Imagen: Vasiliy Koval. Fuente: PhotoXpress.
El dolor crónico es uno de los mayores problemas de salud que afecta a la población y genera graves problemas físicos y psicológicos. De hecho, todos sabemos que cuando nos duele la cabeza aumenta nuestro nivel de estrés.
Imaginemos ahora a una persona con dolor crónico. Esta situación provoca irritación y frustración, lo que induce a un cambio en la calidad de vida. Además, puede ser el inductor de trastornos como la depresión, la ansiedad, alteración del apetito o alteración del sueño, entre otros. Todo esto conlleva a un empeoramiento, aún mayor, de la calidad de vida de la persona, repercutiendo en su vida social, familiar e incluso laboral.
Estos problemas se han reducido al mínimo en ratas gracias a avances en bioelectrónica conseguidos por un equipo multidisciplinar formado por investigadores de la Universidad de Linköping y de los Institutos Karolinska y Acreo Swedish en Suecia, informa la revista Science Advance. .
Este equipo ha diseñado un dispositivo orgánico compatible con el organismo de seres vivos que puede ser implantado en la médula espinal. Para ello, recurrieron a los polímeros conductores para elaborar una variante de una bomba de iones electrónica diseñada, previamente, por ellos mismos. Tras percibir señales de dolor, este dispositivo permite traducir la corriente eléctrica recibida en el aporte necesario de ácido gamma aminobutírico GABA.
Este dispositivo fue implantado en la espina dorsal de ratas. Dos días después de la implantación se añadió una dosis baja de GABA, un neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso central que reduce el nivel de actividad de las neuronas. Los resultados mostraron una significativa reducción del dolor y no se detectaron efectos secundarios.
Tratamientos tradicionales vs bioelectrónica
En el caso del dolor neuropático, las señales que indican lesión en algún nervio, viajan a través de las neuronas desde la zona lesionada, a través de la médula espinal, al cerebro. Por ello, la médula espinal es una vía determinante de la señalización del dolor, ya que es aquí en esta zona, donde las neuronas transmiten la señal desde el sistema nervioso periférico al sistema nervioso central y de aquí al cerebro. Es estonces, cuando somos conscientes de la presencia del dolor.
Esta es una de las razones del enorme interés que despierta la aplicación de dispositivos como el diseñado por el grupo de investigadores de Suecia. La implantación en la médula espinal, supone un mecanismo prometedor para interferir de forma directa en las señales del dolor.
Uno de los factores que influyen en la baja efectividad de los tratamientos farmacológicos convencionales empleados para combatir el dolor crónico, es el tipo de administración empleada. La administración de fármacos, en general, debe de realizarse a través de vías que permitan la liberación de pequeñas moléculas de una manera controlada, donde fisiológicamente sea requerido.
Imaginemos ahora a una persona con dolor crónico. Esta situación provoca irritación y frustración, lo que induce a un cambio en la calidad de vida. Además, puede ser el inductor de trastornos como la depresión, la ansiedad, alteración del apetito o alteración del sueño, entre otros. Todo esto conlleva a un empeoramiento, aún mayor, de la calidad de vida de la persona, repercutiendo en su vida social, familiar e incluso laboral.
Estos problemas se han reducido al mínimo en ratas gracias a avances en bioelectrónica conseguidos por un equipo multidisciplinar formado por investigadores de la Universidad de Linköping y de los Institutos Karolinska y Acreo Swedish en Suecia, informa la revista Science Advance. .
Este equipo ha diseñado un dispositivo orgánico compatible con el organismo de seres vivos que puede ser implantado en la médula espinal. Para ello, recurrieron a los polímeros conductores para elaborar una variante de una bomba de iones electrónica diseñada, previamente, por ellos mismos. Tras percibir señales de dolor, este dispositivo permite traducir la corriente eléctrica recibida en el aporte necesario de ácido gamma aminobutírico GABA.
Este dispositivo fue implantado en la espina dorsal de ratas. Dos días después de la implantación se añadió una dosis baja de GABA, un neurotransmisor inhibidor del sistema nervioso central que reduce el nivel de actividad de las neuronas. Los resultados mostraron una significativa reducción del dolor y no se detectaron efectos secundarios.
Tratamientos tradicionales vs bioelectrónica
En el caso del dolor neuropático, las señales que indican lesión en algún nervio, viajan a través de las neuronas desde la zona lesionada, a través de la médula espinal, al cerebro. Por ello, la médula espinal es una vía determinante de la señalización del dolor, ya que es aquí en esta zona, donde las neuronas transmiten la señal desde el sistema nervioso periférico al sistema nervioso central y de aquí al cerebro. Es estonces, cuando somos conscientes de la presencia del dolor.
Esta es una de las razones del enorme interés que despierta la aplicación de dispositivos como el diseñado por el grupo de investigadores de Suecia. La implantación en la médula espinal, supone un mecanismo prometedor para interferir de forma directa en las señales del dolor.
Uno de los factores que influyen en la baja efectividad de los tratamientos farmacológicos convencionales empleados para combatir el dolor crónico, es el tipo de administración empleada. La administración de fármacos, en general, debe de realizarse a través de vías que permitan la liberación de pequeñas moléculas de una manera controlada, donde fisiológicamente sea requerido.
Los inconvenientes de los tratamientos convencionales
Como sabemos, todos los procesos de nuestro organismo suceden como una cadena de sucesos. El dolor neuropático no es diferente. Se produce porque la cascada interna que nos hace conscientes del dolor se ha visto perturbada. Concretamente, el denominado sistema GABAérgico, responsable de inhibir las señales de dolor no funciona correctamente y, en consecuencia, la respuesta al dolor se ve amplificada.
Así, por ejemplo, tras la lesión de un determinado nervio, la cantidad del neurotransmisor GABA es insuficiente, por lo que la inhibición de las señales del dolor no funciona. De ahí que nosotros sintamos un dolor fuerte y permanente. Para restaurar el control e inhibición del dolor, es necesario aportar GABA en el fluido cerebroespinal de alguna manera. Así el dolor podrá volver a ser controlado.
Ahora bien, convencionalmente las terapias que introducían este neurotransmisor en el organismo lo hacían de una manera sistémica. Es decir, el fármaco llegaba a todas las partes del sistema nervioso. Como es obvio, esto reduce su impacto, lo que obliga a introducir mayor cantidad de este producto y, en consecuencia, se manifiestan graves efectos secundarios.
Beneficios del dispositivo
Los problemas psicosociales generados por este tipo de dolor crónico son tan acusados que ha motivado la investigación en mecanismos que puedan solventar todos estos problemas y ayuden a una mejora sustancial de la calidad de vida de las personas que padecen este tipo de dolencias.
Con este artefacto bioelectrónico, se ha logrado reducir la toxicidad asociada al fármaco y controlar la dosis, de esta manera se han podido eliminar los posibles efectos adversos originados como consecuencia de la ingesta masiva del fármaco.
El dispositivo diseñado por este grupo de investigadores es de gran importancia, tal y como afirma el profesor Juan R Coca de Sociología de la Universidad de Valladolid, puesto que es un primer paso para conseguir paliar los dolores crónicos y reducir el uso de fármacos convencionales. A su vez, al reducir o eliminar los graves problemas detectados en la actualidad con la terapia convencional se favorece la “reinserción” de estas personas en la sociedad.
Ejemplos de este tipo de patologías producidas por lesiones nerviosas son las ciáticas radiculares. Otros ejemplos, son las neuralgias crónicas postquirúrgicas, la neuropatía diabética asociada con la diabetes mellitus o infecciones como herpes zóster (del que ya hemos hablado en un artículo anterior) y el SIDA.
Visión de futuro
El trabajo del que estamos hablando, realizado en ratas, es un primer paso para la implantación en humanos de nuevos artefactos bioelectrónicos que mejoren nuestra calidad de vida. Tanto es así, que el propio profesor Juan R. Coca ha quedado gratamente sorprendido por la investigación y se ha llegado a preguntar, a su vez, si los procesos de ciborgización humanos se están llevando al nivel molecular o celular lo que implicaría un salto de gigante en nuestro propio progreso.
Este sistema implantable ofrece la posibilidad de integrar un circuito orgánico en la señalización fisiológica de la célula, según han señalado los investigadores. Por lo que la capacidad de crear dispositivos capaces de realizar funciones próximas a las realizadas por los seres vivos, es un mundo fascinante con amplias expectativas de futuro.
Ahora bien, como siempre ocurre en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, todavía queda mucho camino por recorrer. La efectividad de la terapia empleando la electrónica orgánica es un importante paso para alcanzar el objetivo. Se inicia la era de la iontrónica.
Como sabemos, todos los procesos de nuestro organismo suceden como una cadena de sucesos. El dolor neuropático no es diferente. Se produce porque la cascada interna que nos hace conscientes del dolor se ha visto perturbada. Concretamente, el denominado sistema GABAérgico, responsable de inhibir las señales de dolor no funciona correctamente y, en consecuencia, la respuesta al dolor se ve amplificada.
Así, por ejemplo, tras la lesión de un determinado nervio, la cantidad del neurotransmisor GABA es insuficiente, por lo que la inhibición de las señales del dolor no funciona. De ahí que nosotros sintamos un dolor fuerte y permanente. Para restaurar el control e inhibición del dolor, es necesario aportar GABA en el fluido cerebroespinal de alguna manera. Así el dolor podrá volver a ser controlado.
Ahora bien, convencionalmente las terapias que introducían este neurotransmisor en el organismo lo hacían de una manera sistémica. Es decir, el fármaco llegaba a todas las partes del sistema nervioso. Como es obvio, esto reduce su impacto, lo que obliga a introducir mayor cantidad de este producto y, en consecuencia, se manifiestan graves efectos secundarios.
Beneficios del dispositivo
Los problemas psicosociales generados por este tipo de dolor crónico son tan acusados que ha motivado la investigación en mecanismos que puedan solventar todos estos problemas y ayuden a una mejora sustancial de la calidad de vida de las personas que padecen este tipo de dolencias.
Con este artefacto bioelectrónico, se ha logrado reducir la toxicidad asociada al fármaco y controlar la dosis, de esta manera se han podido eliminar los posibles efectos adversos originados como consecuencia de la ingesta masiva del fármaco.
El dispositivo diseñado por este grupo de investigadores es de gran importancia, tal y como afirma el profesor Juan R Coca de Sociología de la Universidad de Valladolid, puesto que es un primer paso para conseguir paliar los dolores crónicos y reducir el uso de fármacos convencionales. A su vez, al reducir o eliminar los graves problemas detectados en la actualidad con la terapia convencional se favorece la “reinserción” de estas personas en la sociedad.
Ejemplos de este tipo de patologías producidas por lesiones nerviosas son las ciáticas radiculares. Otros ejemplos, son las neuralgias crónicas postquirúrgicas, la neuropatía diabética asociada con la diabetes mellitus o infecciones como herpes zóster (del que ya hemos hablado en un artículo anterior) y el SIDA.
Visión de futuro
El trabajo del que estamos hablando, realizado en ratas, es un primer paso para la implantación en humanos de nuevos artefactos bioelectrónicos que mejoren nuestra calidad de vida. Tanto es así, que el propio profesor Juan R. Coca ha quedado gratamente sorprendido por la investigación y se ha llegado a preguntar, a su vez, si los procesos de ciborgización humanos se están llevando al nivel molecular o celular lo que implicaría un salto de gigante en nuestro propio progreso.
Este sistema implantable ofrece la posibilidad de integrar un circuito orgánico en la señalización fisiológica de la célula, según han señalado los investigadores. Por lo que la capacidad de crear dispositivos capaces de realizar funciones próximas a las realizadas por los seres vivos, es un mundo fascinante con amplias expectativas de futuro.
Ahora bien, como siempre ocurre en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, todavía queda mucho camino por recorrer. La efectividad de la terapia empleando la electrónica orgánica es un importante paso para alcanzar el objetivo. Se inicia la era de la iontrónica.
Referencia bibliográfica:
Amanda Jonsson, Zhiyang Song, David Nilsson, Björn A. Meyerson, Daniel T. Simon, Bengt Linderoth, Magnus Berggren. Therapy using implanted organic bioelectronics. Science Advances (2015). DOI: 10.1126/sciadv.1500039.
Amanda Jonsson, Zhiyang Song, David Nilsson, Björn A. Meyerson, Daniel T. Simon, Bengt Linderoth, Magnus Berggren. Therapy using implanted organic bioelectronics. Science Advances (2015). DOI: 10.1126/sciadv.1500039.