Muchas veces la violencia se ejerce en nombre de la religión. Flashpoint.
En los últimos años, numerosos libros escritos por notables científicos (Stenger, Dawkins, Dennet, Harris, Hamer, Wilson, etc.) han pretendido explicar la religión científicamente: ¿Qué es la religión? ¿Qué es la espiritualidad? ¿Cómo puede explicarse? ¿Cuál es el significado de una aproximación científica al estudio de la religión? Son algunas de las preguntas que se han planteado estas obras.
Lo recuerda un interesante artículo de la revista Global Spiral, del Instituto Metanexus. El artículo lo firma William Grassie, quien explica los distintos modos de abordar el fenómeno de la religión, bien desde un contexto histórico y social, vinculado a prácticas religiosas establecidas, bien desde determinados libros o textos sagrados fundacionales.
Rechazo científico de la religión
Según Grassie, si se aborda el fenómeno de la religión desde el ámbito de la ciencia, la tendencia es de rechazo absoluto a la religión, y de sustituirla por puntos de vista racionales y científicos del ser, de la sociedad, del cosmos, etc., tal y como han pretendido en sus obras los científicos antes mencionados.
Esta tendencia no es nueva, puesto que comienza con autores de otras épocas (Durkheim, Weber, Tylor …), y ha dado lugar a un corpus de ciencias sociales (psicología, sociología, economía y antropología) en el que se contempla la religión como irracional, supersticiosa, retrógrada y disfuncional, a partir de criterios que fueron tomados de la Ilustración.
Asentada en la idea del progreso, esta tradición genera la creencia de que la secularización progresiva es un resultado óptimo del desarrollo económico y científico del mundo. Un tipo de pensamiento que explica el mundo conseguirá sustituir al pensamiento religioso (irracional), parece decir.
Batalla de ideas
Esta tendencia se exacerba en nuestros días. Un segundo artículo publicado por la revista Vision, titulado ¿Estaríamos mejor sin la religión?, expone las ideas del periodista y escritor Christopher Hitchens, quien analiza el desafío que algunos autores (Richard Dawkins y Daniel Dennett) han planteado en los últimos años a las religiones, calificándolo como auténtica “batalla de ideas”.
Hitchens, autor del libro recién publicado “God is not Great” señala la fuerza con que la religión se ha convertido actualmente en espoleadora de la violencia y de la guerra en diversos lugares del mundo (desde Irlanda del Norte hasta Irak).
La religión no es la única responsable de estos problemas, escribe, pero los agrava. Pero, por otro lado, afirma que la tiranía secular es tan peligrosa como la tiranía religiosa y que, en los extremos, existe una equivalencia moral entre ateos y creyentes.
Tal vez por eso, concluye Hitchens, se recrudece en nuestros días la batalla de ideas en torno al ateísmo y la religión ya que, frente a lo que autores como Dawking afirman, como que estaríamos mejor sin religión, aparecen otras voces que afirman que la religión sigue adelante cobrando nueva fuerza… y el ateísmo también.
Procesos paralelos
Lo explica otro autor de diversas obras a este respecto llamado Keith Parsons, quien en una conferencia impartida en el Greer-Heard Forum del Seminario Baptista de Nueva Orleáns (en febrero de 2006), destacó que que cada vez se publican más libros sobre ateísmo que se convierten en auténticos best-sellers.
¿Las causas? Para Parsons, quizá la ira hacia los actos terroristas perpetrados por fanáticos religiosos o las políticas que utilizan el nombre de Dios para seguir cometiendo barbaridades.
Por tanto, explica Parsons, tenemos por un lado el rechazo de las ciencias a la religión en su aspecto limitador y “malvado” y, por otro lado, el supuesto aumento del ateísmo una vez que la religión, aunque siga siendo culturalmente importante, ha perdido su poder de coerción para suprimir las opiniones que la contradigan, al mismo tiempo que en ocasiones justifica hechos terribles.
¿En qué momento nos encontramos? Según Parsons, la religión siempre ha sido controvertida y divisoria. Desde siempre ha tenido detractores y partidarios. Por lo tanto, concluye, no se trata de que el ateísmo o la religión desaparezcan, sino de que debemos tener en cuenta que el auge religioso llevará siempre consigo un auge paralelo del ateísmo. Si la religión emerge, el ateísmo también lo hará.
Antigua discusión
En medio de este debate de nuestros días, se recuperan viejas ideas religiosas de algunos de los artífices de la gran revolución científica del siglo XX, origen de un nuevo debate sobre la ciencia y la religión.
La revista Time publicaba recientemente un artículo sobre Einstein y la Fe, en el que Walter Isaacson resume algunas de las ideas de su último libro Einstein: His Life and Universe.
En su artículo, Isaacson recoge algunas de las expresiones Einstein reconociendo que se declaraba religioso y creyente, aunque de una forma muy personal. Frente a los ateos declarados sentía su humildad ante los grandes misterios del mundo. Los ateos fanáticos no pueden oír la música de las esferas, declaró en una ocasión. La ciencia sin religión es incompleta. La religión sin la ciencia es ciega, manifestó Einstein en otro momento.
E Isaacson concluye: para alguna gente, los milagros sirven como evidencia de la existencia de Dios. Para Einstein, es la ausencia de milagros la que refleja la providencia divina.
No es la única referencia al pasado. La revista Edge reproduce a su vez extractos del premio nobel de física Warner Heisenberg (1901-1976) tomados de un libro suyo Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science, publicado originalmente en 1971 y que ahora vuelve a ser impreso.
En ese libro, Heisenberg, famoso por su principio de incertidumbre, señala que la ciencia y la religión no deberían enfrentarse porque cada una de ellas explica un aspecto del mundo y responde a una necesidad humana diferente, a pesar de lo cual esta separación no le resultaba completamente satisfactoria.
Sin embargo, lo que sí ocurre es que el debate es cada vez más incendiario. Después de la publicación del último libro de Dawkins, al que ya dedicamos un artículo, otro físico de renombre, Frank Tipler, acaba de publicar La física del cristianismo en el que llega a la conclusión de que el cristianismo tiene una sólida base científica.
Como ya informamos en un anterior artículo, el debate entre ciencia y religión se encuentra en un nuevo escenario, pero es evidente que no está agotado.
Lo recuerda un interesante artículo de la revista Global Spiral, del Instituto Metanexus. El artículo lo firma William Grassie, quien explica los distintos modos de abordar el fenómeno de la religión, bien desde un contexto histórico y social, vinculado a prácticas religiosas establecidas, bien desde determinados libros o textos sagrados fundacionales.
Rechazo científico de la religión
Según Grassie, si se aborda el fenómeno de la religión desde el ámbito de la ciencia, la tendencia es de rechazo absoluto a la religión, y de sustituirla por puntos de vista racionales y científicos del ser, de la sociedad, del cosmos, etc., tal y como han pretendido en sus obras los científicos antes mencionados.
Esta tendencia no es nueva, puesto que comienza con autores de otras épocas (Durkheim, Weber, Tylor …), y ha dado lugar a un corpus de ciencias sociales (psicología, sociología, economía y antropología) en el que se contempla la religión como irracional, supersticiosa, retrógrada y disfuncional, a partir de criterios que fueron tomados de la Ilustración.
Asentada en la idea del progreso, esta tradición genera la creencia de que la secularización progresiva es un resultado óptimo del desarrollo económico y científico del mundo. Un tipo de pensamiento que explica el mundo conseguirá sustituir al pensamiento religioso (irracional), parece decir.
Batalla de ideas
Esta tendencia se exacerba en nuestros días. Un segundo artículo publicado por la revista Vision, titulado ¿Estaríamos mejor sin la religión?, expone las ideas del periodista y escritor Christopher Hitchens, quien analiza el desafío que algunos autores (Richard Dawkins y Daniel Dennett) han planteado en los últimos años a las religiones, calificándolo como auténtica “batalla de ideas”.
Hitchens, autor del libro recién publicado “God is not Great” señala la fuerza con que la religión se ha convertido actualmente en espoleadora de la violencia y de la guerra en diversos lugares del mundo (desde Irlanda del Norte hasta Irak).
La religión no es la única responsable de estos problemas, escribe, pero los agrava. Pero, por otro lado, afirma que la tiranía secular es tan peligrosa como la tiranía religiosa y que, en los extremos, existe una equivalencia moral entre ateos y creyentes.
Tal vez por eso, concluye Hitchens, se recrudece en nuestros días la batalla de ideas en torno al ateísmo y la religión ya que, frente a lo que autores como Dawking afirman, como que estaríamos mejor sin religión, aparecen otras voces que afirman que la religión sigue adelante cobrando nueva fuerza… y el ateísmo también.
Procesos paralelos
Lo explica otro autor de diversas obras a este respecto llamado Keith Parsons, quien en una conferencia impartida en el Greer-Heard Forum del Seminario Baptista de Nueva Orleáns (en febrero de 2006), destacó que que cada vez se publican más libros sobre ateísmo que se convierten en auténticos best-sellers.
¿Las causas? Para Parsons, quizá la ira hacia los actos terroristas perpetrados por fanáticos religiosos o las políticas que utilizan el nombre de Dios para seguir cometiendo barbaridades.
Por tanto, explica Parsons, tenemos por un lado el rechazo de las ciencias a la religión en su aspecto limitador y “malvado” y, por otro lado, el supuesto aumento del ateísmo una vez que la religión, aunque siga siendo culturalmente importante, ha perdido su poder de coerción para suprimir las opiniones que la contradigan, al mismo tiempo que en ocasiones justifica hechos terribles.
¿En qué momento nos encontramos? Según Parsons, la religión siempre ha sido controvertida y divisoria. Desde siempre ha tenido detractores y partidarios. Por lo tanto, concluye, no se trata de que el ateísmo o la religión desaparezcan, sino de que debemos tener en cuenta que el auge religioso llevará siempre consigo un auge paralelo del ateísmo. Si la religión emerge, el ateísmo también lo hará.
Antigua discusión
En medio de este debate de nuestros días, se recuperan viejas ideas religiosas de algunos de los artífices de la gran revolución científica del siglo XX, origen de un nuevo debate sobre la ciencia y la religión.
La revista Time publicaba recientemente un artículo sobre Einstein y la Fe, en el que Walter Isaacson resume algunas de las ideas de su último libro Einstein: His Life and Universe.
En su artículo, Isaacson recoge algunas de las expresiones Einstein reconociendo que se declaraba religioso y creyente, aunque de una forma muy personal. Frente a los ateos declarados sentía su humildad ante los grandes misterios del mundo. Los ateos fanáticos no pueden oír la música de las esferas, declaró en una ocasión. La ciencia sin religión es incompleta. La religión sin la ciencia es ciega, manifestó Einstein en otro momento.
E Isaacson concluye: para alguna gente, los milagros sirven como evidencia de la existencia de Dios. Para Einstein, es la ausencia de milagros la que refleja la providencia divina.
No es la única referencia al pasado. La revista Edge reproduce a su vez extractos del premio nobel de física Warner Heisenberg (1901-1976) tomados de un libro suyo Physics and Philosophy: The Revolution in Modern Science, publicado originalmente en 1971 y que ahora vuelve a ser impreso.
En ese libro, Heisenberg, famoso por su principio de incertidumbre, señala que la ciencia y la religión no deberían enfrentarse porque cada una de ellas explica un aspecto del mundo y responde a una necesidad humana diferente, a pesar de lo cual esta separación no le resultaba completamente satisfactoria.
Sin embargo, lo que sí ocurre es que el debate es cada vez más incendiario. Después de la publicación del último libro de Dawkins, al que ya dedicamos un artículo, otro físico de renombre, Frank Tipler, acaba de publicar La física del cristianismo en el que llega a la conclusión de que el cristianismo tiene una sólida base científica.
Como ya informamos en un anterior artículo, el debate entre ciencia y religión se encuentra en un nuevo escenario, pero es evidente que no está agotado.