Foto: Gobierno de Australia.
Las personas con depresión actúan de manera distinta a lo que lo hacen las personas sanas, pero ¿se puede medir esta diferencia de comportamiento? Un equipo de científicos japoneses lo ha conseguido gracias a las matemáticas, según explican en un artículo publicado en la revista Physical Review Letters.
Una colaboración entre físicos y psiquiatras ha dado lugar así a una posible medición objetiva de la depresión, gracias a la aplicación de una relación matemática conocida como distribución power-law.
La distribución power-law, que ha sido observada en fenómenos tan diversos como las magnitudes de los terremotos, el tamaño de las fortunas personales o el número de visitas a una página web, no había sido sin embargo sido aplicada nunca al campo de la medicina.
Medición del movimiento
Yoshiharu Yamamoto, de la universidad de Tokio, y sus colegas de investigación, señalan que los movimientos de las personas con depresión clínica diagnosticada pueden ser descritos por este tipo de relación matemática, y que sus resultados difieren de las mismas mediciones realizadas a gente sana.
La mitad de las personas sometidas al estudio no sufría depresión, mientras que la otra mitad sí. Los datos derivados de sus movimientos fueron recopilados con acelerómetros o dispositivos de medición de la velocidad durante periodos de cinco días.
Estos dispositivos medían la frecuencia con la que los participantes en la prueba cambiaban su ritmo de movimiento, registrando estos cambios cada vez que su aceleración excedía de cierto límite, explica The Economist.com.
Resultados diferentes
Los resultados básicos confirmaron características conocidas en la gente depresiva. El rimo diario normal que suele suponer un número estable de cambios durante las horas del día y un número menor durante la noche era sustituido por despliegues ocasionales de actividad. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando los resultados fueron expresados mediante gráficas.
Las curvas producidas fueron muy diferentes en el caso del comportamiento de las personas sanas con respecto a las depresivas cuando reflejaban los periodos de descanso de ambos durante el día. Los depresivos experimentaban periodos de descanso más largos que los del resto de manera más frecuente, así como más cortos menos frecuentemente que los demás.
Esta diferencia, según los investigadores, convierte al sistema en una herramienta válida de diagnóstico de la depresión, desde un punto de vista no subjetivo. Actualmente, estos diagnósticos dependen a menudo de lo que el propio paciente describe, testimonio que puede no ser fiable.
La aplicación de herramientas y de análisis estadísticos comunes en investigaciones físicas podría así mejorar drásticamente la fiabilidad de los diagnósticos de esta enfermedad, para la aplicación de tratamientos más adecuados y ajustados a la situación de cada paciente.
Las diferencias entre personas depresivas y las personas sanas vienen siendo investigadas desde hace tiempo. Tal como publicamos en un anterior artículo, la estructura del cerebro de las personas con trastorno depresivo es diferente a la de aquellas personas que no sufren esta enfermedad, según un estudio de la Universidad de Texas.
Los genes que influyen en el tamaño del pulvinar y del tálamo, así como en el número de células nerviosas del tálamo, influyen en el desarrollo de este desorden cerebral.
Los orígenes de la depresión han sido objeto de numerosas investigaciones, considerándose que la genética puede tener una relación directa con su aparición. Sin embargo, se considera también que hay otros factores que contribuyen a que se desencadene la enfermedad: posiblemente tensiones en la vida, problemas de familia, trabajo o estudio.
La depresión, que afecta a 450 millones de personas en todo el mundo, es un estado de abatimiento e infelicidad, que puede ser transitorio o permanente. Es uno de los más importantes depredadores de la felicidad humana. Se calcula que alrededor de un 17% de la población está genéticamente predispuesta a desarrollar algún tipo de depresión.
Una colaboración entre físicos y psiquiatras ha dado lugar así a una posible medición objetiva de la depresión, gracias a la aplicación de una relación matemática conocida como distribución power-law.
La distribución power-law, que ha sido observada en fenómenos tan diversos como las magnitudes de los terremotos, el tamaño de las fortunas personales o el número de visitas a una página web, no había sido sin embargo sido aplicada nunca al campo de la medicina.
Medición del movimiento
Yoshiharu Yamamoto, de la universidad de Tokio, y sus colegas de investigación, señalan que los movimientos de las personas con depresión clínica diagnosticada pueden ser descritos por este tipo de relación matemática, y que sus resultados difieren de las mismas mediciones realizadas a gente sana.
La mitad de las personas sometidas al estudio no sufría depresión, mientras que la otra mitad sí. Los datos derivados de sus movimientos fueron recopilados con acelerómetros o dispositivos de medición de la velocidad durante periodos de cinco días.
Estos dispositivos medían la frecuencia con la que los participantes en la prueba cambiaban su ritmo de movimiento, registrando estos cambios cada vez que su aceleración excedía de cierto límite, explica The Economist.com.
Resultados diferentes
Los resultados básicos confirmaron características conocidas en la gente depresiva. El rimo diario normal que suele suponer un número estable de cambios durante las horas del día y un número menor durante la noche era sustituido por despliegues ocasionales de actividad. Sin embargo, la sorpresa llegó cuando los resultados fueron expresados mediante gráficas.
Las curvas producidas fueron muy diferentes en el caso del comportamiento de las personas sanas con respecto a las depresivas cuando reflejaban los periodos de descanso de ambos durante el día. Los depresivos experimentaban periodos de descanso más largos que los del resto de manera más frecuente, así como más cortos menos frecuentemente que los demás.
Esta diferencia, según los investigadores, convierte al sistema en una herramienta válida de diagnóstico de la depresión, desde un punto de vista no subjetivo. Actualmente, estos diagnósticos dependen a menudo de lo que el propio paciente describe, testimonio que puede no ser fiable.
La aplicación de herramientas y de análisis estadísticos comunes en investigaciones físicas podría así mejorar drásticamente la fiabilidad de los diagnósticos de esta enfermedad, para la aplicación de tratamientos más adecuados y ajustados a la situación de cada paciente.
Las diferencias entre personas depresivas y las personas sanas vienen siendo investigadas desde hace tiempo. Tal como publicamos en un anterior artículo, la estructura del cerebro de las personas con trastorno depresivo es diferente a la de aquellas personas que no sufren esta enfermedad, según un estudio de la Universidad de Texas.
Los genes que influyen en el tamaño del pulvinar y del tálamo, así como en el número de células nerviosas del tálamo, influyen en el desarrollo de este desorden cerebral.
Los orígenes de la depresión han sido objeto de numerosas investigaciones, considerándose que la genética puede tener una relación directa con su aparición. Sin embargo, se considera también que hay otros factores que contribuyen a que se desencadene la enfermedad: posiblemente tensiones en la vida, problemas de familia, trabajo o estudio.
La depresión, que afecta a 450 millones de personas en todo el mundo, es un estado de abatimiento e infelicidad, que puede ser transitorio o permanente. Es uno de los más importantes depredadores de la felicidad humana. Se calcula que alrededor de un 17% de la población está genéticamente predispuesta a desarrollar algún tipo de depresión.