Un mundo más desigual y violento


Un estudio ha descubierto que las desigualdades sociales y la dominación de la sociedad por una élite se retroalimentan recíprocamente, formando un círculo vicioso que aumenta la inseguridad. Otros datos confirman la relación entre desigualdad y violencia, configurando un mundo que no es en el que queremos vivir y dejar a las nuevas generaciones.


09/05/2017

Lo que parecía una evidencia se ha confirmado científicamente: el aumento de las desigualdades sociales radicaliza a las élites dominantes, que quedan expuestas a reacciones de violencia, el racismo y el sexismo. Son los datos de un estudio que llama la atención sobre los peligros de este círculo vicioso.

Pero no es sólo la opinión de las 47.000 personas de 27 países participantes en este estudio  lo que cuenta. Según el último informe de la OCDE States of Fragility 2016, la violencia ha aumentado en el mundo en la última década, aunque había descendido en la segunda mitad del siglo pasado.

El 83% de estas víctimas han encontrado la muerte fuera de las zonas de conflicto entre 2010 y 2015. Las tasas más altas de muertes violentas se encuentran en América Central y el Caribe. Y los civiles son los más afectados, ya sea la violencia de origen político o social.

Esta espiral de violencia se corresponde con el aumento de las desigualdades. Según Oxfam, desde el inicio del presente siglo, la mitad más pobre de la población mundial sólo ha recibido el 1% del incremento total de la riqueza mundial, mientras que el 50% de esa “nueva riqueza” ha ido a parar a los bolsillos del 1% más rico. En la actualidad, tan sólo ocho personas poseen la misma riqueza que la mitad más pobre de la población mundial, 3.600 millones de personas.

Según la OCDE, instituciones débiles y corruptas, las desigualdades económicas y sociales e incluso las rivalidades por el poder, ponen de manifiesto la fragilidad de las instituciones y el origen del crecimiento de la violencia. 

Y aunque la pobreza no conduce directamente a la violencia, destaca la OCDE, los datos son suficientemente preocupantes para que nuestra sociedad cambie de rumbo y procure un crecimiento más armónico con las personas y el medio ambiente. No es este el mundo en el que queremos vivir y dejar a las siguientes generaciones.



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