Spanish revolution: La sociedad civil podría cambiar el rumbo de la historia

Las circunstancias históricas producirán una organización social nueva, un “proyecto universal de desarrollo solidario”


El movimiento ciudadano “Democracia Real Ya” ha despertado un enorme interés social. Una vez celebradas las elecciones municipales en España, el interés se ha desinflado a gran velocidad. Sin embargo, se trata de un suceso político-social sobre el que merece la pena reflexionar, desde la perspectiva de la filosofía política de la sociedad civil. Los medios de comunicación, por su parte, han prestado una enorme atención al fenómeno. Existe la intuición de que detrás de él está latiendo algo importante. Por Javier Monserrat.


Javier Monserrat
02/06/2011

La Puerta del Sol de Madrid, noche del 20 de mayo. Fuente: Wikimedia Commons.
A mi juicio personal, el movimiento Democracia Real Ya es una confirmación de cuanto quiero defender en mi blog “Hacia un Nuevo Mundo” : a saber, que estamos viviendo en un tiempo histórico en que se está produciendo la emergencia progresiva del nuevo protagonismo de la sociedad civil. El 15M es, sin embargo, sólo eso: una manifestación, un síntoma de algo que está intentando nacer pero que todavía no tiene entidad, porque ni sabe cómo nacer, ni qué hacer para alcanzar la entidad que querría tener.

Es la contradicción entre el querer, el saber y el poder. Este movimiento se mueve sólo dentro de un puro querer que ni “sabe cómo”, ni “puede llegar a algo”. Ni siquiera es un “querer” definido que tenga una idea clara de lo que quiere representar. Más bien se trataría de la intuición de un querer. Podríamos incluso decir que es un “querer” que hace aquello que nunca podrá conducir a dar realidad lo que se quiere (movilizar a la sociedad civil). Pero su valor como un signo premonitorio más es muy claro, a mi entender: es un nuevo anuncio de que la sociedad civil está en proceso de emergencia hacia un protagonismo socio-político que podría cambiar el rumbo de la historia.

Hagamos en primer lugar una revisión breve de la historia de los movimientos civiles en los últimos años y pasemos después a proponer una valoración del movimiento que inspira este artículo: la Democracia Real Ya, el movimiento del 15M o la spanish revolution.

Nace el protagonismo autónomo de la sociedad civil

1) En los últimos veinte años del siglo XX, y en lo que llevamos del XXI, surgió una gran cantidad de organizaciones civiles y movimientos ciudadanos de todo tipo. En ellos se alentaba ya: a) el deseo ciudadano de convertirse en promotor y en gestor independiente de una variada gama de iniciativas necesarias, que redundaran en el beneficio de la comunidad, b) la persuasión de que la organización socio-político oficial controlada por los partidos políticos no tenía la deseable eficacia de gestión, que debía ser suplantada y que la misma ciudadanía debía dirigir la resolución de sus inquietudes urgentes e inmediatas, y c) el sentimiento intenso, individual, ciudadano, pero también progresivamente compartido, de la indignidad humana y del sufrimiento extendido por doquier, hasta el punto de sentir la responsabilidad solidaria de actuar y hacer algo con urgencia y pragmatismo por la sociedad, algo que los partidos políticos llevan siglos diciendo que va a solucionar pero todavía no lo han hecho.

Por tanto, en el primer nacimiento del movimiento de las organizaciones civiles recientes estaban ya presentes la angustia ante un estado de sufrimiento insoportable, la urgencia ante el protagonismo civil autónomo que debe comprometerse en aliviar ese sufrimiento, y la desconfianza en los partidos políticos y en las estructuras sociales establecidas.

2) Pero, más allá de los simples movimientos ciudadanos, comenzaron a aparecer pronto las ONGs como nuevas formas de organización civil, independiente de los partidos políticos, que apuntaban siempre a resolver misiones altruístas, a veces en el entorno inmediato, a veces en el tercer mundo o en los entornos mundiales de pobreza y subdesarrollo. Las ONGs tuvieron desde el principio objetivos estratégicos muy concretos (enfermedad, pobreza, asistencia a marginados, educación, asistencia en caso de catástrofes naturales…), pero la verdad es que pronto quedaron atrapadas por el poder político (por su dependencia de las subvenciones) y por su propia burocracia organizativa. Cada vez tengo menos aprecio de las ONGs, aunque reconozco que algunas cumplen su misión correctamente y la mayoría “algo bueno hacen siempre”. Pero no en todos los casos.

El protagonismo civil presiona sobre las decisiones políticas

1) Finalmente, la organización ciudadana derivó en el surgimiento de ciertos movimientos orientados a ejercer una presión política. Presión para forzar la resolución política de problemas de pobreza y subdesarrollo en el tercer mundo. Me refiero, por ejemplo, al movimiento ATTAC o al movimiento para la promoción de la Tasa Tobin. Estos movimientos suponen, a mi entender, un cambio cualitativo en relación con las ONGs, limitadas a la gestión de microproblemas sociales. ATTAC o la Tasa Tobin constituyen un proyecto de organización civil para presionar “decisiones políticas” globales (algo que no parece interesar a las ONGs, al menos desde que han caído en manos de su dependencia del poder político).

Sin embargo, a mi entender, dejando aparte sus loables intenciones prácticas y recaudatorias, ATTAC y Tasa Tobin son diseños conceptual y organizativamente pobres, con pocas posibilidades de llegar a ejercer una influencia real importante sobre la historia, forzando los cambios que realmente se necesitan. De hecho, llevan ya años de presencia social y sus resultados son escasos, sin que se pueda prever que vayan a más en el futuro próximo. A mi juicio, no tienen diseño suficiente para ello.

2) Además, el prestigio de la idea de “sociedad civil” –incluso como contrapuesta a los partidos políticos– estuvo también en la base del nacimiento de un sinnúmero de organizaciones o foros civiles, distintos de las antiguas organizaciones o colegios profesionales, cuyo objetivo era reunir a los ciudadanos como tales con el objetivo de poder ejercer una presión sobre el poder político (algunas de estas organizaciones llegarían incluso a presentarse en algunos países como un posible germen de futuros partidos políticos).

A mi entender, la totalidad de este tipo de organizaciones, al menos las que conozco, suelen estar orientadas a intervenir en contextos sociales nacionales (vg. en España). Además, responden a una cierta ideología política que, de manera evidente, está detrás de ellas (bien sea de “derechas” o de “izquierdas”). Esta orientación política precisa (a favor y en contra de formas de actuación política nacional) es manifiesta y les confiere un limitado marco de actuación. A veces, son organizaciones de objetivos socio-políticos muy restringidos a cuestiones políticas, sociales o morales, como son, por ejemplo, la defensa de la vida, la denuncia y control de la violencia de los estados, de los derechos de los emigrantes, o de la actuación ante el terrorismo. Algunas de estas organizaciones no ocultan incluso que son un “movimiento civil en apoyo de tal o cual partido político”. Creo que este tipo de organizaciones civiles responde hasta ahora a un diseño que limita seriamente su eficacia de su actuación. Es posible que hagan algo útil y tengan una cierta influencia real en el campo que ellas mismas delimitan; no lo negamos. Pero será dentro sus nichos sociales muy limitados, y no poseen un diseño que permita esperar su contribución a la resolución de problemas globales de la humanidad.

Democracia Real Ya: el movimiento 15M, la spanish revolution

En el marco de este proceso de emergencia creciente de un nuevo protagonismo de la sociedad civil, ¿qué significa el movimiento 15M o Democracia Real Ya? ¿Por qué se le ha conferido tanta importancia? ¿Merecía la pena prestarle tanta atención? ¿Cabe augurarle algún tipo de futuro? Si hay algo que caracteriza al movimiento 15M es precisamente su oscuridad e imprecisión. Ni los protagonistas del movimiento saben en realidad lo que quieren con una cierta claridad que sea transmisible (cuando hablan se siente siempre la decepción de ver que no se trata de aquello que se hubiera deseado que fuera, al menos se suscita en mí esta impresión). A través de los medios he podido seguir una gran variedad de valoraciones. Son siempre subjetivas y legítimas en cuanto opinión que todos tienen derecho a emitir. También aquí expongo mi propia valoración, subjetiva, en el contexto de referencia propio de las ideas que defiendo en mi blog “Hacia un Nuevo Mundo”, dedicado precisamente a aportar ideas sobre algo que pienso decisivo en el tiempo futuro: la emergencia del protagonismo histórico de la sociedad civil.

1) Causas remotas. El evidente humus social que provoca el 15M es, sin duda, la penosa situación del paro juvenil o del estancamiento de las expectativas sociales en sectores mucho más amplios. Es el dramatismo de la crisis económica y social que todos conocemos, y que no hace falta describir aquí en detalle. Es la sensación intuitiva, sentida además en la propia carne por muchos, de que el funcionamiento y la lógica económico-financiera del mundo actual no responde. No es posible que esté bien diseñada si produce tanto caos y sufrimiento. El mundo no funciona como debiera funcionar en su diseño económico-político. Es la protesta ante una sociedad que abandona al individuo a su sufrimiento, después de ser la responsable probable de que ese sufrimiento se haya producido. Aparece una intuición de gran fuerza que dice a muchos que las cosas no son como debieran ser. Este estado de insatisfacción generalizado por razones objetivas se ha visto potenciado por el éxito del pequeño libro, folleto u opúsculo, de Stéphane Hessel, titulado ¡Indignaos!, a su vez redactado por un autor que ha sentido el caos de la situación y se ha indignado ante ella. El 15M ha sido una convocatoria para manifestar un estado de indignación.

2) Cómo nace el movimiento 15M. He oído muchas versiones del proceso. Podría haber sido un movimiento espontáneo de personas vinculadas en redes sociales que deciden reunirse testimonialmente para mostrar la indignación que en las propias redes sociales, en parte promovida por el libro de Hessel, se estaba extendiendo a toda velocidad. Podría ser que estas personas fueran independientes y se tratara de una iniciativa puramente cívica, no apoyada por organizaciones políticas o sociales de más peso. Pero pudiera ser, también, que detrás de este movimiento se encontraran grupos de personas vinculadas a ciertas organizaciones radicales o a partidos políticos que han visto la ocasión ideal para sacar provecho. Estos militantes comprometidos habrían iniciado el movimiento, controlando y metiendo dentro de él a grupos político-sociales ya organizados que podrían darle ya un volumen suficiente de salida. No parece fácil que un movimiento así haya surgido por carambola de iniciatiavas ingenuas de simples dialogantes en las redes sociales. ¿Cuál ha sido su origen en realidad? No lo sé. Pienso que su origen podrá reconstruirse con precisión cuando se investigue. Sin embargo, no tengo, hoy por hoy, una opinión personal. Ni pretendo proponer una explicación real de cómo surgió la “movida” de la Puerta del Sol. Sencillamente porque no tengo elementos para identificarme con una explicación concreta. Tampoco creo que sea decisivo para emitir las valoraciones que siguen.

3) Quiénes se reúnen el 15M en la Puerta del Sol. Según lo dicho, parece que, por una parte, acuden grupos germinales, preparados por una intercomunicación previa en las redes sociales. Pero en estas redes estaban ya probablemente también presentes grupos políticos radicales, pero no sólo, más o menos dentro de lo que en general se llama el anti-sistema. Una vez que las proclamas del movimiento 15M (las primeras razones de la concentración, muy generales y asumibles por mucha gente) fueron divulgadas por los medios, otras muchas personas sintieron empatía con sus deseos y fueron sumándose poco a poco. Creo que cabe suponer que esas personas neutrales, libres, y no dependientes de organizaciones previas respondían más bien a una mentalidad que pudiéramos llamar “progresista” (sensibles a la persuasión de que en nuestro mundo las cosas no funcionan bien y deberían producirse muchos cambios que, en último término, hicieran la vida más fácil a todos). Entre estas personas “progresistas” había sin duda gente de izquierdas y de derechas. Pero lo que vimos en la Puerta del Sol nos dice que hubo también mucha gente normal, pero sensible al caos actual, como eran muchos jubilados indigentes, cuya presencia era patente.

4) Primeras declaraciones. A medida que fueron acudiendo los primeros concentrados, los participantes fueron abordados por los media para preguntar acerca de su filiación y de los objetivos de la concentración. Una de las cosas que más ha influido, a mi entender, en la atención prestada a este movimiento fue el tono de las primeras declaraciones. Se dijo que a) no era una manifiestación ni a favor ni en contra de ningún partido político, b) que había gentes de diversos partidos, c) que era una manifestación de ciudadanos, un movimiento ciudadano, d) que denunciaba una sociedad que no funcionaba, que producía la crisis económica y el sufrimiento de mucha gente, e) que exigía un cambio de las cosas que redundara en beneficio de los ciudadanos, f) un cambio que debía afectar al sistema como tal y g) que hiciera posible una democracia real que realizara lo que los ciudadanos desean y que dejara de estar prisionera de los grupos de presión económica. Esto es lo que más o menos recuerdo, pero creo que estos rasgos eran efectivamente los que defendían los primeros portavoces del movimiento. Incluso en declaraciones hechas pasados ya algunos días observé que había jóvenes que insistían más o menos en estas idea y que se esforzaban en que el movimiento no fuera identificado con otras cosas. Querían mantener lo que entendían como la “pureza” del movimiento. Se les veía incluso un esfuerzo por ser atentos y educados en su atención a la gente y a los medios de comunicación.

5) Declaraciones posteriores. Después de esta primera expresión de deseos (que cabe suponer que respondía efectivamente a algo existente), fue tomando más y más fuerza la concentración. Si había en Madrid algún grupo radical antisistema que no había acudido por despiste en los primeros momentos, seguro que ya estaba en la Puerta del Sol. Se construyeron las primeras tiendas de campaña y comenzaron las asambleas con la intención de que en ellas fuera naciendo la nueva ideología del movimiento. En consecuencia, se fue produciendo otra serie de declaraciones que, a mi entender, incluían a) un sesgo marcadamente nacional (referido a la política española y a sus circunstancias) y b) una aparición de una serie de temas y propuestas socio-políticas que respondían ya claramente a la ideología de ciertos grupos políticos definidos en el marco general de las izquierdas, e incluso a las propuestas radicales del antisistema. Algunas propuestas como el cambio de la ley electoral, y similares, eran peticiones más aceptables por grupos de diversa tendencia, pero otras como la nacionalización de la banca, y similares, pertenecían ya a un sesgo político muy preciso.

6) Metamorfosis del movimiento 15M y metamorfosis de la opinión pública. Lo acontecido en la Puerta del Sol tuvo dos momentos (correspondientes a las primeras declaraciones y a las declaraciones posteriores) que suscitaron también dos actitudes de la opinión pública. El movimiento y la opinión pública sufrieron una clara metamorfosis. La pureza del primer movimiento suscitó sorpresa y simpatía. La radicalización del segundo movimiento suscitó crecientemente desencanto y desapego.

El 19 de mayo la concentración en Madrid rebasaba ya la Puerta del Sol y se extendía por calles aledañas. Fuente: Wikimedia Commons.
Las “primeras declaraciones” produjeron la impresión de que se trataba de algo nuevo de gran interés: un movimiento espontáneo de la sociedad civil que quería asumir un protagonismo frente al sistema y los partidos políticos al servicio del sistema, aspirando a una nueva forma para organizar mejor el mundo y para hacer imposible el sufrimiento de una sociedad en crisis. Esta primera forma de enunciar lo que se pretendía con el movimiento tuvo un gran impacto en la opinión pública: es como si muchos intuyeran que detrás de estos objetivos civiles podía esconderse algo muy importante, a saber, la organización de un movimiento ciudadano potente (¿) frente al poder político. Esta intuición respondía probablemente a algo presentido en muchos comentaristas y por ello se explica la atención prestada y la aparición de muchas opiniones iniciales de respeto e interés. Más de las esperadas, y por esto sorprendió.

Las “declaraciones posteriores”, sin embargo, fueron creando la impresión creciente de que se trataba ya de una historia conocida. A medida que fue aflorando la ideología ordinaria de los grupos radicales antisistema (aunque también mezclada con algún contenido menos radical) se desinfló la expectativa que habían creado las primeras declaraciones. Es verdad que alguno de los portavoces insistía en mantener los sesgos de los primeros momentos, pero ya estaba todo tamizado por un dominio preferente a una ideología antisistema en la línea de los grupos de izquierda ya conocidos que concurren normalmente a las elecciones. Esta metamorfosis ideológica fue también acompañada por la aparición creciente de un sesgo radical en las conductas: las tiendas de campaña, el juego a las “comunas”, quitar las flores y poner tomates, calentar el puchero, empapelar abusivamente calles y escaparates de honrados comerciantes… Sea esto dicho también añadiendo que la concentración fue en general pacífica, no agresiva, respetuosa y, dentro de todo, ordenada (con alguna excepción no controlada que no sería justo atribuir al movimiento como tal). Otro elemento negativo fue, a mi entender, la persistencia en la acampada, incluso después de que se hubiera declarado ilegal por los órganos competentes.

7) Impresión general. Pienso que el movimiento 15M ha mostrado que el espíritu de quienes han participado y lo han promovido tenía en principio la intuición válida de que la sociedad civil, el ciudadano como tal, debía manifestar su indignación ante una sociedad que, ni en su sistema ni en su gestión política, está teniendo la calidad humana que cabría exigir de ella, de tal manera que, siendo una democracia, sin embargo, no da lugar al gobierno justo que el pueblo, la sociedad civil desearía. Esta actitud de principio creó grandes simpatías y se generó un movimiento de adhesión que desbordaba las dimensiones físicas de la Puerta del Sol. Este movimiento, en su forma inicial, suscitó como la alucinación de que estaba naciendo algo que en realidad no nacía, tal como he descrito en el párrafo introductorio a este escrito.

Pienso que quienes iniciaron el movimiento alumbraban el deseo de presentarse como pura sociedad civil, entendiendo que esto tenía una fuerza especial y nueva. Hubo alusiones a algo que es muy real: que las nuevas tecnologías informáticas debían hacer posible una creciente participación popular en las decisiones políticas (la informática abre posibilidades para el ideal del asamblearismo del antiguo anarquismo, presente en no pocos grupos radicales). Sin embargo, como he indicado, la falta de consistencia intelectual del movimiento, así como la presencia masiva de grupos radicales, hizo que poco a poco fuera dominado por los estilos y por la ideología política de grupos radicales ya conocidos. En cuanto esto fue percibido, el apoyo de muchos que, a distancia, observaban este movimiento, desapareció de inmediato. Muchos de los comentaristas que al principio lo vieron todo con simpatía se replegaron de inmediato y se distanciaron del movimiento. Lo mismo pasó con la mayoría de sus simpatizantes. Pasadas las elecciones, se tiene ya la sensación de una anécdota que está a punto de terminar y a la que cabe atribuir un futuro escaso. Y esto no quiere decir que no puedan mantenerse grupos antisistema en los barrios o que hayan mejorado en su organización e influencia. Pero su campo de acción es inevitablemente muy reducido, tanto menor cuanto que la población llegue a ver con claridad que se trata del mismo radicalismo antisistema que había mucho antes del 15M.

Valoración del 15M desde la filosofía política de la sociedad civil

¿Cómo valorar el movimiento 15M desde la filosofía política? Es obvio que, en mi caso, se trata de valorarlo desde la filosofía política de la sociedad civil que he expuesto en mi libro “Hacia un Nuevo Mundo. Filosofía Política del protagonismo histórico emergente de la sociedad civil”, cuyo contenido comento en el blog “Hacia un Nuevo Mundo” (en Tendencias21). Para mí, la importancia del movimiento 15M no radica en la fuerza o transcendencia futura que pueda adquirir como tal (que pienso que será muy limitada), sino en su carácter de ser un signo más de una “tendencia” creciente, manifiesta de mil maneras, que, poco a poco, irá haciendo que la sociedad civil se organice y se convierta en uno de los protagonistas decisivos de la historia en el siglo XXI. Para que este protagonismo sea eficaz y real deberá responder, a mi entender, a ciertas características y a un diseño que están todavía por surgir y que no responden a lo que parece significar el movimiento del 15M.

1) Lo más importante de cuanto ha sucedido es que el movimiento 15M ha sido un balbuceo incipiente, pronto atrofiado y pervertido, de un protagonismo emergente de la sociedad civil. La percepción de que podría tratarse del comienzo de algo que todos presentimos –a saber, del despertar de la sociedad civil para asumir un protagonismo político cuya viabilidad es una “intuición presentida” presente en nuestro tiempo– estaba probablemente en muchos de quienes acudieron a la llamada de la Puerta del Sol en un primer momento y, desde luego, latía también en cuantos se sintieron tocados desde el principio por el impacto de aquel lenguaje nuevo, en apariencia puramente civil y al margen de los partidos políticos.

La reacción desmedida y sorprendente de los medios de comunicación –y la misma atención de la sociedad a lo que acontecía– muestra a mi entender la fuerza que tiene ya en nosotros la “intuición presentida” de algo nuevo que se avecina, a saber, que la sociedad civil puede y debe organizarse para adquirir un protagonismo que le haga controlar las decisiones socio-políticas. Y, en definitiva, para hacer posible aquello que constituyó la aspiración esencial del mundo moderno desde la filosofía del Renacimiento: que la forma del gobierno de las naciones respondiera al sentir del pueblo, de la sociedad civil, a quien pertenece la soberanía, la capacidad última de decidir sobre sí misma, de acuerdo con la filosofía de los derechos del hombre y de los derechos de los pueblos.

El 15M, truncado en sí mismo, es un signo premonitorio del eco sorprendente y masivo que podría tener en la sociedad civil la propuesta de un proyecto bien diseñado y dirigido que le hiciera jugar el protagonismo histórico que las circunstancias demandan. El 15M ha sido una llamada en falso; pero lo importante es darse cuenta del eco que ha producido. Es un indicio probable de la expectativa, de lo que he llamado la “intuición presentida” presente ya en nuestro tiempo, signo premonitorio del apoyo que recibiría el movimiento civil correctamente diseñado en el momento en que apareciera.

2) He expuesto la hipótesis filosófico-política de que en nuestro tiempo es un tiempo excepcional por varias razones: A) En él se está produciendo la emergencia de un nuevo ideal ético-utópico de la sociedad, de la gente de nuestro tiempo, que no responde ya al ideal-ético utópico de la modernidad ni al ideal ético-utópico del comunitarismo en ninguna de sus versiones (socialista-marxista, historicista o anarquista). Es una nueva sensibilidad que asume aspectos tanto de la modernidad como del comunitarismo, pero que es algo nuevo, no ideológico, que apunta a la resolución urgente y pragmática del problema del sufrimiento humano.

B) Ahora bien, ¿cuál sería el “proyecto de acción en común” que respondería a la lógica de esta nueva sensibilidad ético-utópica? Es lo que he llamado el “proyecto universal de desarrollo solidario” que conciliaría elementos de la modernidad-liberal con elementos del comunitarismo social-demócrata. Pero el cambio que hiciera posible un mundo más libre, justo y solidario, debería tener una dimensión internacional ineludible que respondiera a lo que confusamente se apunta hoy en diversos foros como el “nuevo orden económico internacional” que se intuye.

Manifestante en la Puerta del Sol de Madrid el 17 de mayo. La frase es una referencia (détournement) al clásico de Monty Python Nobody expects the Spanish Inquisition!. Fuente: Wikimedia Commons.
C) Pero la cuestión fundamental hace referencia a la forma en que podría promoverse la realización del “proyecto universal de desarrollo solidario” que demanda la sensibilidad de nuestro tiempo. Y aquí es donde entra la tesis fundamental de mi filosofía política: la argumentación que lleva a tomar conciencia de que las circunstancias históricas concurrentes producirán la organización de la sociedad civil, de una forma nueva no dada hasta ahora en la historia, para hacerse con el protagonismo, urgente y pragmático, de la promoción del “proyecto universal de desarrollo solidario”. Por tanto, ¿cómo debería organizarse la sociedad civil?

Mi análisis de los rasgos que debería tener el movimiento civil para poder llegar con garantía a la gestión de sus objetivos me ha llevado a concebir precisamente lo que debería ser el proyecto de acción civil que he denominado Nuevo Mundo. No cualquier iniciativa o proyecto tendría posibilidades de prosperar. Para hacerlo debería tratarse de un proyecto de propiedades muy precisas.

3) Por consiguiente, ¿cómo y cuándo podría darse la emergencia de un verdadero protagonismo histórico de la sociedad civil para forzar las decisiones políticas que condujeran a más libertad, más justicia y más solidaridad? Por una parte, estoy persuadido de que hoy existe un gran movimiento emergente en que la sociedad civil está forzando la aparición de su nuevo papel histórico. En este artículo he hecho una pequeña historia de este proceso emergente. Entiendo que el movimiento del 15M es un episodio más, frustrado y en último término desorientado, de este proceso en que se constatan los conatos por constituir algo que la lógica de la historia está forzando y que acabará probablemente por triunfar cuando encuentre su diseño apropiado, el único que puede llevarle a transformar realmente la sociedad.

Pienso pues que lo que acabe por triunfar deberá responder a las características de diseño que lo hagan posible. Es decir, no todo movimiento civil tendrá posibilidad de triunfar. Las revoluciones imposibles acaban siempre en el fracaso, y en la pérdida de un precioso tiempo histórico. Si no se sabe diseñar “revoluciones posibles”, y no se tiene la capacidad de gestionarlas con toda precisión, se perderá la ocasión de mejorar sustancialmente el mundo. A mi entender, y es lo que he expuesto con amplitud, no nacerá el nuevo movimiento civil si no se suscita la conciencia creciente reflexiva de la sensibilidad ético-utópica que aúna hoy mayoritariamente a los ciudadanos de nuestro tiempo. Tampoco nacerá si no se tiene un “proyecto de acción en común” preciso que refleje esa sensibilidad ético-utópica y que sea realmente viable. La sociedad civil no podrá comprometerse si no sabe por qué y para qué se compromete: tiene que tener objetivos viables formulados con precisión. No basta con proponer los fantasmas del pasado (como ha acabado haciendo el 15M manuipulado por los radicales) que sólo nos llevarían a una deriva de la historia que ya ha pasado y ha perdido su oportunidad. Por último, el protagonismo de la sociedad civil sólo nacerá si se le ofrece una forma precisa, técnicamente bien diseñada, para poder jugar el papel determinante que le haga poder controlar la historia en una dimensión internacional. La forma que debería tener el movimiento civil, para que pudiera iniciarse algo que tuviera la posibilidad de prosperar, es lo que he llamado el movimiento de acción civil Nuevo Mundo.

Es sin duda creciente la conciencia de que el ciudadano, la sociedad civil, tiene en sus manos el poder para transformar la realidad y salir del caos actual controlado (o, más bien, descontrolado) por las oligarquías, las estructuras de dominación y los partidos políticos. La emergencia del nuevo protagonismo histórico de la sociedad civil es inevitable, es una dinámica esencial de la sensibilidad del hombre de nuestro tiempo. Pero la creación del “nuevo orden económico” es por su propia naturaleza algo que debe tener una dimensión “internacional”. Las iniciativas sociales que acaben por triunfar nacerán en un nicho local, pero deberán extenderse internacionalmente. Para ello deberan promover un proyecto de cambio (el proyecto universal de desarrollo solidario) que sea posible y realizable sin traumas.

Deberá además ser un proyecto consensuable por una gran parte de la sociedad civil internacional. Sólo así el movimiento de acción civil será exportable universalmente y tendrá garantías de constituir algo que pueda realmente transformar la historia y contribuir a la lucha de la humanidad contra el sufrimiento y la indignidad humana. No es fácil diseñar algo que posea condiciones objetivas de diseño para poder triunfar. Y para ello los líderes civiles –que yo desearía que aparecieran pronto– llamados a modelar la nueva historia del siglo XXI deberán necesariamente pensar, trabajar los conceptos y concebir en sus mentes los proyectos que pueda realmente contribuir a transformar la realidad. Estos líderes deberán ser también mentes abiertas, capaces de romper con las ataduras conceptuales y emotivas con el pasado, un pasado sin futuro ya a la deriva de la historia, para abrirse a la nueva lógica que está emergiendo en nuestro tiempo.



Este artículo fue publicado originalmente en el blog Hacia un nuevo mundo.



Javier Monserrat
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