Un estudio cuestiona que la religiosidad humana sea innata

Los adultos tienden más que los niños pequeños a dar explicaciones sobrenaturales a sucesos inusuales


A pesar de que se suele pensar que las creencias sobrenaturales son innatas en el ser humano, los resultados de un estudio reciente realizado por psicólogos de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, sugieren que esta creencia podría carecer de base real. En el estudio, se les contó a niños y adultos historias de hechos inusuales y se les pidió que explicaran las causas de éstos. Se constató así que los pequeños son poco propicios a achacar este tipo de hechos a conceptos como Dios, la suerte o la justicia moral. Por Marta Lorenzo.


Marta Lorenzo
06/10/2011

Fuente: Wikimedia Commons.
A pesar de que se suele pensar que las creencias sobrenaturales son innatas en el ser humano (algunos expertos afirman que nuestros cerebros están predispuestos a todo tipo de conceptos sobrenaturales), los resultados de un estudio reciente realizado por psicólogos de la Universidad de Texas, en Estados Unidos, sugieren que esta creencia podría carecer de base real.

La investigadora Jacqui Woolley, de dicha Universidad, y sus colaboradores exploraron el desarrollo de la propensión humana a encontrar sentido en eventos inesperados o cambios y, más específicamente, analizaron el surgimiento en niños y adultos de las explicaciones sobrenaturales o inmateriales a este tipo de hechos.

Propensión a las explicaciones naturales

Según publican los autores del estudio en la revista especializada Journal of Cognition and Culture, a la investigación fueron sometidos un total de 67 niños de 8, 10 y 12 años, y también 22 adultos. A todos se les presentaron escenas que describían sucesos inusuales o inesperados.

Por ejemplo, una de estas escenas mostraba a una persona que robaba pequeñas cantidades de dinero hasta acumular el suficiente como para comprarse un coche que corría mucho. Poco después de comprarlo, se estrellaba con él. Otra escena mostraba a un paciente enfermo de cáncer terminal cuya enfermedad sanaba de repente, milagrosamente.

En otra de las escenas, una mujer que corría regularmente tropezaba el día de su boda y se lesionaba gravemente la pierna, de manera que no podía casarse. Todas estas historias fueron diseñadas para ilustrar sucesos que podrían relacionarse con conceptos como la justicia moral, la intervención divina o la buena o mala fortuna, publica Epiphenom.

Imagen: criswatk. Fuente: Everystockphoto.
Tras leer estos relatos a los niños y a los adultos, los investigadores les preguntaron a todos cómo explicarían ellos los hechos acaecidos en las historias.

En general, los niños no tendieron a ofrecer explicaciones sobrenaturales a cada caso.

En lugar de eso, señalaron posibilidades como que el paciente con cáncer había dormido mucho y por eso había mejorado o que la mujer atlética se había caído el día de su boda porque había tropezado con una piedra.

Los adultos, por el contrario, fueron más propicios a ofrecer explicaciones sobrenaturales. Los científicos constataron asimismo que cuanto mayores eran los niños, más propensos eran éstos a recurrir a explicaciones sobrenaturales para los extraños acontecimientos presentados.

Evaluación de la tendencia

Este experimento fue realizado para evaluar el uso de explicaciones sobrenaturales diversas (justicia moral, Dios, la suerte) por parte de todos los participantes.

Según escriben los autores del estudio, los resultados obtenidos en los cuestionarios indicaron que los adultos apelaron de manera espontánea a las explicaciones sobrenaturales más frecuentemente que los niños.

Una tendencia a las explicaciones con conceptos sobrenaturales fue constatada también entre los niños de más edad (de alrededor de 12 años).

Por otro lado, los participantes de todas las edades dieron a menudo explicaciones diferentes a los mismos hechos, y fueron más propensos a utilizar las explicaciones sobrenaturales en los casos en que las historias tenían un final positivo que en aquéllas con final negativo.

Resultados diversos

Los resultados obtenidos por Woolley y sus colaboradores coinciden en parte con los de otro estudio realizado en 2006 por científicos de las Universidades de Harvard y de Chicago, en Estados Unidos.

En esta otra investigación, en la que se analizó cómo aprenden los niños sobre ciencia y religión, se constató que, para los pequeños, los conceptos religiosos que no pueden demostrarse resultaban menos fiables que los científicos.

Otros estudios previos, sin embargo, han sugerido que existe cierta tendencia natural en el ser humano a creer en lo sobrenatural, como una investigación recientemente culminada por investigadores de la Universidad de Oxford.

Por otra parte, investigaciones realizadas por científicos de la Universidad de Boston demostraron que, incluso en los niños pequeños, existe una tendencia a pensar que el mundo ha sido creado con un propósito. Así, por ejemplo, si se le pregunta a los pequeños “¿por qué existen los ríos?”, una respuesta corriente sería: “para que los peces puedan nadar”.

Esta capacidad de buscar y encontrar un sentido a la realidad constituye una capacidad cognitiva que podría encontrarse en la base de la religiosidad humana (que buscaría un sentido en lo sobrenatural), afirman algunos expertos en cognición.

Por último, el psicólogo especializado en el estudio de la religiosidad humana, Justin Barret, del Centre for Anthropology and Mind de la Universidad de Oxford, cree que el ser humano sí tiene una predisposición innata a creer en lo sobrenatural.

En uno de sus estudios, por ejemplo, Barret constató que niños de tan sólo tres años atribuían espontáneamente habilidades sobrenaturales e inmortalidad a “Dios”, incluso sin haber recibido aleccionamiento alguno sobre Dios o la religión. Asimismo, en su investigación el psicólogo también descubrió que los niños elaboraban historias sobre su vida antes de nacer, acerca de un contexto bautizado como la “pre-vida”, sin que nadie les hubiese inculcado previamente esta idea.



Marta Lorenzo
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