La investigadora Vicki Hertzberg muestra en una pantalla cómo se transmitió el SARS a bordo de un avión. Fuente: Gary Meek.
Un nuevo estudio científico analizará cómo se transmiten las enfermedades infecciosas en los aviones. Patrocinada por el fabricante de aviones Boeing, la investigación estudiará cómo se mueven los pasajeros en las cabinas y detectará si hay microbios en el aire o en las superficiones de la nave.
La información proporcionada por el estudio, que durará tres años, podría ayudar a mejorar la salud y la seguridad tanto para los pasajeros como para las tripulaciones de vuelo de las aerolíneas. Investigadores de dos universidades de Atlanta, el Georgia Tech Institute y la Universidad Emory, están trabajando juntos en el proyecto, en colaboración con el personal de sostenibilidad medioambiental de Delta Air Lines (con sede en Atlanta).
"El objetivo final de este proyecto es reducir la transmisión de enfermedades infecciosas en los aviones", explica Howard Weiss, profesor de la Georgia Tech School of Mathematics, en una nota de prensa de dicho centro de investigación.
"Vamos a averiguar cómo se desplazan las personas dentro de los aviones y a estudiar a los microbios que están allí en diferentes momentos durante los vuelos. A partir de esos datos, podemos empezar a modelar la transmisión de la enfermedad y el desarrollo de estrategias de intervención", añade Weiss.
Las enfermedades infecciosas transmitidas por el aire durante viajes aéreos comerciales son motivo de preocupación para los funcionarios de salud pública. En 2002, 20 personas en un vuelo internacional fueron infectadas por un solo paciente con SARS, un ejemplo de cómo el transporte aéreo podría servir como una vía para la rápida propagación tanto de enfermedades infecciosas emergentes como de pandemias de enfermedades conocidas.
La información proporcionada por el estudio, que durará tres años, podría ayudar a mejorar la salud y la seguridad tanto para los pasajeros como para las tripulaciones de vuelo de las aerolíneas. Investigadores de dos universidades de Atlanta, el Georgia Tech Institute y la Universidad Emory, están trabajando juntos en el proyecto, en colaboración con el personal de sostenibilidad medioambiental de Delta Air Lines (con sede en Atlanta).
"El objetivo final de este proyecto es reducir la transmisión de enfermedades infecciosas en los aviones", explica Howard Weiss, profesor de la Georgia Tech School of Mathematics, en una nota de prensa de dicho centro de investigación.
"Vamos a averiguar cómo se desplazan las personas dentro de los aviones y a estudiar a los microbios que están allí en diferentes momentos durante los vuelos. A partir de esos datos, podemos empezar a modelar la transmisión de la enfermedad y el desarrollo de estrategias de intervención", añade Weiss.
Las enfermedades infecciosas transmitidas por el aire durante viajes aéreos comerciales son motivo de preocupación para los funcionarios de salud pública. En 2002, 20 personas en un vuelo internacional fueron infectadas por un solo paciente con SARS, un ejemplo de cómo el transporte aéreo podría servir como una vía para la rápida propagación tanto de enfermedades infecciosas emergentes como de pandemias de enfermedades conocidas.
Modos de transmisión
Los investigadores saben que las bacterias y los virus se pueden transmitir de tres maneras en los aviones: la inhalación de pequeñas gotitas procedentes de la tos o de estornudos de personas infectadas; la inhalación de gotas más grandes que caen en un radio de un metro alrededor de sus fuentes, y la transmisión de gotas desde superficies hasta los ojos o la nariz de individuos propensos.
Este último caso- que puede representar hasta un 80% del total- puede ocurrir cuando los pasajeros entran en contacto con superficies contaminadas, como las tablas para la bandejas de los asientos, los pomos de las puertas del lavabo o las manijas de los fregaderos.
"Mediante la comprensión de estos patrones de transmisión, empresas como Boeing podrán diseñar los aviones que protejan mejor a los pasajeros y miembros de la tripulación", señala Vicki Hertzberg, profesora asociada en la Escuela Rollins de Salud Pública de la Universidad de Emory. "Eso nos pondrá en una mejor posición desde una perspectiva de salud pública".
Usando etiquetas de identificación por radiofrecuencia, Hertzberg ha estado estudiando cómo interactúan las personas -y potencialmente transmiten enfermedades infecciosas- en instalaciones médicas tales como servicios de urgencias hospitalarios. En los aviones los investigadores no podrán utilizar esa tecnología debido a los potenciales problemas de interferencias.
En su lugar, los investigadores utilizarán sofisticados equipos de muestreo para recoger información sobre lo que está en el aire de la cabina. Las toallitas con las que limpien las distintas superficies y los filtros de muestreo del aire serán analizados mediante la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y por equipos de espectrometría de masas para identificar los microorganismos presentes. Para estudiar los movimientos de pasajeros en todo el avión, los investigadores planean utilizar una versión moderna de una técnica pasada de moda: los estudiantes de posgrado observarán y grabarán el movimiento en un iPad.
"Van a estar pendientes de quién va y viene, cuando lo hace, y dónde va cuando lo hace", explica Hertzberg. "Tendremos que hacer esto con una resolución bastante alta respecto al tiempo y el espacio".
Filtros de aire y toallitas
Los investigadores planean poner a los estudiantes en ocho vuelos de Delta en aviones Boeing 757. Los filtros de aire y las toallitas de limpieza de superficies serán analizados en un laboratorio de California que puede detectar hasta 1.500 insectos diferentes, entre ellos, 300 virus respiratorios diferentes y 1.200 bacterias distintas.
Delta ha estado asesorando a Hertzberg y Weiss en el diseño del estudio, y les permitirá utilizar maquetas de cabinas de los aviones para probar y practicar sus técnicas de investigación.
Una vez que se recojan los datos sobre la actividad de pasajeros y se identifiquen los microbios, Weiss y Hertzberg crearán un modelo informático de la red social de un avión. Eso les permitirá estudiar cómo las infecciones pueden transmitirse en las pequeñas dependencias de una cabina de avión.
Una nueva red social
Hasta la última década los investigadores no han tenido las herramientas necesarias para constatar que el movimiento humano difiere del movimiento completamente aleatorio, tal como se demuestra con el seguimiento de los billetes de dólar, las llamadas de teléfonos móviles y con sensores que analizan el movimiento de los estudiantes en escuelas primarias y secundarias.
"La parte más interesante de esto desde un punto de vista matemático es que puede considerarse un nuevo tipo de red social", dijo Weiss. "Durante muchos años, los científicos han asumido que la gente se mueve de una manera completamente al azar, y este estudio proporcionará datos sobre ello por primera vez."
Los investigadores pasarán los próximos seis meses preparando el estudio y esperan comenzar a reunir datos en otoño -justo a tiempo para la temporada anual de gripe y resfriados.
Más allá de las implicaciones en salud pública, una mejor protección de los pasajeros y las tripulaciones podría tener un impacto económico significativo para los fabricantes de aeronaves, líneas aéreas, aeropuertos e industrias que dependen de la eficacia del transporte aéreo.
"Todo el mundo gana si somos capaces de eliminar o reducir las cancelaciones de vuelos que podría provocar una pandemia", resume Weiss.
Los investigadores saben que las bacterias y los virus se pueden transmitir de tres maneras en los aviones: la inhalación de pequeñas gotitas procedentes de la tos o de estornudos de personas infectadas; la inhalación de gotas más grandes que caen en un radio de un metro alrededor de sus fuentes, y la transmisión de gotas desde superficies hasta los ojos o la nariz de individuos propensos.
Este último caso- que puede representar hasta un 80% del total- puede ocurrir cuando los pasajeros entran en contacto con superficies contaminadas, como las tablas para la bandejas de los asientos, los pomos de las puertas del lavabo o las manijas de los fregaderos.
"Mediante la comprensión de estos patrones de transmisión, empresas como Boeing podrán diseñar los aviones que protejan mejor a los pasajeros y miembros de la tripulación", señala Vicki Hertzberg, profesora asociada en la Escuela Rollins de Salud Pública de la Universidad de Emory. "Eso nos pondrá en una mejor posición desde una perspectiva de salud pública".
Usando etiquetas de identificación por radiofrecuencia, Hertzberg ha estado estudiando cómo interactúan las personas -y potencialmente transmiten enfermedades infecciosas- en instalaciones médicas tales como servicios de urgencias hospitalarios. En los aviones los investigadores no podrán utilizar esa tecnología debido a los potenciales problemas de interferencias.
En su lugar, los investigadores utilizarán sofisticados equipos de muestreo para recoger información sobre lo que está en el aire de la cabina. Las toallitas con las que limpien las distintas superficies y los filtros de muestreo del aire serán analizados mediante la prueba de reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y por equipos de espectrometría de masas para identificar los microorganismos presentes. Para estudiar los movimientos de pasajeros en todo el avión, los investigadores planean utilizar una versión moderna de una técnica pasada de moda: los estudiantes de posgrado observarán y grabarán el movimiento en un iPad.
"Van a estar pendientes de quién va y viene, cuando lo hace, y dónde va cuando lo hace", explica Hertzberg. "Tendremos que hacer esto con una resolución bastante alta respecto al tiempo y el espacio".
Filtros de aire y toallitas
Los investigadores planean poner a los estudiantes en ocho vuelos de Delta en aviones Boeing 757. Los filtros de aire y las toallitas de limpieza de superficies serán analizados en un laboratorio de California que puede detectar hasta 1.500 insectos diferentes, entre ellos, 300 virus respiratorios diferentes y 1.200 bacterias distintas.
Delta ha estado asesorando a Hertzberg y Weiss en el diseño del estudio, y les permitirá utilizar maquetas de cabinas de los aviones para probar y practicar sus técnicas de investigación.
Una vez que se recojan los datos sobre la actividad de pasajeros y se identifiquen los microbios, Weiss y Hertzberg crearán un modelo informático de la red social de un avión. Eso les permitirá estudiar cómo las infecciones pueden transmitirse en las pequeñas dependencias de una cabina de avión.
Una nueva red social
Hasta la última década los investigadores no han tenido las herramientas necesarias para constatar que el movimiento humano difiere del movimiento completamente aleatorio, tal como se demuestra con el seguimiento de los billetes de dólar, las llamadas de teléfonos móviles y con sensores que analizan el movimiento de los estudiantes en escuelas primarias y secundarias.
"La parte más interesante de esto desde un punto de vista matemático es que puede considerarse un nuevo tipo de red social", dijo Weiss. "Durante muchos años, los científicos han asumido que la gente se mueve de una manera completamente al azar, y este estudio proporcionará datos sobre ello por primera vez."
Los investigadores pasarán los próximos seis meses preparando el estudio y esperan comenzar a reunir datos en otoño -justo a tiempo para la temporada anual de gripe y resfriados.
Más allá de las implicaciones en salud pública, una mejor protección de los pasajeros y las tripulaciones podría tener un impacto económico significativo para los fabricantes de aeronaves, líneas aéreas, aeropuertos e industrias que dependen de la eficacia del transporte aéreo.
"Todo el mundo gana si somos capaces de eliminar o reducir las cancelaciones de vuelos que podría provocar una pandemia", resume Weiss.