La Organización Meteorológica Mundial (OMM) advierte que la probabilidad de que se desarrolle un episodio de El Niño a mediados o finales de 2017 se sitúa entre el 50% y el 60%.
El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) es un fenómeno natural caracterizado por la fluctuación de las temperaturas del océano en las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, asociada a cambios en la atmósfera. Este fenómeno tiene una gran influencia en las condiciones climáticas de numerosas partes del mundo y ocasiona un calentamiento de las temperaturas del aire a escala mundial.
Tras registrarse en la segunda mitad de 2016 valores que se situaban en el límite que separa unas condiciones frías-neutras de las características de un episodio débil de La Niña, las temperaturas de la superficie del mar y la mayoría de las variables atmosféricas volvieron a unos niveles más neutros (en términos del ENOS) en enero de 2017, que continúan hasta la fecha.
Sin embargo, en febrero y marzo, las temperaturas de la superficie del mar en el extremo oriental del Pacífico tropical se situaron 2,0 °C o más por encima de la media, lo que dio lugar a lluvias de gran intensidad y a un marcado debilitamiento de los vientos alisios desde las islas Galápagos hasta las costas del Ecuador y del Perú. Este calentamiento localizado —que en el Perú se denomina “El Niño costero”— es diferente del más conocido patrón de calentamiento llamado El Niño, pero sus efectos en las zonas afectadas fueron igual de importantes.
Muchos de los modelos climáticos considerados apuntan a la persistencia de condiciones neutras en toda la cuenca hasta junio de 2017. En la segunda mitad del año, el desarrollo de un episodio de El Niño es más probable que la continuación de condiciones neutras.
El Niño se suele asociar a condiciones cálidas y secas en las zonas meridional y oriental del interior de Australia, así como en Indonesia, Filipinas, Malasia y en islas del Pacífico central tales como Fiji, Tonga o Papua Nueva Guinea.
Durante el verano del hemisferio norte, las lluvias del monzón índico suelen ser menos abundantes de lo normal. Durante el invierno del hemisferio norte suelen observarse condiciones más secas de lo habitual en el sureste de África y el norte del Brasil.
Por lo general, a lo largo de la costa del golfo de México, la costa occidental de la región tropical de América del Sur (Colombia, Ecuador y Perú), y desde el sur del Brasil hasta el centro de la Argentina se observan condiciones más húmedas de lo habitual durante El Niño.
En algunas zonas de África oriental (Kenya, Uganda) también se suelen registrar precipitaciones por encima de la media. El Niño se asocia con inviernos más suaves en el noroeste del Canadá y Alaska, gracias a la entrada de menos oleadas de aire frío procedentes del Ártico como resultado de una extensa zona de bajas presiones centrada en el golfo de Alaska y el norte del océano Pacífico.
El Niño/Oscilación del Sur (ENOS) es un fenómeno natural caracterizado por la fluctuación de las temperaturas del océano en las partes central y oriental del Pacífico ecuatorial, asociada a cambios en la atmósfera. Este fenómeno tiene una gran influencia en las condiciones climáticas de numerosas partes del mundo y ocasiona un calentamiento de las temperaturas del aire a escala mundial.
Tras registrarse en la segunda mitad de 2016 valores que se situaban en el límite que separa unas condiciones frías-neutras de las características de un episodio débil de La Niña, las temperaturas de la superficie del mar y la mayoría de las variables atmosféricas volvieron a unos niveles más neutros (en términos del ENOS) en enero de 2017, que continúan hasta la fecha.
Sin embargo, en febrero y marzo, las temperaturas de la superficie del mar en el extremo oriental del Pacífico tropical se situaron 2,0 °C o más por encima de la media, lo que dio lugar a lluvias de gran intensidad y a un marcado debilitamiento de los vientos alisios desde las islas Galápagos hasta las costas del Ecuador y del Perú. Este calentamiento localizado —que en el Perú se denomina “El Niño costero”— es diferente del más conocido patrón de calentamiento llamado El Niño, pero sus efectos en las zonas afectadas fueron igual de importantes.
Muchos de los modelos climáticos considerados apuntan a la persistencia de condiciones neutras en toda la cuenca hasta junio de 2017. En la segunda mitad del año, el desarrollo de un episodio de El Niño es más probable que la continuación de condiciones neutras.
El Niño se suele asociar a condiciones cálidas y secas en las zonas meridional y oriental del interior de Australia, así como en Indonesia, Filipinas, Malasia y en islas del Pacífico central tales como Fiji, Tonga o Papua Nueva Guinea.
Durante el verano del hemisferio norte, las lluvias del monzón índico suelen ser menos abundantes de lo normal. Durante el invierno del hemisferio norte suelen observarse condiciones más secas de lo habitual en el sureste de África y el norte del Brasil.
Por lo general, a lo largo de la costa del golfo de México, la costa occidental de la región tropical de América del Sur (Colombia, Ecuador y Perú), y desde el sur del Brasil hasta el centro de la Argentina se observan condiciones más húmedas de lo habitual durante El Niño.
En algunas zonas de África oriental (Kenya, Uganda) también se suelen registrar precipitaciones por encima de la media. El Niño se asocia con inviernos más suaves en el noroeste del Canadá y Alaska, gracias a la entrada de menos oleadas de aire frío procedentes del Ártico como resultado de una extensa zona de bajas presiones centrada en el golfo de Alaska y el norte del océano Pacífico.
Cautela con las predicciones
Conviene tener presente que el grado de certidumbre de las predicciones relativas al ENOS para la segunda mitad del año realizadas antes de mayo o junio suele ser menor que los pronósticos que se emiten en fechas posteriores del año.
“Todavía están frescos los recuerdos del intenso episodio de El Niño de 2015/2016, que vino acompañado de sequías, inundaciones y decoloración coralina en varias zonas del mundo y que, sumado al cambio climático a largo plazo, hizo que las temperaturas mundiales aumentasen hasta alcanzar máximos históricos tanto en 2015 como en 2016”, declaró Maxx Dilley, director de la Oficina de predicción del clima y de adaptación al cambio climático de la OMM.
“La exactitud de las predicciones sobre el episodio más reciente de El Niño salvaron incontables vidas. Nuestra capacidad notablemente mejorada para pronosticar episodios de El Niño y La Niña contribuye al bien público y es esencial para los sectores agrícola y de seguridad alimentaria, para la gestión de los recursos hídricos y la salud pública, así como para la reducción de riesgos de desastre”, señaló el señor Dilley.
Las consecuencias climáticas a escala regional de cada episodio de El Niño nunca son exactamente iguales: dependen de la intensidad del episodio, la época del año en que se produce y la interacción con otras condiciones climáticas.
También es importante tener en cuenta que El Niño y La Niña no son los únicos factores que condicionan las características climáticas a escala mundial. Por ejemplo, se sabe que la temperatura de la superficie del océano Índico, del sureste del Pacífico y del Atlántico tropical influyen en el clima de las zonas terrestres adyacentes.
Conviene tener presente que el grado de certidumbre de las predicciones relativas al ENOS para la segunda mitad del año realizadas antes de mayo o junio suele ser menor que los pronósticos que se emiten en fechas posteriores del año.
“Todavía están frescos los recuerdos del intenso episodio de El Niño de 2015/2016, que vino acompañado de sequías, inundaciones y decoloración coralina en varias zonas del mundo y que, sumado al cambio climático a largo plazo, hizo que las temperaturas mundiales aumentasen hasta alcanzar máximos históricos tanto en 2015 como en 2016”, declaró Maxx Dilley, director de la Oficina de predicción del clima y de adaptación al cambio climático de la OMM.
“La exactitud de las predicciones sobre el episodio más reciente de El Niño salvaron incontables vidas. Nuestra capacidad notablemente mejorada para pronosticar episodios de El Niño y La Niña contribuye al bien público y es esencial para los sectores agrícola y de seguridad alimentaria, para la gestión de los recursos hídricos y la salud pública, así como para la reducción de riesgos de desastre”, señaló el señor Dilley.
Las consecuencias climáticas a escala regional de cada episodio de El Niño nunca son exactamente iguales: dependen de la intensidad del episodio, la época del año en que se produce y la interacción con otras condiciones climáticas.
También es importante tener en cuenta que El Niño y La Niña no son los únicos factores que condicionan las características climáticas a escala mundial. Por ejemplo, se sabe que la temperatura de la superficie del océano Índico, del sureste del Pacífico y del Atlántico tropical influyen en el clima de las zonas terrestres adyacentes.