Peripecias de las brigadas poéticas en el reino de los autómatas

El último poemario de Alberto García-Teresa nos habla de eso que viene del amor y al amor vuelve, enlazando vidas y poemas


Alberto García-Teresa es poeta, lector consumado, activista político-cultural; es un hombre inquieto y a su vez un escritor paciente. Sus indagaciones y estudios relacionan la literatura y la poesía con los conflictos del mundo, con una vertiente política de la intimidad y del hecho social. Su último libro, “Peripecias de las brigadas poéticas en el reino de los autómatas” (Asociación Umbrales, 2012) ha sido escrito con una coherente voluntad de liberación y de comunicación. En él, el autor consigue seducir desde la imaginación con ingenuidad y lirismo, posibilitando una experiencia estética honda y radical, transformadora e intensificadora de la conciencia. Por Víktor Gómez Ferrer.




Alberto García-Teresa. Fuente: www.albertogarciateresa.com.
Alberto García-Teresa, poeta, brigadista, lector consumado, activista político-cultural, es un hombre inquieto y a su vez un escritor paciente. Sus indagaciones y estudios relacionan la literatura y la poesía con los conflictos del mundo, con una vertiente política de la intimidad así como del hecho social. Hace un año le pregunté sobre un asunto del que me interesaba saber su opinión. Esto fue lo que me dijo:

En la lectura actual, de tus autores preferidos, de los textos que mejor te atrapan y consideras, ¿qué se desvela en sus poemas y de qué modo, qué se remueve en ti, que de alguna manera notas que te revive, conmueve y transforma aunque solo sea un poquito, mejorando tu manera de estar en el mundo y ampliando tu visión de las realidades constitutivas de la experiencia de ser, renovando tu confianza en la poesía de la acción y/o en la acción de la poesía?

"Considero que la poesía consiste básicamente en mirada y respiración, y a eso precisamente nos puede enseñar: a mirar de una manera desveladora, penetrante, detenida, que atraviese la superficie y la apariencia de las cosas y de los hechos, en una sociedad donde se nos quiere hacer creer que vivimos en un escaparate. A ganar en atención, cualidad indispensable para adquirir sentido crítico en una realidad donde impera, alentada por el Poder, la construcción de ficciones, lo espectacular y lo inconexo.

Del mismo modo, pienso que la poesía nos obliga a respirar de otra forma, de manera más pausada, más consciente de sí misma y también de nosotros mismos como sujetos. Con ello podemos escapar de las dinámicas de la velocidad impetuosa que nos marca el capitalismo, que considera obsoleto todo lo que no es inmediato y que no deja espacios para la reflexión, para ejercitar ese citado pensamiento crítico que pudiera revelar el horror y la deshumanización que genera el sistema.

Al mismo tiempo, creo que lo peor que puede hacer un poema es dejar al lector en el mismo sitio en el cual estaba antes de entrar en el texto; que tras salir de él vea que su mundo permanece intacto.

En ese sentido, como lector, busco una poesía que me revuelva y que me conmueva, que me ayude a salir de mí y encontrarme en y con lo Otro y las otras personas, que pueda servirme de lanzadera o punto de partida en una indagación filosófica, sociológica, política y ética de la realidad para poder crecer, ser mejor persona y transformar la sociedad actual en una justa y digna para todo lo vivo. En esencia, que me ayude a caminar.

Como muy bien indica Jorge Riechmann, "creo en una poesía que acompañe al ser humano; y ésa es la poesía que yo necesito" [Jorge Riechmann, Canciones allende lo humano (Hiperión, Madrid, 1998), p. 12.]. Coincido plenamente con él. Esa es la poesía que yo busco y que afortunadamente encuentro en poetas como precisamente Riechmann, Juan Ramón Jiménez, Lêdo Ivo, Enrique Falcón, Nicanor Parra, Claes Andersson, Günter Eich, Julia Otxoa, Erich Freid, Rafael Pérez Estrada, Oliverio Girondo, Miguel Hernández..."

Sobre Peripecias

Alberto García-Teresa acaba de publicar Peripecias de las brigadas poéticas en el reino de los autómatas (Asociación Umbrales, 2012) con una coherente voluntad de liberación y de comunicación de la escritura, que hace salir a esta de los géneros y taxonomías para respirar la heterogeneidad y la descentralización del hybris textual.

Y abandonando la voz de un yo poético dominante y moralista para seducir desde la imaginación y la multiplicidad de personajes, textos y contratextos, en pro de un retorno a la cultura del libro, sí, pero del libro atendido con mayor ingenuidad y lirismo, con renuncia al poema como objeto de consumo o al libro como artilugio snob.

La brigada responde a las inflexiones y rígidas murallas del mundo actual, con socavones y giros inesperados sobre autores y libros, cuya relectura posibilitan a los jóvenes una base de apasionada experiencia estética, honda y radical, por lo tanto, transformadora e intensificadora de su conciencia.

"La Brigada Poética colectivizó la fábrica. Cuando los empresarios y el gobierno cortaron el suministro de energía, ellos comenzaron a alimentar las máquinas con los poemas de Ted Hughes. No había aparato que no se cargase de electricidad al oírlos".

Con una ingenuidad infantil y maravillosa, devuelve la frescura al poema la agudeza y sensibilidad del autor, ganándole la partida a los retóricos de salón, a los impostados de cafetín y a las aburguesadas camarillas de poetas ombliguistas.

Las peripecias propician ratos de euforia y de chispazos saludables e inesperados. Lo inesperado que deriva en interpretaciones variadas y que cada lector singularizará, apropiándose del texto, que funciona a modo de contrabando, como un bien metamoforseado en cada entrega a una tercera persona.

"A cada embarazada que ven pasar por la calle, la Brigada Poética recita a su barriga poemas de Octavio Paz y Eugenio Montale. Quieren así acallar el ruido de coches, electrodomésticos y televisores que puedan aturdir al bebé".

El poemario rompe con prejuicios y eleva el don de la lectura a complicidad con la excelencia creativa y dialógica. Cada cucharada, cada relámpago, cada pellizco nos conecta con la vida y el pensamiento, con los poetas y la cotidianeidad dignificada y ahondada por una conciencia vivaz y generosa. Este libro deberían de leerlo chavales de la ESO y el Bachillerato. Es muy formativo, interpelador y fragmentariamente sugerente.

Su imaginación desbordada para acceder desde sus escaramuzas con lo hermanador, hermoso y estéticamente provechoso de la escritura como vida y la vida como convivencia y translectura de lo cultural y lo natural parecen un logro a compartir entre el lector y el texto.

Es de esos libros con los que trabajar en talleres, asambleas, tertulias, reuniones vecinales, escuelas, que además resulta gratificante, pues hay una diestra batería de propuestas para conectar y desconectar los mecanismos fallidos en el asombroso mundo de la palabra y su inseparable realidad física en la historia que construimos, así como en la que sería posible mejorar.

No autómatas, sino personas son las que pueden leer con cierta capacidad personal y asimilar después de una deliberativa reflexión qué se propone en un texto, y qué relaciones tienen su vida, su pensamiento y lo recién leído.

Los autómatas leen instrucciones y las cumplen. Las personas leen textos, y aprovechan de ellos lo suficiente para ir mejorando su existencia personal y colectiva. Cierto es que hay textos que tardan en ayudarnos años, otros lo hacen en minutos, algunos no llegarán a hacerlo nunca. Pero el brigadista, como el lector joven, como tú o yo, estamos en esa aventura de lo por venir.

"La Brigada Poética propone aprender del haiku a vivir de manera austera, plena y esencial, y del palíndromo a observar del revés la realidad".

Un libro reponedor. Pone de nuevo a la poesía en la bendición. El decir bien. Y decir desde lo bueno. Eso que viene del amor y al amor vuelve, enlazando vidas y poemas.

"DURANTE el apagón, distribuyeron miles de poemas para que se iluminasen los transeúntes".

Y la habilidad para no dogmatizar ni dar fórmulas infalibles, sino propuestas imprevisibles, cuestionamientos nuevos sobre el pensamiento y el arte dominante, pistas para ensanchar con la imaginación, todo lo suficiente, lo deseable, lo indelimitado y constantemente reducido, alterado o fríamente negado.

"La Brigada Poética ha comenzado el reparto gratuito de gafas de aumento en forma de pareado para posibilitar una nueva mirada crítica y poética de la realidad".

Que en poesía hay una esencia de juventud y auto-crítica, no una voz, sino nudos (Eleison) que enlazan nudos, citas y referencias, relecturas, contrastes y retornos, augurios del presente posible y del futuro deseable, es constatable en estas “Peripecias”.

La técnica de collage del poemario y su delicadeza para sugerir, proponer al lector la libertad de lectura en el orden o desorden que le apetezca, sin perder un ápice de brillantez casi aforística, constata que la cultura culta y la cultura popular están bajo un mismo paradigma y no tienen sentido la una sin la otra.

“PARA LIMPIAR LAS legañas y desperezar bien los ojos por la mañana, la Brigada Poética restriega con energía poemas de Margaret Atwood sobre los rostros de los usuarios del Metro”.

Si nos preguntamos por la necesidad de abordar los contextos e insertarlos en los textos, para que el pretexto inclusivo de lecturas varias y curiosidad creciente fermente y dé un buen libro de libros, si entendemos la poesía al servicio del pueblo, y no como adiestramiento social o anestesia de la inteligencia o como fuga de la realidad y sus conflictos, Peripecias de la brigada poética en el reino de los autómatas se perfila como un libro de cabecera, que baila entre el pecho y las sienes, al modo de una luciérnaga juguetona e insurrecta en la noche tormentosa de la actual cultura masiva.

El mejor ristretto de la temporada, el mejor pretexto para que placer y conciencia se reúnan en un sorbo de vida intensificada por la palabra poética. Salud, brigadistas, amigas y amigos internautas, bienvenidos a la aventura del leer.

Alberto García-Teresa (Madrid, 1980) es doctorando en Filología Hispánica con una investigación sobre «poesía de la conciencia crítica». Ha sido codirector de la revista de crítica sobre ficción especulativa Hélice, de Jabberwock, antología anual de ensayos sobre literatura fantástica, y redactor jefe de la revista Solaris.

Ha escrito y escribe crítica literaria en diferentes medios (el periódico Diagonal -en el cual ha coordinado la sección de «Libros»-, las revistas Gigamesh, Prótesis, Solaris, 2001; las revistas digitales Culturamas -donde ha dirigido los contenidos de poesía-, Artes Hoy, Espéculo, Castilla. Estudios de literatura, Ariadna-RC, Bibliópolis: Crítica en la red o Prospectiva, entre otros).

Es coantólogo de volúmenes de poesía (In Absentia) y de relatos fantásticos y de terror (Paura, Paura vol. 2, y Fabricantes de sueños, 2004) y, de manera individual, de Cortocircuitos: Antología de microrrelatos efímeros.

Es autor de los poemarios Hay que comerse el mundo a dentelladas (Baile del Sol, 2008), Oxígeno en lata (Baile del Sol, 2010) y Peripecias de la Brigada Poética en el reino de los autómatas (Umbrales, 2012), así como de la plaquett Las increíbles y suburbanas aventuras de la Brigada Poética (Umbrales, 2008).

Sus poemas han sido traducidos al inglés, al francés, al serbio, al rumano y al macedonio, y en varias antologías han aparecido también sus cuentos y microrrelatos, publicados en revistas de Europa y América.


Martes, 29 de Mayo 2012
Víktor Gómez Ferrer
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