Un México poético e histórico en “Ni siquiera los muertos”, de Juan Gómez Bárcena

La Editorial Sexto Piso publica la última novela del autor tras “Kanada”


Juan Gómez Bárcena (Sántander, 1984) ha publicado con Sexto Piso "Ni siquiera los muertos", texto difícilmente clasificable por la cantidad de géneros que combina. La descripción magistral de los personajes, de los paisajes y una suerte de realismo mágico completan una trama que atrapa al lector, al tiempo que hace reflexionar sobre la condición humana. Por Antonio Capilla Loma.




Ni siquiera los muertos es una novela difícil de clasificar ya que en ella su autor, Juan Gómez Bárcena (Sántander, 1984), combina una narración que tiene mucho de prosa poética, incluso de poesía pura a pesar de la crudeza de lo narrado; la novela histórica (cuyo género ensancha) y el ensayo filosófico (heterodoxo en su formato). Asimismo, nos enfrentamos en este texto a una suerte de poema narrativo en que el ritmo se marca mediante la repetición de sentencias que, a manera de estribillo, devienen en aldabonazos con una fuerza lírica impresionante.

La tesis del autor a través de la voz narrativa se transmite mediante un dominio sorprendente de los recursos literarios por los que el narrador interno omniscientemente nos va contando lo que acontece ante sus ojos como si de una película comentada se tratase, sin que se interponga ningún tipo de barrera espaciotemporal e Intercalando mediante el estilo indirecto libre los diálogos y las reflexiones de los personajes. 

Juan Gómez Bárcena nos muestra su madurez en el oficio mediante un amplio registro en el uso del idioma y mediante la descripción magistral de los personajes que devienen arquetípicos de su tiempo histórico y lugar geográfico. Para ello se ha preparado concienzudamente con el estudio personal y con la experiencia de los años vividos en México. Resulta sorprendente la descripción espectacular del paisaje que late al unísono con la extraña persecución del protagonista y el encuentro; con el resto de sus acompañantes.

Lo narrativo y lo descriptivo se unen así de forma maravillosa en un abrazo estrecho con el propio lector que se siente impelido a seguir adelante con la trama al mismo tiempo que reflexiona sobre la condición humana y el curso de la historia desde la perspectiva del autor.

Metamorfosis a lo largo de la historia

Es notable también, cómo en una suerte de realismo mágico protagonista y antagonista van metamorfoseándose mientras avanzan en el espacio y en el tiempo. 

Siempre hacia el norte con la mirada puesta en el futuro que abarca desde el México de los conquistadores españoles del siglo XVI hasta la América imperial de Donald Trump y su xenofobia. En medio quedan, verbi gracia, la experiencia frustrada de la Ilustración, el fiasco de la revolución mexicana o los horrendos feminicidios de México (Ciudad Juárez) con la frontera de los EEUU.

Desde luego cada párrafo, cada página, cada capítulo es un compendio de erudición y de sabiduría. Desde mi punto de vista el narrador juega incluso a despistar al lector en cuanto que el relato va perdiendo la presumible previsibilidad de su desenlace por el parecido reiteradamente manifestado entre el “perseguidor” y el “perseguido”, a costa quizás de cierta ruptura entre el perfil primigenio de este último y sus sucesivos “alter ego” por las perversas metamorfosis que experimenta en su devenir histórico; así vemos cómo pasa de profeta a líder corrupto o de libertador a opresor reaccionario.

La expectativa en mi caso como lector con respecto a una posible identificación personal de Juan, “el perseguidor” con respecto a los valores de su homónimo, “el perseguido”, queda por lo tanto frustrada por el encanallamiento de este último. Obviamente el autor busca con ello denunciar el desarrollo salvaje del capitalismo contraponiéndolo a la noción que se tiene del progreso como un bien inextricablemente a él unido.

La alternativa planteada en la novela apunta, pues, a la necesidad de excluir el  redentorismo de los falsos profetas ya que acaban corrompidos por el poder el cual ejercen sobre las masas dictatorialmente imposibilitando con ello la liberación social e individual de sus componentes. Como dijo Paulo Freire: "Nadie libera a nadie, nadie se libera solo, los hombres se liberan en comunión mediatizados por el mundo".

En conclusión, creo que con esta obra Juan Gómez Bárcena, santanderino de nacimiento, licenciado en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada y distinguido con importantes premios por obras de interés innegable como El Cielo de Lima Kanada, sigue con esta novela un proceso ascendente en su carrera como escritor por lo que es sin lugar a dudas en la actualidad un autor destacado que merece ser leído con muchísima atención.


Martes, 29 de Diciembre 2020
Antonio Capilla Loma
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