Un modelo desvela el misterio de los gustos artísticos

Combina análisis neuronales con entrevistas sobre conocimientos y sentimientos


¿Por qué hay obras pictóricas o de teatro que nos dejan indiferentes? ¿Qué hace que nos guste una determinada melodía? La capacidad –o no- de recepción artística es un misterio que diversas disciplinas han tratado de desvelar. La neurociencia, por ejemplo, señala a procesos cerebrales subyacentes; mientras que los historiadores apuntan a los conocimientos artísticos como detonantes. Ahora, un modelo desarrollado por científicos noruegos y australianos aúna neurociencia y psicología para tratar de comprender el origen de esta habilidad únicamente humana. Por Yaiza Martínez.


29/05/2013

Sobre gustos no hay nada escrito, ¿o es posible la investigación científica sobre la apreciación del arte? Imagen: Colourbox. Fuente: Universidad de Bergen.
¿Le ha pasado alguna vez que, al contemplar una pintura o asistir a una obra de teatro se ha quedado indiferente mientras otros opinaban que esas mismas expresiones artísticas eran hermosas y significativas?

Durante años, algunos especialistas han señalado que nuestra apreciación del arte puede ser investigada. Por ejemplo, los neurocientíficos sostienen que los procesos biológicos que tienen lugar en el cerebro determinan si a un individuo le gustará una obra de arte o no.

De hecho, desde un punto de vista neurocientífico, se sabe que existe una profunda relación entre las expresiones artísticas y las funciones neuronales, pues la corteza insular del cerebro no sólo da cabida a los sentimientos de conciencia, sino que también proporciona la experiencia subjetiva emocional.

En cuanto a los historiadores y los filósofos, éstos defienden que la perspectiva puramente neurocientífica sobre la percepción artística es demasiado limitada, y creen que lo que sabemos de las intenciones del artista, del momento en que se creó la obra o de otros factores externos también afecta a nuestra manera de experimentar cualquier expresión artística.

Análisis multidisciplinar

Ahora, un grupo de investigadores ha creado un nuevo modelo para estudiar la apreciación humana del arte que intenta superar las limitaciones propias de cada disciplina, porque combina varios tipos de enfoques a este objetivo de investigación: el neuronal, el histórico y el psicológico.

“Creemos que estas tradiciones son igualmente importantes, aunque incompletas; y pretendemos demostrar que se complementan entre sí”, explica Rolf Reber, profesor de psicología de la Universidad de Bergen en Noruega, en un comunicado de dicha Universidad.

Reber ha trabajado en colaboración con Nicolas Bullot, doctor en filosofía de la Universidad Macquarie de Australia, para definir este sistema que pretende ayudar a entender la apreciación humana del arte. Los resultados obtenidos con su trabajo han aparecido detallados en la revista Behavioral and Brain Sciences, y han sido comentados por 27 científicos de diferentes disciplinas.

“Los neurocientíficos a menudo miden la actividad neuronal para saber hasta qué punto gusta una obra de arte, sin investigar si la persona que la observa realmente entiende o no la obra. Esto es insuficiente, ya que la comprensión artística también afecta a la evaluación”, explica Reber.

¿Por qué el arte puede resultar revelador?

Por investigaciones previas ya se sabía que una pintura que es difícil de interpretar se percibe como más significativa que una pintura que se mira y se entiende de manera inmediata.

El pintor Eugène Delacroix‎ aprovechó este hecho para representar la guerra. Joseph Mallord William Turner hizo lo mismo en su obra "Tormenta de nieve".

“Cuando hay que hacer un esfuerzo por comprender, se pueden alcanzar experiencias reveladoras que se reflejan en el cerebro”, explica Reber.

El científico espera que otros investigadores utilicen este modelo que incluye mediciones de la actividad neuronal y entrevistas a personas sobre sus pensamientos y reacciones, así como sobre sus conocimientos artísticos.

Con estos datos, es posible obtener nuevas y emocionantes ideas sobre los factores que hacen que la gente aprecie las buenas obras de arte. El modelo “puede ser utilizado tanto para arte visual como para la música, el teatro o la literatura”, añade el investigador.

Otras herramientas para estudiar la respuesta al arte

Una investigación reciente también ha analizado la respuesta que producen las obras de arte en el ser humano, aunque en este último caso con una herramienta informática.

A finales de 2012, un equipo de investigadores de la Universidad de Trento, en Italia, desarrollaron un software capaz de identificar los sentimientos que provoca en el espectador una obra de arte abstracto en función de los colores, formas e interacciones entre los diferentes elementos de la misma.

Los científicos utilizaron la información sobre cómo respondieron 100 espectadores anónimos ante pinturas del Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Trento y Rovereto. De estos datos, el sistema extrajo qué impacto emocional tenía cada elemento de las pinturas.

De esta manera, fue capaz de determinar, por ejemplo, que las formas negras o puntiagudas tienden a corresponder al lado más sombrío del espectro emocional, mientras que los elementos suaves y brillantes provocan mayor sensación de bienestar.

Estos hallazgos abren la puerta a la utilización de la información emocional en sistemas informáticos más avanzados, que permitan crear arte sin necesidad de humanos, afirmaron los investigadores.

Por otra parte, la microeconomía también se ha usado para analizar la respuesta al arte, en concreto para determinar los gustos teatrales. En esta dirección, investigadores de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido, realizaron un estudio en 2012 con modelos de microeconomía en el que participaron 300 personas.

En él se constató que hay tres clases diferenciadas de público teatral: una clase “acomodada” (que disfruta de todo tipo de obras de teatro), una clase “popular” (a la que le interesa sobre todo las comedias) y una clase "intelectual" (con una especial preferencia por los dramas).

Por último, en lo que respecta a la música, se sabe que las regiones del cerebro implicadas en el reconocimiento de la melodía y el ritmo están fuertemente conectadas con el sistema límbico, que rige las emociones. En este sentido, se ha comprobado, por ejemplo, que lo que nos gusta de las melodías tristes es que, en realidad, nos hacen sentir bien.

Referencia bibliográfica:

Nicolas J. Bullot y Rolf Reber. The artful mind meets art history: Toward a psycho-historical framework for the science of art appreciation. Behavioral and Brain Sciences (2013). DOI: http://dx.doi.org/10.1017/S0140525X12000489.



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