La falta, siempre falta algo. Hay una suerte de agujero que percute y percute. Quizás el viaje, esa metamorfosis no sólo de lo físico, del lugar, sino del centro mismo del corazón, sea una vía para palpar ese agujero. Hacerlo de uno, a través del viaje más peliagudo, acaso más arriesgado, el de la palabra.
Donde la luz no es más / que el reflejo del mar / en cada lágrima
Son versos de Talud (Ekelecuá Ediciones, 2018), primer poemario de Aleisa Ribalta (La Habana, 1971), en los que comienza a vislumbrarse el recuerdo, la nostalgia, pero también la conciencia de que el origen, los ancestros, la niñez, siempre acompañan a la poeta, cualquiera que sea el lugar en el que se encuentre.
La ciudad natal –La Habana- como alegoría del hogar, del nido siempre abierto en el imaginario. Sus calles, árboles, rincones y el mar, ese mar que perfila tanto la orografía de la ciudad como la idiosincrasia de sus habitantes:
La ciudad gime / es el latido del mar / el respirar bajo los túneles / el sollozo frente al muro
Aquello que no es posible físicamente, de facto, sí lo es simbólicamente, gracias al lenguaje y, más específicamente, la poesía. Esto lo sabe muy bien nuestra autora. La indagación en el misterio de la existencia, en los sueños, en lo que no se dice, pero no calla: lo imposible necesario.
Cardinalmente / amando y desamando / hasta el delirio / más recóndito / de lo imposible
Donde la luz no es más / que el reflejo del mar / en cada lágrima
Son versos de Talud (Ekelecuá Ediciones, 2018), primer poemario de Aleisa Ribalta (La Habana, 1971), en los que comienza a vislumbrarse el recuerdo, la nostalgia, pero también la conciencia de que el origen, los ancestros, la niñez, siempre acompañan a la poeta, cualquiera que sea el lugar en el que se encuentre.
La ciudad natal –La Habana- como alegoría del hogar, del nido siempre abierto en el imaginario. Sus calles, árboles, rincones y el mar, ese mar que perfila tanto la orografía de la ciudad como la idiosincrasia de sus habitantes:
La ciudad gime / es el latido del mar / el respirar bajo los túneles / el sollozo frente al muro
Aquello que no es posible físicamente, de facto, sí lo es simbólicamente, gracias al lenguaje y, más específicamente, la poesía. Esto lo sabe muy bien nuestra autora. La indagación en el misterio de la existencia, en los sueños, en lo que no se dice, pero no calla: lo imposible necesario.
Cardinalmente / amando y desamando / hasta el delirio / más recóndito / de lo imposible
La relación con el cosmos
El misterio originario cabe en una caja, la de Schrödinger –“Enigmas de la cuántica”-, que aparece en el poemario como paradigma de la negación de lo unívoco y el estallido de la multiplicidad, de lo paralelo simultáneamente.
Del abanico de posibilidades no atisbadas por el limitado ojo humano. Así pues, la existencia: sombra, jeroglíficos, cueva. Y ese deseo insobornable que nos aborda y persiste, incombustible, que se convierte en motor de la vida y nos renueva constantemente.
Pero no saber es el precio / imposible como el experimento / y hasta dolorosamente justo. / Todo quedó dentro de aquella caja / que no podremos abrir nunca / que está perdida en esta hora / del ser y no ser más simultáneo.
Hay a lo largo del poemario una pregunta por el sentido de la vida y, consecuentemente, por la existencia de Dios. El ser humano es insignificante frente al universo; de hecho, en el poemario aparecen frecuentes referencias a los astros, el universo, el cosmos. Qué es el ser humano, cómo ha sido arrojado a este mundo.
Lo cuántico, la indeterminación. El estallido de la multiplicidad. Lo singular y lo universal se funden, las partículas se atraen, los cuerpos se buscan. De modo y manera que en el poemario confluyen ciencia, pensamiento filosófico, indagación en el ser humano y en su relación con el mundo, con el cosmos.
No sé qué hago aquí / ni quién, ni cómo / anduvo estos lares / antes que yo
O estos otros versos:
Regresados al paraje / donde / bailando fue / el comienzo / Caos maravilloso / que vaya usted a saber cómo ni / cuándo duró
Y siempre el mar, la ciudad, la isla del tesoro de la niñez, la rememoración de la infancia, la geografía de las ilusiones. Regresan una y otra vez como olas que jamás alcanzasen su destino. Y siempre los orígenes: la ya citada La Habana, pero también el extremo oriente, China, la provincia de Sichuan, lo lejano, inhóspito y misterioso.
Sólo para probar que existes fiel pez de dorada / marca transversal de Sichuan lejana provincia / de mis ancestros. Milenario fantasma diminuto
Talud: la falta, los ancestros, lo incardinado. Un texto con solvencia lingüística, atravesado por el viaje físico y el emocional, la nostalgia, pero también por la fuerza del deseo, que empuja al sujeto siempre adelante. Un libro interesante y prometedor de una autora que trabaja con seriedad el lenguaje poético.
El misterio originario cabe en una caja, la de Schrödinger –“Enigmas de la cuántica”-, que aparece en el poemario como paradigma de la negación de lo unívoco y el estallido de la multiplicidad, de lo paralelo simultáneamente.
Del abanico de posibilidades no atisbadas por el limitado ojo humano. Así pues, la existencia: sombra, jeroglíficos, cueva. Y ese deseo insobornable que nos aborda y persiste, incombustible, que se convierte en motor de la vida y nos renueva constantemente.
Pero no saber es el precio / imposible como el experimento / y hasta dolorosamente justo. / Todo quedó dentro de aquella caja / que no podremos abrir nunca / que está perdida en esta hora / del ser y no ser más simultáneo.
Hay a lo largo del poemario una pregunta por el sentido de la vida y, consecuentemente, por la existencia de Dios. El ser humano es insignificante frente al universo; de hecho, en el poemario aparecen frecuentes referencias a los astros, el universo, el cosmos. Qué es el ser humano, cómo ha sido arrojado a este mundo.
Lo cuántico, la indeterminación. El estallido de la multiplicidad. Lo singular y lo universal se funden, las partículas se atraen, los cuerpos se buscan. De modo y manera que en el poemario confluyen ciencia, pensamiento filosófico, indagación en el ser humano y en su relación con el mundo, con el cosmos.
No sé qué hago aquí / ni quién, ni cómo / anduvo estos lares / antes que yo
O estos otros versos:
Regresados al paraje / donde / bailando fue / el comienzo / Caos maravilloso / que vaya usted a saber cómo ni / cuándo duró
Y siempre el mar, la ciudad, la isla del tesoro de la niñez, la rememoración de la infancia, la geografía de las ilusiones. Regresan una y otra vez como olas que jamás alcanzasen su destino. Y siempre los orígenes: la ya citada La Habana, pero también el extremo oriente, China, la provincia de Sichuan, lo lejano, inhóspito y misterioso.
Sólo para probar que existes fiel pez de dorada / marca transversal de Sichuan lejana provincia / de mis ancestros. Milenario fantasma diminuto
Talud: la falta, los ancestros, lo incardinado. Un texto con solvencia lingüística, atravesado por el viaje físico y el emocional, la nostalgia, pero también por la fuerza del deseo, que empuja al sujeto siempre adelante. Un libro interesante y prometedor de una autora que trabaja con seriedad el lenguaje poético.