Turing cambió el mundo

Los logros del padre de la informática moderna relucen prodigiosamente cien años después de su nacimiento


Cien años después de su nacimiento, relucen prodigiosamente los logros de Alan Turing, considerado el padre de la informática moderna y una de las mentes más brillantes del siglo XX. Aunque normalmente es más conocido como el genio que rompió los códigos secretos de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, hoy en día, todos aquellos que hagan clic con su ratón en un ordenador, naveguen por Internet, usen un móvil, conduzcan un automóvil moderno, viajen en avión o tengan un robot limpiador en casa en realidad viven bajo la influencia de sus ideas, aunque no sean plenamente conscientes. Por Juan José Moreno-Navarro.


Juan José Moreno Navarro
03/07/2012

Estatua de Alan M. Turing en Whitworth Gardens, Mánchester, Reino Unido. Fuente: Flickr.
Hace unos años, la revista Time publicaba una relación con las 100 más grandes mentes del siglo XX, y en ella aparecía la figura de Alan Mathison Turing, junto a los hermanos Wright, Albert Einstein, los descifradores del ADN, Crick y Watson, y el descubridor de la penicilina, Alexander Fleming.

Aunque normalmente es más conocido como el genio que rompió los códigos secretos de Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, Turing es fundamentalmente el padre de la Informática moderna. Hoy en día, todos aquellos que hagan clic con su ratón en un computador, naveguen por Internet, usen un móvil, conduzcan un automóvil moderno, viajen en avión o tengan un robot limpiador en casa están familiarizados con el impacto de sus ideas, aunque no sean plenamente conscientes.

A Turing le debemos muchas aportaciones que hoy forman parte de nuestra vida cotidiana: los primeros computadores, el programa almacenado, la inteligencia artificial, la verificación o el modelado de software. Sin él y sus brillantes ideas no podríamos hacer compras por Internet, ver un vídeo en una tableta, manejar nuestras finanzas a distancia, reproducir nuestra música favorita en un dispositivo mp3, enviar mensajes de correo electrónico, hacernos una radiografía o usar trenes de alta velocidad.

Al igual que muchas grandes ideas, como la rueda o el arco, que hoy nos parecen obvias, con una sola invención suya, el computador de propósito general, Turing cambió el mundo.

La vida del genio

Nació el 23 de junio 1912, por tanto este año celebramos el centenario de su nacimiento. De niño ya demostró una extraordinaria mente para las matemáticas y las ciencias, pero, como en el caso de otros muchos otros genios, sus profesores no le consideraban un buen estudiante.
Sus padres trabajaban para el Servicio Civil Indio, de manera que pasó la infancia en hogares de crianza lo que afianzó su independencia personal. Se cuenta que con catorce años, recorrió casi 100 kilómetros en bicicleta para poder asistir a su primer día de clase en un internado en el sur de Inglaterra e, incluso, hubo de pernoctar en una posada del camino, debido a una huelga general. De hecho, Turing era un magnífico deportista que casi corrió el maratón de las Olimpiadas de Londres de 1948.

Obtuvo una plaza de profesor en el King’s College de Cambridge y realizó su tesis en Princeton muy joven. En ella, ya se definían las Máquinas de Turing, un modelo abstracto de cómputo que suponen la base de los modernos computadores.

Tenía incluso ofertas muy suculentas para continuar en Estados Unidos, una de ellas de John von Neumann, que a la sazón participaría en la construcción de uno de los primeros computadores. Pero la situación de guerra en Europa le hizo tomar otro camino: convertirse en líder de un grupo de ingenieros y matemáticos que en Bletchley Park tenían como objetivo descifrar los códigos secretos de los alemanes.

Los códigos nazis eran considerados indescifrables: usaban la máquina Enigma para codificar y decodificar mensajes secretos. Turing y su equipo lo consiguieron y Eisenhower reconoció que su logro hizo que la guerra durara dos años menos.

Acabada la contienda, se incorporó al Laboratorio Nacional de Física que tenía como misión desarrollar ACE, el primer computador de propósito general británico. Turing no solo aportó diseños teóricos: desarrolló él mismo circuitos, especificaciones de unidades hardware, código máquina, memorias, programas, estimaciones de coste, etc.

Desgraciadamente, el laboratorio no tenía la organización idónea y el proyecto no llegó a buen fin, aunque muchas de sus ideas se retomaron después y dieron lugar al primer computador comercial DEUCE (del que se vendieron dos unidades). Ocupaba más unos 30 m2, gastaba 200 KW y costaba casi 400.000 euros. Un moderno iPad mide 53mm2, consume 750 miliW y cuesta en torno a los 600 euros.

Todos somos un poco Turing

Pero los logros de Turing no acaban aquí. Mientras algunos de los nombres de la lista de Time han pasado a la historia por una gran aportación (importante, pero única), Turing añade a la lista anterior varias contribuciones decisivas más: los cimientos de la inteligencia artificial, planteando el Test de Turing, las bases de la verificación y la validación del software, los primeros usos del modelado algorítmico de fenómenos naturales (en este caso, los patrones biológicos o morfegénesis), las redes conexionistas, etc.

Pocos científicos han sido tan visionarios de su materia como lo ha sido Turing de la Informática. Ya decía Niels Bohr, premio Nobel de Física, que “hacer predicciones es difícil, especialmente sobre el futuro”. Y en informática hay muchos ejemplos de predicciones no cumplidas.

Y todo esto, además, en una vida muy corta. Las tribulaciones del final de la vida de Turing están relacionadas con su homosexualidad. En 1952, fue víctima de un robo en su casa por un conocido de su pareja.

Turing lo denunció y en su explicación a la policía de cómo sabía quién era el ladrón, no ocultó su relación. Para él no era ningún acto reprobable, pero la ley británica consideraba entonces delito la homosexualidad. Fue detenido y condenado por indecencia y perversión sexual, bien a un año en prisión bien a aceptar una terapia hormonal experimental para "curar" su homosexualidad.

Eligió la segunda para poder continuar trabajando y porque la condena en prisión significaría la prohibición de acceso a programas gubernamentales con control de seguridad, de los que él formaba parte.

El siete de junio 1954, Turing murió por envenenamiento por comer una manzana tratada con cianuro de potasio. Oficialmente fue un suicidio. Turing adoraba la película de Disney Blancanieves y los Siete Enanitos y posiblemente eligió esa forma tan poética de morir. Nunca se recuperó del insulto de su condena, especialmente porque la consideraba injusta para una persona que había dado tanto por su país.

El Test de Turing es una prueba que propuso Alan Turing buscando una manera de demostrar la existencia de inteligencia en una máquina. Fuente: Wikimedia Commons.
El tratamiento de reducción de la libido le mató, como genio y como persona. Hay otras versiones sobre su fallecimiento: unos argumentan sobre un accidente en la ingestión del cianuro, los amantes de la teoría de la conspiración apuntan que la publicidad de su homosexualidad no podía ligarse a alguien que había escrito páginas gloriosas y conocía secretos tan profundos del país. Sea como sea, podemos imaginar sobre si el tamaño y la importancia de su legado aun hubieran crecido más si la intolerancia y la discriminación no hubieran acortado su vida.

Ahora, cien años después de su nacimiento, relucen prodigiosamente sus logros. ¿Alguien puede nombrar cualquier avance de los últimos 50 años (desde la llegada a la Luna a la clonación animal) que hubiera ocurrido sin la informática?

¿Qué disciplina de la ciencia o de la ingeniería no está fuertemente influida por el software y el hardware? ¿Podemos imaginar nuestra vida sin los computadores? En la sociedad de la información que nos rodea, todos somos un poco Turing. Por eso, aprendamos a conocerlo en el Año Turing / Año Internacional de la Informática y disfrutemos con su legado.


Juan José Moreno-Navarro es vicerrector de Sistemas Informáticos y de Comunicación de la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y catedrático de la Facultad de Informática. Además, es comisario del Año Turing /Año de la Informática 2012 España, así como presidente del Congreso Español de Informática (CEDI) 2013.



Juan José Moreno Navarro
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