Tecnología para superar el miedo a hablar en público

Desarrollan un sistema que aporta información en tiempo real a través de gafas inteligentes


Investigadores de la Universidad de Rochester, en Estados Unidos, han creado Rhema, una aplicación basada en Google Glass para ayudar a las personas a hablar en público. Su interfaz inteligente detecta el tono y la velocidad de la voz del orador, y le facilita esa información en tiempo real para que pueda corregir los fallos. Los mensajes aparecen en forma de pequeñas píldoras en la pantalla, reduciendo así al mínimo el nivel de distracción. Por Patricia Pérez


Patricia Pérez Corrales
01/04/2015

A la izquierda, un usuario usa Google Glass, y a la derecha, su visión del público, con la información en tiempo real que proporciona Rhema. Fuente: M. Iftekhar Tanveer
Hablar en público es una fobia bastante común, capaz de bloquear a una persona y causarle una ansiedad que le impida comunicarse con eficacia. Como cualquier otra fobia requiere de ayuda psicológica, aunque también se puede combatir con cursos de formación o incluso libros de autoayuda. Ahora, investigadores del Grupo de Interacción Hombre-Máquina de la Universidad de Rochester, en Estados Unidos, han desarrollado una interfaz de usuario para gafas inteligentes que ofrece información en tiempo real sobre la modulación de la voz, es decir, detalles sobre el tono, el ritmo o la inflexión, pero de forma mínimamente molesta.

La herramienta, bautizada como Rhema en referencia al vocablo griego que significa palabra o declaración, se da a conocer estos días en Atlanta en la vigésima edición de Association for Computing Machinery Conference on Intelligent User Interfaces (ACM IUI), un encuentro anual sobre interfaces de usuario inteligentes. Además, está disponible gratuitamente para su descarga desde el sitio web del equipo de investigación.

Según explica la propia Universidad en un comunicado, unas gafas inteligentes con Rhema instalado permiten grabar al orador, transmitir el audio a un servidor para analizar automáticamente el volumen y la velocidad al hablar, y presentarle los datos en tiempo real. Esta retroalimentación le permite ajustar el volumen y la velocidad en caso de que no fueran los adecuados, o bien continuar como antes.

Ehsan Hoque, profesor de Ciencias de Computación y autor principal de la publicación, ha probado el sistema consigo mismo mientras ofrecía conferencias. “Mi mujer siempre dice que acabo hablando demasiado bajo", explica. Sin embargo, Rhema le ayuda a mantener el mismo tono de forma uniforme. “Ha sido una buena experiencia, porque la práctica me ha ayudado a ser más consciente de mi volumen, incluso cuando no estoy usando las gafas inteligentes”, añade.

Sistema de retroalimentación. Fuente: M. Iftekhar Tanveer
Doble distracción

En la publicación, Hoque y sus estudiantes, M. Iftekhar Tanveer y Emy Lin, exponen los retos que supone proporcionar retroalimentación en tiempo real durante un discurso. El primero es mantener al orador informado al instante sin distraerlo en su alocución. "Una distracción suficientemente significativa puede provocar comportamientos no naturales, como la tartamudez o la pausa entrecortada”, afirman. A ello se suma el propio dispositivo, colocado alrededor del ojo, lo que también puede dar lugar a cambios de atención involuntarios.

Los investigadores son conscientes de esos desafíos, que precisamente se convierten en su propio reto. Para tratar de combatirlo, pusieron a prueba el sistema con un grupo de 30 hablantes de inglés nativos usando Google Glasses. Evaluaron diferentes opciones para ofrecerles los datos, experimentaron con el uso de varios colores (a modo de semáforo), con palabras y gráficos, y sin ningún tipo de feedback.

También probaron con una pantalla pasando lentamente pero de forma continuada y con un sistema de retroalimentación mínimo, de forma que el orador normalmente no veía nada en las gafas, salvo unos segundos con píldoras de información muy precisas. Tras experimentar con varios métodos, el envío de información cada 20 segundos en forma de palabras ("más fuerte", "más lento", nada si el orador lo estaba haciendo bien, etc.) fue la fórmula más aceptada entre los usuarios de la prueba.

Del estudio se desprende asimismo que los oradores, en general, reconocieron que la herramienta les ayudaba a mejorar su discurso y su forma de hablar, en comparación con aquellos que no recibieron feedback o lo hicieron de forma continuada.

La audiencia

La investigación no sólo tiene en cuenta al hablante, sino también a la audiencia. Para este estudio se reclutó un equipo de diez trabajadores de Mechanical Turk, mercado de trabajo en la nube de Amazon que permite incorporar inteligencia humana directamente a una aplicación.

"Queríamos comprobar si un orador mirando unas gafas podía ser una distracción para el público”, señala Hoque. De esta forma evaluaron si la persona parecía espontánea, hacía demasiadas pausas, si usaba muchas palabras de relleno o si mantenía un buen contacto visual. Todo ello mientras el comunicador ofrecía su discurso usando el feedback por palabra, con retroalimentación continua o sin ella.

Sin embargo, no hubo diferencias estadísticamente significativas entre los tres grupos en el análisis de estos detalles. Por ello, como parte de un trabajo futuro, los investigadores quieren poner a prueba su sistema con miembros de Toastmasters Internacional, como un público más especializado. Y es que se trata de una organización mundial de comunicación y liderazgo que, a través de diferentes clubes, practican la comunicación oral.

De otra parte, la utilidad de la herramienta se extrapola a otros ámbitos. Así, los investigadores consideran que el feedback en vivo visualizado sin audiencia y de forma no intrusiva también podría ser útil para personas con dificultades sociales (por ejemplo, el síndrome de Asperger), e incluso para aquellos que trabajan en servicios de atención al cliente.



Patricia Pérez Corrales
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