuela y Torrevieja son las que presentan los mayores porcentajes de edificios con riesgo de sufrir daños graves: en el caso de las tres primeras, las cifras oscilan alrededor del 22% de las construcciones. Mientras, en Torrevieja, el porcentaje sube hasta el 29’8%. El estudio cataloga como inhabitable el 43% de edificios de la localidad alicantina.
“Todo ello debe contextualizarse dentro de la hipótesis de ocurrencia de movimientos sísmicos con una intensidad igual o superior a VII, según la EMS-98, para un período de retorno de 500 años. Así, por ejemplo un área con una peligrosidad sísmica de grado de intensidad VII, para un periodo de retorno de 500 años, implica que existe una probabilidad del 10% de que se produzca una sacudida del suelo de grado VII, en un periodo de retorno de 50 años”, apunta Rafael Temes, investigador del Departamento de Urbanismo de la Universitat Politècnica de València, en la nota de prensa de la institución.
En su estudio, los investigadores de la UPV identificaron las características constructivas de las tres provincias así como la antigüedad de sus edificios. El conocimiento generado sobre vulnerabilidad sísmica permite estimar los daños ocasionados por un hipotético sismo, en edificios residenciales y de importancia vital, como son hospitales y centros de coordinación de emergencias. Además también estima los posibles daños a la población y, en consecuencia ayuda a establecer las necesidades de realojo, hospitales.
Toda la información se ha gestionado mediante un sistema de información geográfica (SIG), que permite mapear el riesgo sísmico y trabajar con un gran número de bases de datos necesarias para la gestión de la emergencia de una manera eficiente. Además, los investigadores de la UPV han diseñado una geodatabase, con más de 50.000 registros de edificios y otras infraestructuras.
Este trabajo fue desarrollado por encargo del Instituto Valenciano de la Edificación, en el marco de un convenio específico con la Conselleria de Gobernación. Forma parte del Plan Especial frente al Riesgo Sísmico, obligatorio en la Comunitat Valenciana por tener intensidades sísmicas superiores a VII grados, según la Escala Macrosísmica Europea.
Vulnerabilidad
Tal y como explica Begoña Serrano, investigadora del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de Estructuras, “para poder estimar la vulnerabilidad se deben efectuar estudios que comprendan las construcciones cuya destrucción pueda ocasionar víctimas, interrumpir un servicio imprescindible para la comunidad o aumentar los daños por efectos catastróficos asociados. Una elevada vulnerabilidad puede ocasionar importantes daños, a pesar de producirse en un área con una peligrosidad sísmica moderada”, concluye.
El estudio ha sido redactado por los profesores Serrano, Temes y Sergio Palencia Jiménez, del Departamento de Urbanismo, y el asesoramiento experto del ingeniero consultor Javier Yuste Navarro.
Al mismo tiempo, investigadores de la Universitat Politècnica de València han publicado un nuevo estudio sobre la vulnerabilidad sísmica de los edificios residenciales en la Comunidad Valenciana. Entre sus conclusiones, el trabajo apunta que ante un posible terremoto –con intensidad igual o superior a VII, según la Escala Macrosísmica Europea (EMS-98)- en Alicante un 13% de los edificios podría sufrir daño grave; en la provincia de Valencia el porcentaje se sitúa en un 8%; y en la de Castellón en un 0,2%.
En términos generales, el estudio concluye además que el 58% de los edificios de la Comunidad Valenciana no experimentarían daños moderados ni graves; este porcentaje es mayor al norte de la Comunidad Valenciana y va disminuyendo progresivamente en Valencia y Alicante, provincia que presenta mayor peligrosidad sísmica y que cuenta con algunas de las áreas de mayor densidad de población y edificios.
Por poblaciones, Crevillente, Elche, Orihuela y Torrevieja son las que presentan los mayores porcentajes de edificios con riesgo de sufrir daños graves: en el caso de las tres primeras, las cifras oscilan alrededor del 22% de las construcciones. Mientras, en Torrevieja, el porcentaje sube hasta el 29’8%. El estudio cataloga como inhabitable el 43% de edificios de la localidad alicantina.
“Todo ello debe contextualizarse dentro de la hipótesis de ocurrencia de movimientos sísmicos con una intensidad igual o superior a VII, según la EMS-98, para un período de retorno de 500 años. Así, por ejemplo un área con una peligrosidad sísmica de grado de intensidad VII, para un periodo de retorno de 500 años, implica que existe una probabilidad del 10% de que se produzca una sacudida del suelo de grado VII, en un periodo de retorno de 50 años”, apunta Rafael Temes, investigador del Departamento de Urbanismo de la Universitat Politècnica de València, en la nota de prensa de la institución.
En su estudio, los investigadores de la UPV identificaron las características constructivas de las tres provincias así como la antigüedad de sus edificios. El conocimiento generado sobre vulnerabilidad sísmica permite estimar los daños ocasionados por un hipotético sismo, en edificios residenciales y de importancia vital, como son hospitales y centros de coordinación de emergencias. Además también estima los posibles daños a la población y, en consecuencia ayuda a establecer las necesidades de realojo, hospitales.
Toda la información se ha gestionado mediante un sistema de información geográfica (SIG), que permite mapear el riesgo sísmico y trabajar con un gran número de bases de datos necesarias para la gestión de la emergencia de una manera eficiente. Además, los investigadores de la UPV han diseñado una geodatabase, con más de 50.000 registros de edificios y otras infraestructuras.
Este trabajo fue desarrollado por encargo del Instituto Valenciano de la Edificación, en el marco de un convenio específico con la Conselleria de Gobernación. Forma parte del Plan Especial frente al Riesgo Sísmico, obligatorio en la Comunitat Valenciana por tener intensidades sísmicas superiores a VII grados, según la Escala Macrosísmica Europea.
Vulnerabilidad
Tal y como explica Begoña Serrano, investigadora del Departamento de Mecánica de los Medios Continuos y Teoría de Estructuras, “para poder estimar la vulnerabilidad se deben efectuar estudios que comprendan las construcciones cuya destrucción pueda ocasionar víctimas, interrumpir un servicio imprescindible para la comunidad o aumentar los daños por efectos catastróficos asociados. Una elevada vulnerabilidad puede ocasionar importantes daños, a pesar de producirse en un área con una peligrosidad sísmica moderada”, concluye.
El estudio ha sido redactado por los profesores Serrano, Temes y Sergio Palencia Jiménez, del Departamento de Urbanismo, y el asesoramiento experto del ingeniero consultor Javier Yuste Navarro.
Referencias bibliográficas:
M. Carranza, E. Buforn y A. Zollo: Testing the Earthquake Early-Warning Parameter Correlations in the Southern Iberian Peninsula. Pure and Applied Geophysics (2015). DOI: 10.1007/s00024-015-1061-6.
Serrano-Lanzarote, B., Temes-Cordovez, R.: Vulnerabilidad y riesgo sísmico de los edificios residenciales estudiados dentro del Plan Especial de evaluación del riesgo sísmico en la Comunidad Valenciana. Informes de la Construcción (2015). doi: http://dx.doi.org/10.3989/ic.13.182.
M. Carranza, E. Buforn y A. Zollo: Testing the Earthquake Early-Warning Parameter Correlations in the Southern Iberian Peninsula. Pure and Applied Geophysics (2015). DOI: 10.1007/s00024-015-1061-6.
Serrano-Lanzarote, B., Temes-Cordovez, R.: Vulnerabilidad y riesgo sísmico de los edificios residenciales estudiados dentro del Plan Especial de evaluación del riesgo sísmico en la Comunidad Valenciana. Informes de la Construcción (2015). doi: http://dx.doi.org/10.3989/ic.13.182.